…”Marx se identifica con la concepción de
Morgan de que en las comunidades primitivas
existió el modelo de sociedad que el hombre
reconstruirá una vez haya superado la deformación
que ha impreso a su carácter a su estado de civilización.
Solo que a diferencia de Morgan, Marx afirma con claridad
que este proceso se realizará a otro nivel que en
la sociedad primitiva;”…
Lawrence Krader “Los apuntes etnológicos de Karl Marx”, Pág.22 .
Decíamos, en un artículo anterior, autocríticamente, que habiendo sido formados en la peor “ortodoxia” nos acostumbramos a creer que la Internacional Comunista estuvo atravesada por la lucha de dos líneas : la primera, que pretendía que la Revolución fuese igualmente socialista, desde los inicios, para todos los países del mundo, sin atender al nivel de desarrollo capitalista de éstos, y la segunda que consideraba, precisamente atendiendo al insuficiente nivel de desarrollo capitalista, que en algunos países de Asia, África y América Latina, debía pasarse primero por una Revolución Nacional Democrática que cumpliese principalmente tareas antiimperialistas y antifeudales; y que la realidad nos había mostrado que ésta segunda línea realmente pretendía, y preconizaba, que en la totalidad de países de América Latina debía pasarse primero por una revolución democrático-burguesa, una Revolución Nacional Democrática que algunos llamaron “de Nueva Democracia”.
Saliendo de dicha “ortodoxia”, en los últimos años de nuestra vida, y estudiando a J.C. Mariátegui así como la participación de los delegados del Partido Socialista del Perú, por él fundado, en la I Conferencia Comunista Latinoamericana de Junio de 1929 en Buenos Aires, llegamos a considerar que éste fue el único escenario de debate internacional entre, la “ortodoxia” de la dirección de la Internacional Comunista y la defensa de la especificidad del socialismo peruano, o del “socialismo indo-americano” (como solía denominar el Amauta). No obstante hoy descubrimos que ello no fue así, que Mariátegui no estuvo solo en este empeño, y que el debate realmente empezó en el VI Congreso de la Internacional Comunista, realizado en Moscú, entre Julio y Septiembre de 1928, Congreso que contó con mayor asistencia de delegados comunistas de América Latina, y que tuvo como protagonistas principales a Ricardo Paredes Romero (fundador del Partido Socialista de Ecuador y del Partido Comunista de Ecuador) y a “Travin”, quien era realmente, Sergei Ivanovich Gusev (destacado bolchevique, miembro del Presidium del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista).
Hoy queremos tratar de lo hemos denominado personal y arbitrariamente como “la conexión boliviana”, la defensa de la especificidad del “socialismo indo-americano”, específicamente el andino en Bolivia y el papel que en ella jugó Tristán Marof (célebre seudónimo con el que pasara a la historia el socialista boliviano Gustavo Adolfo Navarro), tema totalmente vinculado al de nuestro artículo anterior y al del debate internacional entre, la “ortodoxia” de la dirección de la Internacional Comunista y la defensa de la especificidad del socialismo peruano, o del “socialismo indo-americano” (como solía denominar el Amauta).
Fue precisamente Gustavo Navarro (1898−1979), bajo el seudónimo de Tristán Marof, quien en 1922 publicó “Ingenuo continente americano”, destacando los que denominó los principios comunistas del incanato, caracterizándolo como un Estado protector que desempeñaba la función económica y mas tarde, en 1926, publica “Justicia del Inca”, en el que señala que :
…”la revolución americana no debe esperar el florecimiento capitalista…el espíritu y la conveniencia deben precipitar la era socialista sin hacerse ilusiones de que un desarrollo del capitalismo sería antes necesario” y que : “El continente americano es el continente hecho para el socialismo y donde tiene que dar sus más óptimos frutos” (Págs.14 y 15).
Tristán Marof consideraba que Bolivia, mas que otros países vecinos, tenía entre sus ventajas el que la mayoría de su población eran indios que conservaban su memoria histórica y en la estructura orgánica de su comunidad, del ayllu, las bases del comunismo incaico, y que ello, unido sus ricos recursos naturales y que si Europa recorrió siglos para llegar al socialismo y comunismo “Nuestro camino directo es ir hacia un comunismo netamente americano con modales y tendencias propias”(“La Justicia del Inca”, Edición Latinoamericana, Bruselas 1926, Págs.21 – 26).
El estudio de los planteamientos de Tristán Marof y su similitud con las tesis esgrimidas por el camarada Ricardo Paredes Romero (PSE y PCE) y con las defendidas por J.C. Mariátegui, arrojan mayores luces sobre el carácter socialista que éste último propuso para la Revolución Peruana, desde sus inicios, y sus características marxistas peculiares, compartidas con los casos de Ecuador y Bolivia, principalmente.
Gustavo Pérez Hinojosa es Colaborador del Blog “Socialismo Peruano Amauta”
NOTA :
Mariátegui conoció personalmente a Tristán Marof, manteniendo con él una histórica relación epistolar, y tras recibirlo en su casa lo describió con características que nosotros encontramos en el propio Mariàtegui, y que recogen sus ya conocidas apreciaciones sobre Cristóbal Colon, El Quijote, El Charlot de Chaplin y el espíritu aventurero :
“Tiene sobrado talento para escribir volúmenes esmerados; pero tiene demasiada ambición para contentarse con gloria tan pequeña y anacrónica. Hombre de una época vitalista, activista, romántica, revolucionaria ‑con sensibilidad de caudillo y de profeta- Tristán no podía encontrar digna de él sino una literatura histórica”.
“Tristán Marof ha sentido el drama de su pueblo y lo ha hecho suyo. Podía haberlo ignorado, en la sensual y burocrática comodidad de un puesto diplomático o consular. Pero Tristán Marof es de la estirpe romántica y donquijotesca que, con alegría y pasión, se reconoce predestinada a crear un mundo nuevo”.
“Tiene la figura prócer, aquilina, señera, de los hombres que nacen para hacer la historia más bien que para escribirla. Yo no lo había visto nunca; pero lo había encontrado muchas veces. En Milán, en París, en Berlín, en Viena, en Praga, en cualquiera de las ciudades donde, en un café o un mitin, he tropezado con hombres en cuyos ojos leía la más dilatada y ambiciosa esperanza. Lenines, Trotskys, Mussolinis de mañana. Como todos ellos, Marof tiene el aire a la vez jovial y grave. Es un Don Quijote de agudo perfil profético. Es uno de esos hombres frente a los cuales no le cabe a uno duda de quedarán que hablar a la posteridad. Mira a la vida, con una alegre confianza, con una robusta seguridad de conquistador” (“La aventura de Tristán Marof”, Variedades 3 de Mayo de 1928, en Temas de nuestra América).