Resumen Latinoamericano/Tony López, especial desde La Habana - Nuestro colaborador Tony López, que habitualmente escribe desde La Habana sobre temas que abordan la lucha del pueblo colombiano, ha entrevistado a un legendario luchador fariano, Miguel Pascuas, que actualmente integra en Cuba la Delegación de las FARC-EP que mantiene conversaciones con el gobierno de Juan Manuel Santos, en el marco de los Diálogos de Paz.
-En estos días del año 2014, se cumple el 50 aniversario de la fundación de las FARC. Usted ha vivido toda esa historia porque ingresó a la organización en los años 60, entonces mi idea es que se pueda culminar un relato que sobre su vida inició el año pasado a instancia de una entrevista que le hizo Jesús Santrich. Él me ha cedido la posibilidad de preguntarle. A usted le agradezco que lo haya permitido. Entonces, concretamente quisiera que hablemos un poco sobre aquella etapa de origen que circunscribe a la operación Marquetalia. La segunda represalia contra Marquetalia se da en 1964. ¿Podría darnos algunos detalles sobre cómo se produjo aquel suceso?
-Fue durante el gobierno de Guillermo León Valencia que se ejecuta la operación contra Marquetalia. Ésta comienza con la ayuda y la asesoría técnica de Estados Unidos. Para la arremetida emplearon 16 mil soldados sobre un área montañosa donde estábamos 48 compañeros. Allí teníamos nuestras fincas; la mayoría trabajábamos cultivando la tierra y otros en pequeñas ganaderías.
De la operación se conoció con tiempo a través de diferentes contactos y por eso hubo oportunidad de hacer una intensa actividad política, buscando que el ataque no se produjera. Fue mucho lo que hablamos para que no se agrediera a Marquetalia que, por entonces, era una zona muy organizada en el trabajo y en la convivencia. Allí se producía mucha comida que salía para Gaitania, Planadas y hasta para Neiva. Gente que quizás antes había tomado las armas, en ese momento la dedicación que tenía era la de arar la tierra y criar animales, pequeñas ganaderías.
Recuerdo que en una ocasión un sacerdote visitó Marquetalia con el fin de bautizar a los niños y a un compañero nuestro, el sargento Tula; también lo bautizó el sacerdote allá en el monte porque la represión no lo había dejado bajar a Gaitania. Nosotros estábamos en paz, pero había mucha represión del ejército. El gobierno, al contrario de ayudar a los campesinos al desarrollo de la región, con vías de comunicación, con inversión social que resolviera los problemas de salud, educación, vivienda, etc., que han azotado a las zonas rurales desde siempre, lo que determinó fue desatar un ataque masivo revestido de intolerancia. No solamente eso, sino que su ataque atendía a órdenes extranjeras, a órdenes de los Estados Unidos.
Cuando ya vimos que la situación se complicaba, que el ataque era inminente, nos juntamos lo que podía ser como la reserva de la vieja autodefensa, gente que tenía su experiencia en la guerra y todo el que estuviera en condiciones de pelear. Era un asunto de vida o muerte y había que defenderse. En Marquetalia nos reunimos 48 campesinos para resistir la agresión que venía arrasar con todo y matarnos; se resistió más de tres meses, tiempo en el que en lo primero que nos ocupamos fue en evacuar a las familias y sus bienes más preciados, al menos lo que se podía mover dentro del monte, porque la verdad es que a todos les tocó meterse selva adentro para sobrevivir.
Lo que arrojaron los balances y las informaciones es que el número de efectivos que usaron para toda la operación fue de 16 mil soldados, que incluían fuerzas combinadas de infantería, artillería y aviación ya fuera para bombardear o para llevar la tropa y suministros. Con esa fuerza iniciaron un cerco para bloquearnos y aniquilarnos. Esa operación, si mal no estoy, así ya para el terreno, la dirigió el coronel Correa Cubides que comandaba la Sexta Brigada, y todo lo coordinaban desde Ibagué y Neiva.
De parte nuestra, pues la resistencia la comandaba el camarada Manuel Marulanda, pero cuando comienza la agresión con nosotros estaban por ahí desde mitad de abril, los dos camaradas que envió el Partido con toda la información que había y con la misión de permanecer junto a nosotros ayudando a conducir la actividad política y militar. Esos compañeros son Jacobo Arenas, que era de la dirección del Partido, y Hernando González, que era de la Dirección de la Juventud Comunista. Hasta Gaitania llegaron, me refiero a la parte rural de montaña y a partir de ahí se multiplicó la actividad política en defensa de Marquetalia, porque de lo que se hablaba era de una operación de exterminio donde iban a meter entre 10 mil y 16 mil gentes de batallones diversos como el batallón Colombia, la Escuela de Lanceros, el Juambú y otros cuantos, que eso era como decir la tercera parte del Ejército, y de remate con la asesoría la Misión Militar norteamericana y los llamados “Cuerpos de Paz”.
