Tras una tensa tarde, Ibon Iparragirre pudo retornar a su domicilio en régimen de prisión atenuada, pendiente de que se le coloque la pulsera telemática que controlará sus movimientos a partir de ahora. El ondarroarra se vio obligado a solicitar el alta médica voluntaria del Hospital de Basurto para escapar del duro régimen que soportaba en la habitación en la que estaba recluido. Hasta las 21.00, aproximadamente, no se supo que partía hacia casa, ya que la otra opción era reingresar en la cárcel de Basauri a la espera de que le pusieran el dispositivo de vigilancia.
Un funcionario acudió a la habitación que ocupaba Iparragirre en la tercera planta del pabellón Jado para notificarle la prisión atenuada, con control a través de una pulsera telemática, en aplicación del artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario español. En la práctica, la medida adoptada por el Ejecutivo del PSOE no supuso cambio alguno para el preso ondarroarra, pues continuó recluido en la misma dependencia bajo el control de tres ertzainas.
El propio represaliado y sus familiares venían denunciando que las condiciones del módulo penitenciario de Basurto eran incluso peores que las que soportaba en Basauri. No tenía posibilidad de acceder a una televisión, una radio o un reloj; en las dos visitas semanales, de media hora, no podía haber contacto físico y eran grabadas por los policías que le vigilaban.
Nada más tener constancia de la decisión de Instituciones Penitenciarias, la familia Iparragirre-Burgoa solicitó el traslado del preso enfermo a otras dependencias del mismo complejo hospitalario, «como otros enfermos», aunque no lo lograron. La Ertzaintza les contestó que mientras siguiera ingresado en Basurto iba a permanecer recluido en la habitación y vigilado por los agentes. La pulsera telemática le sería colocada, según la Policía autonómica, una vez se le diera el alta médica y fuera enviado a su domicilio.
Ante esta postura, los allegados sondearon la posibilidad de solicitar el alta voluntaria, de modo que se le colocase la vigilancia electrónica y regresara de nuevo al centro sanitario. La respuesta de la Ertzaintza fue tajante: si a Ibon Iparragirre se le otorgaba el alta sería conducido a Basauri; eso a pesar de que la Junta de Tratamiento no le quería allí. Finalmente, se aceptó lo planteado por el preso.
Etxerat Elkartea quiere mostrar su satisfacción por la vuelta a casa de Ibon Iparragirre. El vecino de Ondarroa, a pesar de las limitaciones que le impide la prisión atenuada, vuelve a estar entre las y los suyos y podrá contar con unas condiciones de vida y salud mucho mejores de las que ha dispuesto en prisión.
Sin embargo, debemos expresar nuestra preocupación y denuncia por su caso. Su caso ha sido llevado hasta el límite y ha sido él mismo quien ha tenido que solicitar el alta voluntaria debido a las precarias condiciones de vida que la policía autonómica había decidido imponerle durante su ingreso en el Hospital de Basurto.
Una vez más, la situación se ha demorado más de lo esperado y la vida de Ibon Iparragirre, que padece el virus del VIH, ha corrido serio peligro. No fue trasladado hasta que sus defensas cayeron en picado, la subió notablemente la fiebre y adquirió una infección pulmonar. Durante su estancia en el Hospital de Basurto, la policía autonómica ha mostrado una actitud vengativa y nada respetuosa con sus derechos. Ni siquiera le dieron la muda, lo han tenido descalzo durante al menos dos días, tenía que solicitar permiso para poder ir al servicio y su familia no contó con visitas durante dos días.
Finalmente, lo dicho, Ibon Iparragirre tuvo que solicitar el Alta voluntaria para poder regresar a su casa ya que la policía autonómica continuó poniendo trabas a pesar de que ya todos los documentos acreditaban que Iparragirre debía quedar en libertad provisional.
Ha sido la sociedad vasca la que ha logrado sacar a Ibon Iparragirre, la que le ha alejado de las garras de la muerte. Y así, debe de ser. La articulación de fuerzas y la denuncia de la situación que viven las y los presos políticos vascos debe de ser una constante.
Nos congratulamos del retorno de Ibon Iparragirre, pero no debemos olvidar que aún sigue habiendo presos con enfermedades graves e incurables ‑ahí está la también extrema situación que padece Txus Martín- o que un 25% del Colectivo de presos sufre algún tipo de problema de salud.
Etxean nahi ditugu