¿Qué nos trae la refor­ma labo­ral? por Ezker Abertzalea

Cada una de las cri­sis que ha vivi­do el Esta­do espa­ñol ha veni­do acom­pa­ña­da de una Refor­ma Labo­ral. El obje­ti­vo ha sido siem­pre el mis­mo: que la cla­se tra­ba­ja­do­ra pague la fac­tu­ra de la cri­sis. La refor­ma labo­ral y la refor­ma de pen­sio­nes plan­tea­da por el Gobierno Espa­ñol van en esa direc­ción: pér­di­da de dere­chos para la cla­se tra­ba­ja­do­ra en gene­ral y para las muje­res en par­ti­cu­lar. Nos anun­cian aba­ra­ta­mien­to del des­pi­do, el recor­te de las pen­sio­nes de viu­de­dad, orfan­dad e inva­li­dez, el fomen­to de los con­tra­tos a tiem­po par­cial, el alar­ga­mien­to de la vida labo­ral, la fle­xi­bi­li­dad, el aumen­to de los años de coti­za­ción… Medi­das todas ellas que supo­nen una cla­ra agre­sión hacia las tra­ba­ja­do­ras ya que nos situa­rán en una situa­ción toda­vía más precaria.

El mer­ca­do labo­ral se basa en la divi­sión sexual del tra­ba­jo y la dis­cri­mi­na­ción de las muje­res. Se nos nie­ga la posi­bi­li­dad de acce­der en igual­dad de con­di­cio­nes. Sufri­mos mayor tem­po­ra­li­dad, tene­mos los con­tra­tos más pre­ca­rios y muchas veces con­tra­tos a tiem­po par­cial. Nos vemos obli­ga­das a ele­gir entre nues­tra vida labo­ral y per­so­nal, ya que todas las tareas de cui­da­dos siguen reca­yen­do en noso­tras, y ello hace que nues­tra vida labo­ral y nues­tros años de coti­za­ción se vean truncados.
Todas las pro­pues­tas plan­tea­das por el Gobierno espa­ñol no hacen sino pro­fun­di­zar en las des­igual­da­des entre hom­bres y muje­res. Ante la dis­cri­mi­na­ción de las muje­res no se plan­tean más que par­ches, en el mejor de los casos.

Es momen­to de decir bas­ta y salir a la calle. Hay que recla­mar empleo y sala­rios dig­nos. Hay que exi­gir un repar­to jus­to de la rique­za. Redu­cir la edad de jubi­la­ción y pen­sio­nes por enci­ma del umbral de la pobre­za. Que las muje­res que no pudie­ron acce­der al mer­ca­do labo­ral no depen­dan de míse­ras pen­sio­nes de viu­de­dad, sino que tan­to hom­bres como muje­res ten­gan dere­cho a una pen­sión digna.
Las muje­res debe­mos exi­gir polí­ti­cas de empleo que vayan enca­mi­na­das a la con­se­cu­ción de un mer­ca­do labo­ral que nos posi­bi­li­te la incor­po­ra­ción al mis­mo en igual­dad de opor­tu­ni­da­des y mis­mas con­di­cio­nes de tra­ba­jo que los hombres.

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