Una comunidad sometida a los grandes de Europa y Norteamérica, cuenta que su gente, vio un juez disfrazado de rey mago, adorando a un reicito real a las puertas del FMI. Una mala pisada le imposibilitó la entrada oficial al pesebre custodiado, pero entró por la puerta trasera, aunque la mala suerte pareciera acompañarlo. Era un día de esas fiestas entre importantes. Así es como se coló el nota licenciado, dándole manga ancha la danza de tanques para la democracia. Tomó tanto de tanto, que entre dar y tomar se transformó en perrito mágico.
¡Habemus mago para la democracia!
Dijeron algunos de los grandes congregados.
Desde su elección, de servidor a la corte a distancia se hizo paje, y desde ahí es que cruzó de lleno a golpetazo de mazo charcos incontenibles de agua, continentes enteros, viendo la mejor forma de servir las blanquinegras leyes del reino de la moneda; se lanzó sobre canales, canalones y desiertos de arena en polvo de oro para toda la vida entregar su corazón, hasta aterrizar aún más alto.
Supremos de toda América definen y consolidan su suerte.
Perfila entre dientes y saborea el hueso deleitando su lengua amaestrada, los apoyos internacionales que le acreditan popularidad, agujereando con destreza ladina, los ya recortados recortes de la humanidad engañada por la torre de babel.
Forman, potencian y consolidan su hábitat.
Blanquea el lado oscuro, entre militares medalla arriba/medalla abajo se destaca y asciende el biberón, como pichón servidor del internacional sistema anulador de culturas; entre pompas de jabón afloran su imagen,
que acicalan como serial televisivo entre bambalinas, a la sombra de las puntas que renegaron del mes de abril, de sus cosechas y sus vías internacionales por la república, y entre algunos de los ramos caminantes de reivindicaciones históricas plagadas de mayo, ya desviados de tal glorioso internacionalismo.
Así es como logra acompañar en la distancia la dinastía de su reicito, transmitiendo en cada servicio prestado al pesebre del FMI (comunitario entre grandes), una inmensa felicidad democrática; el reicito se hizo amigo del chuchito.
¡Cuánto llegó a estimar al reicito aquél perrito mago!
Vean un ejemplo que pulula en el hilo de la historia…
Al parecer el reicito se aburría empalagado de tanta democracia. Chucho servidor se puso triste, pensando en que hacer, para que brotase la alegría en su amo. Se encontró con él y, para matar el aburrimiento de su poltrona, se les ocurrió juntos, hacer una de sus habituales. Y, es que el juez, digo, y digo bien, vamos, que el chucho mago se había hecho imprescindible en su vida.
¡Cuánto adoraba el pesebre de palacio con toda su dinastía!
Más, muuuuucho más, que su propia vida; a ellos se entregaba quemando cejas y hasta mazos leales sobre mesas blindadas. Así puesito mismo es que fue como entre ambos, ingeniaron disfrazarse de capa y tricornio de terciopelo, más conocido como sombrero de tres picos, para poder atravesar fronteras invisibles camuflados en modelos exclusivos, y estamentos sagrados de lujuria; bendición sagrada de aroma Perlamajórica entre altares.
Juntos se les vio trepando muros nocturnos.
Atravesaron portones, recortaron intereses, y florearon nuevas comuniones; todo ordenadito en sobres camuflados en alcanfor, hacia objetivos entre risas. Así, de la noche a la mañana, y, sin importar ni a rey ni juez ‑que ningún tipo de investigación ni estudio de rigor avalaba a ambos- empezó a desenvolverse a sus anchas la orden d“ Jueces a Medida.
En secreto decidieron volcarse en su nueva cacería.
“Misión sobre el oro de Moscú”
Durmieron conciencias para mejor levantar tajada… Siguen hilando dichos pobladores, así es como lo cuentan los aficionados a las fracciones y fricciones de leyenda. Que unidos ambos (chucho y reicito), se les vio espadín en mano contra viento y marea en defensa de la patria de Palacio, más cargada de dinastía que la torre de Babel, sobre la que bombardeó el diluvio. Pretendiendo el arrogante entre castas militares, imponer sayo y monje por ley, por látigo, o si no por suicidio voluntario. Pronto la ley de Herodes tomó cuerpo entre ambos. Y caminaron hacia uno de sus laboratorios frotándose las manos:
-¡Hoy será un gran día mi rey!
