Corría el año mil novecientos ochentaynomeacuerdo ya cuando, siendo un jovenzuelo, comenzaba yo a tener ciertas inquietudes solidarias. En aquellos años estaba muy reciente el triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua.
Lo más natural era dejarse llevar por la ola nicaragüense. Pero, aunque sí tuvo su influencia, lo que a mí un mayor impacto me causó fue un libro: “Victor Jara, un canto truncado” de Joan Jara. Fue precisamente Víctor Jara, Chile, lo que me decidió a integrarme en la solidaridad.
Y para conectar con la solidaridad, en aquel tiempo los Comités de Solidaridad internacionalista, qué mejor oportunidad que las fiestas de Gasteiz. Por entonces, los Comités instalaban una txozna y allí me acerqué. Inmediatamente conecté con un chico de mi edad, un tipo simpático y hablador llamado Juanjo, el cual, tras una riada de tekilas, me animó a asistir a una reunión en Setiembre en la sede que por entonces se encontraba en un piso de la Fuente de los Patos.
Llegó setiembre y allá fui. El proceso de integración en aquel grupo fue un poco extraño. Una especie de comité formado por algunos que luego no se fueron con Askapena, quizás sospechando mi militancia en la CIA, me preguntaron por mi militancia política, ideas, gustos y hasta si tenía la intención de marchar a Nicaragua. Mis respuestas les confundieron un poco ya que, entre otras cosas, les hice ver que no tenía ninguna intención de ir a Centroamérica, que mis anhelos solidarios iban más allá de Nicaragua.
En fin, al final fui admitido y comencé a trabajar con todos los compañer@s, que lo fueron entonces y lo siguen siendo hoy en día.
Durante aquellos años el panorama político en Euskal Herria estaba muy revuelto, también en los Comités. La existencia de dos visiones contrapuestas de entender la solidaridad llevó a la ruptura y el nacimiento en 1988 de Askapena en una asamblea realizada en Altsasu. Fueron momentos tristes y duros, como cuando los que nos integramos en Askapena tuvimos que ir a la sede de los entonces ya Komite Internazionalistak a recoger cajas y cajas de material en presencia de los que se quedaron al otro lado. Pero, por otro lado, fueron también momentos de esperanza y ánimo, encuadrados en una organización potente, nueva, dinámica y luchadora, sin las ataduras y broncas de la anterior. Un buen ejemplo fue la participación en el aniversario del bombardeo de Gernika: Gernika 37 – 87.
En sus comienzos, Askapena no tenía en Gasteiz ninguna sede, así que alquilamos un local y piso en la calle Korreria, en lo que había sido la mercería Petra. Una maravilla de local, con su Virgen María de pelo natural en la fachada y todo. Aquel local conoció grandes gestas en las campañas de solidaridad: Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Kurdistan,.. También fue famoso el local por la pernocta que hizo allí un compañero colombiano de las FARC que, a parte de su faceta solidaria, se dedicaba a vender bragas, no teniendo mucho éxito entre las compañeras.
Llegaron asimismo las fiestas y no había txozna. Como medio de financiación y agitación, ilegalmente por supuesto, adecentamos el local de la antigua mercería y lo transformamos en una especie de txozna txiki, muy txiki, que tuvo su éxito a pesar de quedar un poco aparte del foco festivo.
Tras los tiempos de precariedad llegaron los de asentamiento y bonanza de la organización con la compra del local de la Kutxi, la integración de cantidad de juventud, la tienda, brigadas, radio… En definitiva, el despegue de una organización sólida, referencial y arraigada en el pueblo. Una organización que, además, ha educado en solidaridad a gran cantidad de jóvenes que han seguido un camino de compromiso y que ha esparcido por el mundo los vientos de libertad de Euskal Herria. Algo de lo que tenemos que estar muy orgullosos.
Askapena, urte askotako.