«Chá­vez es con­tra­dic­to­rio, pero fun­da­men­tal para Amé­ri­ca Lati­na». Entre­vis­ta a Mar­ta Harnecker

Si las elecciones en Venezuela se celebraran este domingo, el presidente Hugo Chávez, ganaría con el 57,8 por ciento de los votos, en tanto el candidato opositor Henrique Capriles Radonski recibiría el 29,7 por ciento de los sufragios.

Se defi­ne como ‘edu­ca­do­ra popu­lar’ mar­xis­ta-leni­nis­ta. Chi­le­na, fue dis­cí­pu­la del filó­so­fo Louis Althus­ser, líder estu­dian­til cató­li­ca e inte­gran­te del gobierno socia­lis­ta de Sal­va­dor Allen­de. Se casó con uno de los coman­dan­tes de la revo­lu­ción cuba­na (Manuel Piñei­ro, ‘Bar­ba Roja’) y en los años 2000 fun­gió como con­se­je­ra de Hugo Chávez.

Mar­ta Har­nec­ker cuen­ta que escri­bió más de 80 libros. El más cono­ci­do “Con­cep­tos Ele­men­ta­les del Mate­ria­lis­mo His­tó­ri­co”, de los años 60, ven­dió más de un millón de ejem­pla­res y está en su 67 edi­ción. A los 75 años, via­ja por Amé­ri­ca Lati­na y se dice opti­mis­ta: los Esta­dos Uni­dos ya no hacen lo que quie­ren en la región y cre­ció el con­cep­to de soberanía.

Aho­ra que vive en Van­cou­ver (Cana­dá), con­si­de­ra a Chá­vez como un “líder revo­lu­cio­na­rio fun­da­men­tal”, pero una “per­so­na con­tra­dic­to­ria”: “Él es un mili­tar que cree en la par­ti­ci­pa­ción popu­lar. Lo impor­tan­te es ver el fru­to de eso”. Vene­zue­la es el país menos des­igual del continente.

¿Cuál es su eva­lua­ción de la situa­ción polí­ti­ca en Amé­ri­ca Latina?

Ten­go mucho opti­mis­mo. Cuan­do Chá­vez ganó esta­ba solo, pero hoy el pano­ra­ma cam­bió mucho. Con­si­de­ro que las situa­cio­nes más avan­za­das están en Vene­zue­la, Boli­via y Ecua­dor. Mi últi­mo libro fue sobre Ecua­dor y se lla­ma «La Izquier­da en Bus­ca de la Vida en Ple­ni­tud». El con­cep­to de esos gobier­nos es el de una socie­dad alter­na­ti­va al capi­ta­lis­mo, don­de la per­so­na huma­na ten­ga un pleno desarrollo.

No dimos impor­tan­cia a eso en el pasa­do. Hoy en día es fun­da­men­tal: una socie­dad cons­trui­da por las per­so­nas, de aba­jo hacia arri­ba. No se tra­ta de hacer que el pue­blo sea un men­di­go que reci­be rega­los del Esta­do, no es eso que que­re­mos ni lo que se está hacien­do. El par­te­ro de este pro­ce­so fue el neo­li­be­ra­lis­mo, que pro­vo­có con­tra­dic­cio­nes y los pue­blos comen­za­ron a resis­tir y a enten­der que tie­ne que par­ti­ci­par en polí­ti­ca y crear ins­tru­men­tos polí­ti­cos. Fue el caso de Ecua­dor, Boli­via y Vene­zue­la, don­de hubo pre­sio­nes popu­la­res en los años 80 que están al ori­gen del triun­fo de Chávez.

Hay una cri­sis estruc­tu­ral del Esta­do. Las per­so­nas ya no con­fían en la polí­ti­ca ni en los polí­ti­cos y quie­ren cosas nue­vas. Están can­sa­das de pro­me­sas sin cum­plir. Sur­gen esos gobier­nos y, con­tra­rio a los pro­nós­ti­cos de algu­nos, inclu­so de inte­lec­tua­les bra­si­le­ños, el pro­ce­so emer­gió. Hubo quie­nes encon­tra­ron que se había logra­do un tope y que iba dis­mi­nuir, pero no fue así.

