Resu­men Lati­no­ame­ri­cano entre­vis­tó al coman­dan­te his­tó­ri­co de las FARC, Miguel Pascuas

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Resu­men Latinoamericano/​Tony López, espe­cial des­de La Haba­na - Nues­tro cola­bo­ra­dor Tony López, que habi­tual­men­te escri­be des­de La Haba­na sobre temas que abor­dan la lucha del pue­blo colom­biano, ha entre­vis­ta­do a un legen­da­rio lucha­dor fariano, Miguel Pas­cuas, que actual­men­te inte­gra en Cuba la Dele­ga­ción de las FARC-EP que man­tie­ne con­ver­sa­cio­nes con el gobierno de Juan Manuel San­tos, en el mar­co de los Diá­lo­gos de Paz.

-En estos días del año 2014, se cum­ple el 50 ani­ver­sa­rio de la fun­da­ción de las FARC. Usted ha vivi­do toda esa his­to­ria por­que ingre­só a la orga­ni­za­ción en los años 60, enton­ces mi idea es que se pue­da cul­mi­nar un rela­to que sobre su vida ini­ció el año pasa­do a ins­tan­cia de una entre­vis­ta que le hizo Jesús San­trich. Él me ha cedi­do la posi­bi­li­dad de pre­gun­tar­le. A usted le agra­dez­co que lo haya per­mi­ti­do. Enton­ces, con­cre­ta­men­te qui­sie­ra que hable­mos un poco sobre aque­lla eta­pa de ori­gen que cir­cuns­cri­be a la ope­ra­ción Mar­que­ta­lia. La segun­da repre­sa­lia con­tra Mar­que­ta­lia se da en 1964. ¿Podría dar­nos algu­nos deta­lles sobre cómo se pro­du­jo aquel suceso?

-Fue duran­te el gobierno de Gui­ller­mo León Valen­cia que se eje­cu­ta la ope­ra­ción con­tra Mar­que­ta­lia. Ésta comien­za con la ayu­da y la ase­so­ría téc­ni­ca de Esta­dos Uni­dos. Para la arre­me­ti­da emplea­ron 16 mil sol­da­dos sobre un área mon­ta­ño­sa don­de está­ba­mos 48 com­pa­ñe­ros. Allí tenía­mos nues­tras fin­cas; la mayo­ría tra­ba­já­ba­mos cul­ti­van­do la tie­rra y otros en peque­ñas ganaderías.

De la ope­ra­ción se cono­ció con tiem­po a tra­vés de dife­ren­tes con­tac­tos y por eso hubo opor­tu­ni­dad de hacer una inten­sa acti­vi­dad polí­ti­ca, bus­can­do que el ata­que no se pro­du­je­ra. Fue mucho lo que habla­mos para que no se agre­die­ra a Mar­que­ta­lia que, por enton­ces, era una zona muy orga­ni­za­da en el tra­ba­jo y en la con­vi­ven­cia. Allí se pro­du­cía mucha comi­da que salía para Gai­ta­nia, Pla­na­das y has­ta para Nei­va. Gen­te que qui­zás antes había toma­do las armas, en ese momen­to la dedi­ca­ción que tenía era la de arar la tie­rra y criar ani­ma­les, peque­ñas ganaderías.

Recuer­do que en una oca­sión un sacer­do­te visi­tó Mar­que­ta­lia con el fin de bau­ti­zar a los niños y a un com­pa­ñe­ro nues­tro, el sar­gen­to Tula; tam­bién lo bau­ti­zó el sacer­do­te allá en el mon­te por­que la repre­sión no lo había deja­do bajar a Gai­ta­nia. Noso­tros está­ba­mos en paz, pero había mucha repre­sión del ejér­ci­to. El gobierno, al con­tra­rio de ayu­dar a los cam­pe­si­nos al desa­rro­llo de la región, con vías de comu­ni­ca­ción, con inver­sión social que resol­vie­ra los pro­ble­mas de salud, edu­ca­ción, vivien­da, etc., que han azo­ta­do a las zonas rura­les des­de siem­pre, lo que deter­mi­nó fue des­atar un ata­que masi­vo reves­ti­do de into­le­ran­cia. No sola­men­te eso, sino que su ata­que aten­día a órde­nes extran­je­ras, a órde­nes de los Esta­dos Unidos.

Cuan­do ya vimos que la situa­ción se com­pli­ca­ba, que el ata­que era inmi­nen­te, nos jun­ta­mos lo que podía ser como la reser­va de la vie­ja auto­de­fen­sa, gen­te que tenía su expe­rien­cia en la gue­rra y todo el que estu­vie­ra en con­di­cio­nes de pelear. Era un asun­to de vida o muer­te y había que defen­der­se. En Mar­que­ta­lia nos reuni­mos 48 cam­pe­si­nos para resis­tir la agre­sión que venía arra­sar con todo y matar­nos; se resis­tió más de tres meses, tiem­po en el que en lo pri­me­ro que nos ocu­pa­mos fue en eva­cuar a las fami­lias y sus bie­nes más pre­cia­dos, al menos lo que se podía mover den­tro del mon­te, por­que la ver­dad es que a todos les tocó meter­se sel­va aden­tro para sobrevivir.

