Entre­vis­ta a la acti­vis­ta bra­si­le­ña Kelli Mafort, inte­gran­te y coor­di­na­do­ra de géne­ro del Movi­mien­to de los Tra­ba­ja­do­res Rura­les Sin Tie­rra (MST)

Dia­go­nal


Con moti­vo de la cele­bra­ción del VI Con­gre­so Nacio­nal del Movi­mien­to de los Tra­ba­ja­do­res Rura­les Sin Tie­rra (MST), que ten­drá lugar en febre­ro de 2014 en Bra­si­lia, Kelli Mafort ha via­ja­do a los esta­dos espa­ñol y fran­cés para reu­nir­se con dife­ren­tes colec­ti­vos socia­les, sin­di­ca­tos y par­ti­dos polí­ti­cos. Mafort, miem­bro de la Direc­ción Nacio­nal del MST y coor­di­na­do­ra nacio­nal del sec­tor de géne­ro, nos habla sobre la refor­ma agra­ria, el femi­nis­mo en el MST o las últi­mas pro­tes­tas en su país.
El VI Con­gre­so del MST lle­va por lema “Luchar, refor­ma agra­ria popu­lar!” ¿Cómo ha cam­bia­do la situa­ción del cam­po los últi­mos años y cómo lo abor­da el MST?
Bien, cuan­do el MST comen­zó la lucha por la tie­rra, tenía­mos un men­sa­je cla­ro de ocu­par tie­rras impro­duc­ti­vas para poner­las a pro­du­cir. En los últi­mos quin­ce años, se ha dado un pro­ce­so de cam­bio por el cual Bra­sil se incor­po­ra al pro­ce­so neo­li­be­ral, las tie­rras pasan a for­mar par­te del agro­ne­go­cio y la pro­duc­ción de mer­can­cías para expor­ta­ción se con­vier­te en ele­men­to bási­co de la eco­no­mía brasileña.
Al no exis­tir ya ese con­tin­gen­te de áreas impro­duc­ti­vas, el Gobierno e inclu­so inte­lec­tua­les de izquier­da, sos­tie­nen que la refor­ma agra­ria es una deman­da atra­sa­da y ya supe­ra­da. Al mis­mo tiem­po, la pobla­ción rural en Bra­sil es sólo un 14% del total, un cam­po sin gen­te. De modo que debe­mos con­se­guir que las per­so­nas urba­nas se invo­lu­cren tam­bién en la defen­sa de la tie­rra. Des­de el MST fomen­ta­mos que las per­so­nas tra­ba­jen en la agri­cul­tu­ra fami­liar pero, en los luga­res don­de no es posi­ble, pone­mos en mar­cha pun­tos de ven­ta direc­to en los asen­ta­mien­tos para que las per­so­nas de las ciu­da­des cer­ca­nas pue­dan abas­te­cer­se. Y que esto nos per­mi­ta, ade­más, repen­sar las rela­cio­nes urbano-rura­les en la lucha por la refor­ma agraria.

Con­ti­nuan­do con la defen­sa de la tie­rra, no se si has oído hablar de la cono­ci­da como “Ley Mon­to­ro” que va a eli­mi­nar enti­da­des loca­les meno­res y trae­rá como con­se­cuen­cia que bie­nes comu­nes pue­dan poner­se a la venta.

Me pare­ce algo terri­ble, de lo que no, no había oído hablar. Sin embar­go, esa situa­ción me recuer­da al pro­ce­so de consolidación/​emancipación de asen­ta­mien­tos, que el Gobierno Dil­ma está ace­le­ran­do. Muy resu­mi­da­men­te, con­sis­te en cam­biar la figu­ra legal de las tie­rras, de modo que pue­dan poner­se a la ven­ta, algo has­ta aho­ra no per­mi­ti­do. En un Bra­sil con casi pleno empleo, con incen­ti­vos muy esca­sos para el cam­po, que las tie­rras de las per­so­nas asen­ta­das por el MST pasen a ser pro­pie­da­des y pue­dan ven­der­se, pue­de supo­ner una nue­va con­cen­tra­ción de tie­rras en manos de las gran­des empre­sas transnacionales.

¿Cuál es el papel de las muje­res del MST en la lucha por la refor­ma agra­ria y con­tra esas transnacionales?