Pero tene­mos al impe­rio pre­sen­te. Son los casos de Manuel Zela­ya y de Fer­nan­do Lugo, quie­nes tenían pro­ce­sos más débi­les inter­na­men­te, con orga­ni­za­cio­nes popu­la­res más frá­gi­les. No hay que copiar en Amé­ri­ca Lati­na. Algu­nos se entu­sias­man con el pro­ce­so vene­zo­lano y creen que se pue­de hacer lo mis­mo en todos los paí­ses. El pro­ce­so en el con­ti­nen­te es com­ple­ta­men­te dife­ren­cia­do, lo que los une es el pro­ce­so social. En Boli­via y en Ecua­dor, por ejem­plo, los indí­ge­nas son gru­pos impor­tan­tes, en Vene­zue­la no.

¿No están los logros de Chá­vez muy vin­cu­la­dos al petróleo?

Cuan­do Chá­vez lle­gó al poder el petró­leo ya esta­ba nacio­na­li­za­do, pero no esta­ba en manos del gobierno, era admi­nis­tra­do por los gru­pos aho­ra en la opo­si­ción. Como con­se­cuen­cia del gol­pe de 2002, el gobierno recu­pe­ra su admi­nis­tra­ción. Los exce­den­tes del petró­leo pasan a ser­vir a las misio­nes socia­les inter­nas y a apo­yar otros pro­ce­sos en Amé­ri­ca Lati­na. Hay depen­den­cia, pero tam­bién cla­ri­dad de que esta debe ser superada.

El gobierno está invir­tien­do en pro­yec­tos de indus­tria­li­za­ción, pues el neo­li­be­ra­lis­mo des­in­dus­tria­li­zó nues­tros paí­ses. La estra­te­gia es depen­der cada vez menos del petróleo.

El gobierno de Evo Mora­les enfren­ta opo­si­ción en Boli­via. ¿Cómo expli­car eso?

Son las con­tra­dic­cio­nes que viven estos pro­ce­sos, muy dife­ren­tes de los pro­ce­sos revo­lu­cio­na­rios de los años 20, de la Revo­lu­ción rusa.

En estos casos, solo se con­si­gue lle­gar al gobierno, en muchos de ellos con una corre­la­ción de fuer­zas en el par­la­men­to, los gobier­nos loca­les, los medios de comu­ni­ca­ción y en el poder eco­nó­mi­co, que per­ma­ne­cen en manos de quie­nes antes dominaban.

Álva­ro Gar­cía Line­ra [vice-pre­si­den­te de Boli­via] refle­ja las con­tra­dic­cio­nes que vive el país. Entre un gobierno que tie­ne que ser eje­cu­ti­vo, tomar deci­sio­nes, resol­ver pro­ble­mas de todo el país, y los movi­mien­tos socia­les que tie­nen un rit­mo de dis­cu­sión demo­crá­ti­ca, etc. En el pro­ce­so boli­viano, el pue­blo es diver­so y tie­ne con­tra­dic­cio­nes, se une en torno a ban­de­ras como, por ejem­plo, la del Esta­do Plu­ri­na­cio­nal, pero las con­tra­dic­cio­nes se agu­di­zan y el gobierno tie­ne que enten­der eso y mirar demo­crá­ti­ca­men­te las par­tes. Es muy com­pli­ca­do. El pue­blo quie­re que el Esta­do resuel­va el pro­ble­ma, es una espe­cie de pater­na­lis­mo. Cuan­do lle­gan estos gobier­nos, quie­ren solu­cio­nes inme­dia­tas, no saben de polí­ti­ca ni de corre­la­cio­nes de fuer­zas. Ade­más de eso, pri­ma la visión loca­lis­ta, sin pers­pec­ti­va de conjunto.