Lo que arro­ja­ron los balan­ces y las infor­ma­cio­nes es que el núme­ro de efec­ti­vos que usa­ron para toda la ope­ra­ción fue de 16 mil sol­da­dos, que incluían fuer­zas com­bi­na­das de infan­te­ría, arti­lle­ría y avia­ción ya fue­ra para bom­bar­dear o para lle­var la tro­pa y sumi­nis­tros. Con esa fuer­za ini­cia­ron un cer­co para blo­quear­nos y ani­qui­lar­nos. Esa ope­ra­ción, si mal no estoy, así ya para el terreno, la diri­gió el coro­nel Correa Cubi­des que coman­da­ba la Sex­ta Bri­ga­da, y todo lo coor­di­na­ban des­de Iba­gué y Neiva.

De par­te nues­tra, pues la resis­ten­cia la coman­da­ba el cama­ra­da Manuel Maru­lan­da, pero cuan­do comien­za la agre­sión con noso­tros esta­ban por ahí des­de mitad de abril, los dos cama­ra­das que envió el Par­ti­do con toda la infor­ma­ción que había y con la misión de per­ma­ne­cer jun­to a noso­tros ayu­dan­do a con­du­cir la acti­vi­dad polí­ti­ca y mili­tar. Esos com­pa­ñe­ros son Jaco­bo Are­nas, que era de la direc­ción del Par­ti­do, y Her­nan­do Gon­zá­lez, que era de la Direc­ción de la Juven­tud Comu­nis­ta. Has­ta Gai­ta­nia lle­ga­ron, me refie­ro a la par­te rural de mon­ta­ña y a par­tir de ahí se mul­ti­pli­có la acti­vi­dad polí­ti­ca en defen­sa de Mar­que­ta­lia, por­que de lo que se habla­ba era de una ope­ra­ción de exter­mi­nio don­de iban a meter entre 10 mil y 16 mil gen­tes de bata­llo­nes diver­sos como el bata­llón Colom­bia, la Escue­la de Lan­ce­ros, el Juam­bú y otros cuan­tos, que eso era como decir la ter­ce­ra par­te del Ejér­ci­to, y de rema­te con la ase­so­ría la Misión Mili­tar nor­te­ame­ri­ca­na y los lla­ma­dos “Cuer­pos de Paz”.

Eso, diga­mos, que tuvo efec­to posi­ti­vo por­que has­ta una comi­sión de par­la­men­ta­rios y de sacer­do­tes cató­li­cos plan­tea­ron visi­tar la región para ir a eva­luar lo que esta­ba ocu­rrien­do, si el gobierno tenía razón para pro­ce­der como pre­ten­día, pero la jerar­quía mili­tar y la mis­ma igle­sia cató­li­ca no deja­ron, no per­mi­tie­ron que la dele­ga­ción se arri­ma­ra a Mar­que­ta­lia, pues esta­ba de por medio y toman­do las deci­sio­nes la emba­ja­da gringa.

De todas mane­ras, al menos las mani­fes­ta­cio­nes públi­cas en soli­da­ri­dad con la gen­te de Mar­que­ta­lia eran muy cla­ras y coti­dia­nas, y noso­tros seguía­mos toman­do pues­to para enfren­tar lo que lle­ga­ra. La pre­pa­ra­ción inclu­yó la pues­ta en mar­cha de nues­tra pro­pia pro­pa­gan­da que se hacía, y de eso esta­ba a car­go el cama­ra­da Jaco­bo Are­nas, con un mimeó­gra­fo que le decían “La Rotativa”.

En lo que tie­ne que ver con la par­te mili­tar, la direc­ción del movi­mien­to agra­rio se con­vir­tió en Esta­do Mayor Gue­rri­lle­ro y se crea­ron unos gru­pos peque­ños de gen­te arma­da y des­ar­ma­da, defi­nién­do­se áreas con­cre­tas don­de debían actuar, o embos­car­se, o aler­tar, etc.

Des­pués de estar pen­dien­tes, un poco en ten­sión des­de abril, al fin el 27 de mayo comen­zó la acción en un pun­to lla­ma­do en La Flo­res­ta. Ahí, en el cañón del río Atá se da el pri­mer tiro­teo con el gru­po del cama­ra­da Jose­lo; eso fue un miér­co­les. Tres días des­pués, un sába­do, se da otro com­ba­te fuer­te con el gru­po del cama­ra­da Isaías Par­do. Estos com­pa­ñe­ros son dos de los héroes inol­vi­da­bles de la resis­ten­cia. Isaías murió en el mar­co de la ope­ra­ción, pelean­do a ori­llas del San Miguel y Jose­lo fue ase­si­na­do en Bogo­tá, a don­de se había tras­la­da­do para que le resol­vie­ran un pro­ble­ma de salud.