Eso, digamos, que tuvo efecto positivo porque hasta una comisión de parlamentarios y de sacerdotes católicos plantearon visitar la región para ir a evaluar lo que estaba ocurriendo, si el gobierno tenía razón para proceder como pretendía, pero la jerarquía militar y la misma iglesia católica no dejaron, no permitieron que la delegación se arrimara a Marquetalia, pues estaba de por medio y tomando las decisiones la embajada gringa.
De todas maneras, al menos las manifestaciones públicas en solidaridad con la gente de Marquetalia eran muy claras y cotidianas, y nosotros seguíamos tomando puesto para enfrentar lo que llegara. La preparación incluyó la puesta en marcha de nuestra propia propaganda que se hacía, y de eso estaba a cargo el camarada Jacobo Arenas, con un mimeógrafo que le decían “La Rotativa”.
En lo que tiene que ver con la parte militar, la dirección del movimiento agrario se convirtió en Estado Mayor Guerrillero y se crearon unos grupos pequeños de gente armada y desarmada, definiéndose áreas concretas donde debían actuar, o emboscarse, o alertar, etc.
Después de estar pendientes, un poco en tensión desde abril, al fin el 27 de mayo comenzó la acción en un punto llamado en La Floresta. Ahí, en el cañón del río Atá se da el primer tiroteo con el grupo del camarada Joselo; eso fue un miércoles. Tres días después, un sábado, se da otro combate fuerte con el grupo del camarada Isaías Pardo. Estos compañeros son dos de los héroes inolvidables de la resistencia. Isaías murió en el marco de la operación, peleando a orillas del San Miguel y Joselo fue asesinado en Bogotá, a donde se había trasladado para que le resolvieran un problema de salud.
Eso, de ahí para delante, fue combates y más combates que solamente paraban cuando se agotaba la comida. Esto yo le puedo comentar, en general, sin saber que decirle más de lo ya hasta ahora dicho, porque sobre este asunto de la resistencia de Marquetalia el camarada Manuel explicó muy bien, con detalle lo ocurrido, se lo contó a Arturo Alape y éste sacó un libro muy bueno: “Las Vidas de Pedro Antonio Marín, Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo”, y uno de sus capítulos se titula “La Operación Marquetalia, la guerra que aun no ha terminado”, como efectivamente usted ve que no ha terminado. Y también el camarada Jacobo Arenas hizo un magnífico trabajo que explica cómo fue la resistencia. Lo hace en un libro que se llama “Diario de la Resistencia”, entonces imagínese, qué más le puedo agregar a un tema que está explicado de manera muy clara por los dos camaradas que estaban a la cabeza del movimiento.
-De todas maneras, siempre es bueno refrescar la memoria, sobre todo si consideramos que usted, con Jaime Guaracas, son los dos últimos sobrevivientes de aquella época tan importante para la historia de Colombia. Porque bien sabido es que allí tiene sus orígenes esta guerrilla, la más antigua del continente, que hoy está en diálogos con el gobierno, y que precisamente ahora cumplen 50 años de su fundación. De esos 50 años usted es un testigo de primer orden, desde la génesis hasta el presente. Por favor coméntenos sus propias percepciones.
-Es cierto que estoy en las FARC desde su fundación, un poco antes inclusive porque ya había dicho en una entrevista anterior que mi ingreso lo hice con el camarada Marulanda. Él fue el que me habló y me dijo que me metiera en la resistencia. Esto se da en enero de 1960, inmediatamente después que el gobierno mandó a asesinar al camarada Jacobo Prías, (“Charro Negro”), que era el jefe del movimiento agrario de Marquetalia. Entonces, si quiere percepciones, esto es muy importante decirlo, porque fíjese que estamos hablando de un crimen que se comete contra un dirigente popular que había confiado en la palabra del gobierno y estaba en paz, se supone que no había guerra, que se había llegado a un acuerdo y la gente estaba trabajando, la lucha que se hacía era sin las armas.