Es nece­sa­rio un pro­ce­so de edu­ca­ción popu­lar, para que la comu­ni­dad entien­da que para el país y otras comu­ni­da­des es nega­ti­vo no hacer un camino. Gar­cía Line­ra reco­no­ce que exis­ten y habrán con­tra­dic­cio­nes y que es pre­ci­so que el gober­nan­te sepa lidiar con ellas.

¿Cuál es su aná­li­sis de la situa­ción en Bra­sil, Argen­ti­na y Uruguay?

Son dife­ren­tes, son gobier­nos mucho más mode­ra­dos, pero que están toman­do medi­das de sobe­ra­nía, por­que lo pri­me­ro que nece­si­ta­mos es con­se­guir la sobe­ra­nía ante los Esta­dos Uni­dos. Hemos hecho reunio­nes dejan­do fue­ra a los Esta­dos Uni­dos, no vie­ne el Depar­ta­men­to de Esta­do a decir lo que tene­mos que hacer. En la mayo­ría de los gobier­nos de la región, la sobe­ra­nía es un valor. Es un éxi­to que se haya cons­ti­tui­do la UNASUR y que Chi­le, Méxi­co y Colom­bia par­ti­ci­pen en ella.

¿Dis­mi­nu­yó el poder de los Esta­dos Uni­dos en la región?

Los Esta­dos Uni­dos ya no pue­den hacer los que quie­ren. Pero, cla­ro que su poder es inmen­so. Hay una con­tra­ofen­si­va de los Esta­dos Uni­dos, que se refle­ja en situa­cio­nes como la de Zela­ya y en la ten­ta­ti­va con­tra Correa. Hubo un gol­pe con­tra Lugo. Están inten­tan­do vol­ver a hacer un gol­pe en Boli­via, con sec­to­res de opo­si­ción apro­ve­chan­do de las con­tra­dic­cio­nes al inte­rior del pue­blo. En San­ta Cruz y en otros luga­res, están inten­tan­do hacer alian­zas con los sec­to­res des­con­ten­tos del pue­blo. La inten­ción del sepa­ra­tis­mo fue ven­ci­da gra­cias a la orga­ni­za­ción popu­lar, aho­ra no hay un peli­gro inmi­nen­te, pero esas fuer­zas se están reconstituyendo.

No tene­mos un camino fácil. Son pro­ce­sos que no se defi­nen de un día a otro, la mejor defen­sa es tener un pue­blo orga­ni­za­do. Chá­vez lo enten­dió muy bien, él siem­pre insis­te en que no pode­mos resol­ver el pro­ble­ma de la pobre­za si no damos poder al pue­blo. Chá­vez es un tipo que sien­te lo popu­lar, es muy humano. Hice un libro con él, que se lla­ma “Un hom­bre, un Pue­blo”. No digo que el hom­bre Chá­vez no ten­ga defec­tos y que no hayan con­tra­dic­cio­nes entre su dis­cur­so y lo que hace, vivi­mos pro­ce­sos huma­nos, no de dio­ses puros.

En su pers­pec­ti­va ¿podría haber un mode­lo común entre paí­ses latinoamericanos?

Soy chi­le­na, en Chi­le se con­so­li­dó la con­tra­rre­vo­lu­ción bur­gue­sa , con Pino­chet y los que siguie­ron. La Con­cer­ta­ción dio con­ti­nui­dad a las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les con algu­nas polí­ti­cas socia­les. Hubo un neo­li­be­ra­lis­mo exi­to­so, por el aumen­to del PIB, la cons­truc­ción de carre­te­ras, pero Chi­le, que era uno de los paí­ses más igua­li­ta­rios de Amé­ri­ca Lati­na, es hoy uno de los que tie­nen mayo­res dife­ren­cias entre pobres y ricos. En Chi­le no exis­tían muros en las casas de la gran bur­gue­sía. No se pue­de medir el resul­ta­do del neo­li­be­ra­lis­mo solo por el lado eco­nó­mi­co. Cono­cí una pare­ja de arqui­tec­tos chi­le­nos que tra­ba­jan 14 horas por día, viven para tra­ba­jar, no tra­ba­jan para vivir.

