Dos bodas y un fune­ral- Iña­ki Egaña

No se tra­ta de la pelí­cu­la de Mike Newell, sino de una refle­xión sobre la cama­da que lle­va gober­nan­do Espa­ña des­de hace mucho tiem­po. Dema­sia­do. Julio Angui­ta lo decía recien­te­men­te. Sus ciu­da­da­nos son, en su mayo­ría, hones­tos. Sus gober­nan­tes, en cam­bio, unos sinvergüenzas.

Juan Manuel Sán­chez Gor­di­llo, alcal­de de Mari­na­le­da, aña­día a esta idea que era men­ti­ra eso de que en Espa­ña dos par­ti­dos se suce­die­ran en tareas de gobierno. El par­ti­do en el poder era sólo uno des­de hace muchí­si­mos años, ya que las dife­ren­cias entre PP y PSOE, sobre todo a la hora de abor­dar la cri­sis, las encon­tra­ba tan nimias que ape­nas era capaz de dife­ren­ciar­las. No le fal­ta razón.

En la cer­ca­nía, Arnal­do Ote­gi, en las decla­ra­cio­nes hechas a un dia­rio mexi­cano, mati­za­ba que la ausen­cia de par­ti­dos de extre­ma dere­cha en Espa­ña se debe a que, pre­ci­sa­men­te, su men­sa­je for­ma par­te del que tras­la­da el PP. La alga­ra­da el día que el pre­si­den­te Rajoy jus­ti­fi­ca­ba en las Cor­tes madri­le­ñas los recor­tes socia­les y el «¡que se jodan!» de la hija del afor­tu­na­do lote­ro, han arro­pa­do su aseveración.

Hace unos días ha sido des­cu­bier­to el cri­mi­nal de gue­rra nazi más bus­ca­do del mun­do. En Buda­pest. No ha habi­do, como en el caso de Osa­ma Bin Laden, un asal­to a su man­sión, sino unos cuan­tas pre­gun­tas de varios perio­dis­tas ingle­ses que seguían su pis­ta des­de hace meses. Ni su nom­bre es rele­van­te. Las com­pa­ra­cio­nes son odiosas.

Por eso, por lo de las com­pa­ra­cio­nes, trai­go a cola­ción la muer­te de vie­jo, en la cama como se decía en mi tiem­po, de otro cri­mi­nal de gue­rra nazi. Hace unos meses, en Donos­tia para más señas. Nos sor­pren­dió a unos cuan­tos el haber podi­do com­par­tir con Paul van Aers­chot mesa en algu­na cafe­te­ría de la ciudad.

Y más que esa posi­bi­li­dad, el hecho de que hubie­ra sido ocul­ta­do y pro­te­gi­do, has­ta hace unos días, por los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia espa­ño­les. Esos mis­mos que aho­ra se han vis­to invo­lu­cra­dos en un gigan­tes­co robo de infor­ma­ción pri­va­da, la nues­tra sin duda, para ven­der­la pos­te­rior­men­te a empre­sas intere­sa­das en nues­tra salud y en nues­tras aficiones.

Un dia­rio gui­puz­coano, el mis­mo que anun­ció en cla­ve en 1936 el día del gol­pe que pre­pa­ra­ban los mili­ta­res, reco­gió la esque­la del tal van Aers­chot. Y lue­go comen­tó la noti­cia, ante el revue­lo de quie­nes habían sido sus víc­ti­mas, en tono rela­ja­do. Dicen que dicen de ese vie­ji­to que se ha muer­to y cuya fami­lia ha paga­do la esquela…

El fune­ral.

Recien­te­men­te, asi­mis­mo, las revis­tas del cora­zón ofre­cían un par de noti­cias de tapa­di­llo. La pri­me­ra rela­ti­va a la boda de Jai­me del Bur­go con la her­ma­na de la prin­ce­sa que un día será rei­na de Espa­ña. Fue en el monas­te­rio de Lei­re, pero con repe­ti­ción este­lar en uno de esos luga­res a los que la mayo­ría de los mor­ta­les no tene­mos acce­so, un hotel del millo­na­rio Paul Getty, en Ita­lia. Como se afir­ma en la pro­pa­gan­da del hotel de la cele­bra­ción, «en este lugar está garan­ti­za­da la Dol­ce Vita».

