21 de junio “Día inter­na­cio­nal por la edu­ca­ción no sexista”

Toma­do de: Pala­bra de Mujer
La Red de Edu­ca­ción Popu­lar Entre Muje­res (REPEM), reu­ni­da en Para­guay en 1981, deci­dió decla­rar el 21 de junio como Día Inter­na­cio­nal de la Edu­ca­ción No Sexis­ta. Val­ga esta cele­bra­ción en el día de hoy para plan­tear­nos ¿Cómo tra­ba­jar la edu­ca­ción no sexis­ta en las escue­las? Sin lugar a dudas la Coedu­ca­ción es una herra­mien­ta de pri­mer orden, pero el tér­mino ni siquie­ra sue­na en nues­tro país. Edu­car o for­mar niños/​as, jóve­nes para la vida adul­ta inclu­ye mos­trar la exis­ten­cia de igual­dad de posi­bi­li­da­des en las rela­cio­nes adul­tas y una dis­tri­bu­ción más equi­ta­ti­va de roles, fun­cio­nes, tareas y res­pon­sa­bi­li­da­des públi­cas y pri­va­das. Sien­do así, la coedu­ca­ción se ins­cri­be en las trans­for­ma­cio­nes de índo­le social, psi­co­ló­gi­ca y éti­ca que requie­re un nue­vo esti­lo de vivir y de estar en el mun­do a los hom­bres y a las mujeres.
La Coedu­ca­ción, un desafío

Por: Lore­ley Dorelo*

La pala­bra coedu­ca­ción se uti­li­za común­men­te para refe­rir­se a la edu­ca­ción con­jun­ta de dos o más gru­pos de pobla­ción dis­tin­tos; su uso habi­tual se refie­re a la Edu­ca­ción con­jun­ta de dos colec­ti­vos huma­nos espe­cí­fi­cos: los hom­bres y las muje­res. La coedu­ca­ción desig­na una cier­ta mane­ra de enten­der la edu­ca­ción de niños y niñas; don­de la cues­tión cen­tral ha gira­do siem­pre en torno a la con­ve­nien­cia de que los hom­bres y muje­res reci­ban una mis­ma educación.
El con­cep­to de “edu­ca­ción igual” no se ha man­te­ni­do de for­ma homo­gé­nea en el tiem­po, de mane­ra que “coedu­ca­ción” no ha desig­na­do el mis­mo mode­lo edu­ca­ti­vo a lo lar­go de la his­to­ria. La evo­lu­ción del con­cep­to ha sido simul­tá­nea con el cam­bio de la posi­ción de la mujer en la socie­dad; y el deba­te res­pec­to a la coedu­ca­ción está rela­cio­na­do por lo tan­to a los con­cep­tos pre­do­mi­nan­tes en cada épo­ca de cómo edu­car a las mujeres.
En la déca­da de los seten­ta, se desa­rro­lla­ron diver­sas inves­ti­ga­cio­nes teó­ri­cas y empí­ri­cas que han estu­dia­do la des­igual­dad social por razón de sexo, y han pro­por­cio­na­do una nue­va visión sobre el papel de la escue­la y el sis­te­ma esco­lar en la for­ma­ción de este­reo­ti­pos sexuales.

La escue­la coeducativa

Holan­da 5Es aque­lla en la que se corri­gen y se eli­mi­nan todo tipo de des­igual­da­des o meca­nis­mos dis­cri­mi­na­to­rios por razón de sexo y en la que los alum­nos y alum­nas pue­dan desa­rro­llar libre­men­te su per­so­na­li­dad en un cli­ma de igual­dad real y sin nin­gún tipo de con­di­cio­nan­tes o limi­ta­cio­nes impues­tas en fun­ción de su sexo.

Se entien­de, enton­ces, como aque­lla edu­ca­ción que toma como pun­to de par­ti­da la con­si­de­ra­ción de las nece­si­da­des, expec­ta­ti­vas e intere­ses tan­to de hom­bres como de muje­res y que hace reali­dad, en la prác­ti­ca, la igual­dad de dere­chos y opor­tu­ni­da­des para ambos sexos.