Si recuerda, en la entrevista que le menciono, expliqué que el camarada Manuel Marulanda andaba normalmente, de civil, como inspector de carreteras, y yo era un muchacho, trabajador. De repente, y directamente después que matan a “Charro Negro” es que lo veo armado, y es cuando él me habla y dice sin muchas vueltas que era hora de ingresar. La razón que me da es que habían matado a “Charro Negro”, que no había justicia y que en eso tenía las manos metidas el gobierno. Se le oía muy dispuesto, sin duda alguna, cuando expresó que se iba a enfrentar al gobierno, que a él también lo estaban buscando para matarlo y que no se iba a dejar matar sin pelear. Y eso fue así pues como lo más fuerte, porque naturalmente el camarada me dio unas razones políticas muy entendibles, ahí mismo donde yo estaba tirando pico y pala, porque eso era así, trabajando y hablando. Yo estaba haciendo una alcantarilla para el desagüe de la carretera.
-¿Entonces podemos decir que en 1960 se reactiva la actividad guerrillera a raíz del asesinato de Jacobo Prías?
-Es que las cosas no se dan tan así como de la noche a la mañana. Yo pienso, y así lo decía el camarada Marulanda, que ese crimen es una de las razones principales para reiniciar la pelea, como decía él, fue como el comienzo y el chispazo en serio de esa lucha, porque se venían acumulando razones y ese asesinato colma la paciencia y la buena voluntad de la gente que estaba en paz. Pero de todas maneras, lo que hace el camarada Manuel es alertar, explicar que eso de la paz que habían prometido era una mentira, que había una intención de aniquilar al movimiento agrario y que allí estaba la paz del gobierno baleada en el cuerpo del principal dirigente agrario de Marquetalia y de la región, porque en verdad eso era el camarada Jacobo Prías
Entonces yo debo recordar que en toda esa zona había un trabajo político muy organizado de parte de los compañeros. Eso no era así como que cada quien andaba por ahí en desorden, no. Había organización política y la influencia del Partido Comunista era más o menos notoria, y esa era la línea que seguía el camarada Marulanda. Él, por ahí como desde el 53, desde los días de la creación del Comando del Davis, andaba en lo del comunismo y el “Charro Negro” también, pues ellos eran muy unidos y su trabajo político muy coordinado. Juntos, y al lado de otros dirigentes, tenían como el trabajo organizativo con características similares por el Guayabero y en Riochiquito, que eran las partes donde antes había florecido la resistencia armada comunista, hasta cuando por ahí en los finales de 1957 hubo el acuerdo de paz con el gobierno; y que era la paz en la que andaban los camaradas Prías y Marulanda, que duró más o menos desde finales del 57 hasta cuando asesinan a traición al camarada Jacobo Prías.
Pero, ¿qué paso? Resulta que se desataron las provocaciones del gobierno, sobre todo diciendo que esas zonas agrarias eran “repúblicas independientes”, y vinieron los asesinatos y la persecución que obligó a organizar la autodefensa.
Hasta donde yo recuerdo, por lo que viví y entiendo, es que esa persecución es lo que obligó nuevamente a tomar las armas, porque todas las áreas donde existía el movimiento agrario que tenía tendencia comunista, como Río Chiquito, El Pato, Guayabero, el Sumapaz o Marquetalia sufrían la malquerencia del gobierno.
Hablando con el camarada Efrén Gonzáles, que él venía de Villarrica, contaba que durante toda la época de la dictadura de Rojas Pinilla, entre 1954 y 1957, esa zona siempre vivió como en asedio solamente porque eran comunistas y trabajaban organizadamente, hasta que les hicieron la guerra en firme y los hicieron salir de sus sitios de vivienda. Después de eso, y como consecuencia de todo ese desplazamiento forzado de la gente, es que se organizan estas zonas de Río Chiquito, El Pato y las otras que mencioné, como zonas de movimiento agrario que también incluían a Marquetalia. Pues usted debe saber que ese nombre se lo puso “Charro Negro” por el año 55, porque antes se llamaba El Támaro. Entonces, cuando ya cae la dictadura de Rojas Pinilla en el 57, los destacamentos guerrilleros en realidad estaban como autodefensa totalmente vueltos movimiento campesino.
Esto fue así, y es muy importante saber que la gente seguía políticamente al Partido Comunista, y esto lo agrego para que se entienda. Es lo que dice la historia que siempre hemos aprendido de nuestros orígenes, que en el 58, la dirección del Partido había hecho el Congreso, creo que era el octavo, y allí se había declarado como orientación que se habían abierto algunos espacios o posibilidades para hacer la lucha por la vía pacífica, sin negar claro, que había que pelear duro en el camino de la democratización del país.
Eso de pronto no era más que un deseo, pero fue lo que se pensó y lo que se siguió como línea política. Pero de todas maneras, la realidad puso en su sitio cada cosa, viéndose que para eso no había perspectivas ciertas. La sola imposición del sistema político bipartidista paritario lo demostraba. Pero bueno, con todo y eso, lo que se indicó para actuar fue la “línea de autodefensa de masas contra la violencia oficial y reaccionaria”.