Dijo el perro al amo.
Así fue como reicito y juez
Pretendieron hacer del último preso un sagutxu
Aprovechando la humedad y frío del purito invierno, acordaron ambos cómplices, dar una buena dosis de una consistente esencia “calentita” que ya aguardaba al insumiso; para así comprobar en corto tiempo, si en realidad el “café” era tan tóxico como para alterar sus propias arterias, ya que el reicito apenitas se sostenía en pie, sólo y gracias a los lingotazos de grandes infusiones de su ingesta. Así es como empezaron a crear normas útiles de casta, divirtiéndose de lo lindo entre vida y muerte; crearon los operativos.
Cazar al preso con una ratonera entre posos de café.
Para ello eligieron campo de lucha, lugar, día, y persona en una de sus mazmorras; todo estudiado como jugando a las escondidas. Decidió su generosidad que fuera una jarra “calentita” de café diaria de a litro, de mañana y otra de tarde, y bien prietico, cargadito de aroma.
Café Oro“El negrito fue la consigna.
Destinada para el día de la caza del preso político que más conciencia tenía. Para asegurar que el consumo fuera abundante; en una especie de cepillo para madera lleno de agujeritos cazasagutxus, metieron sugerentes bolitas de café prensado puro, envueltas en papelitos brillantes, como la caja que contenía dicho “regalito”, sobre la que ponía en letras rojinegras de rasgos artísticos: ”elixir amargo”. Astutamente al preso aislado, le dejaron sólo una manta inferior prácticamente inservible, para calmar el frío donde la calefacción no llegaba, además, le redujeron los alimentos, ni fruta ni ensaladas ni verduritas de ningún tipo, así aceleraban el proceso del venenillo sobre los efectos del café.
La conclusión fue la siguiente:
Primero murió el Juez, luego el verdugo que ejecutó la orden, y tras este, el reicito cardíaco perdido las pichó, en medio de un ataque de impotencia, que le sobrevino al encontrarse lejos de manosantas, únicas que obran milagros a los herederos del caudillo; por el contrario,
el condenado mantuvo el tipo:
Filtró la esencia una vez fría sobre un viejo calcetín.
Regó la planta, que los colegas de su pueblo, le enviaron junto a un libro el día de su cumpleaños, y adornó sus ramas con el “elixir amargo” de colores sugerentes. Dando una sensación de alegría a la pieza mortuoria de la mazmorra, hasta la manta raída se veía mejor, entre dichos infrarrojos de café colgados, como dando la bienvenida al nuevo año.
Así fue, como el secuestrado del gal, siguió degaldándose.
Tanto creció la planta a su lado, tan a prisa y muerta de risa, que hasta los posos del picadillo del calcetín cantaron. Recuperó fibra entre sueños, a su mente llegaron hermosas plantaciones de café y cacao vibrantes de vida; también fruta, decenas de plataneras, cítricos, aguacateras… Y, alternó los sueños de dichas imágenes entre libros, leyendo, haciendo flexiones, estiramientos, y recibiendo al sol como una veneración que emanaba de sus ancestros.
Eguzki se convirtió en su mejor aliado.
Traspasaba muros y posaba sobre su frente durante horas, haciéndose compañía mientras observaban juntos como gatos panza arriba como la palmaban, los que después de negarle la libertad tras 29 años cumplidos en diferentes mazmorras, quisieron convertirle en ratón entre rejas y rata de laboratorio en espacio real.
Una toma de cámara oculta captó a ambos.
Se les veía felices juntos, así es como el dios de los vascones le despidió ese día. Y, cuentan, que a la semana siguiente, además de energía a la planta que crecía envidiable, envió un pajarito.
Y, que le dijo:
Ahí te dejo un amigo, yo lo llamo plumita, cuídalo como a ti mismo, si? Chao coleguilla, ánimo, sueña siempre! No demoraré nuestro próximo encuentro, y recuerda que no tengo fuerzas para rendirme! La próxima volveré con más energía, derretiremos los barrotes, y fundiremos la llave de la Libertad!!!
Maité Campillo (actriz y directora de teatro)