No es una edu­ca­ción que ten­ga como obje­ti­vo táci­to la aco­mo­da­ción de la mujer a las pau­tas, nor­mas, inter­ac­cio­nes y valo­res mas­cu­li­nos, sino una edu­ca­ción que par­ta de una igual valo­ra­ción de lo públi­co y lo pri­va­do, lo polí­ti­co y lo domés­ti­co, lo racio­nal y lo afec­ti­vo, lo mas­cu­lino y lo feme­nino y con base en la acep­ta­ción del plu­ra­lis­mo, la diver­si­dad y la dife­ren­cia, así como el pro­fun­do res­pe­to por dicha dife­ren­cia, per­mi­ta el desa­rro­llo de las indi­vi­dua­li­da­des y la ple­na rea­li­za­ción de lo humano de ambos sexos.

Exis­te gran difi­cul­tad de lo que este cam­bio impli­ca, debi­do a la invi­si­bi­li­dad de las inequi­da­des, las cuá­les han sido “legi­ti­ma­das” como natu­ra­les o deri­va­das de con­di­cio­na­mien­tos o deter­mi­nis­mos biológicos.

Coedu­car No es…

Yux­ta­po­ner en una cla­se a indi­vi­duos de ambos sexos, ni tam­po­co uni­fi­car, eli­mi­nan­do las dife­ren­cias median­te la pre­sen­ta­ción de un mode­lo único.

No es uni­for­mi­zar las men­tes de niños y niñas sino que, por el con­tra­rio, es ense­ñar a res­pe­tar lo dife­ren­te y a dis­fru­tar de la rique­za que ofre­ce la variedad.

La coedu­ca­ción no es ense­ñan­za mix­ta; mez­clar chi­cos y chi­cas en las mis­mas cla­ses con el obje­to de dar­les idén­ti­ca edu­ca­ción impli­ca una coins­truc­ción, que no es más que uno de los aspec­tos de la ver­da­de­ra coeducación.

Al res­pec­to, Mari­na Subirats plan­tea que:

en un momen­to en que el acce­so de la mujer a todos los nive­les de la ense­ñan­za ha hecho de la escue­la mix­ta una reali­dad mayo­ri­ta­ria, hay que pre­gun­tar­se si su implan­ta­ción for­mal ha supues­to tam­bién la supera­ción de los pre­su­pues­tos que jus­ti­fi­ca­ban las dife­ren­cias edu­ca­ti­vas vigen­tes has­ta una eta­pa his­tó­ri­ca muy recien­te, o si, por el con­tra­rio y bajo esta apa­rien­cia de igual­dad, se con­ti­núa tra­tan­do a unos y otras de mane­ra dis­tin­ta, por­que en el fon­do no han cam­bia­do las expec­ta­ti­vas edu­ca­ti­vas en rela­ción a la adop­ción de roles dife­ren­cia­dos según el sexo.

Sexis­mo en la igual­dad de la edu­ca­ción mixta

Holan­da 3Lo antes seña­la­do, en defi­ni­ti­va, nos lle­va a pen­sar que bajo la apa­ren­te igual­dad de la edu­ca­ción mix­ta sub­sis­ten ele­men­tos de dis­cri­mi­na­ción sexis­ta que fal­sean la coedu­ca­ción y siguen mode­lan­do a la niña y a la mujer como per­so­nas dependientes.

Es así que, hom­bres y muje­res socia­li­za­dos dis­cri­mi­na­to­ria­men­te en todos los sis­te­mas en los cua­les par­ti­ci­pan des­de su naci­mien­to –pri­me­ro la fami­lia, des­pués la escuela‑, gene­ran iden­ti­da­des mas­cu­li­nas y feme­ni­nas incom­ple­tas y este­reo­ti­pa­das, las cuá­les per­mi­ten la repro­duc­ción ideo­ló­gi­ca de los mode­los de “ser” y “actuar”, hacien­do invi­si­bles (aún para los pro­pios pro­ta­go­nis­tas) las inequi­da­des, dis­cri­mi­na­cio­nes y exclusiones.

De mane­ra que en la escue­la o en cual­quier cen­tro edu­ca­ti­vo, los ras­gos sexis­tas apa­re­cen en múl­ti­ples for­mas de mani­fes­ta­ción, des­de el len­gua­je has­ta las rela­cio­nes de auto­ri­dad, las rela­cio­nes entre igua­les, en las expec­ta­ti­vas de ren­di­mien­to o en los resul­ta­dos aca­dé­mi­cos, y des­de los aspec­tos más liga­dos a lo aca­dé­mi­co has­ta los que tie­nen que ver con la for­ma­ción éti­ca y los esque­mas de pen­sa­mien­to aprehendidos.

