Como una evidencia más de su sectarismo en este ámbito, el Gobierno de Barcina ha suprimido las subvenciones a la prensa en euskera, confiando a las empresas privadas la promoción de la “lingua navarrorum” en un momento delicado para el sector
lA crisis no está dejando títere con cabeza y, sin embargo, en el día a día, la atención se centra en la macroeconomía, en la deuda de los Estados, en las dificultades de los bancos, en las estrecheces de grandes sectores productivos… y, si en algún momento se baja a pie de calle, se habla de cifras globales en las que se mete en un saco de cinco millones de parados lo que en realidad son cinco millones de dramas individuales, con cara, nombre y apellidos. Pero las nefastas consecuencias de la recesión van más allá y afectan aún de forma más dramática a los eslabones más débiles de la cadena, en lo que atañe a Navarra el euskera y más concretamente su presencia como herramienta de comunicación en los medios de difusión.
Es cierto que no todas las instituciones se comportan de igual manera a la hora de buscar víctimas propiciatorias para la tijera. Es más, algunas del ámbito municipal realizan un esfuerzo por encima de sus posibilidades y aun de sus competencias. Sin embargo, el Gobierno de Barcina ha trasladado su política de recortes al euskera diríase que gustosamente, sin aplicar ningún mecanismo corrector ante la ya de por sí errática atención que presta a la lingua navarrorum, confundiendo de forma sectaria sus particulares fobias ideológicas con un elemento del patrimonio cultural de Navarra de primer orden.
De hecho, el Ejecutivo de UPN ha suprimido este año la partida destinada a primar el uso del euskera en los medios de comunicación social, asignación que ya había caído en 2011 a los 190.000 euros cuando por ejemplo en 2008 fueron 310.000.
Una sangría tan intencionada como intolerable, desde la premisa elemental de que los medios de comunicación cumplen una determinante labor de socializar una lengua y convertirla en vía de expresión de mensajes y contenidos de infinidad de ámbitos. Así pues, queda al albur de cada empresa privada de comunicación cómo contribuye a promover en la Comunidad Foral esta lengua minorizada, en el caso de este diario con un compromiso pleno, constatando que el sector pasa un momento delicado ante el desplome generalizado de la inversión publicitaria y que la razón le asiste plenamente al Defensor del Pueblo en Navarra cuando pide un plan plurianual para los medios de comunicación en euskera de acuerdo con el espíritu de la Ley del Vascuence, ya de por sí restrictiva al consagrar la zonificación lingüística.