Per­so­nas de la peque­ña bur­gue­sía con­si­guen algu­na cosa, pero hay mucha com­pe­ten­cia, están siem­pre corrien­do, nun­ca tie­nen tran­qui­li­dad en el tra­ba­jo. En Bra­sil tam­bién se con­so­li­dó la con­tra­rre­vo­lu­ción burguesa.

¿Cómo es eso? ¿El gobierno del PT sig­ni­fi­ca la con­tra­rre­vo­lu­ción bur­gue­sa?

Los sec­to­res domi­nan­tes se con­so­li­da­ron, el agro nego­cio . El PT está bus­can­do hacer otra cosa. No se pue­de com­pa­rar con Vene­zue­la o Boli­via, por moti­vo de la corre­la­ción de fuer­zas de la vic­to­ria de Lula. En un país que es la sex­ta eco­no­mía del mun­do, el capi­tal finan­cie­ro y las trans­na­cio­na­les tie­nen un poder enor­me. Enton­ces, el capi­ta­lis­mo se con­so­li­da, pero hay aten­ción en los sec­to­res popu­la­res, se sacan per­so­nas de la pobreza.

En Bra­sil, al gobierno le fal­ta faci­li­tar más el pro­ce­so de la orga­ni­za­ción popu­lar. Tene­mos una izquier­da que estu­vo en la opo­si­ción, el gobierno tie­ne que eje­cu­tar, resol­ver y no pue­de espe­rar la dis­cu­sión del par­ti­do, se va dan­do un dis­tan­cia­mien­to entre par­ti­do y gobierno. En un Esta­do como el bra­si­le­ño es nece­sa­rio mucha fir­me­za para no trans­for­mar­se en otra cosa. Un tra­ba­ja­dor que lle­ga a ser sena­dor o dipu­tado, cam­bia su vida. Como ense­ña el mar­xis­mo, las con­di­cio­nes mate­ria­les influ­yen. Creo que pro­ba­ble­men­te haya la defor­ma­ción de muchos diri­gen­tes, que dejan de repre­sen­tar las cla­ses populares.

Hay muchas crí­ti­cas de la izquier­da a Lula y Dil­ma, que se hacen sin enten­der la corre­la­ción de fuer­zas exis­ten­tes. No quie­ro decir que no pue­dan hacer más de lo que han hecho.

¿Enton­ces no hay un mode­lo común para Amé­ri­ca Latina?

No, en Amé­ri­ca Lati­na cada situa­ción es dis­tin­ta. Es nece­sa­rio estu­diar cada lugar, sus orí­ge­nes his­tó­ri­cos, las corre­la­cio­nes de fuerza.

Soy estu­dio­sa de Lenin. Es pre­ci­so hacer el aná­li­sis con­cre­to de las fuer­zas, esco­ger la estra­te­gia y la tác­ti­ca. Hay un hori­zon­te que es el Socia­lis­mo del Siglo XXI, la socie­dad del Buen Vivir. No que­re­mos un socia­lis­mo como el sovié­ti­co, esta­tis­ta, tota­li­ta­rio, de par­ti­do úni­co, ateo, que usó a los movi­mien­tos socia­les como correa de trans­mi­sión. Es nece­sa­rio leer los clá­si­cos, Marx y Engels. La meta es una socie­dad soli­da­ria, don­de no hayan explo­ta­do­res y explo­ta­dos, don­de cada quien encuen­tre que hacer, que res­pe­te las dife­ren­cias. Es una meta utó­pi­ca. Medi­ría a los gobier­nos con pre­gun­tas: 1) Tie­nen esos gobier­nos con­quis­tas con rela­ción a la sobe­ra­nía nacio­nal?; 2) Con­so­li­dan, aumen­tan, la orga­ni­za­ción del pue­blo?; 3) Hacen un desa­rro­llo que res­pe­te la naturaleza?

¿Cúal es su aná­li­sis de la cri­sis eco­nó­mi­ca mundial?