Superan­do obs­tácu­los a favor de la Coeducación

Holan­da La coedu­ca­ción, plan­tea como obje­ti­vo la des­apa­ri­ción pro­gre­si­va de los meca­nis­mos dis­cri­mi­na­to­rios, no sólo en la estruc­tu­ra for­mal de la escue­la, sino tam­bién en la ideo­lo­gía y en las prác­ti­cas educativas.

Pero, el orden sexis­ta apa­re­ce has­ta en la des­igual­dad y des­va­lo­ri­za­ción de las muje­res ense­ñan­tes fren­te a sus cole­gas varo­nes. La pro­por­ción de pro­fe­so­ras dis­mi­nu­ye en los ciclos supe­rio­res, o en los car­gos jerár­qui­cos mejor remu­ne­ra­dos, esto tie­ne efec­tos nega­ti­vos como mode­lo “nor­mal” de subor­di­na­ción para el alumnado.

Una de las fun­cio­nes bási­cas de la edu­ca­ción es la trans­mi­sión de cono­ci­mien­tos, sabe­res acu­mu­la­dos a tra­vés del tiem­po. El aná­li­sis de las carac­te­rís­ti­cas de ese saber tras­mi­ti­do en la ense­ñan­za pone en evi­den­cia tres cuestiones:

* la casi total inexis­ten­cia de refe­ren­cias a las apor­ta­cio­nes que han hecho a la cul­tu­ra las mujeres;
* la fal­ta de aten­ción a los aspec­tos que pue­den ser espe­cial­men­te intere­san­tes para ellas;
* las fre­cuen­tes afir­ma­cio­nes sobre las muje­res en base a pre­jui­cios y no sobre com­pro­ba­cio­nes objetivas.

Otras limi­ta­cio­nes, son las siguientes:

1. La jerar­qui­za­ción andro­cén­tri­ca de los sabe­res en el currícu­lo escolar.
2. Res­pec­to a la eva­lua­ción, es pre­ci­so hacer notar, la exis­ten­cia de pre­jui­cios sobre las apti­tu­des y capa­ci­da­des dife­ren­tes de niños y niñas ante las asignaturas.
3. No se per­ci­ben los fac­to­res de dis­cri­mi­na­ción de género.
4. La mayo­ría de los/​as docen­tes creen que tra­tan a varo­nes y muje­res por igual y que deben per­ma­ne­cer “neu­tra­les” en este tema.
5. Se pien­sa que otros pro­ble­mas edu­ca­ti­vos, como las des­igual­da­des socio­eco­nó­mi­cas del alum­na­do, son mucho más impor­tan­te y urgen­tes y no se la rela­cio­nan con des­igual­da­des de género.
6. Temo­res a que cual­quier inter­ven­ción en este aspec­to pro­duz­ca cam­bios en la orien­ta­ción sexual de los chicos/​as y/​o pro­vo­que futu­ros pro­ble­mas en sus rela­cio­nes inter­per­so­na­les y familiares.
7. Temo­res a des­per­tar resis­ten­cias y jui­cios nega­ti­vos de estu­dian­tes, padres, cole­gas e ins­ti­tu­cio­nes reli­gio­sas y sociales.
8. Fal­ta de infor­ma­ción y capa­ci­ta­ción en el tema.
9. Creen­cias y valo­res que jus­ti­fi­can la exis­ten­cia de dife­ren­cias natu­ra­les y por tan­to inmo­di­fi­ca­bles entre muje­res y varones.
10. Fal­ta de apo­yo polí­ti­co (polí­ti­ca edu­ca­ti­va del Estado).

——

* Toma­do del artícu­lo “La pers­pec­ti­va de géne­ro en la edu­ca­ción: la coedu­ca­ción, un desa­fío”, edi­ta­do y adap­ta­do por Pala­bra de Mujer. La auto­ra es Direc­to­ra de Ense­ñan­za Media, en Mon­te­vi­deo, Uru­guay. Post­gra­dua­da en: “Espe­cia­li­za­ción en currícu­lo y eva­lua­ción”, UCUDAL y “La prác­ti­ca de los Valo­res en con­tex­tos Edu­ca­ti­vos”, Univ. de Bar­ce­lo­na.. Encar­ga­da del Área de Cien­cias de la Edu­ca­ción de ISEF, Montevideo.

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