Los periodistas se disputan las sillas en la inusualmente atestada sala del tercer piso del tribunal de Baiona. «¿Estamos en Francia o en España?», bromea una risueña periodista de Cuatro. «En Euskal Herria», le responde un periodista local, hoy en franca minoría. «Ya, es sólo una broma», responde la corresponsal. Un par de cadenas de televisión francesas compiten con una nube de cámaras hispanas.
La mayoría de los informadores no entienden a la procuradora Anne Kayanakis, que arranca la esperada comparecencia con retraso y tras resoplar a la vista de los muchos ojos que la observan. La mayoría no entiende el francés, y dos colegas se encargan de retransmitirles el grueso de la intervención de la fiscal que ha dirigido una investigación que, reconoce consternada, «no ha funcionado». En tono profesional, hace un relato cronológico sobre la aparición del cuerpo de Jon Anza en el mismo lugar en el que lo buscaron sin éxito su familia, primero, y más tarde la Policía Judicial. Su responsable en Baiona, Patrick Léonard, acompaña a la procuradora en el «mal trago» de razonar todo un cúmulo de circunstancias inexplicables.
Un vacío de 10 días…
La versión que defiende Kayanakis, sin mucho convencimiento, es la siguiente: el 29 de abril de 2009, diez días después de que Jon Anza llegara en tren a Toulouse procedente de Baiona, una patrulla de la Policía Local ve a una persona que llama su atención. Es medianoche y el parque del Boulevard Strasbourg, en que encuentran con síntomas de desvanecimiento a Jon Anza. No es un lugar concurrido a esa hora. Anza aparece inclinado sobre el jardín, los policías previenen a los servicios de urgencia. Los bomberos y el SAMU se personan en el lugar. Ha perdido la consciencia. Le aplican un masaje cardiaco. Es reanimado y trasladado sin demora al Hospital Purpan. En ese centro hospitalario fallecerá el 11 de mayo sin que en ese tiempo haya recobrado la consciencia.
Hasta ahí el relato de la procuradora. Antes y después de las dos fechas clave del 18 de abril y el 11 de mayo se agolpan los interrogantes. Las preguntas se suceden, pero la fiscal tiene pocas respuestas. No sabe qué pudo ocurrirle a Anza en ese lapso de once días. Un periodista le pregunta si se descarta la denuncia de una operación secreta y fallida de la Policía española. Ni ante ésa ni ante otras preguntas de la misma índole la procuradora descarta taxativamente esa hipótesis. Aunque Kayanakis evita «dar alas» a una «teoría alentada por ciertos sectores», a los que, como ya hiciera cuando GARA publicó en octubre la información, requiere que «nos aporten datos». En un off tras la conferencia de prensa ‑que ha durado exactamente 36 minutos y 47 segundos‑, la procuradora se muestra más categórica al afirmar que la tesis de la huida de Anza con el dinero que llevaba a ETA, apuntada por el titular hispano de Interior, Alfredo Peréz Rubalcaba, «se descarta totalmente».
Anza no llevaba documentos de identidad; sin embargo, el funcionario de Policía que, mientras llevaba a cabo otra pesquisa, habría sido alertado hace unos días por un empleado de la morgue de la existencia de un cuerpo sin identificar halla entre los enseres del fallecido 500 euros y un billete de tren del trayecto Baiona-Toulouse.
Y un misterio de un año
No es ese informe aparentemente incompleto el único incidente fatal que la procuradora Kayanakis deberá aclarar en el curso de la investigación para aclarar la muerte de Jon Anza, que según ha anunciado abrirá en sustitución del «caso por desaparición misteriosa» que ha instruido desde el mes de mayo de 2009.
Se trata de un billete de ida y vuelta que prueba que Anza llegó a la capital occitana el 18 de abril pero no pudo regresar a casa en la fecha que marcaba el billete: 20 de abril. Con el billete en la mano se produce una llamada a la comisaría de Baiona que desencadena el proceso que abocó, este jueves, a la identificación policial de Jon Anza. Pero el hallazgo de ese billete ni siquiera figura en el informe que redacta un agente de la comisaría de Toulouse sobre la localización de la persona desconocida, según reconoce, contrariado, el comisario Leónard.
La nueva pesquisa deberá explicar por qué los requerimientos de la Policía Judicial al Hospital Purpan, «como a todos los de Francia», se saldaron con respuesta negativa. Y antes de ello, dilucidar si la dirección de ese centro sanitario incumplió el protocolo que obliga a poner en conocimiento de la Policía el ingreso de cualquier persona no identificada.
Kayanakis no acertaba a dar con la expresión adecuada para explicar esa «extraña insumisión» de un hospital a seguir el guión marcado por el Ministerio de Salud y la Policía.
«No tenemos todas las respuestas, pero tenemos interrogantes a los que deberá responder la investigación», ha repetido sin cesar Kayanakis. Habida cuenta del, cuanto menos, sonoro fracaso de la investigación, ¿cederá por fin la fiscal, como ha solicitado públicamente la familia Anza, este caso a un juez de Instrucción? Por el momento, la fiscal dice que no encuentra motivos para ello.