Es una cri­sis estruc­tu­ral impor­tan­te. No es ter­mi­nal por­que el capi­ta­lis­mo se recom­po­ne. Las con­di­cio­nes obje­ti­vas están más ade­lan­ta­das que las con­di­cio­nes sub­je­ti­vas. Valo­ri­zo movi­mien­tos como el de los indig­na­dos. La rebel­día es un paso ini­cial, pero es nece­sa­rio hacer que eso se trans­for­me en una fuer­za. “ Recons­tru­yen­do la izquier­da ” es un libro mío en el que digo que es pre­ci­so un ins­tru­men­to de arti­cu­la­ción, que no son los par­ti­dos tra­di­cio­na­les. El neo­li­be­ra­lis­mo frag­men­ta a la población.

¿Por qué?

La polí­ti­ca no es el arte de lo posi­ble. Eso es diplo­ma­cia. Escri­bí un libro sobre eso. El polí­ti­co revo­lu­cio­na­rio nece­si­ta enten­der que para lograr su obje­ti­vo tie­ne que crear una corre­la­ción de fuer­zas. Cons­truir fuer­zas socia­les para tener fuer­za polí­ti­ca, para lograr su obje­ti­vo. Se cons­tru­ye fuer­za social con el pro­ta­go­nis­mo popu­lar. El Esta­do no pue­de crear lo que no exis­te, pero pue­de crear las con­di­cio­nes para que las fuer­zas se fortalezcan.

¿Serían los par­ti­dos polí­ti­cos ese ins­tru­men­to? ¿No hay diferencias?

Los par­ti­dos polí­ti­cos no com­pren­den la polí­ti­ca como el arte de cons­truir fuer­zas socia­les. Pero entien­den la polí­ti­ca como for­ma de ganar pues­tos de gobierno, tener más dipu­tados, más fuer­za. No es la idea. Muchas veces la polí­ti­ca es muy des­pres­ti­gia­da. La dere­cha se apro­pió del len­gua­je de la izquier­da. La izquier­da hace, muchas veces, una prác­ti­ca polí­ti­ca igual a la de la dere­cha: clien­te­lis­mo, per­so­na­lis­mo, carre­ris­mo polí­ti­co, a veces has­ta corrup­ción. El pue­blo oye dis­cur­sos igua­les, vé prác­ti­cas igua­les, se decepciona.

¿Por ejem­plo…?

Sin ejem­plos. El diag­nós­ti­co lo hace cada quien, pero está cla­ro, es nece­sa­rio ser muy cohe­ren­te entre lo que se dice y lo que se hace. Es pre­ci­so que se tra­ba­je para cons­truir fuer­za social y no dedi­car­se a peleas ins­ti­tu­cio­na­les. El socia­lis­mo requie­re una gran mayo­ría, una hege­mo­nía, con­ven­cer del pro­yec­to al máxi­mo de gen­te, sien­do muy plu­ra­lis­ta y res­pe­tan­do las diferencias.

Ten­go un libro que hace un aná­li­sis de los erro­res que come­tió la izquier­da. Cuan­do una per­so­na cono­ce el valor de la soli­da­ri­dad, comien­za a enten­der que es más impor­tan­te ser que tener. Esa es la lucha con­tra el con­su­mis­mo. Hay una demo­cra­cia des­mo­vi­li­za­do­ra. Las per­so­nas están endeu­da­das, los tra­ba­ja­do­res están des­mo­vi­li­za­dos, por­que pue­den per­der el tra­ba­jo y no están tan pro­te­gi­dos como antes. Cuan­do los par­ti­dos de izquier­da con­si­guen ganar algún espa­cio, muchas veces los diri­gen­tes dejan de ser diri­gen­tes revo­lu­cio­na­rios. El peli­gro es muy gran­de. Un mili­tan­te polí­ti­co que se mete al apa­ra­to bur­gués tie­ne que tener algún tipo de estruc­tu­ra, un gru­po de per­so­nas para con­sul­tas y con­trol, que pre­gun­te al diri­gen­te por qué está com­pran­do un carro que no nece­si­ta. La coop­ta­ción es fácil, por la ideo­lo­gía y por la cul­tu­ra, de un suje­to solitario.

