Las informaciones sobre la penetración de las tramas criminales en las instituciones españolas, a pesar de la evidente censura, es algo cotidiano: cargos municipales, cargos autonómicos, cargos estatales… aparecen un día si y otro también vinculados a operaciones de corrupción política asociadas a la economía especulativa. Pero de vez en cuando aparecen datos que por la transcendencia de los cargos de las personas a las que afecta, dan definitivamente el perfil de éste Estado.
Nos estamos refiriendo especialmente a dos casos que han aparecido en los medios de comunicación en los últimos días, uno de forma profusa, el de Diáz Ferrán presidente de la CEOE y el otro publicado de forma mucho más discreta, tal como corresponde a la línea de protección informativa de la que goza el personaje, que afecta a Felipe de Borbón, es decir al príncipe heredero.
Diáz Ferrán está siendo investigado por la justicia argentina por manejar cheques sin fondos y por la Fiscalía de la Audiencia Nacional española por un posible delito de estafa entre otros, y ahí sigue.
En la ultima reunión de la CEOE no sólo le ratificaron en el puesto de presidente si no que le dedicaron una calurosa ovación, y no pasa nada, ésto es España.
Lo de la herencia otorgada vía testamento al príncipe heredero es si cabe aún de mayor escándalo.
La llamada »familia real» vive de los presupuestos generales del Estado, porque son según la legalidad vigente parte del Estado; y sin embargo no tienen la menor desvergüenza en aceptar una herencia millonaria.
Si un funcionario público comete cohecho, al admitir una donación a título personal, sea esta en dinero o en especies, ¿cómo es posible que aquellos que »legalmente» encabezan la estructura del Estado y son por tanto y por extensión, en teoría, los mas altos representantes de la función pública; y además de forma hereditaria, pueden aceptar una donación privada, millonaria a través de un testamento?.
Felipe de Borbón sigue desde luego la carrera de la corrupción de sus antecesores, empezando por su propio padre Juan Carlos.
Si a estos dos casos de actualidad, sumamos otros dos ya bien conocidos, como es el de un Jefe de Estado nombrado por Franco y cómplice de los crímenes del franquismo; y un ministro del interior que fue ministro en los gobiernos del GAL, el dibujo de éste Estado queda perfectamente definido tal como señalamos en el título de este pequeño artículo.