Lo concreto fue que el gobierno, con una falsa excusa de acabar con el bandolerismo, utilizando agentes encubiertos y desmovilizados liberales convertidos en paramilitares, siguió matando gente, pero sobre todo comunistas. El gobierno dice que estaba haciendo la “guerra preventiva”, pero en realidad era pura guerra sucia. Con esa situación, el Partido Comunista mantuvo la línea de la “autodefensa de masas”.
Eso se ratificó en el noveno Congreso, y después lo hizo el 29 Pleno del Comité Central. Y ya cuando ese Pleno se estaba celebrando, Estados Unidos junto al ejército colombiano estaban ejecutando el denominado Latin American Security Operation, conocido como Plan Laso.
Entonces, fíjese bien, con la pacificación emprendida por el Frente Nacional constituido por la unión de los Partidos Liberal y Conservador, el personal armado comunista que había se desmovilizó, entró a una supuesta paz prometida por el gobierno, y esa decisión política se aplicó principalmente en Marquetalia, y desde ahí mismo se mantuvo la gente organizada como movimiento agrario.
Por la finca de Marquetalia se le pagó a la dueña con unas cabezas de ganado, unas mulas, y 50 mil pesos en efectivo. Con todo eso, hablando en plata blanca, Marquetalia dejó de ser zona guerrillera para convertirse en zona campesina de actividad agraria.
En ese momento en que se está fuera de la actividad militar, es que asesinan al camarada Jacobo Prías, y eso no es solamente decisión del gobierno colombiano, porque ya estaban andando los desmovilizados como paramilitares al servicio del gobierno, como era el caso de José María Oviedo (“Mariachi”), que fue quien materialmente lo asesinó.
El caso es que estaba en Colombia la misión yanqui con el total beneplácito de la oligarquía. Esa misión estaba encabezada por William Yarborough y su equipo (misión Yarborough), y son ellos los que diseñan e imponen el Plan Laso contra la resistencia campesina de la región de Marquetalia, con un paquete de guerra psicológica y propagandística que tenía una visión ideológica anticomunista, sacada de los manuales con los que formaban a los “cuadros militares” del continente en las escuelas de instrucción militar estadounidense de los años 40 y 50.
Estas son las cosas importantes que creo que se podrían resaltar de lo que fueron las circunstancias que rodearon la Operación Marquetalia. Como le dije antes, el detalle de las acciones y el día a día de los hechos está bien relatado en los libros de los camaradas Marulanda y Jacobo Arenas.
-Entiendo que usted ve un hilo conductor entre lo que es la resistencia armada comunista anterior a 1964 y el surgimiento de las FARC. ¿Se podría afirmar que este nacimiento es una determinación más de orden ideológico-político, o corresponde más a una necesidad de sobrevivencia? ¿Realmente los campesinos no tuvieron otra alternativa que la de rearmarse?
-Es que esos asuntos no se pueden separar como quien pone cosas diferentes en costales distintos. Una cosa va generando la otra, va influyendo. Si a usted lo persiguen para matarlo para quitarle la tierra, usted se defiende como sea. Pero si usted logra la formación que le enseña que es que hay unas razones por las que le quieren quitar esa tierra, si usted toma conciencia de eso, con seguridad su resistencia, su lucha ya no será por la mera tierra suya, lo cual es muy importantes pero no ya lo fundamental. Sino que usted pelea por la tierra, por los intereses del colectivo, y eso le va marcando un tipo de pensamiento diferente, si se quiere llámela ideológica y póngale que aparecen razones ideológicas. Pero le repito que eso no se puede separar tajantemente. Yo le digo esto para mayor explicación, y es que en el caso de la resistencia armada comunista, es obvio que ella surge como consecuencia de un desarrollo político de las estructuras de un Partido, que crece, se cualifica. Pero eso ocurre porque encuentra una situación objetiva donde darse, ocurre porque ese Partido logra un influjo en las zonas rurales que padecen abusos, latrocinio, injusticias. Y ese Partido brinda las explicaciones y las salidas justas para los afectados.
A finales de los años 40, en Colombia había una intensa represión conservadora. Eso fue durante los gobiernos de Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez y Roberto Urdaneta. Para entonces, ya había un trabajo organizativo y político del Partido Comunista en el campo, allí donde la gente tenía las mayores necesidades. Y la necesidad principal era la de la tierra, y para adelantar esa lucha se organizaron las Ligas Campesinas. Pero ahí mismo se intensifica la represión de los mismo que por décadas le han arrebatado la tierra a la gente del campo. Ahí mismo se intensifica la represión de los terratenientes que después se pone más grave con las persecución terrible que agregan a partir del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Por esa persecución, por la necesidad de sobrevivencia, porque ya había algo de conciencia política, la gente asume la organización de la autodefensa de masas como autodefensa armada. Este fenómeno tiene especial desenvolvimiento en el sur del Tolima.
