El pasado domingo 16 de diciembre, una joven estudiante de 23 años fue golpeada y violada por un grupo de seis hombres mientras viajaba en colectivo, acompañada de un amigo, que también fue salvajemente golpeado hasta perder el sentido. Luego, fueron arrojados para fuera del vehículo por los delincuentes. Los dos están hospitalizados.
Según informe del hospital, la joven todavía se encuentra en estado crítico debido a una hemorragia interna, además de muchas heridas que pueden infectarse con facilidad. Sin embargo, ya se puede comunicar. Al despertarse, una de las primeras preguntas de la joven fue si ya habían capturado a sus violadores.
El viernes la joven recibió a la policía y le dio un primer relato de los hechos. El crimen ocurrió dentro del colectivo y el chofer y un menor fueron detenidos.
Tras las primeras noticias del caso, empezaron a organizarse las primeras manifestaciones. El sábado 22 de diciembre, la policía armó barricadas para impedir el avance de los manifestantes que fueron reprimidos con bombas de gas lacrimógeno, golpes de bastón e hidrantes. Muchas mujeres, sobre todo estudiantes, concurrieron a las manifestaciones. La policía reportó alrededor de 100 heridos.
Las protestas se dieron en medio a la visita del jefe de Estado ruso Vladimir Putin, que terminó siendo opacada. La programación del mandatario ruso fue alterada y calles que dan acceso a la Plaza de la Puerta, en el centro de Nueva Delhi, amanecieron cortadas por la policía en la mañana del 24 de diciembre.
El primer ministro de India, Manmohan Singh, en rara aparición, habló por televisión a todo el país y pidió calma ante la creciente indignación popular. “Les aseguro que haré todos los esfuerzos necesarios para velar por la seguridad de las mujeres en este país», afirmó,
India es considerada uno de los peores lugares del mundo para las mujeres, junto con Paquistán, Congo, Afganistán y Somalia.
En Nueva Delhi, según estadísticas oficiales de la policía, una mujer es violada cada 18 horas. Los casos de violaciones en India se han incrementado en un 875% en los últimos 40 años, de 2,487 en 1971 a 24,206 en 2011. Solo en Nueva Delhi se reportaron 572 violaciones el año pasado y más de 600 en 2012.
Según cifras oficiales del National Crime Records Bureau (NCRB) las chances de una mujer de ser víctima de una violación aumentó al doble en los últimos 20 años, mientras las posibilidades de que sus violadores sean detenidos disminuyó un tercio en el mismo periodo.
De acuerdo con estadísticas de 2011 de la NCRB, en todo el país, una mujer es violada a cada 22 minutos, un tercio de ellas niñas. Solamente 25% de los acusados reciben condena y los juicios llegan a tardar 7 años.
Las protestas – protagonizadas sobre todo por mujeres – en rechazo a los casos de violaciones no son nuevas en India, pero nunca habían reunido tanta gente en la capital de país.
En las manifestaciones, muchas jóvenes llevaban pancartas que criticaban las explicaciones machistas para las violaciones. “No culpe mi ropa, culpe al violador”, “mi ropa no es una excusa para violarme”, eran algunos de los mensajes.
Muy común también son las declaraciones de las autoridades que buscan amenizar la gravedad de los casos de violaciones en India.
En el comienzo de octubre, una serie de violaciones ocurrieron en el estado de Haryana, norte de India. Alrededor de 20 jóvenes y niñas, incluso una de 6 años y otra de 13 con discapacidad mental estaban entre las víctimas. El jefe tribal de la comunidad generó una polémica al apuntar que el consumo de comida china, muy condimentada, podría estar por detrás de tantos casos e ataques a las mujeres.
Otras autoridades propusieron, como solución, bajar el límite de edad para que las adolescentes puedan casarse.
Una de las víctimas, una joven de 16 años, fue filmada mientras la violaban. Al revelar a la familia lo que le había pasado, su padre se suicidó con miedo de que las imágenes pudiesen ser reveladas.
La división de la sociedad hindú en castas agrega más complejidad a los casos. La adolescente de 16 años, por ejemplo, es dalit, la casta más baja en la jerarquía, y sus violadores jats, una casta superior y común en el norte de India lo cuál hace aun más difícil que los responsables sean juzgados.