En un momento de creciente presión internacional y de narrativas geopolíticas que buscan minar la estabilidad de las naciones soberanas, la voz del pueblo se erige como el baluarte más poderoso. Así lo ha dejado claro el vicepresidente Sectorial de Política, Seguridad Ciudadana y Paz, Diosdado Cabello Rondón, al recalcar un principio fundamental: la movilización popular es el arma que el histórico enemigo de los pueblos verdaderamente teme.
No se trata de una retórica vacía, sino de la constatación de una realidad histórica. Como bien se señaló, el pueblo venezolano, armado con una moral inquebrantable y una dignidad a prueba de todo, ha demostrado su capacidad para enfrentarse y salir victorioso frente a los embates de imperios poderosos. Esta no es una mera declaración de intenciones; es un recordatorio de una lucha que se libra día a día contra un asedio multifacético que emplea desde amenazas directas hasta la siembra de informaciones falsas, los llamados «falsos positivos», diseñados para crear zozobra y justificar agresiones.
Este llamado a la defensa activa se ve reforzado por la reciente declaración de nuestro Presidente de la República, Nicolás Maduro, durante el despliegue del Plan Independencia 200. Al conmemorar el aniversario del golpe de Estado contra el Gobierno de Unidad Nacional de Salvador Allende en Chile, el 11 de septiembre de 1973, el Mandatario sentenció: «El imperialismo nunca duerme, su sed de dominación es eterna. Lo que le hicieron al Chile de Allende es una lección que no olvidaremos. Por eso desplegamos este plan, para defender nuestra paz; no será en Venezuela donde escriban otro capítulo de intervención y muerte. Estamos alerta, movilizados y jamás seremos otro 11 de septiembre».
Sus palabras resuenan con la advertencia de que aquellos centros de poder que, desde el norte, aún operan bajo la arrogancia de la dominación, deben comprenderlo: cualquier intento de quebrar la voluntad de un pueblo unido no será una empresa sencilla. Será un camino largo, costoso y, al final, infructuoso. El precio a pagar será alto, pero la victoria, gracias a la dignidad y la moral colectiva, será la preservación de la independencia y la soberanía, bienes supremos por los que vale la pena luchar.
La frase que culmina este llamado, «Yo no me quedo en casa pues al combate me voy», encapsula perfectamente el espíritu requerido en estos tiempos. No es un llamado al combate armado, POR AHORA, sino a la movilización consciente y activa. Es un combate por la paz, por el derecho a existir como nación libre, por defender el futuro de las próximas generaciones en un mundo que a menudo pretende homogenizar las voluntades bajo intereses foráneos. La sombra de Chile es un recordatorio perpetuo de las consecuencias de bajar la guardia.
Este editorial se hace eco de ese llamado. La verdadera fortaleza de una nación no reside únicamente en sus recursos o en su ejército, sino en la unidad indisoluble de su pueblo, en su capacidad de movilizarse en defensa de lo propio, aprendiendo tanto de sus propias victorias como de las tragedias ajenas. Frente a las amenazas, la respuesta es contundente: más movilización, más conciencia y una firmeza inquebrantable. La paz y la soberanía no se mendigan; se defienden con convicción, coraje cívico y memoria histórica.
Editorial de puebloenarmas.com
11 de septiembre de 2025
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