Esa no es una etapa fácil, son tiempos de vida o muerte, sobre todo en esas áreas estigmatizadas por los poderosos. Una de ellas era el Tolima, ahí especialmente usted puede poner a Chaparral, pero tomando en cuenta que la persecución gubernamental con su policía chulavita era contra campesinos liberales y comunistas. En eso, las manos de Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez y Roberto Urdaneta, como presidentes, estuvieron metidas totalmente. Bien podemos decir que ellos obligaron a las ligas campesinas a pasar de la resistencia de masas a la toma de las armas. Ese paso no fue solamente de los comunistas, porque a los liberales también les tocó y eso tocó hacerlo cargando con las familias y todo para donde quiera que tocaba irse por la persecución.
En esto que estoy relatando se puede ver que de la autodefensa se va pasando a la idea de constituir una guerrilla, lo cual ya implicaba no solamente un concepto de defender la vida, sino que además ya había un propósito político. Este paso es poco a poco, y lo obligan las circunstancias, pero con el agregado de que se le va metiendo conciencia política.
Sin temores podemos decir que hasta antes del ataque a Marquetalia, había resistencia más que todo ligada a la idea de la autodefensa, pero que ya a esas alturas de los hechos, como producto de un proceso, de unas causas, de un agravamiento de los problemas de orden material, pero además por la cualificación de la conciencia política, la organización que se concibe es con una nueva visión y una nueva mentalidad, que es la de la guerrilla.
En este momento del proceso, ya no está solamente la idea de la defensa de la parcela, de la región. En este momento ha aparecido una idea: que la resistencia armada frente a las agresiones comprende una visión territorial, de influencia política de grupos con mucha movilidad y decisión de poder, con una conducción política y militar. De tal manera que todos esos momentos importantes de lucha de resistencia armada en Irco, en Chicalá, el Davis, en Villarrica, cada uno con sus cualidades y procesos particulares, se convierten en un solo gran proceso antecedente para llegar a lo que fue la experiencia de Marquetalia como inicio de la guerrilla en serio, a partir del que surgirán nuevas experiencias que luego darán la madurez para proyectar la ocupación de las tres cordilleras. O dar el paso hacia la realización de la Primera Conferencia del Bloque Sur que es donde con mejor reflexión, con mayor orden y entendimiento, se hace el análisis de este proceso que se ha ido viviendo, pero también pensando y ordenando en la mente como para decirnos a nosotros mismos: bueno, ya hemos atravesado esta y esta otra situación, ya hemos dado este y este otro paso, entonces hemos tenido una evolución, ya no somos solamente una autodefensa sino que ahora somos una guerrilla. Por eso, aunque todavía no nos llamamos FARC, esa Conferencia, la del Bloque Sur, la consideramos como la Primera Conferencia de las FARC-EP.
Esto también tiene su importancia porque se trata de ver que hay momentos muy especiales en que en la lucha hay que hacer un alto para meditar, para hacer conciencia del rumbo que se le da a un proceso. Y en la Conferencia del Bloque Sur hubo eso, la reflexión sobre la experiencia organizativa, el análisis de la experiencia política y militar de la resistencia hasta llegar, especialmente, a la de Marquetalia. Aquí decimos: bueno esto tiene otro carácter, el movimiento armado ya no está solamente por defender la vida de cada quien y de las familias, sino que está por una lucha en que el propósito es la toma del poder. Y eso resulta que es un salto inmenso, tan grande que marca el inicio de la historia de las FARC como tal. A los pocos meses, creo que seis, se dará la Conferencia Constitutiva de nuestra organización.
Con esta explicación, vuelvo un poco atrás para decir que el surgimiento de las FARC obedece a un proceso, y que la fecha de fundación, que es la del 27 de mayo, es una simbología. Quiero decir que una organización como la nuestra, no nace un día X porque alguien lo decidió y ya, sino que su surgimiento tiene unas causas, hay una gestación. La fecha rememora un día heroico de esa resistencia, que es el combate primero que se da cuando el avance de la operación enemiga choca con nuestra gente y logramos recuperar los primeros fusiles. Y hasta aquí, en el proceso del que hablo, se han producidos una cantidad enorme de hechos con un trasfondo de orden social, político y económico en el que la lucha por la tierra tiene un papel muy pero muy especial.