Jai­me del Bur­go Azpi­roz, hijo de Jai­me Igna­cio del Bur­go Taja­du­ra, nie­to de Jai­me del Bur­go Torres, saga nava­rra de alcur­nia. Hace años, en pleno fran­quis­mo, la sola pro­nun­cia­ción del ape­lli­do pro­du­cía terror. En la Tran­si­ción y ya más cer­ca­nos a nues­tros días, las haza­ñas de Del Bur­go Taja­du­ra, des­de su paso por FASA has­ta su esti­li­za­do aná­li­sis del 11M (ETA tras los mis­mos) pasan­do por la jus­ti­fi­ca­ción de la con­quis­ta de Nava­rra en 1512, deja­rán hue­lla, la de la infamia.

Sin rela­ción apa­ren­te como no fue­ra la de las simi­li­tu­des en las lis­tas de invi­ta­dos a los espon­sa­les, hace bien poco, asi­mis­mo, se ajus­tó la alian­za matri­mo­nial el hijo mayor de otro ilus­tre de la polí­ti­ca vas­ca. En esta oca­sión se tra­ta­ba pre­ci­sa­men­te del hijo de Mayor. Ore­ja para enten­der­nos. De saga que lle­ga has­ta la Unión Cerra­je­ra y aque­lla huel­ga en la que su ante­ce­sor se negó a nego­ciar una sola línea de lo que pedían los tra­ba­ja­do­res. Dicen que dijo «antes come­rán hier­ba que yo ceder».

La boda en Boa­di­lla (Madrid) ha ser­vi­do para reu­nir a lo gra­na­do de la dere­cha (extre­ma dere­cha) en un acto diri­gi­do por el car­de­nal Anto­nio Cañi­za­res, aquel que dijo que fren­te al abor­to, la pede­ras­tia de los curas es un peca­do venial. Arro­pa­ron a Jai­me Mayor Ore­ja los ultras de siem­pre, des­de Aznar a Rajoy. No todos del PP. ¿Ima­gi­nan? Acer­ta­ron. Tam­bién esta­ba Enri­que Múgi­ca Her­zog, el ex «defen­sor» del pueblo.

Las dos bodas.

Los tres ejem­plos de pelí­cu­la, con sus para­fer­na­lias para­le­las y, a pesar, con­ver­gen­tes, son la sín­te­sis de la mar­ca Espa­ña. La his­tó­ri­ca. Refu­gio de nazis, por un lado. Gra­cias a Washing­ton que fue alia­do no solo de Fran­co sino de Suá­rez, los Bor­bo­nes, Aznar y has­ta Feli­pe Gon­zá­lez. El sen­ti­mien­to espa­ñol está ínti­ma y socio­ló­gi­ca­men­te liga­do al con­cep­to clá­si­co del nazismo.

La per­vi­ven­cia de su rama, el fran­quis­mo, ha sido gra­cias a una dere­cha que lle­gó intac­ta a la Tran­si­ción, mar­can­do pau­tas y rit­mos. Y a una izquier­da timo­ra­ta que en unos meses fue capaz de echar por tie­rra déca­das de opo­si­ción clan­des­ti­na. Y que cuan­do entró en la ges­tión de poder derra­mó defi­ni­ti­va­men­te el últi­mo res­qui­cio de dig­ni­dad que le que­da­ba. Acier­ta Gordillo.

En cuan­to al sig­ni­fi­ca­do de las bodas, las mis­mas no pasa­rían de un mero acto social sino fue­ra por­que han logra­do con­den­sar a los dos pode­res, tam­bién para­le­los y a pesar tam­bién con­ver­gen­tes que se repar­ten la direc­ción de ese lla­ma­do con­flic­to vas­co-espa­ñol. Un con­flic­to his­tó­ri­co, y un abor­da­je tam­bién histórico.

