Escuchamos hablar de la prima de riesgo española, de la deuda española, de la economía española, o de las elecciones en la República Francesa y sus consecuencias, pero ¿qué ocurre con nuestros riesgos reales? No podemos elegir primer ministro ni presidente, no tenemos control sobre nuestra deuda, ni sobre nuestros presupuestos. No tenemos una política económica propia y las de los estados que nos imponen unas relaciones de dependencia nos empujan al precipicio o nos marginan. En esta situación, nadie pone cifras a nuestros riesgos, pero nuestro país se enfrenta a una coyuntura muy grave, lastrada por nuestra situación de dependencia y carencia de un estado propio.
El riesgo al que nos enfrentamos va mucho más allá de la delicada realidad actual y se proyecta sore el futuro hipotecando nuestro porvenir. Van a pretender endosarnos esta deuda sobre la que no hemos tenido capacidad de decisión. Van a cargarnos, como ya están haciendo, con las consecuencias de unas estrategias económicas que no han tenido en cuenta nuestros intereses. Unas estrategias para las que ni siquiera existimos como sujeto político.
Nos han llevado al borde del abismo y quieren que nos hundamos con ellos. La dependencia nos coloca en una posición subalterna que sólo podremos superar haciéndonos con los instrumentos para tomar nuestras propias decisiones. Necesitamos la independencia y la necesitamos cuanto antes. Antes de que el riesgo nos ahogue.
No podemos resignarnos a ser simples espectadores y espectadoras de un drama en el que realmente, a la hora de sufrir las consecuencias, somos protagonistas.