Con este tema de la apertura de los comercios en domingos y festivos, la actitud adoptada ha sido especialmente intransigente y claramente clasista. Una vez más, quien se considera “el alcalde de todos los bilbainos”, sale en defensa de la avaricia de unos pocos de la ciudad, despreciando el resto de los sectores ciudadanos que no comulgan con ellos. Muy criticable es que un Alcalde repetidamente salga en defensa de los intereses de los más fuertes contra los más débiles. Pero inadmisible es que descalifique de manera hiriente a una parte importante de Bilbao.
Mire Sr. Azkuna, quienes nos oponemos firmemente a que los domingos y festivos también se abra el comercio al público, tenemos razones de peso y creemos que perfectamente entendibles para la gran mayoría de la población. Se puede compartir o no pero creo que es una actitud progresista y mucho más en consonancia, con el principio de compaginar la vida laboral y la familiar, que tanto se dice defender desde las instituciones, pero tan flaco favor se hace con iniciativas como la de abrir las tiendas también los festivos.
La apertura de los días festivos tiene una triple dimensión: la laboral, la económica y la socio-política. Es un problema laboral porque afecta gravemente a miles de trabajadoras y trabajadores. Si duro resulta trabajar la gran mayoría de los sábados (mañana y tarde), lo de los domingos es un grave trastorno para el ocio y la vida familiar compartida. Es cierto que no son pocos los servicios que tienen que atender los festivos y domingos, como bares, farmacias, transporte público, hospitales, etc, etc. pero hay una gran diferencia, por cuanto que dichos servicios se consideran imprescindibles en unos casos y de ocio para el resto de la población, en otros.. Las tiendas de las que estamos hablando no cumplen ninguno de los dos requisitos, por lo que no hay razones sociales para abrirlas.
Es también un problema laboral para todas los pequeñas tiendas familiares que se verían obligados a abrir, so pena de perder los pocos clientes que tienen. No pueden competir con grandes superficies o las multinacionales si no es con evidente menoscabo de sus derechos laborales más elementales.
Se habla de ventajas económicas como la de activar la economía y de crear nuevos puestos de trabajo. Creo que ambas razones son endebles. Si la bajada de ventas, como todos admiten, se debe a la crisis económica, ¿por qué abriendo los festivos tiene que aumentar las ventas? ¿Acaso de esa manera amaina la crisis ? Se trasladará la compra de otros días de la semana a los festivos, pero por tener abierto más horas no necesariamente aumentan las compras. Y en cuanto a crear nuevos puestos de trabajo, sencillamente no es cierto. Es posible que se crean en grandes superficies, pero se pierden en las tiendas pequeñas. A la larga, la venta en cadena, disminuye los puestos de trabajo. ¿No es verdad, Sr. Azkuna, que el fondo de este problema es el pulso por la subsistencia de las tiendas pequeñas y la avaricia de los grandes superficies comerciales? ¿Y me puede decir, por qué se decanta usted tan efusivamente por los grandes?
Es un tema que tiene una dimensión también socio-política, en cuanto se refiere al modelo de sociedad que se quiere impulsar. ¿Acaso, el promover el consumismo tan ardientemente e identificar el ocio con el comercio no son valores de una sociedad triste y decadente? Esta sociedad que vive estresada durante toda la semana, necesita que se le ofrezca cauces de diversión que fomente la participación colectiva y familiar. Bilbao no necesita muchas tiendas abiertas, sino espacios gratuitos donde los niños y mayores sepamos pasarlo bien, espacios para jóvenes pensados y gestionados por ellos y ellas para su disfrute.
Ciertamente hubo insultos y gritos proferidos desde la manifestación. Una lástima. Pero ¿por qué no se habla también de los gestos soeces y provocadores de muchos de los compradores? Al margen de los incidentes, el pasado domingo, en la Gran Via de Bilbao, se enfrentaban dos modelos de sociedad: la de los trabajadores y pequeños comercios, muchos de ellos votantes de su propio partido, por una parte, y la de los pudientes y grandes almacenes por otra. Cada uno y cada una se situó donde tiene el bolsillo y el corazón.
Habla constantemente de defender la ley. Pero sabrá usted que muchas veces calla, mira a otro lado y también silencia clamorosas ilegalidades en su Villa. Usted silencia miles de despidos injustos de trabajadores, deshaucios hirientes de familias necesitadas por parte de la banca y accidentes laborales mortales, consecuencia de fragantes ilegalidades. Apoya ilegalidades manifiestas contra los derechos de los euskaldunes en su propio ayuntamiento. Su anunciada “sensibilidad” para con situaciones de ilegalidad, es parcial e interesada.
Sr. Azkuna, creo que a un Alcalde se le puede pedir un poco de respeto para quienes piensan diferente o defienden otro modelo de sociedad. Casi sistemáticamente usted ridiculiza, insulta y descalifica a las personas euskaldunes, a los hombres y mujeres de izquierda, a los abertzales, a la juventud… solo se libran sus afines. Estoy seguro que en Bilbao, muchos de sus propios votantes le piden un poco más de mesura y moderación. Todo lo que no es Azkuna no es deshecho ni navajero.