Eso, de ahí para delan­te, fue com­ba­tes y más com­ba­tes que sola­men­te para­ban cuan­do se ago­ta­ba la comi­da. Esto yo le pue­do comen­tar, en gene­ral, sin saber que decir­le más de lo ya has­ta aho­ra dicho, por­que sobre este asun­to de la resis­ten­cia de Mar­que­ta­lia el cama­ra­da Manuel expli­có muy bien, con deta­lle lo ocu­rri­do, se lo con­tó a Artu­ro Ala­pe y éste sacó un libro muy bueno: “Las Vidas de Pedro Anto­nio Marín, Manuel Maru­lan­da Vélez, Tiro­fi­jo”, y uno de sus capí­tu­los se titu­la “La Ope­ra­ción Mar­que­ta­lia, la gue­rra que aun no ha ter­mi­na­do”, como efec­ti­va­men­te usted ve que no ha ter­mi­na­do. Y tam­bién el cama­ra­da Jaco­bo Are­nas hizo un mag­ní­fi­co tra­ba­jo que expli­ca cómo fue la resis­ten­cia. Lo hace en un libro que se lla­ma “Dia­rio de la Resis­ten­cia”, enton­ces ima­gí­ne­se, qué más le pue­do agre­gar a un tema que está expli­ca­do de mane­ra muy cla­ra por los dos cama­ra­das que esta­ban a la cabe­za del movimiento.

-De todas mane­ras, siem­pre es bueno refres­car la memo­ria, sobre todo si con­si­de­ra­mos que usted, con Jai­me Gua­ra­cas, son los dos últi­mos sobre­vi­vien­tes de aque­lla épo­ca tan impor­tan­te para la his­to­ria de Colom­bia. Por­que bien sabi­do es que allí tie­ne sus orí­ge­nes esta gue­rri­lla, la más anti­gua del con­ti­nen­te, que hoy está en diá­lo­gos con el gobierno, y que pre­ci­sa­men­te aho­ra cum­plen 50 años de su fun­da­ción. De esos 50 años usted es un tes­ti­go de pri­mer orden, des­de la géne­sis has­ta el pre­sen­te. Por favor comén­te­nos sus pro­pias percepciones.

-Es cier­to que estoy en las FARC des­de su fun­da­ción, un poco antes inclu­si­ve por­que ya había dicho en una entre­vis­ta ante­rior que mi ingre­so lo hice con el cama­ra­da Maru­lan­da. Él fue el que me habló y me dijo que me metie­ra en la resis­ten­cia. Esto se da en enero de 1960, inme­dia­ta­men­te des­pués que el gobierno man­dó a ase­si­nar al cama­ra­da Jaco­bo Prías, (“Cha­rro Negro”), que era el jefe del movi­mien­to agra­rio de Mar­que­ta­lia. Enton­ces, si quie­re per­cep­cio­nes, esto es muy impor­tan­te decir­lo, por­que fíje­se que esta­mos hablan­do de un cri­men que se come­te con­tra un diri­gen­te popu­lar que había con­fia­do en la pala­bra del gobierno y esta­ba en paz, se supo­ne que no había gue­rra, que se había lle­ga­do a un acuer­do y la gen­te esta­ba tra­ba­jan­do, la lucha que se hacía era sin las armas.

Si recuer­da, en la entre­vis­ta que le men­ciono, expli­qué que el cama­ra­da Manuel Maru­lan­da anda­ba nor­mal­men­te, de civil, como ins­pec­tor de carre­te­ras, y yo era un mucha­cho, tra­ba­ja­dor. De repen­te, y direc­ta­men­te des­pués que matan a “Cha­rro Negro” es que lo veo arma­do, y es cuan­do él me habla y dice sin muchas vuel­tas que era hora de ingre­sar. La razón que me da es que habían mata­do a “Cha­rro Negro”, que no había jus­ti­cia y que en eso tenía las manos meti­das el gobierno. Se le oía muy dis­pues­to, sin duda algu­na, cuan­do expre­só que se iba a enfren­tar al gobierno, que a él tam­bién lo esta­ban bus­can­do para matar­lo y que no se iba a dejar matar sin pelear. Y eso fue así pues como lo más fuer­te, por­que natu­ral­men­te el cama­ra­da me dio unas razo­nes polí­ti­cas muy enten­di­bles, ahí mis­mo don­de yo esta­ba tiran­do pico y pala, por­que eso era así, tra­ba­jan­do y hablan­do. Yo esta­ba hacien­do una alcan­ta­ri­lla para el des­agüe de la carretera.

