“Ni aun­que me encar­ce­len a un hijo voy a tener miedo”

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Alfon­so Fer­nán­dez, un joven valle­cano de 21 años, tra­ba­ja­ba con su padre de ope­ra­rio en la ase­gu­ra­do­ra Map­fre has­ta que fue dete­ni­do en la pasa­da huel­ga gene­ral, cuan­do se dis­po­nía a ir a un pique­te. Fue acu­sa­do de tenen­cia de explo­si­vos y envia­do a pri­sión pro­vi­sio­nal, don­de per­ma­ne­ce a día de hoy, bajo régi­men de alta segu­ri­dad, a la espe­ra de juicio.

Duran­te estas tres sema­nas, sus ami­gos, veci­nos y orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas y socia­les madri­le­ñas se han movi­li­za­do para pedir su liber­tad, con­tra lo que con­si­de­ran un “mon­ta­je poli­cial”. Su madre, Ele­na Orte­ga, enca­be­za, jun­to a las madres de otros jóve­nes, las mani­fes­ta­cio­nes en apo­yo a Alfon, como le cono­cen en Vallecas.

En el momen­to de comen­zar la entre­vis­ta, Orte­ga, que tra­ba­ja en inte­gra­ción social de niños con dis­ca­pa­ci­dad, se encuen­tra ter­mi­nan­do una car­ta para su hijo. “Sólo le entre­gan dos a la sema­na, pero yo le escri­bo todos los días. Lo hago como tera­pia”, explica.

¿Cómo fue la deten­ción de tu hijo?

El día de la huel­ga gene­ral íba­mos a salir en fami­lia de pique­te. Sobre las sie­te de la maña­na, Alfon y su novia se levan­ta­ron y fue­ron a reco­ger en coche a mi cuña­do para lue­go venir a por mi mari­do y a por mí. Como tar­da­ban, yo bajé a la calle, les lla­mé pero no me cogían el telé­fono. Enton­ces reci­bí una lla­ma­da de la poli­cía en la que me dije­ron que mi hijo esta­ba dete­ni­do. Alu­ci­né. Se había ido hace sólo un rato. Des­pués el abo­ga­do me lla­mó y me dijo que esta­ban los dos dete­ni­dos. Pre­via­men­te les había apun­ta­do el núme­ro de telé­fono de un abo­ga­do en el bra­zo, con un bolígrafo.
En la deten­ción, les para­ron tres poli­cías secre­tas y les pidie­ron la iden­ti­fi­ca­ción. En ese momen­to, apa­re­ció a pie una ter­ce­ra per­so­na a la que tam­bién le pidie­ron que se iden­ti­fi­ca­ra pero, en lugar de eso, tiró una bol­sa y salió corrien­do. La poli­cía cogió la bol­sa, miró lo que había den­tro y espe­tó a mi hijo y a su novia: “O nos decís quién es esa per­so­na o este paque­te os lo vais a comer noso­tros”. Ellos, que sólo lo cono­cían de vis­ta por­que vive en el barrio, res­pon­die­ron que no sabían quién era, así que se los lle­va­ron detenidos.

¿Y la situa­ción una vez detenido?

Aque­lla mis­ma tar­de, el día 14, no le toma­ron decla­ra­ción por­que tenían que hacer dili­gen­cias, en con­cre­to un regis­tro de nues­tra casa, la de la novia y del local de Buka­ne­ros [una peña del Rayo Valle­cano, al que Alfon­so es muy afi­cio­na­do]. En los cala­bo­zos, ellos no estu­vie­ron con el res­to. Los ais­la­ron, y fue­ron some­ti­dos a inte­rro­ga­to­rios extra­ju­di­cia­les cada dos horas ante agen­tes con la cara tapa­da. La pre­sión fue horri­ble, sopor­ta­ron ame­na­zas con­tra ellos, y con­tra sus fami­lia­res y ami­gos. Tan­to mi hijo como su novia tie­nen cla­ro que no deben decla­rar nada has­ta estar en pre­sen­cia de su abo­ga­do, así que, como veían que no con­se­guían lo que que­rían de ellos, orde­na­ron el regis­tro domi­ci­lia­rio. Por lo vis­to, Alfon­so, debi­do a la pre­sión a la que fue some­ti­do, lle­gó a des­ma­yar­se y tuvo que venir un Samur a atenderle.