Usted estu­vo casa­da con un diri­gen­te de la revo­lu­ción cuba­na y vivió muchos años en la isla, ¿cómo ve la situa­ción de ese país?

Cuba fue mi segun­da patria, ten­go una hija cuba­na que vive allá. Cuba mos­tró a Amé­ri­ca Lati­na la dig­ni­dad, la capa­ci­dad de defen­der la sobe­ra­nía, de resis­ten­cia a todos los males. La eco­no­mía es muy complicada.

¿Cómo eva­lúa los cam­bios eco­nó­mi­cos en curso?

Era nece­sa­rio hacer cam­bios. Las per­so­nas nece­si­ta­ban espa­cio para desa­rro­llar su capa­ci­dad pro­duc­ti­va, es cier­to. Creo que la par­ti­ci­pa­ción de los tra­ba­ja­do­res en coope­ra­ti­vas sería un camino que debe­ría ser explorado.

Usted fue dis­cí­pu­la de Louis Althus­ser (1918−1990), ¿cómo fue esa expe­rien­cia?

Estu­dié psi­co­lo­gía en la Uni­ver­si­dad Cató­li­ca de Chi­le. Como diri­gen­te de la Acción Cató­li­ca Uni­ver­si­ta­ria, visi­té Cuba y que­dé fas­ci­na­da. Era cató­li­ca y comen­cé a dis­cu­tir con cris­tia­nos mar­xis­tas. Fui a Fran­cia y cono­cí a Althus­ser, que tam­bién había sido cató­li­co. Leí sus obras y esta­ble­cí una rela­ción de dis­cí­pu­la. Vivía a pocos metros de la casa de él y lo veía tres veces al día, él me decía qué leer. No seguí con psi­co­lo­gía. Eso fue entre 1963 y 1968. Tra­ba­jé tam­bién con Paul Rico­eur (1913−2005). Vol­ví a Chi­le pen­san­do en ense­ñar francés.

Deli­be­ra­da­men­te no tenía títu­lo. Había escri­to un libro “Con­cep­tos Ele­men­ta­les del Mate­ria­lis­mo His­tó­ri­co”, con las notas que había toma­do en un cur­so para hai­tia­nos y mexi­ca­nos, el últi­mo año que estu­ve en París. Ese libro se ven­dió en más de un millón de ejem­pla­res, está aho­ra en su 67 edi­ción y fue tra­du­ci­do a varios idio­mas. Por ese libro, lle­gué a ser pro­fe­so­ra de la Uni­ver­si­dad de Chi­le, con Theo­to­nio dos San­tos y Ruy Mau­ro Mari­ni. Lue­go fui direc­to­ra de la revis­ta polí­ti­ca de la Uni­dad Popu­lar “Chi­le Hoy”. Trans­for­ma­ba artícu­los de inte­lec­tua­les, vol­vién­do­los acce­si­bles a la pobla­ción. Fue enton­ces que me apa­sio­né por el perio­dis­mo. Hacía car­ti­llas de for­ma­ción y cur­sos para obre­ros y cam­pe­si­nos. Sólo ahí hice doce cua­der­nos de edu­ca­ción popular.