-¿Enton­ces pode­mos decir que en 1960 se reac­ti­va la acti­vi­dad gue­rri­lle­ra a raíz del ase­si­na­to de Jaco­bo Prías?

-Es que las cosas no se dan tan así como de la noche a la maña­na. Yo pien­so, y así lo decía el cama­ra­da Maru­lan­da, que ese cri­men es una de las razo­nes prin­ci­pa­les para reini­ciar la pelea, como decía él, fue como el comien­zo y el chis­pa­zo en serio de esa lucha, por­que se venían acu­mu­lan­do razo­nes y ese ase­si­na­to col­ma la pacien­cia y la bue­na volun­tad de la gen­te que esta­ba en paz. Pero de todas mane­ras, lo que hace el cama­ra­da Manuel es aler­tar, expli­car que eso de la paz que habían pro­me­ti­do era una men­ti­ra, que había una inten­ción de ani­qui­lar al movi­mien­to agra­rio y que allí esta­ba la paz del gobierno balea­da en el cuer­po del prin­ci­pal diri­gen­te agra­rio de Mar­que­ta­lia y de la región, por­que en ver­dad eso era el cama­ra­da Jaco­bo Prías

Enton­ces yo debo recor­dar que en toda esa zona había un tra­ba­jo polí­ti­co muy orga­ni­za­do de par­te de los com­pa­ñe­ros. Eso no era así como que cada quien anda­ba por ahí en des­or­den, no. Había orga­ni­za­ción polí­ti­ca y la influen­cia del Par­ti­do Comu­nis­ta era más o menos noto­ria, y esa era la línea que seguía el cama­ra­da Maru­lan­da. Él, por ahí como des­de el 53, des­de los días de la crea­ción del Coman­do del Davis, anda­ba en lo del comu­nis­mo y el “Cha­rro Negro” tam­bién, pues ellos eran muy uni­dos y su tra­ba­jo polí­ti­co muy coor­di­na­do. Jun­tos, y al lado de otros diri­gen­tes, tenían como el tra­ba­jo orga­ni­za­ti­vo con carac­te­rís­ti­cas simi­la­res por el Gua­ya­be­ro y en Rio­chi­qui­to, que eran las par­tes don­de antes había flo­re­ci­do la resis­ten­cia arma­da comu­nis­ta, has­ta cuan­do por ahí en los fina­les de 1957 hubo el acuer­do de paz con el gobierno; y que era la paz en la que anda­ban los cama­ra­das Prías y Maru­lan­da, que duró más o menos des­de fina­les del 57 has­ta cuan­do ase­si­nan a trai­ción al cama­ra­da Jaco­bo Prías.

Pero, ¿qué paso? Resul­ta que se des­ata­ron las pro­vo­ca­cio­nes del gobierno, sobre todo dicien­do que esas zonas agra­rias eran “repú­bli­cas inde­pen­dien­tes”, y vinie­ron los ase­si­na­tos y la per­se­cu­ción que obli­gó a orga­ni­zar la autodefensa.

Has­ta don­de yo recuer­do, por lo que viví y entien­do, es que esa per­se­cu­ción es lo que obli­gó nue­va­men­te a tomar las armas, por­que todas las áreas don­de exis­tía el movi­mien­to agra­rio que tenía ten­den­cia comu­nis­ta, como Río Chi­qui­to, El Pato, Gua­ya­be­ro, el Suma­paz o Mar­que­ta­lia sufrían la mal­que­ren­cia del gobierno.

Hablan­do con el cama­ra­da Efrén Gon­zá­les, que él venía de Villa­rri­ca, con­ta­ba que duran­te toda la épo­ca de la dic­ta­du­ra de Rojas Pini­lla, entre 1954 y 1957, esa zona siem­pre vivió como en ase­dio sola­men­te por­que eran comu­nis­tas y tra­ba­ja­ban orga­ni­za­da­men­te, has­ta que les hicie­ron la gue­rra en fir­me y los hicie­ron salir de sus sitios de vivien­da. Des­pués de eso, y como con­se­cuen­cia de todo ese des­pla­za­mien­to for­za­do de la gen­te, es que se orga­ni­zan estas zonas de Río Chi­qui­to, El Pato y las otras que men­cio­né, como zonas de movi­mien­to agra­rio que tam­bién incluían a Mar­que­ta­lia. Pues usted debe saber que ese nom­bre se lo puso “Cha­rro Negro” por el año 55, por­que antes se lla­ma­ba El Táma­ro. Enton­ces, cuan­do ya cae la dic­ta­du­ra de Rojas Pini­lla en el 57, los des­ta­ca­men­tos gue­rri­lle­ros en reali­dad esta­ban como auto­de­fen­sa total­men­te vuel­tos movi­mien­to campesino.

