Iosu Uribetxeberria, vecino de Arrasate de 57 años que llevaba desde 1997 en prisión, según la propia ley española debería haber sido puesto en libertad desde hace tiempo. Le fue diagnosticada metástasis tras 7 años de habérsele detectado cáncer de riñón. Necesitaba un tratamiento de por vida y un estricto seguimiento para poder evitar justo lo que terminó pasando. La cárcel de exterminio junto al asesino y frío cálculo de la política penitenciaria española contra la disidencia vasca le llevó a esta situación.
«Mi tiempo se está acabando; solo quiero pasarlo con dignidad». Iosu Uribetxeberria por fin ha recuperado la libertad porque todo lo demás se lo han intentado robar. El estado español no solo ha obviado su propia legislación sino que ha cometido un crimen de guerra al saltarse el Convenio de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros en conflictos armados.
Sin embargo, hay que decir alto y claro, que Iosu Uribetxeberria ha sido arrancado literalmente de las garras del estado español. De no haberse elevado la protesta junto a la movilización social y sobre todo sin la huelga de hambre que el propio Iosu se vio forzado a realizar en defensa de su dignidad junto al seguimiento que tuvo en las cárceles por el resto de presos y presas políticas vascas seguramente estaríamos hablando hoy de una situación bastante diferente.
El estado español, en vez de aplicar cordura y gestionar humanitariamente una crisis que además había sido creada por él mismo, se dedicó a tensionar la cuerda añadiendo crueldad en una situación que ya de por sí tenía sus bases en la crueldad y la venganza.
Posiblemente se equivocan los que crean que es posible humanizar el conflicto político y sus consecuencias sin tener en cuenta que la voluntad del estado español jamás se saldrá de los baremos y coordenadas de opresión nacional y social sino es forzado a ello y por lo tanto, los presos y presas políticas entran dentro de esas coordenadas. Hasta que el costo político que causan sus dinámicas represivas no sea mayor que los beneficios que les reporta, ningún avance estructural podrá llevarse a cabo salvo en casos aislados.
De hecho, haría bien la sociedad vasca en prepararse para elevar el conflicto y el tensionamiento en la la lucha contra la represión y las políticas penitenciarias sin esperar a que caiga del cielo una supuesta muestra de buena voluntad por parte de los estados que jamás llegará a no ser que mediante ello piensen que su posición respecto al conflicto político se vea inmensamente reforzada. Ese contexto ya sabemos lo que puede suponer. Y entre otras cosas, más represión y cárcel a futuro.
La lucha por la liberación de los prisioneros y prisioneras vascas no tiene otro horizonte mas que el de la amnistía que junto al respeto de los derechos que le corresponden a Euskal Herria pueda cerrar definitivamente el conflicto que asola a nuestro pueblo desde hace ya demasiado tiempo. Y ese reto no podrá ser alcanzado hasta que Euskal Herria no sea una olla a presión insostenible. Mientras tanto, y en el camino hacia ese horizonte habrá que ir arrebatando de las garras de los estados todo lo que pueda ser arrebatado, de una forma u otra, mediante la lucha, la presión y la protesta como eje vertebrador.
Ongi etorri Iosu!