Los femi­ci­dios, la peor de las esta­dís­ti­cas- Maria­na Carbajal

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Según un rele­va­mien­to del Obser­va­to­rio de Femi­ci­dios en la Argen­ti­na, en el pri­mer semes­tre hubo 119 homi­ci­dios de muje­res por vio­len­cia machis­ta. En al menos 16 casos, habían lle­ga­do a hacer denun­cias. Por estas muer­tes, 161 hijas e hijos per­die­ron a su madre.

Gil­da Maria­na Gon­zá­lez tenía 33 años y vivía en Río Cuar­to, Cór­do­ba. El 1º de febre­ro fue balea­da y ago­ni­zó varias horas has­ta morir en un hos­pi­tal. Su ex mari­do se entre­gó por el hecho a las 24 horas del ata­que. Sobre él pesa­ba una orden de cap­tu­ra des­de un par de días antes por una gol­pi­za bru­tal que le había dado a la mujer. El de Gil­da es uno de los 119 homi­ci­dios de muje­res por vio­len­cia de géne­ro que se regis­tra­ron en los pri­me­ros seis meses del año, de acuer­do con el rele­va­mien­to que lle­va ade­lan­te el Obser­va­to­rio de Femi­ci­dios en la Argen­ti­na, coor­di­na­do por La Casa del Encuen­tro. La cifra sig­ni­fi­ca que cada tres días dos muje­res fue­ron ase­si­na­das en el país por el hecho de ser muje­res. En sie­te de cada diez casos, el pre­sun­to agre­sor resul­tó el mari­do o ex pare­ja de la víc­ti­ma. Uno de los daños cola­te­ra­les más dra­má­ti­cos de los femi­ci­dios es la can­ti­dad de chi­cos y chi­cas que que­dan huér­fa­nos bru­tal­men­te: 161 hijas e hijos per­die­ron a su madre como con­se­cuen­cia de la vio­len­cia de géne­ro, de los cua­les al menos casi un cen­te­nar son meno­res de edad. “Es nece­sa­rio con­si­de­rar a la vio­len­cia sexis­ta como una cues­tión polí­ti­ca, social, cul­tu­ral y de dere­chos huma­nos, de esta for­ma se podrá ver la gra­ve situa­ción que viven las muje­res, niñas y niños en la Argen­ti­na como una reali­dad colec­ti­va por la que se debe actuar de mane­ra inme­dia­ta”, seña­ló a Página/​12 Fabia­na Tuñez, coor­di­na­do­ra de La Casa del Encuen­tro, al eva­luar las estadísticas.

Si se com­pa­ra con el mis­mo perío­do de los últi­mos dos años, se nota un des­cen­so de los femi­ci­dios: 152, en 2011 y 126, en 2010, fren­te a 119, en 2012. Sin embar­go, Ada Bea­triz Rico, direc­to­ra del Obser­va­to­rio, acla­ró a este dia­rio que al sumar los casos que ya se han regis­tra­do en julio y lo que va de agos­to, se dilu­ye la dife­ren­cia y la can­ti­dad se equi­pa­ra. El año pasa­do hubo al menos 260 femi­ci­dios, según el rele­va­mien­to de la ONG.

En los últi­mos días, la gra­ba­ción del video que hizo Nata­lia Riquel­me, la joven de Bahía Blan­ca, en el que regis­tra la gol­pi­za que le pro­pi­na su ex mari­do, fren­te a su casa y delan­te de la hija peque­ña de ambos, como recur­so deses­pe­ra­do ante la inac­ción judi­cial tras 15 denun­cias en con­tra del agre­sor, puso en pri­mer plano la impu­ni­dad con la que pue­den actuar per­pe­tra­do­res de vio­len­cia machis­ta. Los femi­ci­dios son la expre­sión más extre­ma de ese pro­ble­ma social y la mues­tra más dra­má­ti­ca de cómo el Esta­do no lle­ga a pro­te­ger a tiem­po a muchas de las víc­ti­mas. Al menos en 16 de los femi­ci­dios del pri­mer semes­tre de este año, las muje­res habían hecho denun­cias, de acuer­do con los datos reca­ba­dos por La Casa del Encuen­tro. Es decir, esta­ban inten­tan­do salir del lla­ma­do “círcu­lo de la vio­len­cia”. En seis, los agre­so­res tenían una orden de exclu­sión del hogar o prohi­bi­ción de acer­car­se a la víc­ti­ma, dic­ta­da por la Jus­ti­cia, pero la medi­da –que­dó en evi­den­cia– no fue sufi­cien­te para evi­tar que las vol­vie­ran a agre­dir has­ta matarlas.