Esto fue así, y es muy impor­tan­te saber que la gen­te seguía polí­ti­ca­men­te al Par­ti­do Comu­nis­ta, y esto lo agre­go para que se entien­da. Es lo que dice la his­to­ria que siem­pre hemos apren­di­do de nues­tros orí­ge­nes, que en el 58, la direc­ción del Par­ti­do había hecho el Con­gre­so, creo que era el octa­vo, y allí se había decla­ra­do como orien­ta­ción que se habían abier­to algu­nos espa­cios o posi­bi­li­da­des para hacer la lucha por la vía pací­fi­ca, sin negar cla­ro, que había que pelear duro en el camino de la demo­cra­ti­za­ción del país.

Eso de pron­to no era más que un deseo, pero fue lo que se pen­só y lo que se siguió como línea polí­ti­ca. Pero de todas mane­ras, la reali­dad puso en su sitio cada cosa, vién­do­se que para eso no había pers­pec­ti­vas cier­tas. La sola impo­si­ción del sis­te­ma polí­ti­co bipar­ti­dis­ta pari­ta­rio lo demos­tra­ba. Pero bueno, con todo y eso, lo que se indi­có para actuar fue la “línea de auto­de­fen­sa de masas con­tra la vio­len­cia ofi­cial y reaccionaria”.

Lo con­cre­to fue que el gobierno, con una fal­sa excu­sa de aca­bar con el ban­do­le­ris­mo, uti­li­zan­do agen­tes encu­bier­tos y des­mo­vi­li­za­dos libe­ra­les con­ver­ti­dos en para­mi­li­ta­res, siguió matan­do gen­te, pero sobre todo comu­nis­tas. El gobierno dice que esta­ba hacien­do la “gue­rra pre­ven­ti­va”, pero en reali­dad era pura gue­rra sucia. Con esa situa­ción, el Par­ti­do Comu­nis­ta man­tu­vo la línea de la “auto­de­fen­sa de masas”.

Eso se rati­fi­có en el noveno Con­gre­so, y des­pués lo hizo el 29 Pleno del Comi­té Cen­tral. Y ya cuan­do ese Pleno se esta­ba cele­bran­do, Esta­dos Uni­dos jun­to al ejér­ci­to colom­biano esta­ban eje­cu­tan­do el deno­mi­na­do Latin Ame­ri­can Secu­rity Ope­ra­tion, cono­ci­do como Plan Laso.

Enton­ces, fíje­se bien, con la paci­fi­ca­ción empren­di­da por el Fren­te Nacio­nal cons­ti­tui­do por la unión de los Par­ti­dos Libe­ral y Con­ser­va­dor, el per­so­nal arma­do comu­nis­ta que había se des­mo­vi­li­zó, entró a una supues­ta paz pro­me­ti­da por el gobierno, y esa deci­sión polí­ti­ca se apli­có prin­ci­pal­men­te en Mar­que­ta­lia, y des­de ahí mis­mo se man­tu­vo la gen­te orga­ni­za­da como movi­mien­to agrario.

Por la fin­ca de Mar­que­ta­lia se le pagó a la due­ña con unas cabe­zas de gana­do, unas mulas, y 50 mil pesos en efec­ti­vo. Con todo eso, hablan­do en pla­ta blan­ca, Mar­que­ta­lia dejó de ser zona gue­rri­lle­ra para con­ver­tir­se en zona cam­pe­si­na de acti­vi­dad agraria.

En ese momen­to en que se está fue­ra de la acti­vi­dad mili­tar, es que ase­si­nan al cama­ra­da Jaco­bo Prías, y eso no es sola­men­te deci­sión del gobierno colom­biano, por­que ya esta­ban andan­do los des­mo­vi­li­za­dos como para­mi­li­ta­res al ser­vi­cio del gobierno, como era el caso de José María Ovie­do (“Maria­chi”), que fue quien mate­rial­men­te lo asesinó.

El caso es que esta­ba en Colom­bia la misión yan­qui con el total bene­plá­ci­to de la oli­gar­quía. Esa misión esta­ba enca­be­za­da por William Yar­bo­rough y su equi­po (misión Yar­bo­rough), y son ellos los que dise­ñan e impo­nen el Plan Laso con­tra la resis­ten­cia cam­pe­si­na de la región de Mar­que­ta­lia, con un paque­te de gue­rra psi­co­ló­gi­ca y pro­pa­gan­dís­ti­ca que tenía una visión ideo­ló­gi­ca anti­co­mu­nis­ta, saca­da de los manua­les con los que for­ma­ban a los “cua­dros mili­ta­res” del con­ti­nen­te en las escue­las de ins­truc­ción mili­tar esta­dou­ni­den­se de los años 40 y 50.

