Juan Car­los: un rey en pelo­tas- Máxi­mo Relti

En tér­mi­nos cas­ti­zos, un vie­jo repu­bli­cano expre­só hace unos días que el rey Juan Car­los de Bor­bón «se había que­da­do en pelo­tas». En efec­to, en ape­nas un año la ima­gen de la monar­quía espa­ño­la y del monar­ca han que­da­do en por­no­grá­fi­ca evi­den­cia. No se tra­ta solo de que su currí­cu­lum se haya enri­que­ci­do con nue­vos y com­pro­me­te­do­res datos. El des­plo­me de la ima­gen de la monar­quía ha sido el resul­ta­do de un pro­ce­so acu­mu­la­ti­vo que se ha pro­lon­ga­do a lo lar­go de más de 30 años de pre­sun­tas corrup­te­las, anéc­do­tas de alco­ba y evi­den­cias his­tó­ri­cas que duran­te dece­nios per­ma­ne­cie­ron ocul­tas y blin­da­das ante la opi­nión públi­ca de este país. A ello ha con­tri­bui­do, sin duda, el silen­cio cóm­pli­ce de la pren­sa, la tele­vi­sión, los par­ti­dos ins­ti­tu­cio­na­les, el mudez com­pla­cien­te de los inte­lec­tua­les orgá­ni­cos del sis­te­ma, de los historiadores…

Segu­ra­men­te han sido múl­ti­ples los fac­to­res socia­les que han influi­do para que de repen­te, casi sin avi­sar, el edi­fi­cio de la monar­quía bor­bó­ni­ca apa­rez­ca hoy cuar­tea­do por nume­ro­sas grie­tas ante los ojos estu­pe­fac­tos de millo­nes de ciu­da­da­nos que no se aca­ban de creer lo que suce­de tras los muros de ese Pala­cio deno­mi­na­do, con toda pro­pie­dad, «de La Zar­zue­la». Pero estos derrum­bes repen­ti­nos tam­po­co son nove­do­sos. For­man par­te de la mar­ca gené­ti­ca de la saga de los Bor­bo­nes. Suce­dió con la rei­na Isa­bel II, cuyas orgías pala­cie­gas sor­pren­die­ron la inge­nui­dad cré­du­la de un pue­blo cre­yen­te y hara­pien­to. O con las com­pli­ci­da­des dic­ta­to­ria­les de Alfon­so XIII, al que un buen día, sin que tam­po­co nadie lo espe­ra­ra, unas elec­cio­nes muni­ci­pa­les lo pusie­ron de pati­tas en Cartagena.

Hoy, la monar­quía que algu­nos lla­man «juan­car­lis­ta» se la está jugan­do. Por ello no le fal­ta­ba razón a la revis­ta con­ser­va­do­ra bri­tá­ni­ca «Time» cuan­do, hace ape­nas unas horas, en un artícu­lo titu­la­do «No es el mejor momen­to para ser Rey» sub­ra­ya­ba que la monar­quía espa­ño­la está atra­ve­san­do un pro­ce­lo­so mar de tur­bu­len­cias. Los últi­mos acon­te­ci­mien­tos – indi­ca­ba la revis­ta – han pues­to a Juan Car­los Bor­bón en el pun­to de mira de la opi­nión públi­ca espa­ño­la. El maga­zi­ne del perió­di­co lon­di­nen­se indi­ca­ba, asi­mis­mo, que «duran­te déca­das, los Bor­bo­nes han evi­ta­do la cen­su­ra y el escru­ti­nio públi­co con la ausen­cia casi total de coti­lleos o refe­ren­cias a algu­nos de los rumo­res de posi­bles aman­tes o frau­des eco­nó­mi­cos, o encuen­tros poco apro­pia­dos con jeques ára­bes «. Pero ya eso se ha aca­ba­do. La revis­ta indi­ca que las andan­zas del monar­ca y los escán­da­los de su fami­lia están cam­bian­do la acti­tud de los espa­ño­les en rela­ción con la monar­quía. Asi­mis­mo, el rota­ti­vo bri­tá­ni­co aña­de a sus negros augu­rios una ilus­tra­ti­va refe­ren­cia a una encues­ta del Cen­tro de Inves­ti­ga­cio­nes Socio­ló­gi­cas, en la que se des­ta­ca la caí­da en pica­do de la popu­la­ri­dad de los Bor­bo­nes en la con­si­de­ra­ción públi­ca española.