Ten­go más de 80 libros publi­ca­dos. Algu­nos son libros tes­ti­mo­nia­les, con expe­rien­cias de varios paí­ses – El Sal­va­dor, Ecua­dor, Boli­via, Para­guay, Vene­zue­la. Ten­go un libro sobre el PT, que está pen­dien­te. En Chi­le hacía par­te del Par­ti­do Socia­lis­ta y que­dé fas­ci­na­da por la edu­ca­ción popu­lar. Para mi, la mayor satis­fac­ción es crear un tex­to que todos entien­dan. Que no sea aca­dé­mi­co. Nos soy doc­to­ra, soy edu­ca­do­ra popu­lar: es mi auto­de­fi­ni­ción. Des­pués del gol­pe en Chi­le, fui a Cuba, fue enton­ces que con­so­li­dé mi rela­ción con el coman­dan­te Manuel Piñei­ro, o ‘Bar­ba Roja’(1933 – 1998). Me que­dé en Cuba has­ta 2003. Fui a entre­vis­tar a Hugo Chá­vez en Vene­zue­la. Reco­gí las crí­ti­cas de izquier­da, las dudas sobre el gobierno. A él le gus­tó mucho que le trans­mi­tie­ra las crí­ti­cas y me invi­tó a tra­ba­jar en el pala­cio. No qui­se un sala­rio, solo me paga­ban el depar­ta­men­to y la comida.

¿Qué crí­ti­cas eran?

Que tal Minis­te­rio no esta­ba hacien­do tal cosa, que tenía un dis­cur­so dema­sia­do auto­ri­ta­rio. Viví seis años en Venezuela.

¿Le pare­ce aho­ra que Chá­vez es una per­so­na autoritaria?

Chá­vez es un mili­tar que cree en la par­ti­ci­pa­ción popu­lar y quie­re pro­mo­ver­la. Como per­so­na es con­tra­dic­to­rio y hay que res­pe­tar esa con­tra­dic­ción. Que­ría­mos que no fue­ra tan auto­ri­ta­rio, pero enten­de­mos. Yo mis­ma ten­go un carác­ter bas­tan­te com­pli­ca­do, muchas veces qui­se cam­biar, pero no es tan fácil. Lo impor­tan­te es ver el fru­to de esa cosa. Si com­pa­ra­mos la Vene­zue­la del pri­mer año con la de aho­ra, tene­mos gen­te con per­so­na­li­dad, que cri­ti­ca, que cre­ció como ser humano. Es eso que bus­ca­mos. Yo lo satu­ra­ba con críticas.

¿Toda­vía vive en Venezuela?

Vivo en Van­cou­ver, en Cana­dá, con mi com­pa­ñe­ro Michael Lebowitz.

¿Cómo eva­lúa la suce­sión de Chávez?

No hay nadie a la altu­ra de Chá­vez. Lo ideal sería una direc­ción colec­ti­va. Dada la frag­men­ta­ción que el neo­li­be­ra­lis­mo pro­du­jo en los sec­to­res popu­la­res lati­no­ame­ri­ca­nos, los tra­ba­ja­do­res de hoy no tie­nen nada que ver con los del tiem­po de Marx: hay sub­con­tra­ta­ción, pre­ca­ri­za­ción. Se nece­si­tan per­so­nas con gran caris­ma y una per­so­na­li­dad muy fuer­te para aglu­ti­nar todos esos sectores.

Hay el líder popu­lis­ta que usa al pue­blo para sus obje­ti­vos polí­ti­cos y el líder revo­lu­cio­na­rio que, usan­do su capa­ci­dad, pro­mue­ve el cre­ci­mien­to de la pobla­ción. Un líder revo­lu­cio­na­rio con caris­ma se comu­ni­ca con el pue­blo igual que un popu­lis­ta. La dife­ren­cia es que el popu­lis­ta da cosas, como Perón, pero no ayu­da para que el pue­blo se inde­pen­di­ce. No es puen­te de un crecimiento

Recuer­do uno de los pri­me­ros via­jes que hice con Chá­vez, para la inau­gu­ra­ción de una escue­la. Las per­so­nas pedían cosas, pasa­ban pape­les, uno de ellos pidió un camino, Chá­vez sugi­rió que se orga­ni­za­ra con otros en una coope­ra­ti­va para obte­ner el camino. Esa es la idea. Para mí eso no es popu­lis­mo, es un diri­gen­te revo­lu­cio­na­rio. Para mí el pro­ce­so vene­zo­lano y Chá­vez son fun­da­men­ta­les para el pro­ce­so latinoamericano.

Tra­duc­ción al cas­te­llano: FEDAEPS

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