Con hambre atrasada, sin sol, sin camisa nueva
Cultura sometida a la tortura e instigación permanente, denominador común aplicado a su gente: pueblo que se resiste y rebela ante toda opresión… Ya yo sé, Albert, que las cicatrices no ayudan a andar, son increíblemente dolorosas, pero si apuntalar el dolor en el lugar que le corresponde. Madrugada de un jueves, 23 de julio 1978.
Luzia Urigoitia Ajuria, resultó muerta.
Los disparos efectuados por miembros de la Guardia Civil, alcanzaron a Lutxi. Pocas horas después de producirse los hechos, la comparecencia en el cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo de un juez, dos forenses, un fiscal, y la trayectoria de las balas que acabaron con su vida crearon «contradicciones», aunque más se podría decir, polémicas de orden ético, entre jueces y policías.
Hacia las doce de la noche de ese día.
Las personas que se encontraban en un bar cercano al lugar donde se produjeron los hechos vieron cómo se acercaban unos quince guardias civiles de uniforme y otros más de paisano. Se dirigían, a paso de marcha, al número tres de la calle. Poco después los vecinos de los pisos bajos de dicho número, oyen ruidos extraños en la escalera, y al intentar informarse de lo que sucedía, (diosssss!, no había llegado la democracia?), se encuentran con gran cantidad de guardias civiles con casco y chalecos antibalas, amenazándoles para que volvieran a entrar a sus domicilios. Más tarde se oyen varias explosiones y ruido de voces seguidos, así como varios disparos. Mientras se sucedían estos hechos…
Un radioaficionado puedo oír en la frecuencia utilizada por la guardia civil, cómo uno de ellos comunicaba con los efectivos que se encontraban en las cercanías del edificio, y les alentaba con frases tales como:
“a ver si los matáis a todos de una vez y nos vamos a emborrachar”
Este fue el resultado:
Luzia Urigoitia Ajuria, que ese mismo mes cumplía 28 años, moría asesinada… Dicen quienes siguieron éste proceso, que las circunstancias en que se produjo el asesinato, fueron motivo de escándalo. Según diarios madrileños: El País y El Independiente, un disparo a quemarropa efectuado por detrás y en la cabeza, habría acabado con la vida de la presunta militante de ETA. Y, según ambos periódicos:
“La autopsia reveló un disparo a bocajarro en la nuca.”
El Independiente además especificó, que la joven Lutxi murió cuando estaba en el suelo, ya herida.
El País, sobre las versiones de los vecinos, que escucharon y siguieron de cerca la operación, y que oyeron como alguien gritó:
“¿Qué vais a hacer?”
Y, otra voz exclamó:
“¡No hagas eso, no seas animal!”
Eso que no debían de hacer, lo hicieron…
A favor de Lutxi, decir que la mayoría de gente de su pueblo, opinó que además de mujer, era corazón y vientre de cualquier revolución en el mundo. La Brigada Gaspar Laviana, afirmó que su espíritu sigue entre ellos, con las manos unidas, uniendo cada vez más manos, para cambiar la tierra, y si es preciso el cielo; porque el optimismo de Lutxi era innato, así lo reflejó en Nicaragua, había creado en ella una entrega a los demás como cuerpo enamorado, alegría y entusiasmo constante desde su adolescencia: participa en Otxandio en todas las iniciativas deportivas, culturales, y políticas que siguen siendo el pan de cada día en una sociedad cercada en sus aborígenes.
Por qué no debemos olvidar, Albert? El olvido es el alzheimer político de los trabajadores de cualquier arte, incluido el de cavar en una mina.
Ahorita me dirijo sólo a mi gente, y, decirla:
Quiero que descubras toda la verdad, mírate con ojos de amanecer cuando el deseo estalle, y, poder reconocer, cómo las rejas no callaron sus voces ni toda la verdad.
Hoy, después de 37 años que fusilaron a J. Paredes Manot, Ángel Otaegi, Sánchez Bravo, Baena Alonso, García Sanz… Mi deseo es recordar también a otr@s luchadores, para que así Boadella, complete el mejor himno para su nación que no es la “nación” de todos. Creo que el significado de LIBERTAD, es otra buena forma de denunciar lo mismo, y de refrescar la memoria, al que mereciera en otro tiempo nuestro mejor elogio como director de la compañía de Teatro Catalá “Els Lloglars”, y, se retracte una vez más ante la historia sobre la LIBERTAD, como un desecho de ella.
