Metáfora de la existencia humana ligada a la naturaleza, Pete Seeger trazó una línea paralela entre el proceso de germinación de una semilla y el hombre. «¡Oh, mundo sagrado al que estamos unidos! Nosotros hacemos votos para librarnos del odio, de la guerra y de la egoísta crueldad. Y, aquí, en nuestro pequeño rincón plantamos una minúscula semilla, que crecerá en belleza hasta ensombrecer el rostro de la codicia». Semillas de justicia social, semillas de no violencia, semillas de paz, según Jim Musselman, fundador del sello Appleseed, gracias al cual el legado de Pete Seeger ha cruzado la frontera del siglo XX al XXI.
El gran himno dejado para la posteridad por Pete Seeger se titula We shall overcome, grabado de nuevo por Bruce Springsteen e incluido primero en Where all the flowers gone: the songs of Pete Seeger (primero de tres recopilatorios de Appleseed sobre el cancionero de Seeger), luego como tema estrella del álbum We shall overcome: the Seeger sessions. Sobre su letra, escribe Springsteen que es la canción de protesta política más importante de todos los tiempos, cantada en todo el mundo siempre que hay gente que se esfuerza por la justicia y la igualdad. Originalmente es un himno de la iglesia Baptista, llevado al movimiento sindical en 1930 y popularizado entre los sindicalistas en la década de los cincuenta. Éstos son sus versos:
«Venceremos, venceremos algún día, lo creo en lo más profundo de mi corazón. Caminaremos unidos de la mano, Viviremos en paz, No estamos asustados, Venceremos, venceremos algún día».
El ataque a Iraq el 19 de marzo de 2003 a cargo del ejército estadounidense y británico levantó el grito antibélico presente en muchos norteamericanos. No todos estaban ni están detrás del concepto de guerra imperialista ideada por la cohorte del presidente George W. Bush. Entre ellos, Jim Musselman, quien invitó a Pete Seeger al día siguiente para que grabara una versión actualizada de Bring them home, escrito en los sesenta contra la intervención de Estados Unidos en Vietnam. La letra de la canción dice:
«Si amáis a este país de los libres, traedlos a casa, traedlos a casa. Traed a todos los soldados de vuelta de ultramar, Traedlos a casa, traedlos a casa. Los generales sufrirán, lo sé, Traedlos a casa, traedlos a casa».
Otro tema reverdecido por la guerra en Iraq es Waist deep in the big muddy, y como el anterior surgido por la reacción social contra la contienda en Vietnam. Dos versos bastan: «Hasta la cintura metidos en el gran cenagal, y el gran imbécil dice que sigamos avanzando». Vietnam en los sesenta; Iraq en el siglo actual. Una y otra vez los mismos motivos para elevar la voz. ¿Cuándo aprenderemos?, pregunta reiterada por P. Seeger en Where all the flowers gone, uno de sus temas más reconocidos, nacido tras la lectura de un poema ruso y al que aportó su visión de la raza humana:
«¿Dónde se fueron todos los cementerios? Hace ya tanto tiempo que murieron, ¿Dónde se fueron los cementerios? Hace tanto tiempo, ¿Dónde se han ido todos los cementerios? Cubiertos todos con flores, ¿Cuándo aprenderemos?»
Pero si algo caracterizaba a Pete Seeger era la esperanza, la confianza en el ser humano, convicción que subyace en All my children of the sun, una canción escrita por Pete Seeger a propósito de todos aquellos que no se callan al toparse con una injusticia, sobre todo cuando aún no se ha visibilizado por los demás como tal: «El sembrador esparce semillas. Algunas semillas caen en el sendero y son aplastadas, y no crecen. Algunas caen sobre las rocas, y no crecen. Pero algunas caen sobre suelo sin cultivar y crecen, y se multiplican por miles. ¿Quién sabe dónde algunas de esas pequeñas cosas que han hecho puede producir resultados años más tarde, resultados con los que nunca soñaste?»
Una de sus tonadas más tarareadas tiene este trasfondo. Es If I had a hammer, inmortalizada en la versión de Peter, Paul & Mary en 1962. Invita al optimismo. Fue escrita por Lee Hays y Pete Seeger y grabada por su segunda banda, The Weavers, tras la ruptura de The Almanac Singers, grupo del que formó parte su maestro y el más grande folclorista estadounidense, Woody Guthrie. Las enciclopedias musicales citan a P. Seeger como el puente entre Woody Guthrie y Bob Dylan. La melodía tiene el aire de canción infantil mientras se suceden los versos hilvanando ideas de qué hacer si tuviera un martillo, una campana y una canción, cuya conclusión es: «Es el martillo de la justicia, es la campana de la libertad, es la canción del amor entre todos mis hermanos y hermanas…»
Seeger depositaba todo el poder en la palabra, en la capacidad de entendimiento, a la vez que advertía del gran peligro derivado de cerrar nuestros oídos para gritar y gritar. Así lo explica en Words, words, words: «El mundo está lleno de gente gritando unos a otros coléricas palabras. Si las palabras no alcanzan su objetivo, entonces la gente dice que lo único que les queda son las armas. ¡No! Antes de llegar a las armas, intenta usar el arte –la pintura, la música, el baile o la buena comida o el propio deporte».
Con similar carga escribió Walking down the death row (Caminando por el corredor de la muerte). Necesitamos acciones inmediatas contra las guerras en marcha, contra el calentamiento global y otros problemas extendidos por el mundo. Porque lo último que se pierde es la esperanza: «Cuando alguien me dice que no hay esperanza, yo les contesto: alguna vez pensaste que el presidente Nixon abandonaría su puesto tras el caso Watergate; esperabas que el Pentágono abandonara Vietnam como lo hizo; creíste que caería el muro de Berlín pacíficamente, como así ocurrió; pensaste en que Nelson Mandela saldría de prisión y sería presidente de Sudáfrica… Así, si no puedes predecir el futuro, no estés tan seguro de que no hay esperanza».
Punto final para un músico que requiere páginas y páginas. Punto y seguido con la canción que en los últimos años más interpretó, Turn, turn, turn, que alcanzó estatus de clásico en las voces y arreglos de The Birds: «A medida que envejezco, me doy más cuenta de cómo lo malo y lo bueno están entrelazados en este mundo, y todo lo que tú puedes hacer es reír. O cantar Turn, turn, turn (gira, gira, gira), y señalar que lo que es correcto en un tiempo puede no serlo en otro».