Estas son las cosas impor­tan­tes que creo que se podrían resal­tar de lo que fue­ron las cir­cuns­tan­cias que rodea­ron la Ope­ra­ción Mar­que­ta­lia. Como le dije antes, el deta­lle de las accio­nes y el día a día de los hechos está bien rela­ta­do en los libros de los cama­ra­das Maru­lan­da y Jaco­bo Arenas.

-Entien­do que usted ve un hilo con­duc­tor entre lo que es la resis­ten­cia arma­da comu­nis­ta ante­rior a 1964 y el sur­gi­mien­to de las FARC. ¿Se podría afir­mar que este naci­mien­to es una deter­mi­na­ción más de orden ideo­ló­gi­co-polí­ti­co, o corres­pon­de más a una nece­si­dad de sobre­vi­ven­cia? ¿Real­men­te los cam­pe­si­nos no tuvie­ron otra alter­na­ti­va que la de rearmarse?

-Es que esos asun­tos no se pue­den sepa­rar como quien pone cosas dife­ren­tes en cos­ta­les dis­tin­tos. Una cosa va gene­ran­do la otra, va influ­yen­do. Si a usted lo per­si­guen para matar­lo para qui­tar­le la tie­rra, usted se defien­de como sea. Pero si usted logra la for­ma­ción que le ense­ña que es que hay unas razo­nes por las que le quie­ren qui­tar esa tie­rra, si usted toma con­cien­cia de eso, con segu­ri­dad su resis­ten­cia, su lucha ya no será por la mera tie­rra suya, lo cual es muy impor­tan­tes pero no ya lo fun­da­men­tal. Sino que usted pelea por la tie­rra, por los intere­ses del colec­ti­vo, y eso le va mar­can­do un tipo de pen­sa­mien­to dife­ren­te, si se quie­re llá­me­la ideo­ló­gi­ca y pón­ga­le que apa­re­cen razo­nes ideo­ló­gi­cas. Pero le repi­to que eso no se pue­de sepa­rar tajan­te­men­te. Yo le digo esto para mayor expli­ca­ción, y es que en el caso de la resis­ten­cia arma­da comu­nis­ta, es obvio que ella sur­ge como con­se­cuen­cia de un desa­rro­llo polí­ti­co de las estruc­tu­ras de un Par­ti­do, que cre­ce, se cua­li­fi­ca. Pero eso ocu­rre por­que encuen­tra una situa­ción obje­ti­va don­de dar­se, ocu­rre por­que ese Par­ti­do logra un influ­jo en las zonas rura­les que pade­cen abu­sos, latro­ci­nio, injus­ti­cias. Y ese Par­ti­do brin­da las expli­ca­cio­nes y las sali­das jus­tas para los afectados.

A fina­les de los años 40, en Colom­bia había una inten­sa repre­sión con­ser­va­do­ra. Eso fue duran­te los gobier­nos de Mariano Ospi­na Pérez, Lau­reano Gómez y Rober­to Urda­ne­ta. Para enton­ces, ya había un tra­ba­jo orga­ni­za­ti­vo y polí­ti­co del Par­ti­do Comu­nis­ta en el cam­po, allí don­de la gen­te tenía las mayo­res nece­si­da­des. Y la nece­si­dad prin­ci­pal era la de la tie­rra, y para ade­lan­tar esa lucha se orga­ni­za­ron las Ligas Cam­pe­si­nas. Pero ahí mis­mo se inten­si­fi­ca la repre­sión de los mis­mo que por déca­das le han arre­ba­ta­do la tie­rra a la gen­te del cam­po. Ahí mis­mo se inten­si­fi­ca la repre­sión de los terra­te­nien­tes que des­pués se pone más gra­ve con las per­se­cu­ción terri­ble que agre­gan a par­tir del ase­si­na­to de Jor­ge Elié­cer Gai­tán. Por esa per­se­cu­ción, por la nece­si­dad de sobre­vi­ven­cia, por­que ya había algo de con­cien­cia polí­ti­ca, la gen­te asu­me la orga­ni­za­ción de la auto­de­fen­sa de masas como auto­de­fen­sa arma­da. Este fenó­meno tie­ne espe­cial des­en­vol­vi­mien­to en el sur del Tolima.

Esa no es una eta­pa fácil, son tiem­pos de vida o muer­te, sobre todo en esas áreas estig­ma­ti­za­das por los pode­ro­sos. Una de ellas era el Toli­ma, ahí espe­cial­men­te usted pue­de poner a Cha­pa­rral, pero toman­do en cuen­ta que la per­se­cu­ción guber­na­men­tal con su poli­cía chu­la­vi­ta era con­tra cam­pe­si­nos libe­ra­les y comu­nis­tas. En eso, las manos de Mariano Ospi­na Pérez, Lau­reano Gómez y Rober­to Urda­ne­ta, como pre­si­den­tes, estu­vie­ron meti­das total­men­te. Bien pode­mos decir que ellos obli­ga­ron a las ligas cam­pe­si­nas a pasar de la resis­ten­cia de masas a la toma de las armas. Ese paso no fue sola­men­te de los comu­nis­tas, por­que a los libe­ra­les tam­bién les tocó y eso tocó hacer­lo car­gan­do con las fami­lias y todo para don­de quie­ra que toca­ba irse por la persecución.