¿Cómo vivis­te el regis­tro policial?

Fue muy des­agra­da­ble. Se lle­va­ron orde­na­do­res y móvi­les, por­que no había otra cosa que lle­var­se. Lo que más me ha impac­ta­do han sido los cin­co poli­cías con la cara tapa­da regis­tran­do mi casa y dicién­do­nos a mí y a mi mari­do que si con­fe­sa­mos mi hijo va a que­dar libre. Mi mari­do les dijo que no había nada que con­fe­sar, que le expli­ca­ran qué se supo­nía que tenía que decir. Yo les pedí que se qui­ta­ran el pasa­mon­ta­ñas. “Somos gen­te de izquier­da, está cla­ro, no lo ocul­ta­mos”, les dije. “Aquí veis la ban­de­ra repu­bli­ca­na y la de la edu­ca­ción públi­ca, pero no somos terroristas”.

Y a Alfon­so lo meten en pri­sión preventiva…

Se lo vuel­ven a lle­var, y has­ta el siguien­te día a las sie­te de la tar­de no dejan que el abo­ga­do le tome decla­ra­ción. Yo esta­ba en la comi­sa­ría de Mora­ta­laz espe­ran­do y, cuan­do vi la entra­da de fur­go­nes poli­cia­les con las dece­nas de dete­ni­dos a lo lar­go de la jor­na­da de huel­ga, me asus­té. Pen­sé que esta­ba pasan­do algo grave.

A Alfon­so y su novia los deja­ron para el final. Cuan­do les toman decla­ra­ción, la juez de guar­dia ve que la ver­sión de los poli­cías no esta­ba muy cla­ra. En ese momen­to reci­ben una lla­ma­da, echan al letra­do y, cuan­do vuel­ve a entrar, el juez dic­ta pri­sión pre­ven­ti­va para Alfon­so. En el auto pone que es por “alar­ma social”, pero yo supon­go que es por su vin­cu­la­ción a Buka­ne­ros. A la novia la dejan libre, aún está pen­dien­te de jui­cio, con cargos.

El abo­ga­do se que­ja, ale­ga que el supues­to de alar­ma social no está tipi­fi­ca­do des­de 2003, y que no exis­tía ries­go de fuga, ni nada que jus­ti­fi­ca­ra la pri­sión pre­ven­ti­va. Por eso, el letra­do denun­cia que es un error judi­cial, por lo que con­si­gue que le asig­nen un nue­vo juz­ga­do de ins­truc­ción, con una nue­va juez.

Tras la acep­ta­ción del recur­so, cam­bian lo de alar­ma social y le acha­can posi­ble per­te­nen­cia a ban­da orga­ni­za­da. Están fabri­can­do un terro­ris­ta y una ban­da. Nece­si­tan tener eso en un barrio como el nues­tro, en Valle­cas, para jus­ti­fi­car la represión.

Por tan­to, ¿pen­sáis que se tra­ta de un montaje?

Sí. Cuan­do fui­mos a la cár­cel de Soto del Real, Alfon­so me dijo: “Mamá, qué­da­te tran­qui­la, yo no no lle­va­ba nada ni he hecho nada. Soy un cabe­za de tur­co”. Mucha gen­te está lle­gan­do a esa con­clu­sión. Ade­más, somos gen­te cono­ci­da en el barrio de toda la vida. Éste es un barrio lucha­dor, hemos sali­do en poco tiem­po de las cha­bo­las al desa­rro­llo comu­ni­ta­rio que tene­mos, la gen­te está muy movilizada.