Entonces, sin duda, el asesinato del camarada Jacobo Prías, que era con el camarada Manuel Marulanda, el fundador de Marquetalia, y jefe del movimiento agrario de la región por aquel entonces, y por otro lado el ataque militar contra la zona son, podríamos decir, dos detonantes principales del surgimiento de las FARC.
En varias ocasiones se ha recordado de nuestra parte un criterio muy preciso del camarada Manuel sobre estos hechos, y es que fueron los directorios de los partidos políticos y los militares los que movieron a los delincuentes como Mariachi, para que se produjera el asesinato de Jacobo Prías, quien ya era conocido como un dirigente muy querido, que estaba de lleno en la política abierta, pacífica, desarmada, como integrante además del Partido Comunista. Él hacía parte del Comité Central de este Partido. Marulanda sobre esto tiene una frase muy conocida en la que dice que “con el correr del tiempo, la muerte de ‘Charro Negro’ nos ha llevado a una confrontación nacional con grandes perspectivas para producir cambios. Y si ello nos permite crear todas las condiciones para tomarnos el poder”. A eso, él le agregaba la opinión de que no todas las veces se producen levantamientos armados por la muerte de un comandante. Y decía que a su modo de ver, prácticamente era un caso muy particular.
Y sobre esos pensamientos es que el camarada Manuel Marulanda afirmaba que “en Marquetalia ha comenzado el chispazo y el comienzo de la revolución en serio, de acuerdo a lo que estamos viendo”. A “Charro” lo asesinaron por la espalda el 11 de enero de 1960. Yo ingresé a la guerrilla el mismo mes del mismo año, unos días después de ese crimen de Estado, en plena iniciación del sistema político excluyente liberal-conservador que las oligarquías bautizaron con el nombre pomposo de Frente Nacional, y en pleno desarrollo de la “guerra preventiva” y bajo el peso de la llamada “Doctrina de la Seguridad Nacional” que implantaron los Estados Unidos en nuestro país con el beneplácito de quienes nos gobernaban.
Desde 1958, quien había asumido la presidencia de la República cómo primer mandatario del Frente Nacional, era el liberal Alberto Lleras Camargo. Ya desde el parlamento colombiano, el señor Álvaro Gómez Hurtado, el hijo de otro nefasto presidente que se llamó Laureano Gómez, había iniciado una campaña feroz contra Marquetalia diciendo que era una “República Independiente”. Así que aún estando Lleras Camargo en la Presidencia, se produjo el primer ataque a Marquetalia; eso fue el 8 de enero de 1962. El segundo ataque, que es del que estamos hablando, se da en 1964 bajo la presidencia de Guillermo León Valencia. Esta es la que se llama propiamente “Operación Marquetalia” y la realizan como parte del Plan Laso.
-Miguel, hoy en día, y luego de sus 52 años de guerra, lo cual significa su presencia en primera línea de combate; a lo largo de los 50 años de lucha que cumplen las FARC en este mes de mayo de 2014, ¿qué significa para usted el nombre Marquetalia?
-Marquetalia, aparte de todo lo que he explicado, tiene un sentido muy especial, que es el sentido que le dan todos los guerrilleros de las FARC, incluyendo a los más nuevos. Porque es que a los más nuevos se les enseña la historia para que tengan claro de dónde es que venimos y para dónde es que vamos. Entonces Marquetalia es el símbolo de la resistencia popular armada en nuestro país. Pero también es el símbolo del surgimiento de la guerrilla como tal, ya tomando el rumbo no de la autodefensa campesina, sino el de la guerra de guerrillas móviles. Además, con un heroísmo que genera mucho orgullo en el movimiento revolucionario fariano. De ese símbolo viene un compromiso inquebrantable de llevar la lucha por las transformaciones sociales hasta donde nos trazamos, que es hacer una revolución socialista en Colombia. Eso no es para que se nos quede por ahí enredado. Ese es el compromiso que significa Marquetalia, porque además es el compromiso que tiene otro nombre inclaudicable, que es el nombre de nuestro eterno comandante Manuel Marulanda Vélez.
-¿A usted le tocó pelear en Marquetalia?
-Pues ahí empecé y todavía no he terminado. Lo que no le podría decir es en cuántos combates participé, porque es como difícil ponerse a llevar cuentas de ese tipo. Lo que sí le diría es que nosotros no nos replegábamos hasta cuando se nos acababa la comida, y eso implica que hubo muchos combates, y muchos soldados del gobierno muertos y heridos. Nosotros recuperamos buen armamento. También hubo una compañera muerta, no recuerdo ahora su nombre de guerra, la ametralló un avión. También hubo un guerrillero muerto en combate, él se llamaba Luis Salgado y otro guerrillero se desnucó cuando se cayó con cuatro arrobas de maíz encima. Otra gente nuestra se enfermó de viruela negra y otros con un mal en los pies que llamaban “espuela de gallo”. No es fácil, en la guerra muere gente de lado y lado, y todos tienen sus dolientes.