Para el «Finan­cial Times», el perió­di­co por­ta­voz de los pode­ro­sos círcu­los finan­cie­ros bri­tá­ni­cos, la monar­quía espa­ño­la está atra­ve­san­do una «cri­sis gigan­tes­ca», en un país en el que el des­em­pleo se acer­ca al 23%. Los perió­di­cos “The Guar­dian” y “The Daily Mail” tam­bién reco­gen la noti­cia. El pri­me­ro des­ta­ca las fuer­tes crí­ti­cas al monar­ca tras su acci­den­te de caza en Botsua­na y mues­tra su foto jun­to a un ele­fan­te muer­to y acom­pa­ña­do por el famo­so caza­dor Jeff Rann. El perió­di­co con­ser­va­dor “Daily Mail” seña­la tam­bién la llu­via de crí­ti­cas en las redes socia­les espa­ño­las en con­tra del Rey y la Monar­quía. La fle­má­ti­ca BBC bri­tá­ni­ca, por su par­te, enfa­ti­za la enor­me indig­na­ción que ha cau­sa­do en Espa­ña el hecho de que, mien­tras el país vive la cri­sis más pro­fun­da de su his­to­ria, el monar­ca que osten­ta la Jefa­tu­ra del Esta­do dis­fru­te de safa­ris de tipo colo­nial y cos­te mul­ti­mi­llo­na­rio. La pren­sa fran­ce­sa no se ha que­da­do cor­ta. «Le Point» sub­ra­ya que en Espa­ña el «gran males­tar» exis­ten­te con el Rey ha cun­di­do como un tsu­ma­mi sobre todo el país. Tan­to la pren­sa ita­lia­na como la ale­ma­na han reco­gi­do de mane­ra pro­fu­sa las reper­cu­sio­nes del mul­ti­mi­llo­na­rio y clan­des­tino safa­ri del rey en Áfri­ca del Sur.

SAFARIS DE POTENTADOS

Botsua­na, el país don­de el rey Bor­bón se frac­tu­ró la cade­ra, está con­si­de­ra­do un «paraí­so» de los afi­cio­na­dos mul­ti­mi­llo­na­rios a la caza mayor. La indus­tria del turis­mo está en ese país afri­cano bajo el con­trol del Gobierno, que orga­ni­za jor­na­das de cace­rías que inte­gran poten­ta­dos nor­te­ame­ri­ca­nos y euro­peos. En ellas se da caza a ele­fan­tes, leo­par­dos, jira­fas, leo­nes y otros ani­ma­les salvajes.

Las cace­rías par­ten de cam­pa­men­tos espe­cia­les cons­trui­dos al efec­to. Estos lujo­sos cam­pa­men­tos se encuen­tran ubi­ca­dos en el inte­rior de los Par­ques Nacio­na­les, en los que una estan­cia de 12 días para aba­tir a un ele­fan­te tie­ne un cos­to de €37.000. Es decir, más de 6 millo­nes de pese­tas por «pie­za». Ter­mi­nar con la vida de un león o un leo­par­do cues­ta la frio­le­ra de 36.000 euros. El gobierno de Botsua­na posee un cupo limi­ta­do de licen­cias que dis­tri­bu­ye a las expe­di­cio­nes, con­tro­lán­do­se de esa for­ma el núme­ro de pie­zas a aba­tir. Que se sepa, el cos­te de la cace­ría que reali­zó el monar­ca espa­ñol no pudo ser infe­rior a los 37.000 euros, ya que la pie­za ele­gi­da por Juan Car­los fue nada menos que el ele­fan­te que apa­re­ce muer­to tras la ima­gen del monar­ca. El rey se alo­jó en uno de estos cam­pa­men­tos de lujo, des­de don­de se orga­ni­zan las jor­na­das de cace­ría. Según las fuen­tes ofi­cia­les, fue en uno de estos alo­ja­mien­tos don­de el Jefe de Esta­do espa­ñol se rom­pió la cade­ra a con­se­cuen­cia de una caí­da. Si el acci­den­te no hubie­ra teni­do lugar, la aven­tu­ra afri­ca­na del Rey sería hoy un hecho total­men­te des­co­no­ci­do, ya que el via­je no fue siquie­ra comu­ni­ca­do al pre­si­den­te del gobierno.

