¿Cómo decir­te, Txus?- Glo­ria Rekarte

Cómo decir­te que aun­que difí­cil, no es impo­si­ble ima­gi­nar qué se sien­te cuan­do una par­te de ti que­da atra­pa­da en los engra­na­jes den­ta­dos de una máqui­na. Hecha para dañar y de la que no es fácil sol­tar­se, por­que el botón de stop nun­ca está en tus manos. Por­que son otras las que lo mane­jan y lo hacen según dic­te su nece­si­dad de ensa­ña­mien­to. Manos embu­ti­das en tra­jes, más que en uni­for­mes; que encie­rran con acuer­dos, más que con lla­ves. Manos que pre­ten­den deten­tar el patri­mo­nio del sufri­mien­to. Y lo tie­nen. Hoy, lo tie­nen: para causarlo. .

Como decir­te Txus, como deci­ros a todos, a voso­tros quin­ce, con vues­tros dolo­res en el cuer­po o en la men­te que, a pesar de esa dis­tan­cia que impo­nen las pare­des altas, los cris­ta­les dobles, las puer­tas cerra­das y el silen­cio que duran­te tan­tas horas os rodea, esta­mos ahí. Ahí y aquí. Ahí, por­que os que­re­mos. Aquí, para todo lo demás. Para hacer saber a los que ya saben, y con­tar­lo a los que lo des­co­no­cen. Para pelear­nos con­tra todas las puer­tas, con­tra las que os encie­rran y con­tra esas otras que tam­bién son pesa­das y fáci­les de cerrar. Tan her­mé­ti­cas que así se que­dan, aun­que esté dan­do de alda­bo­na­zos la paz. Para deci­ros en fin, que no vamos a que­dar­nos miran­do y espe­ran­do, ni vamos a con­for­mar­nos con lamen­tar­nos y mal­de­cir ‑aun­que, la ver­dad, lo que ali­via mal­de­cir!-. Y que por eso el 31, en Iru­ñea, esta­re­mos en la calle. Por­que os que­re­mos, cla­ro. Por soli­da­ri­dad, tam­bién. Pero sobre todo, por­que vues­tra excar­ce­la­ción es vues­tro dere­cho, nues­tro com­pro­mi­so y la res­pon­sa­bi­li­dad de todos. Des­de ahí te man­da­re­mos Txus, os man­da­re­mos a todos, nues­tro mejor abrazo.

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