De los fusilados un 27 de septiembre de 1975 estamos hablando.
Y, de otros que anterior y posteriormente, fueron empujados como ellos a traspasar el umbral de la muerte anunciada.
El autor de esta impresionante obra que les quiero presentar, falleció hace ya años. *Miguel Buñuel, con esta obra bien pudo haberse permitido el lujo de nacer donde le diera la gana. Mostró pertenecer a una militancia universal: su profundo y arraigado antifascismo.
Miguel consiguió premios de renombre.
Buen crítico literario y cinematográfico que colaboró durante años en la revista de gran tirada, magnífico narrador de cuentos infantiles y según todo el que le conoció, un hombre excepcional por su sensibilidad y empatia, una especie de niño-adulto que supo brindar su inagotable ternura unida a una fantasía increíblemente creativa y social: entusiasta, actor, escritor, dibujante, guionista, fotógrafo, y al parecer un buen republicano que asumió como forma de vida la filosofía del marxismo leninismo.
Hasta algún parque luce su nombre públicamente.
Galardonado con varios premios, también en su haber se encuentra el Diploma al Mérito Andersen (el Nobel de la literatura infantil), el Premio Sésamo, el Premio Jauja, varias Huchas de Plata, etcétera, etc. Participó como actor en unas cuantas películas y escribió algunos guiones de cine. Miguel Buñuel Tallada, era uno de esos personajes de cuentos, que a su vez escribía cuentos para niñ@s.
Nuestro escritor, protagonista de éste encuentro.
Veía las cosas con la espontánea claridad de los menudos; creía a fondo en todo lo que hacía. Y, como los niñ@s que no conocen el miedo y los convencionalismos, era valiente a la hora de afirmar sus convicciones, ante sus amigos y ante sus enemigos.
Entre su extensa obra literaria, se encuentra ésta obra desgarradora, es por ello que quiero darla a conocer como parte insustituible que, Miguel, guía de todo éste esperpento entramado de fondo, nos describe en, “El Desaparecido”.
En ésta ocasión no escribió directamente para los niñ@s…
Ese día, en el que asesinaron al obrero y militante sindicalista, Cipriano Martos, marcó un antes y después su vida, se resistió a escribir con esa inocencia… Grande su dolor y profundo su sentimiento, le permitió traspasar el umbral infantil y adentrarse en el entramado benigno y doloroso de los llamados “hombres”.
Es por ello que quiso mostrarse ante los “mayores” desnudo.
Tal y como sentía en su propia piel el dolor de los hermanos de clase; así fue como describió la cruel tortura, que a su vez personalizo y entregó a toda su gente, por los siglos de los siglos.
Este es el texto basado en un hecho real (poco más amplio).
Presentado en el Concurso Nacional de Cuentos “HUCHA DE ORO”…
A mi me impresionó, hasta me dio un escalofrío, es por ello que he querido acercarlo hoy, 34 años después de ser escrito.
Va por todos ustedes, y por él, como homenaje:
“El desaparecido”
Frío. Obscuridad de mina de lignito. Ni el menor asomo de luz. Ni de sol, ni de carburo. Contengo la respiración, los latidos, y tan sólo escuchó el silencio, como un grito.
Quiero mover los dedos de las manos, de los pies. Quiero mover las muñecas, los tobillos, los codos, las rodillas, el espinazo. Quiero mover las caderas, la cintura, el tronco, el cuello, la cabeza. Y no puedo. ¡No puedo!.
Estoy atado a un sillón monacal, desde las uñas de los pies a la punta de los cabellos.
En mi cuerpo desnudo siento en toda su extensión el palpito de las heridas abiertas, de las quemaduras infectadas, de los moratones tumefactos, y, por dentro, el crujir de huesos rotos y el derrame de vísceras desgarradas.
Quiero abrir los párpados. Quiero desplegar los labios. Y tampoco puedo. Están pegados.
Resoplo por la nariz y suena como el llanto de un niño.
Y escuchó estruendo de carcajadas.
Y un grito:
- ¡Basta!