En esto que estoy rela­tan­do se pue­de ver que de la auto­de­fen­sa se va pasan­do a la idea de cons­ti­tuir una gue­rri­lla, lo cual ya impli­ca­ba no sola­men­te un con­cep­to de defen­der la vida, sino que ade­más ya había un pro­pó­si­to polí­ti­co. Este paso es poco a poco, y lo obli­gan las cir­cuns­tan­cias, pero con el agre­ga­do de que se le va metien­do con­cien­cia política.

Sin temo­res pode­mos decir que has­ta antes del ata­que a Mar­que­ta­lia, había resis­ten­cia más que todo liga­da a la idea de la auto­de­fen­sa, pero que ya a esas altu­ras de los hechos, como pro­duc­to de un pro­ce­so, de unas cau­sas, de un agra­va­mien­to de los pro­ble­mas de orden mate­rial, pero ade­más por la cua­li­fi­ca­ción de la con­cien­cia polí­ti­ca, la orga­ni­za­ción que se con­ci­be es con una nue­va visión y una nue­va men­ta­li­dad, que es la de la guerrilla.

En este momen­to del pro­ce­so, ya no está sola­men­te la idea de la defen­sa de la par­ce­la, de la región. En este momen­to ha apa­re­ci­do una idea: que la resis­ten­cia arma­da fren­te a las agre­sio­nes com­pren­de una visión terri­to­rial, de influen­cia polí­ti­ca de gru­pos con mucha movi­li­dad y deci­sión de poder, con una con­duc­ción polí­ti­ca y mili­tar. De tal mane­ra que todos esos momen­tos impor­tan­tes de lucha de resis­ten­cia arma­da en Irco, en Chi­ca­lá, el Davis, en Villa­rri­ca, cada uno con sus cua­li­da­des y pro­ce­sos par­ti­cu­la­res, se con­vier­ten en un solo gran pro­ce­so ante­ce­den­te para lle­gar a lo que fue la expe­rien­cia de Mar­que­ta­lia como ini­cio de la gue­rri­lla en serio, a par­tir del que sur­gi­rán nue­vas expe­rien­cias que lue­go darán la madu­rez para pro­yec­tar la ocu­pa­ción de las tres cor­di­lle­ras. O dar el paso hacia la rea­li­za­ción de la Pri­me­ra Con­fe­ren­cia del Blo­que Sur que es don­de con mejor refle­xión, con mayor orden y enten­di­mien­to, se hace el aná­li­sis de este pro­ce­so que se ha ido vivien­do, pero tam­bién pen­san­do y orde­nan­do en la men­te como para decir­nos a noso­tros mis­mos: bueno, ya hemos atra­ve­sa­do esta y esta otra situa­ción, ya hemos dado este y este otro paso, enton­ces hemos teni­do una evo­lu­ción, ya no somos sola­men­te una auto­de­fen­sa sino que aho­ra somos una gue­rri­lla. Por eso, aun­que toda­vía no nos lla­ma­mos FARC, esa Con­fe­ren­cia, la del Blo­que Sur, la con­si­de­ra­mos como la Pri­me­ra Con­fe­ren­cia de las FARC-EP.

Esto tam­bién tie­ne su impor­tan­cia por­que se tra­ta de ver que hay momen­tos muy espe­cia­les en que en la lucha hay que hacer un alto para medi­tar, para hacer con­cien­cia del rum­bo que se le da a un pro­ce­so. Y en la Con­fe­ren­cia del Blo­que Sur hubo eso, la refle­xión sobre la expe­rien­cia orga­ni­za­ti­va, el aná­li­sis de la expe­rien­cia polí­ti­ca y mili­tar de la resis­ten­cia has­ta lle­gar, espe­cial­men­te, a la de Mar­que­ta­lia. Aquí deci­mos: bueno esto tie­ne otro carác­ter, el movi­mien­to arma­do ya no está sola­men­te por defen­der la vida de cada quien y de las fami­lias, sino que está por una lucha en que el pro­pó­si­to es la toma del poder. Y eso resul­ta que es un sal­to inmen­so, tan gran­de que mar­ca el ini­cio de la his­to­ria de las FARC como tal. A los pocos meses, creo que seis, se dará la Con­fe­ren­cia Cons­ti­tu­ti­va de nues­tra organización.