Al comien­zo del Movi­mien­to, eran los hom­bres los que esta­ban vin­cu­la­dos a las cues­tio­nes pro­duc­ti­vas y domi­na­ba la idea de cons­ti­tuir gran­des coope­ra­ti­vas agra­rias que com­pi­tie­ran con­tra los gran­des lati­fun­dis­tas y la indus­tria agro­ali­men­ta­ria. Pero este mode­lo tra­jo endeu­da­mien­to para las fami­lias, alta depen­den­cia de insu­mos y, en fin, la invia­bi­li­dad de la vida en el cam­po. Es ahí cuan­do las muje­res del MST hablan de las con­tra­dic­cio­nes de esa matriz pro­duc­ti­va mas­cu­li­ni­za­da y afir­man que es el momen­to de una agri­cul­tu­ra diver­si­fi­ca­da que luche por la sobe­ra­nía ali­men­ta­ria de los pue­blos. Para con­se­guir­lo, es nece­sa­rio luchar con­tra el agro­ne­go­cio, y eso es lo que pro­po­ne­mos des­de el “femi­nis­mo cam­pe­sino popu­lar” de la Vía Cam­pe­si­na, una com­bi­na­ción de femi­nis­mo y lucha con­tra el capi­tal. Para visi­bi­li­zar todo esto, des­de el 2006, las accio­nes del 8 de mar­zo del MST se cen­tran en la lucha con­tra las transnacionales.

¿Cuá­les son los fac­to­res con­cre­tos den­tro del MST que hacen nece­sa­ria la orga­ni­za­ción de las muje­res (más allá de los fac­to­res que hacen nece­sa­ria esa lucha en cual­quier ámbi­to de la sociedad)?

Las muje­res del MST tra­ba­ja­mos en orga­ni­za­cio­nes de muje­res des­de el comien­zo del movi­mien­to. Lo que vemos es que, duran­te la con­quis­ta por la tie­rra, en los cam­pa­men­tos, vivi­mos en con­di­cio­nes bas­tan­te equi­ta­ti­vas con los hom­bres; mien­tras el obje­ti­vo es con­se­guir la tie­rra, es la comu­ni­dad la que está en el cen­tro de la organización.

Sin embar­go, cuan­do las per­so­nas pasan a estar asen­ta­das, es la fami­lia hete­ro­pa­triar­cal la que sus­ti­tu­ye a la comu­ni­dad y, para­dó­ji­ca­men­te, la con­se­cu­ción de las tie­rras impli­ca un empeo­ra­mien­to de las con­di­cio­nes de vida y de los dere­chos de las muje­res. A par­tir del año 2000, vemos que es nece­sa­rio cons­ti­tuir el sec­tor de géne­ro, no para sus­ti­tuir a las orga­ni­za­cio­nes de muje­res, sino como espa­cio de empo­de­ra­mien­to, inclu­so para cons­pi­rar, y lle­var des­pués los deba­tes sobre géne­ro a los espa­cios mix­tos del MST.

Has­ta aho­ra, hemos con­se­gui­do que la pari­dad sea un hecho en todos los órga­nos de deci­sión y, en el VI Con­gre­so, el deba­te sobre géne­ro ten­drá un lugar den­tro de los deba­tes sobre el Movi­mien­to y no sólo como una cues­tión espe­cí­fi­ca de las muje­res. No obs­tan­te, esa par­ti­ci­pa­ción no es efec­ti­va por­que las con­di­cio­nes para que las muje­res par­ti­ci­pen no son equi­ta­ti­vas. De mane­ra que pode­mos decir que ha habi­do muchas con­quis­tas, pero que las muje­res tene­mos aún mucho que luchar den­tro del MST.

¿Cómo valo­ra el MST las últi­mas pro­tes­tas en Brasil?

La ver­dad es que las pro­tes­tas fue­ron una sor­pre­sa, nadie espe­ra­ba movi­li­za­cio­nes una vez comen­za­da la Copa Con­fe­de­ra­cio­nes y, menos aún, que estu­vie­sen pro­ta­go­ni­za­das por gen­te joven. Muchas orga­ni­za­cio­nes de izquier­da, en un tono sober­bio, des­pre­cia­ron las pro­tes­tas cali­fi­cán­do­las de des­po­li­ti­za­das. El MST se pre­gun­ta cómo estas orga­ni­za­cio­nes, que han aban­do­na­do el pro­ce­so de for­ma­ción polí­ti­ca de la pobla­ción, pue­den pre­ten­der des­pués que las pro­tes­tas las pro­ta­go­ni­cen per­so­nas muy for­ma­das políticamente.

En cual­quier caso, para el MST fue y es un moti­vo de ale­gría. Han sido movi­li­za­cio­nes impor­tan­tí­si­mas no sólo en las gran­des ciu­da­des, sino en el inte­rior del país, don­de hacía años que no se pro­du­cía un fenó­meno como éste. Para el MST es posi­ti­vo tam­bién por­que, cuan­do dis­mi­nu­yó la inten­si­dad de las pro­tes­tas, la gen­te bus­có cómo con­ti­nuar luchan­do en pro­yec­tos con­cre­tos y muchas per­so­nas se acer­ca­ron a nues­tros cam­pa­men­tos y asen­ta­mien­tos para par­ti­ci­par y apoyarnos

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