A la sema­na de estar dete­ni­do, a Alfon­so le apli­can un FIES…

Si ya es bas­tan­te duro tener a un hijo entre cris­ta­les, tener­lo pre­so, ima­gi­na que enci­ma le apli­can un FIES. De repen­te dejó de lla­mar por telé­fono. La pri­me­ra sema­na lla­ma­ba todos los días y a mí me que­da­ba, al menos, ese ali­vio, el de escu­char­le. FIES 5 tie­ne res­trin­gi­das las comu­ni­ca­cio­nes, tan­to por telé­fono como por car­ta. A la pri­sión lle­gan una dece­na de car­tas dia­rias de ami­gos y fami­lia­res, pero a él sólo le entre­gan dos por sema­na, des­pués de revi­sar el con­te­ni­do de dichas cartas.

La deci­sión de enviar­lo a FIES se hace sin orden judi­cial. La deci­sión es de la ins­ti­tu­ción peni­ten­cia­ria, no es orden de la juez. En este sen­ti­do esta­mos tran­qui­lo, ya que el FIES es ile­gal, se pue­de recu­rrir. Cuan­do se recu­rre siem­pre se gana, pero aho­ra esta­mos pen­dien­tes de otras cosas por­que si te pones ton­to las cosas pue­den salir peor.

¿Qué orga­ni­za­cio­nes socia­les están dan­do apo­yo a Alfonso?

La movi­li­za­ción está sien­do muy gran­de. La sema­na pasa­da se han hecho varias con­cen­tra­cio­nes y una mani­fes­ta­ción, en la que lle­gó a haber cer­ca de 2.000 per­so­nas. El domin­go unas 300 nos con­cen­tra­mos en Lava­piés en medio de un des­pro­por­cio­na­do des­plie­gue poli­cial. Se tra­ta de eso, de lle­var mucha poli­cía para crear mie­do, que la gen­te no sal­ga, que no le lle­guen mul­tas, que no se les fiche.
Ade­más, se ha crea­do una pla­ta­for­ma por la liber­tad de Alfon­so, for­ma­da por una gran can­ti­dad de aso­cia­cio­nes veci­na­les, par­ti­dos polí­ti­cos, orga­ni­za­cio­nes… que tie­ne reunio­nes de cer­ca de 40 personas.

En cuan­to a par­ti­dos polí­ti­cos más gran­des, Izquier­da Uni­da nos ha dado apo­yo a nivel local y de la Comu­ni­dad, por­que nos cono­cen de toda la vida. Se han com­pro­me­ti­do a hablar con la dele­ga­da del Gobierno, Cris­ti­na Cifuen­tes, y con el direc­tor de la pri­sión. En cuan­to a PSOE, he tira­do de con­tac­tos pero no me res­pon­den. Es algo que me due­le, por­que he sido mili­tan­te del PSOE duran­te diez años. Supon­go que han lla­ma­do a la poli­cía y se han creí­do su ver­sión más que la nuestra.

Pero, sobre todo, yo lo que quie­ro sabes es por qué no se han hecho eco los medios de comu­ni­ca­ción. Es el úni­co que está en pri­sión pre­ven­ti­va tras la huel­ga gene­ral en toda Euro­pa. ¿Por qué tam­po­co se han hecho eco las gran­des cen­tra­les sin­di­ca­les? Es algo que due­le mucho.

Me entran ganas de, en la cita que me ha con­se­gui­do IU con la dele­ga­da, decir­le, como madre: “¿Tie­nes hijos, Cifuen­tes? Te voy a expli­car lo que nos estás hacien­do a muchas madres. ¿Cómo lo lle­va­rías tú si le hicie­ran eso a tu hijo?”. Están lle­gan­do a un pun­to de repre­sión enor­me. Mi madre, que era mili­tan­te del par­ti­do comu­nis­ta, me dijo hace unos días: “Esto está peor aho­ra que a fina­les de los 70. No os dais cuen­ta. Noso­tros está­ba­mos mal, pero lo que están hacien­do aho­ra es peor”.

Se te está vien­do estos días al fren­te de las mani­fes­ta­cio­nes por la liber­tad de tu hijo. ¿Vas a seguir lle­van­do el con­flic­to a la calle?

Sí, por supues­to. Due­le mucho lo que está pasan­do. Los Buka­ne­ros, cuan­do sacan pan­car­tas en el cam­po de fut­bol, ponen men­sa­jes polí­ti­cos. Se soli­da­ri­zan con pales­ti­na, cri­ti­can a Cris­ti­na Cifuen­tes, lla­man a la huel­ga gene­ral… Hay veces que les pre­gun­to, de bro­ma, si se han ente­ra­do de algo del par­ti­do entre tan­to sacar pancartas.