Después de muchos combates, salimos hacia el comando de Ciro Trujillo en Río Chiquito. Eso significaba ocho días por trocha para llegar hasta allá, pasando por el Simbola. Ya asentados por esos lados, veníamos intermitentemente a Marquetalia a pelear unos días y otra vez regresábamos a Río Chiquito. Ahí generalmente, promediando, entre ida y vuelta y los ratos de pelea, nos gastábamos 20 días. Pero cuando montábamos emboscadas y la tropa enemiga demoraba en pasar por el lugar preparado, el tiempo de espera se nos alargaba hasta por un mes, pero no nos regresábamos sin pelear, había que pelear.
-¿Cree usted que aún se siguen manteniendo las mismas motivaciones de antes para la lucha en las FARC?
-Por supuesto, las circunstancias que motivan la lucha armada siguen siendo las mismas, solo que en un contexto contemporáneo y con los problemas agravados. Sigue el mismo intervencionismo estadounidense por el dominio de nuestras tierras que se las quieren distribuir a pedazos; eso en comunión con el gobierno que cada día se deslegitima. Este gobierno no pone freno a la extranjerización de la tierra y de nuestros recursos. En el plano de la democracia lo que hay cada día son nuevas restricciones, nuevas normas “liberticidas” de “seguridad ciudadana”. Los diversos gobiernos de derecha siempre le han dado la espalda al genuino soberano, y sin importarle la suerte de los nacionales arremete contra los bosques y reservas naturales, que no solo deben ser preservadas por condiciones obvias de cuidado ambiental, también porque son parte inalienable y sagrada de nuestros pueblos aborígenes, cuya cosmovisión le da un valor preciado y entrañable a la tierra. Y esto no es tradición solamente de ellos sino de todos los colombianos, sobre todo de los campesinos y comunidades rurales en general, que en virtud del mestizaje tienen una gran influencia indígena en su idiosincrasia.
Ahora nos quedan miles de muertos, tanto soldados como guerrilleros, campesinos, y pueblo que sigue sufriendo la violencia desatada por estos gobiernos, que cada día entregan nuestra riqueza colombiana a unas multinacionales. Utilizan las mismas artimañas para lograr el exterminio, aunque ahora empeoraron, porque no les basta con querer acabar con su encarnizado plan guerrerista a la guerrilla sino que, además, se valen de la manipulación de los medios de información para llenar con ilusiones y falacias las expectativas de paz de la nación.
A mí, mucho de lo que hoy se dice desde la propaganda oficial me recuerda a lo que el gobierno también decía antes; pareciera que eso el gobierno no cambia. Recuerdo, por ejemplo, que estando en Río Chiquito, en el comando de Ciro Trujillo, el gobierno hacía la propaganda sobre que ya había acabado con los marquetalianos. Igual que ahora, cuando el gobierno vende la imagen, con base en mentiras, de una guerrilla doblegada cuya única opción es entregar las armas sin derecho a exigir nada, y pareciera que un diálogo para el entendimiento lo quisieran convertir en un proceso de sometimiento lleno de mezquindades, de tal forma que a estas alturas de la vida todavía el gobierno no se decide a acabar con el latifundio.
De todas maneras y frente a la propaganda enemiga que sugiere nuestro declive, después de acordarme de tanta odisea en esta lucha, me da risa ver al enemigo tratando de presionarnos como si nos fuéramos a asustar. No, eso no va con nosotros. Por lo menos yo estoy aquí todavía lidiando y con ganas de seguir luego de medio siglo de estar batallando. Le apuesto a la paz, la deseamos, pero resolviendo los problemas que generaron el alzamiento. En eso, las ganas para seguir luchando nos sobran.
-Bien comandante Miguel, le agradezco mucho su atención y su disposición para responder a esta entrevista. Algún mensaje final.