UN REY «CAPRICHOSO Y RIDÍCULO»

En el Esta­do espa­ñol, las dimen­sio­nes de este nue­vo escán­da­lo real han sobre­pa­sa­do todos los lími­tes que has­ta aho­ra cabía espe­rar. Pare­cie­ra como si, repen­ti­na­men­te, hubie­ran sal­ta­do por los aires todos los diques que han esta­do con­te­nien­do duran­te años la opi­nión social acer­ca de la monar­quía y del monar­ca. De mane­ra sor­pren­den­te, la gen­te pare­ce haber caí­do aho­ra en la cuen­ta de la obso­les­cen­cia de esta ins­ti­tu­ción feu­dal here­da­da del mis­mo fran­quis­mo. El cono­ci­do arti­cu­lis­ta Higi­nio Polo reco­gía con pre­ci­sión. en un artícu­lo titu­la­do «Matar ele­fan­tes», el sen­ti­mien­to gene­ra­li­za­do de impor­tan­tes sec­to­res de la socie­dad espa­ño­la. «Ya está bien – escri­bía Polo en su artícu­lo -. No pode­mos saber cuán­to tiem­po más ten­dre­mos que sopor­tar esta Monar­quía, este escar­nio, esta suce­sión de fami­lia­res corrup­tos, de pará­si­tos pró­xi­mos, de escán­da­los, que sigue los pasos de la cor­te de los mila­gros que narra­ra Valle-Inclán. No sabe­mos a qué pun­to de codi­cia lle­ga­rán estos incom­pe­ten­tes empre­sa­rios que viven satis­fe­chos en esta cor­te de los mila­gros, en que, mien­tras el país se hun­de, el Jefe del Esta­do se mar­cha a cazar ele­fan­tes. Si tuvie­ra dig­ni­dad, si mira­se un ins­tan­te la char­ca pútri­da, la asfi­xian­te atmós­fe­ra en que se ha con­ver­ti­do el país, si repa­ra­se en el sufri­mien­to social que el des­pil­fa­rro y la incom­pe­ten­cia de los suyos han crea­do, Juan Car­los de Bor­bón abdi­ca­ría de inme­dia­to y Espa­ña ter­mi­na­ría con una ser­vi­dum­bre que será dura­men­te juz­ga­da por la historia».

Y aña­día: «No es la pri­me­ra vez que Juan Car­los de Bor­bón, un rey capri­cho­so, roza el ridícu­lo y esqui­va des­pués el bul­to… A estas altu­ras de rei­na­do, son tan­tas las picar­días, tan­tas las bur­las, tan repe­ti­das las bufo­na­das insul­tan­tes, tan cons­tan­te el abu­so que hace el monar­ca de la pru­den­cia del país, que se hace difí­cil ima­gi­nar qué espe­ra­mos para reno­var el aire vicia­do de esta habi­ta­ción lóbre­ga y oscu­ra, cerra­da, en que se ha con­ver­ti­do España».