Y una voz imperativa de mando, más interactiva y de mando que en días anteriores:
- ¡Quitadle los esparadrapos!
De un tirón, me quitan el esparadrapo de la boca, y de los labios, ya despellejados, vuelven a rezumar sangre.
De un tirón, me quitan el esparadrapo de los ojos, y me arrancan las últimas pestañas y las legañas purulentas.
Luz. Sólo luz que me hace cerrar apretadamente los ojos. Mil watios han penetrado en la retina, hundiéndome en un abismo negro. Por enésima vez.
Y la para mí nueva voz imperativa de mando:
- ¡Despertadle!
Una ducha de agua helada cae sobre mi febricente cuerpo desnudo. Tirito. Mis dientes castañetean. Y siento la médula congelarse en un resquebrajamiento de huesos.
Abro los párpados y vuelvo a cerrarlos. Me colocaron unos aros oculares que fuerzan a tener los ojos desmesuradamente abiertos. Son dos brasas. Ardiendo.
Y la voz ultrainteractiva de mando:
- ¿Tu nombre?
Y mi boca seca, sin el menor rastro de saliva, contesta como el muñeco roto de un ventrículo. Vuelve a pronunciar la misma cantinela de un día. Y de otro. Y de otro. Y de otro…
- Cipriano Martos Jiménez.
- ¿Natural?
- Huétor-Tájar, Granada.
- ¿Nacido?
- Cinco de julio de 1945.
- ¿Hijo de…?
- Cipriano y Manuela.
- ¿Residencia?
- Reus
- ¿Domicilio?
- Catorce de abril, número tres.
De la luz, vino el rayo de un puño que me aplastó el mentón.
- ¡Esa calle no existe! ¡Ni en Reus ni en ningún lugar de España!
- En Reus si existe, en los barracones de la Osa Menor, en la prolongación de la avenida del general Prim…
- Profesiones que has tenido, si es que has tenido alguna.
- Jornalero en la vega granadina de Huétor-Tájar. Minero en Castellote, Teruel. Y albañil, aquí, en Reus.
- ¿Por qué dejaste el campo?
- Porque cuando volví a mi pueblo, después del servicio militar, no encontré trabajo.
- ¿Dónde hiciste el servicio militar?
- En Sevilla.
- ¿Jurarías bandera, por supuesto?
- No.
- Otro puñetazo, salido de la luz, se incrustó en mi pómulo izquierdo.
- ¿Y eso?
- Estaba en el calabozo.
- ¿Por qué?
- Porque le dije al capitán que así como mi padre juró la bandera republicana, yo sólo podía jurar esa bandera y no otra.
Una bota, zigzagueando desde la luz, me golpeó el esternón. Deje de respirar.
- ¿Y cómo te hiciste minero?
Silencio. Seguía sin respirar. Y la voz imperativa de mando gritó:
- ¡Contesta!
Y una mano enguantada me abofeteó repetidamente; uno dos, uno dos, uno dos…
- ¡Refrescadle!
De nuevo la ducha helada cayó sobre la caliente desnudez de mi cuerpo en llaga viva. Respiro hondo. Tirito. Tartamudeo:
- Me… me… me hice minero por: por… porque otros de mi pueblo se hicieron… Tra… tra… Trabajaban en las minas de lignito del… del… del Bajo Aragón…
- ¿Y por qué dejaste de ser minero?
- Por establecer la OSO en toda esa comarca minera…
- ¿La osoqué?
- la Oposición Sindical Obrera.
- Contra los sindicatos nacionales, contra las leyes fundamentales del reino… ¿Te das cuenta, muchacho, que eso es una ilegalidad como una catedral? ¿Y cuándo fue eso?
- En mil novecientos setenta.
- ¿Y cómo fue venir a Reus?
Por otros paisanos andaluces mineros.
- ¿Mineros de dónde?
- de Utrillas o de Escucha o de Andorra o del propio Castellote, en cuyas minas trabajaba.
- ¿Nombres?
- Ninguno.
Unas barras de hierro, a diestro y siniestro, empezaron a golpearme los codos, las rodillas, los tobillos.
- ¿Nombres?
-¡Ninguno!
-¡Basta! -y dejaron de golpearme- ¿De dónde venías la madrugada del 30 de agosto del presente año de gracia 1972, cuando te detuvieron?
