Terminaba hace quince días mi «Jo Puntua» aceptando mi no cambio y mi falta de valor por no decir lo que deseaba decir. Pero me parece que se me han desbordado las ganas. Y lo siento en el alma por quien no vaya a poder ingerir esta ensalada de letras. Es lo que hay.
Visto lo visto durante los últimos años era para todos evidente que el precio a pagar por practicar la lucha armada nos llevaría a la ruina. Cuestión puramente técnica, no entraré en moralidades de las de ahora tengo y mañana vendo. Disparar sale caro porque es probable que te acaben disparando a ti y a toda tu familia, esa es la democracia que se sustenta en policías y militares tecnológicamente sobrados. Hasta aquí, por si a alguien la duda lo carcomía, lo dejo por escrito.
Tras el cese de acciones violentas por parte de la organización armada el vuelco popular a caballo ganador era más que previsible, aunque acepto que por inmediato llegó a sorprenderme a la vez de alegrarme, faltaría más. No obstante, el sistema de votar a representantes institucionales conlleva mantener el triunfo y el liderazgo durante todos los días una vez nos recuperemos de la resaca electoral, y ahí el caballo sufre más. Primero fue Bildu y más tarde Amaiur la que devolviera a la vida pública al espectro abertzale ‑que no progresista- que el PNV no pudo o no quiso comprar. Hay de todo en la viña del señor, de todo, menos Josetxo Ibazeta.
Y la euforia creada al sabernos tantos, no sé yo si no nos hizo tontos.
Nos pasa a los de pueblo cuando aterrizamos en una gran ciudad: de querer parecer que no somos de pueblo nos comportamos de modos extraños hasta el límite de parecer cualquier cosa menos lo que somos. Y somos, también los de pueblo, personas. Pero renegamos de nuestras raíces, de nuestras maneras y hasta de nosotros mismos. Todo por ser como ellos. Es ser el no ser.
Y me parece que nuestro cambio de rumbo tiene mucho de complejos y poco de eficaz. Palabras bonitas, buenas maneras… ¿Dirigidas a quién? Porque que yo sepa hasta el momento en el Ministerio del Interior ni siquiera cogen el teléfono a las llamadas con prefijo 943. Vamos, que pasan de nosotros como de la mierda. Entonces, ¿cuál es el fin de nuestra ejemplar actitud? Ganar más votos en las próximas elecciones es una opción, pero no se yo si es valida teniendo en cuenta que a día de hoy ya estamos familiarizándonos con las prácticas que tan suyas hizo el PNV cuando cortaba el bacalao en Ajuria Enea. Yo y mis amiguitos.
Por tanto, si no es para enfrentarnos a España y a Francia de tú a tú, ¿para qué queremos ganar en votos y en fuerza institucional? ¿Para que la recogida de basuras sea puerta a puerta? Si es así, deberíamos saberlo. De la misma forma en la que deberíamos saber cómo va el supuesto proceso de paz, tan laureado internacionalmente como inexistente aquí, en nuestra casa. Pero mejor me callo no me vayáis a meter en la misma celda que a Josetxo.