Artemisa Noticias /En las últimas décadas la cantidad de mujeres que participan en el sistema de ciencia y técnica argentino creció exponencialmente. Sin embargo y a pesar de este crecimiento sostenido, todavía las mujeres enfrentan barreras para el desarrollo de su carrera científica y su participación en lugares de toma de decisiones.
Los últimos números disponibles del Ministerio de Ciencia y Tecnología (Mincyt) de la Nación muestran una paridad entre la cantidad de investigadores/as y becarios de jornada completa. En 2008, 19.592 investigadores eran varones y 19.317, mujeres.
Esta tendencia se ve reflejada en el resto de América Latina. Brasil, Venezuela, Uruguay y Ecuador registran una relación similar en la cantidad de investigadores por género. “En América latina el 41% del personal de ciencia y tecnología son mujeres”, asegura a Artemisa Noticias María Elina Estébanez, del Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior (REDES).
Las mujeres recorrieron un largo camino para lograr su inserción en el mundo científico, al igual que en otros ámbitos de la vida pública y social. “Los avances a lo largo del siglo XIX y XX se dieron a la par de avance de los derechos sociales y de la generalización del acceso a la educación. Porque para que haya mujeres en la ciencia debe haber mujeres en la escuela y en la universidad, y ese no fue un logro fácil”, precisa Estébanez.
En la actualidad las mujeres no deben vestirse como hombres para “hacer ciencia” ni son acusadas de brujas por practicar la alquimia –inicios de la química moderna- como ocurría en otras épocas, sin embargo deben enfrentar otras barreras estructurales y sociales.
Estébanez cuenta que los principales problemas de equidad son “la escasa representación femenina en las carreras científicas, sobre todo en el campo de las ciencias exactas y naturales y las ingenierías, las altas tasas de abandono entre mujeres que ingresan finalmente a la profesión, y la subrepresentación de mujeres en puestos de decisión en el sistema científico”.
La llegada a la universidad
“Cecilia Grierson fue la primera mujer médica diplomada en la UBA, pero tuvo que esperar más de cinco años hasta que le permitieron ejercer la profesión”, recuerda la investigadora del Centro REDES y comenta que “el acceso de las mujeres al sistema universitario fue un proceso arduo. En 1940 sólo el 13 por ciento del alumnado eran mujeres y las carreras típicamente femeninas eran las ciencias sociales, filosofía y letras y auxiliar de enfermería”.
Según datos del Ministerio de Educación de 2009, las mujeres llevan una leve delantera como estudiantes de grado y pregrado en instituciones estatales con el 56.4%, y también en la cantidad de egresados con el 58.9%. Con una oferta académica orientada principalmente a las ingenierías, la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) es la institución con menos presencia femenina, sólo 2 de cada 10 estudiantes son mujeres. Este dato supone una tendencia de disciplinas “masculinas” y disciplinas “femeninas”.
En cuanto a los títulos de posgrado se registró un crecimiento en los últimos años, tal cual se afirma en “El estado de la ciencia 2010”, publicación producida por la Red Iberoamérica de Ciencia y Tecnología. Entre 1996 y 2008, la cantidad titulados de maestrías se incrementó en un 250%, mientras que los graduados de doctorados aumentaron cerca del 180%. Estos datos no se encuentran diferenciados por género.
La carrera científica
La obtención de becas de investigación es la puerta de ingreso a la carrera científica. En 2008, del total de los becarios con jornada completa el 57.38% eran mujeres mientras que el restante 42.61% eran varones. Pese a esto, ya en los investigadores el número se revierte, son mayoría los varones con el 50.35%, frente al 49.64 por ciento de las mujeres.
En 2008, el Mincyt realizó un diagnóstico sobre la situación de género en la Argentina. El documento, producido por Eleonora Baringoltz y Paula Posadas, entre otras cuestiones analiza cómo se distribuyen las mujeres en los distintos escalafones de las carreras de investigación científica: “la masculinización surge en los niveles más altos del escalafón”.
El mismo estudio concluye que “la participación de mujeres en comisiones de evaluación y en tribunales de selección es menor al 40%”. El análisis de los tres órganos de política científica (SECyT, Conicet, y SECyt-UBA) muestra “que sus autoridades en distintos cargos tienen un fuerte sesgo de género que tiende a la masculinización superando en todos los casos el 60% de participación de varones”.
También se observa una masculinización en el sistema de ciencia y técnica. “Al analizar el conjunto de las autoridades de las Universidades Nacionales, se evidencia una fuerte masculinización de los cargos jerárquicos de estas instituciones, aún cuando en relación con nuestro pasado no tan lejano las mujeres comienzan a ocupar cada vez cargos más altos como Decanas y Vicedecanas”. En 2011, de 47 Universidades Nacionales, sólo 5 tienen Rectoras.
“Mientras que las mujeres aumentan su participación en instituciones de educación superior, disminuyen su presencia en el sector empresarial ‑agrega Estébanez. Por otra parte, los espacios de mejor dotación de recursos económicos para la investigación son mayoritariamente ocupados por hombres, al igual que las direcciones de programas de posgrado, de centros o institutos de investigación o de rectorados de universidades”.
“Es importante que se reconozca el aporte científico de las mujeres por varias razones –explica la experta: Porque afecta el derecho de las ciudadanas, afecta a la sociedad por la pérdida de talentos, afecta también a la orientación del conocimiento ya que se produce un desbalance hacia una ciencia “masculinizada” y además hay un menor control sobre el impacto del conocimiento y la tecnología sobre las mujeres”.