- Del tajo.
- ¿A las tres de la madrugada?
Estrapalucio de carcajadas:
- ¡Ja, ja, ja… aj, aj, aj…!
- ¡Silencio! ¡Responde, muchacho!
- Tuvimos que rescatar a varios compañeros que habían quedado atrapados por corrimientos de tierra en las cimentaciones.
- Sin contemplaciones, quiero nombres, nombres no sólo de los que componen contigo la ilegalísima oposición sindical obrera, también de tu partido comunista marxista leninista, nombres y direcciones de Reus, de Barcelona, de Madrid y donde sea… ¡Y ya! ¡ya!
- ¡Ninguno!
Sombras encapotadas, coronadas por tricornios agitándose.
- Pero ‑voz imperiosa de mando aflautada- este muchacho está fresco, totalmente fresco. ¿Qué medidas le habéis aplicado para que confiese?
- Todas las habituales.
- ¿Corriente eléctrica en los testículos?
- Sí, por supuesto.
- ¿Púas de acero por debajo de las uñas hasta el metacarpo?
- Sí, por supuesto.
- ¿Soplete en las tetillas y a discreción?
- Sí, por supuesto.
- ¿Y cuántos días lleváis así, sin el menor resultado?
- Desde la detención, el 30 de agosto hasta hoy, 17 de septiembre.
- ¿Habéis probado con el licor de la verdad?
- No.
- ¿A qué esperáis? ¡Traed el vitriolo!
Inmediatamente me desataron la frente del respaldo del sillón monacal, arrancándome muchos cabellos. Y me doblaron la cabeza, mirando al techo. Uno me apretó con sus dedos enguantados las narices, y otro me abrió la boca con unas tenazas de acero, las que usan los otorrinolaringólogos para operar las amígdalas.
Y un chorro continuo de ácido sulfúrico penetró en mi boca, como una espada de fuego que me atravesó desde la garganta al recto.
- ¡Basta! -y el que sujetaba la botella del vitriolo fue empujado a un lado.
Danzan negros tricornios charolados. Por mi boca sale espuma del mar Mediterráneo. Danzan capotes verdosos cubiertos de rocío de sangre. ¿Dónde el verde viento, las verdes ramas? ¿Dónde el barco sobre la mar y el caballo en la montaña? ¿Dónde mi Huétor-Tájar de Granada?
Grito:
- ¡Nunca me arrancaréis ni alegría y mi persona!
La voz ultrainteractiva de mandó chilla:
- ¡¿Nombres y direcciones?!
Silencio.
Alguien se acerca. Siento su cabeza, su oído pegado a mi pecho. Se yergue y exclama:
-Este muchacho ha muerto. (…).
septiembre 1978.
NOTA
Hoy, 27 de septiembre del 2012, hay calles y plazas tomadas, con mayor motivo no debemos olvidar estos hechos, porque han sido much@s l@s que cayeron en el camino por la liberación de los pueblos: contra el fascismo, capitalismo e imperialismo asesinos. La lucha continúa. Ni un paso atrás, con nuestro cañón de futuro, como canta el compañero Silvio Rodríguez. Mira que quién supo burlar la tortura y salir tan airoso de un hospital, (dejando tras sí la muerte que los cuerpos represivos siguen representando), hoy aclame un himno golpista y fascista para la “nación”:
Pobre presidente de la Generalitat Lluís Companys, fusilado por los que cantan la canción proclamada; pobre millón de muertos y otros tantos desterrados; pobres de todos los que quedaron dentro torturados, marginados, diezmados, vivos muertos!!!
Quiero recordar Alber Boadella.
Que ha propuesto tan aberrante propuesta, que si se aburre, empiece a cortejar otro bosquejo humano que no le impida ver otra cultura que la sangrante del 18 de J., y escuche otras canciones. Para que se inspire a combatir su actual repelente instinto, le propongo reflexionar sobre las hermosas palabras del músico y cantautor de rock, cineasta y guionista argentino, Fito Páez:
Hablo de países y de esperanza, hablo por la vida, hablo por la nada, hablo por cambiar esta, nuestra casa. . . ¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón… Y mi machete altivo, allí donde más duele.
Maité Campillo (actriz y directora de teatro ”Hatuey”)