-Pues sí, yo me había comprometido a narrar algunas anécdotas sobre aquellos días de Río Chiquito, mis experiencias con Líster, con el camarada Jaime Guaracas, con el camarada Manuel, con el camarada Jacobo. Y la verdad es que quedo debiendo esa parte, pero no me bajo del compromiso. Ahora pensé que era mejor hablar del sentido general que tiene ese símbolo que es Marquetalia, sobre todo en este mes en que cumplimos 50 años de resistencia como FARC-EP. Pensé así porque Colombia debe tener bien claro que esta lucha tiene un origen, unas razones llenas de justeza, que no es un capricho o el producto de la insensatez. Digamos que dejo dos mensajes. Uno, muy sencillo, y es el de la reiteración de mi compromiso de narrar algunas anécdotas de esta historia hecha por gente humilde que quiere la paz con justicia social para el país y que está dispuesta a entregar la vida por ello. Un segundo mensaje tiene que ver con la paz, y es que estamos en La Habana porque tenemos convencimiento de lograr ese propósito. Hay una necesidad nacional de paz y las FARC quieren ayudar a forjar los escenarios que la permitan. Pero eso no depende solamente de nosotros. En este momento ya cumplimos el año y medio de diálogos y hemos concretado dos acuerdos parciales. Uno sobre Reforma Rural Integral y otro sobre Partición Política. En el primero, se consignan logros y de eso ya hablé en algún momento, resaltando que la promesa de formalizarle la tierra a todos los campesinos es muy importante, como lo es la promesa de llevar salud, vivienda, educación,etc. Pero eso apenas está en promesas y con el inconveniente de que todavía el gobierno no se compromete con la delimitación del latifundio, con una redistribución en serio de la tierra y con frenar su extranjerización. Estos son elementos fundamentales de una reforma agraria, lo que quiere decir que lo fundamental no está resuelto.
Y en el plano de la participación política, que es el asunto de la democracia, también todo está como un paquete de promesas en el que lo más resaltante podría ser la creación de circunscripciones lectorales especiales para la gente que vive en las zonas más apartadas. Estas personas podrían elegir en las elecciones normales y luego hacerlo nuevamente para una representación especial de sus zonas. Pero asuntos como el de la reforma electoral y política que recomponga este corrompido sistema electoral, no están resueltos ni siquiera como promesa. Como tampoco están resueltos temas cruciales como el de la existencia del paramilitarismo o de la existencia de la criminal Doctrina de la Seguridad Nacional, la misma del enemigo interno que es la que ha desatado la guerra sucia y el terror oficial en Colombia.
Entonces, asuntos esenciales de la democracia todavía están en veremos. Y sobre el tercer punto referido al tema del narcotráfico, hay avances pero debe haber una definición más clara del Estado en cuanto a su compromiso de cambiar la política de guerra contra las drogas, que ha fracasado mundialmente y en Colombia ha llenado el país de sangre, contaminación ambiental y muerte. El gobierno ni siquiera se ha comprometido aún con acabar con las desastrosas fumigaciones que le llenan el bolsillo a Monsanto mientras destruye nuestro medio ambiente. Y por otro lado, mientras golpea con todo a los eslabones más débiles de la cadena, que son los cultivadores y los consumidores, no despliega acciones visibles contra los duros del narcotráfico que están incrustados en el sector financiero. De todas maneras hay avances, pero aún hay mucha cosa metida en el congelador y se trata de asuntos fundamentales que hay que comenzar a abordar sin más demoras.
En todo caso, como se trata de asuntos delicados, de interés nacional, seguramente lo más conveniente será que se convoque la Asamblea Nacional Constituyente que le permita al soberano actuar con sabiduría en la definición de estas dificultades y en la concreción de la refrendación. Esa Asamblea es una necesidad, como lo es también la creación de una Comisión que esclarezca la verdad sobre la historia del conflicto, estableciendo las responsabilidades políticas del caso. Sin esa Comisión es imposible abordar el importante tema de las víctimas del conflicto. Ya sabemos que si se requiere justicia, obligadamente se debe establecer la verdad, por eso la urgencia de la Comisión.
Bueno, no me extiendo más. También agradezco la paciencia suya para recibir mis respuestas y dejo mi deseo porque el pueblo colombiano se empeñe con su vigor y su creatividad en esta loable tarea que es la de alcanzar la paz con justicia social para todos.
-Gracias a usted comandante Pascua, ha sido importante su relato, que se conoce poco en nuestra América latina y caribeña. Esperemos que este nuevo intento de solución al conflicto social y armado termine con un acuerdo de paz justo y duradero, lo cual sería un gran triunfo para su pueblo y para nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños. Pero antes, dígame cómo le ha parecido nuestro país.
-Cuba es realmente un país muy hermoso, de personas muy instruidas y cultas, con una extraordinaria vocación solidaria, gentes muy espontáneas. Siempre he admirado la lucha del pueblo cubano, que fue un ejemplo para nosotros. El camarada Fidel Castro, el Che Guevara, son símbolos muy grandes para todos los revolucionarios. La obra de la revolución cubana repercute en toda nuestra región, sobre todo llevando salud y educación a muchos pueblos hermanos. Realmente Cuba y su Revolución son un paradigma de resistencia y lo demuestran en su lucha contra ese brutal bloqueo de Estados Unidos, cad