De los 119 femi­ci­dios que con­ta­bi­li­zó el Obser­va­to­rio –sobre la base de los casos publi­ca­dos en más de un cen­te­nar de medios – , en 59 hechos el pre­sun­to ase­sino fue el espo­so o el novio, en 24, una ex pare­ja. Es decir, el grue­so de los homi­ci­dios fue eje­cu­ta­do por el mari­do o el ex. En los demás casos, las muer­tes fue­ron per­pe­tra­das apa­ren­te­men­te por otros fami­lia­res, veci­nos o desconocidos.

En cuan­to al modo en que fue­ron ulti­ma­das, el Obser­va­to­rio regis­tró 13 muje­res que murie­ron como con­se­cuen­cias de gra­ves que­ma­du­ras, como Wan­da Tad­dei, la espo­sa del ex bate­ris­ta de Calle­je­ros, Eduar­do Vás­quez, con­de­na­do en junio a 18 años de pri­sión por el deli­to de homi­ci­dio agra­va­do por el víncu­lo, con ate­nuan­tes. Pero no fue­ron las úni­cas muje­res a las que les pren­die­ron fue­go: otras 23 tam­bién fue­ron que­ma­das en el mar­co de situa­cio­nes de vio­len­cia de géne­ro, pero logra­ron sobre­vi­vir a los ataques.

La esta­dís­ti­ca mues­tra que de los 119 femi­ci­dios, 34 ocu­rrie­ron en la vivien­da com­par­ti­da con el femi­ci­da y 25 en la de la víc­ti­ma, lo que sig­ni­fi­ca que la pro­pia casa pue­de resul­tar más peli­gro­sa que la vía públi­ca para muchas muje­res que se enfren­tan al dra­ma de la vio­len­cia domés­ti­ca. Otros 40 femi­ci­dios tuvie­ron lugar en la calle. La mayor par­te de las muje­res muer­tas como con­se­cuen­cia de la vio­len­cia machis­ta tenían entre 19 y 50 años.

La Casa del Encuen­tro empe­zó hace cin­co años a rele­var los femi­ci­dios publi­ca­dos en los medios, ante la ausen­cia de regis­tros ofi­cia­les y como una for­ma de lla­mar la aten­ción de las auto­ri­da­des y la opi­nión públi­ca sobre la gra­ve­dad de la vio­len­cia hacia las muje­res. “Lle­va­mos ade­lan­te el infor­me de los femi­ci­dios, pero al mis­mo tiem­po reci­bi­mos a las muje­res que vie­nen a La Casa del Encuen­tro en bus­ca de orien­ta­ción y ahí toma­mos dimen­sión de todo lo que no hay y fal­ta para enfren­tar el pro­ble­ma; por ejem­plo, en las comi­sa­rías no les toman las denun­cias por vio­len­cia psi­co­ló­gi­ca, o los recur­sos no lle­gan a aque­llas muje­res de los sec­to­res más pobres. Hacer este infor­me para noso­tras no es ver si el núme­ro sube o baja: son vidas, ros­tros, his­to­rias. Fami­lias de las víc­ti­mas vie­nen a nues­tra sede y piden jus­ti­cia por ellas, las que ten­drían que estar, por ellas, las que se podría haber evi­ta­do que fue­ran ase­si­na­das”, comen­tó Rico. La direc­to­ra del Obser­va­to­rio cues­tio­nó el hecho de que en la mayo­ría de las pro­vin­cias no se des­ti­nen recur­sos para dar res­pues­tas efec­ti­vas para pro­te­ger a las muje­res. “De la vio­len­cia se pue­de salir y eso lo sabe­mos y lo saben quie­nes pudie­ron salir, pero mien­tras sigan matan­do muje­res segui­re­mos recla­man­do has­ta que el Esta­do y los esta­dos pro­vin­cia­les deci­dan que este tema es una prio­ri­dad en polí­ti­ca públi­ca, sabien­do que por estas horas otra mujer ya no esta­rá, y otra inten­ta­rá que le crean y le tomen la denuncia”.

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