CUANDO LOS «COMUNISTAS» NO ESCUCHAN CRECER LA HIERBA

Hace unos días, con moti­vo del 81º ani­ver­sa­rio del esta­ble­ci­mien­to en Espa­ña de la II Repú­bli­ca, San­tia­go Carri­llo, ex secre­ta­rio gene­ral del PCE duran­te la lla­ma­da Tran­si­ción, era entre­vis­ta­dos para la tele­vi­sión. A Carri­llo no le pre­gun­ta­ron sola­men­te acer­ca de la Segun­da Repú­bli­ca, sino tam­bién sobre la Monar­quía. Ni que decir tie­ne que este vie­jo muñi­dor del actual esta­do monar­qui­co se des­hi­zo en elo­gios hacia la figu­ra de Juan Car­los I. En su con­tes­ta­ción a los perio­dis­tas, el ex diri­gen­te comu­nis­ta con­fe­só su fe repu­bli­ca­na, pero advir­tió ‑sin expli­car las razo­nes – que no era éste el momen­to apro­pia­do para sus­ti­tuir a la Monar­quía por una Repú­bli­ca. Que San­tia­go Carri­llo – un ex polí­ti­co pre­sun­ta­men­te comu­nis­ta – res­pon­die­ra de esta gui­sa, no tie­ne nada de extra­ño. Su com­pli­ci­dad con el esta­ble­ci­mien­to de la monar­quía here­da­da del fran­quis­mo es his­tó­ri­ca­men­te cons­ta­ta­ble. Y cuan­do defien­de la con­ti­nui­dad del sis­te­ma polí­ti­co actual, en reali­dad no hace otra cosa más que defen­der­se a sí mis­mo y tra­tar de pro­por­cio­nar sen­ti­do a tra­yec­to­ria biográfica.

Sin embar­go, hace ape­nas sie­te meses – a prin­ci­pios de octu­bre del pasa­do año – el Coor­di­na­dor Gene­ral de Izquier­da Uni­da, Cayo Lara, no ofre­cía una res­pues­ta mucho más satis­fac­to­ria en una con­fe­ren­cia cele­bra­da en Las Pal­mas de Gran Cana­ria. A la pre­gun­ta de uno de los pre­sen­tes sobre la Monar­quía y el monar­ca, el diri­gen­te de IU res­pon­dió: «Juan Car­los se ganó la con­fian­za de este país. Tam­bién de mucha gen­te de la izquier­da». «No nos equi­vo­que­mos con eso – pun­tua­li­zó – por­que este país es juan­car­lis­ta «. En aque­lla oca­sión, el diri­gen­te de IU elu­dió men­cio­nar la res­pon­sa­bi­li­dad de deter­mi­na­das orga­ni­za­cio­nes de izquier­da que – como la suya – evi­ta­ron for­mu­lar crí­ti­ca algu­na hacia una Monar­quía impues­ta por la dic­ta­du­ra. Sobre la posi­bi­li­dad de que la Monar­quía pudie­ra ser sus­ti­tui­da por un régi­men repu­bli­cano, Lara ase­gu­ró tener «dudas más que razo­na­bles» sobre cuál sería el resul­ta­do si se cele­bra­ra un refe­rén­dum que per­mi­tie­ra a los ciu­da­da­nos del Esta­do espa­ñol ele­gir entre Monar­quía o Repú­bli­ca. Cayo Lara no ocul­tó tam­po­co su escep­ti­cis­mo de que tal cosa pudie­ra ocu­rrir mien­tras Juan Car­los ocu­pa­ra el trono. «Cuan­do no esté Juan Car­los – dijo el diri­gen­te de IU – sí pien­so que habrá una opi­nión dife­ren­te, por­que los juan­car­lis­tas no esta­rán, y creo que Espa­ña mayo­ri­ta­ria­men­te opta­ría por un esta­do republicano».

Des­de aque­llas des­con­fia­das afir­ma­cio­nes de Cayo Lara ha trans­cu­rri­do un esca­so medio año, pero la tre­pi­dan­te diná­mi­ca de los acon­te­ci­mien­tos le ha dado un vuel­co dra­má­ti­co a la visión social sobre la monar­quía. Marx decía que “el revo­lu­cio­na­rio debe ser capaz de oír cre­cer la hier­ba”, para ilus­trar la impor­tan­cia de sin­to­ni­zar con lo que la gen­te está obje­ti­va­men­te desean­do. Los últi­mos acon­te­ci­mien­tos no hacen más que demos­trar que Cayo Lara jamás tuvo la opor­tu­ni­dad de apre­ciar la sin­fo­nía que pue­de escu­char­se aho­ra mien­tras la hier­ba está creciendo.

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