Las auto­ri­da­des lle­van mucho tiem­po cri­mi­na­li­zan­do a las aso­cia­cio­nes de fút­bol. A las de izquier­da, por­que las otras no tie­nen pro­ble­ma. Buka­ne­ros es una pla­ta­for­ma que usan los jóve­nes para reac­cio­nar con­tra lo que no están de acuer­do. Por eso son cri­mi­na­les. Si Valle-Inclán levan­ta­ra la cabe­za, se vol­ve­ría a la tum­ba por­que esto es esper­pén­ti­co. Tene­mos que con­ver­tir en cri­mi­na­les a gen­te que no lo es.

Hemos for­ma­do un gru­po de madres en el barrio con­tra la repre­sión. Esta­mos has­ta las nari­ces de que mul­ten a nues­tros hijos, de que los encar­ce­len, de que los per­si­gan. Son hijos de tra­ba­ja­do­res, les hemos dado lo nece­sa­rio para su salud, su ali­men­ta­ción, su afec­to, nos ha cos­ta­do mucho sacar­los ade­lan­te. En la mani­fes­ta­ción de la sema­na pasa­da íba­mos dos filas de madres del barrio. En el gru­po somos unas trein­ta. Ya nos han lla­ma­do, inclu­so, des­de las madres de la Pla­za de Mayo, en Argen­ti­na, para soli­da­ri­zar­se con noso­tros. Estoy ponién­do­me en con­tac­to con más barrios. Hay muchas fami­lias que están brea­das a multas.

Es indig­nan­te. Les estáis qui­tan­do todo: el dere­cho al tra­ba­jo, a la vivien­da, a la salud, y enci­ma los dete­neis, los apa­leais, les decís que son cri­mi­na­les, terro­ris­tas. Nos ha cos­ta­do mucho tra­ba­jo criar­los. No vamos a per­mi­tir­lo. Ni aun­que me encar­ce­len a un hijo voy a tener miedo.

Hemos deci­di­do que las madres de los cha­va­les del barrio que han sufri­do repre­sión sere­mos las pri­me­ras que avan­ce­mos en las mani­fes­ta­cio­nes, para que la poli­cía no car­gue. En mi caso, soy una per­so­na acos­tum­bra­da a la mili­tan­cia, pero una mujer a la que le coja este pro­ble­ma des­pre­ve­ni­da, sin haber esta­do nun­ca en una situa­ción simi­lar, es que se muere.

¿Cómo se encuen­tra Alfon­so en estos momentos?

Pues hablo con él por telé­fono un par de veces a la sema­nas. Sólo le dejan unos minu­tos. Aho­ra le voy notan­do la tris­te­za, que antes no se le nota­ba tan­to. Lle­va ya muchos días en pri­sión, pero es un cha­val fuer­te que sabe lo que le está pasan­do. Le hemos trans­mi­ti­do que está reci­bien­do mucho apo­yo, tan­to a nivel social como eco­nó­mi­co y polí­ti­co. Yo no he sol­ta­do ni un euro y el abo­ga­do ya está paga­do. Alfon­so tie­ne 21 años, está ais­la­do de sus seres que­ri­dos, de su novia… es lógi­co que esté triste.

Esto es muy des­pro­por­cio­na­do. Pue­des enten­der una deten­ción, un cala­bo­zo, pero que te metan en pri­sión y enci­ma en régi­men FIES es dema­sia­do. Ya lo decía yo ayer, enfa­da­da: Están fabri­can­do un terro­ris­ta y una banda.

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La direc­ción de con­tac­to con nues­tro com­pa­ñe­ro es la siguiente:
Alfon­so Fer­nán­dez Ortega
Cen­tro Peni­ten­cia­rio Madrid V
Apar­ta­do de Correos 200
Col­me­nar Vie­jo (Madrid)
Códi­go Pos­tal: 28770
Módu­lo 6

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alfonlibertad@​gmail.​com

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