Por sim­pli­fi­car, Mayor Ore­ja esce­ni­fi­ca­ría la ver­tien­te mili­tar y Del Bur­go la ideo­ló­gi­ca. Más de uno recor­da­ría el cri­te­rio polí­ti­co-mili­tar. Mi sabi­du­ría, bien poca por cier­to, no sería sufi­cien­te para afir­mar­lo. Qui­zás intuir­lo. No más. Jun­to a ellos, los con­di­men­tos habi­tua­les: ban­que­ros (Rato), igle­sia (Cañi­za­res), monar­quía (Bor­bón)… todos ellos intere­sa­dos en un esce­na­rio muy simi­lar al de hace cien años.

En oca­sio­nes mis comen­ta­rios pue­den pare­cer lle­va­dos al extre­mo. Esta es una de ellas y por ello acu­do a la heme­ro­te­ca. ¿Recuer­dan que Aznar echó en cara a los ára­bes el no haber per­di­do per­dón por una supues­ta inva­sión de la Penín­su­la Ibé­ri­ca hace 800 años? Más. Tal como lo supi­mos, gra­cias a los tele­gra­mas des­ve­la­dos por Wiki­leaks, Rava Bha­lla, direc­to­ra de Inte­li­gen­cia Polí­ti­ca de la CIA, dijo que Aznar era «un ultra, mucho más que todos los fun­cio­na­rios israe­líes a los que he escuchado».

Hace una déca­da, Xabier Arza­lluz levan­tó las fal­das a los Ore­ja, a quie­nes denun­ció por estar detrás de agen­cias de segu­ri­dad, escol­tas, etc. Tres her­ma­nos Mayor Ore­ja más el actual pre­si­den­te his­pano Rajoy pre­sen­ta­ron una deman­da por las decla­ra­cio­nes. La per­die­ron. Lo dicho por Arza­lluz era cier­to has­ta el pun­to que apa­re­cie­ron, gra­cias a los regis­tros, otras empre­sas rela­cio­na­das con la segu­ri­dad, todas con sello Ore­ja. La gue­rra siem­pre ha sido nego­cio, más para unos que para otros.

La ideo­lo­gía tota­li­ta­ria de Del Bur­go, su ape­go a los valo­res de la que su igle­sia lla­mó Cru­za­da, su mani­pu­la­ción de la his­to­ria, su peso en las deci­sio­nes de Espa­ña (has­ta el pun­to de mar­car la línea de dis­cur­so bor­bó­ni­ca en las cele­bra­cio­nes de los 500 años de la con­quis­ta de Nava­rra)… carac­te­ri­za el otro sur­co. Uno de los albo­ro­za­dos de pata negra con la polí­ti­ca de exter­mi­nio, con el apartheid… Recon­ver­ti­do, como Fra­ga, del fran­quis­mo (nazis­mo) a la democracia.

En una Euro­pa sin el ato­mis­mo espa­ñol, con una cul­tu­ra demo­crá­ti­ca for­ja­da de la derro­ta del nazis­mo en 1945 (excep­to en Espa­ña), per­so­na­jes como los cita­dos for­ma­rían par­te de las cúpu­las del NPD ale­mán, FPÖ aus­tria­co, FN fran­cés, SRS ser­bio o el recien­te Ama­ne­cer Dora­do grie­go. La mayo­ría de los medios de comu­ni­ca­ción se mue­ven tam­bién en esa órbi­ta. Si des­cen­dié­ra­mos al más pro­fun­do de los infier­nos, el de los ter­tu­lia­nos, la per­cep­ción sería más agu­da, aún. Este es, pre­ci­sa­men­te, el núcleo gor­diano. El freno a cual­quier avan­ce demo­crá­ti­co, a la reso­lu­ción his­tó­ri­ca de un lar­go conflicto.

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