Con esta expli­ca­ción, vuel­vo un poco atrás para decir que el sur­gi­mien­to de las FARC obe­de­ce a un pro­ce­so, y que la fecha de fun­da­ción, que es la del 27 de mayo, es una sim­bo­lo­gía. Quie­ro decir que una orga­ni­za­ción como la nues­tra, no nace un día X por­que alguien lo deci­dió y ya, sino que su sur­gi­mien­to tie­ne unas cau­sas, hay una ges­ta­ción. La fecha reme­mo­ra un día heroi­co de esa resis­ten­cia, que es el com­ba­te pri­me­ro que se da cuan­do el avan­ce de la ope­ra­ción enemi­ga cho­ca con nues­tra gen­te y logra­mos recu­pe­rar los pri­me­ros fusi­les. Y has­ta aquí, en el pro­ce­so del que hablo, se han pro­du­ci­dos una can­ti­dad enor­me de hechos con un tras­fon­do de orden social, polí­ti­co y eco­nó­mi­co en el que la lucha por la tie­rra tie­ne un papel muy pero muy especial.

Enton­ces, sin duda, el ase­si­na­to del cama­ra­da Jaco­bo Prías, que era con el cama­ra­da Manuel Maru­lan­da, el fun­da­dor de Mar­que­ta­lia, y jefe del movi­mien­to agra­rio de la región por aquel enton­ces, y por otro lado el ata­que mili­tar con­tra la zona son, podría­mos decir, dos deto­nan­tes prin­ci­pa­les del sur­gi­mien­to de las FARC.

En varias oca­sio­nes se ha recor­da­do de nues­tra par­te un cri­te­rio muy pre­ci­so del cama­ra­da Manuel sobre estos hechos, y es que fue­ron los direc­to­rios de los par­ti­dos polí­ti­cos y los mili­ta­res los que movie­ron a los delin­cuen­tes como Maria­chi, para que se pro­du­je­ra el ase­si­na­to de Jaco­bo Prías, quien ya era cono­ci­do como un diri­gen­te muy que­ri­do, que esta­ba de lleno en la polí­ti­ca abier­ta, pací­fi­ca, des­ar­ma­da, como inte­gran­te ade­más del Par­ti­do Comu­nis­ta. Él hacía par­te del Comi­té Cen­tral de este Par­ti­do. Maru­lan­da sobre esto tie­ne una fra­se muy cono­ci­da en la que dice que “con el correr del tiem­po, la muer­te de ‘Cha­rro Negro’ nos ha lle­va­do a una con­fron­ta­ción nacio­nal con gran­des pers­pec­ti­vas para pro­du­cir cam­bios. Y si ello nos per­mi­te crear todas las con­di­cio­nes para tomar­nos el poder”. A eso, él le agre­ga­ba la opi­nión de que no todas las veces se pro­du­cen levan­ta­mien­tos arma­dos por la muer­te de un coman­dan­te. Y decía que a su modo de ver, prác­ti­ca­men­te era un caso muy particular.

Y sobre esos pen­sa­mien­tos es que el cama­ra­da Manuel Maru­lan­da afir­ma­ba que “en Mar­que­ta­lia ha comen­za­do el chis­pa­zo y el comien­zo de la revo­lu­ción en serio, de acuer­do a lo que esta­mos vien­do”. A “Cha­rro” lo ase­si­na­ron por la espal­da el 11 de enero de 1960. Yo ingre­sé a la gue­rri­lla el mis­mo mes del mis­mo año, unos días des­pués de ese cri­men de Esta­do, en ple­na ini­cia­ción del sis­te­ma polí­ti­co exclu­yen­te libe­ral-con­ser­va­dor que las oli­gar­quías bau­ti­za­ron con el nom­bre pom­po­so de Fren­te Nacio­nal, y en pleno desa­rro­llo de la “gue­rra pre­ven­ti­va” y bajo el peso de la lla­ma­da “Doc­tri­na de la Segu­ri­dad Nacio­nal” que implan­ta­ron los Esta­dos Uni­dos en nues­tro país con el bene­plá­ci­to de quie­nes nos gobernaban.

Des­de 1958, quien había asu­mi­do la pre­si­den­cia de la Repú­bli­ca cómo pri­mer man­da­ta­rio del Fren­te Nacio­nal, era el libe­ral Alber­to Lle­ras Camar­go. Ya des­de el par­la­men­to colom­biano, el señor Álva­ro Gómez Hur­ta­do, el hijo de otro nefas­to pre­si­den­te que se lla­mó Lau­reano Gómez, había ini­cia­do una cam­pa­ña feroz con­tra Mar­que­ta­lia dicien­do que era una “Repú­bli­ca Inde­pen­dien­te”. Así que aún estan­do Lle­ras Camar­go en la Pre­si­den­cia, se pro­du­jo el pri­mer ata­que a Mar­que­ta­lia; eso fue el 8 de enero de 1962. El segun­do ata­que, que es del que esta­mos hablan­do, se da en 1964 bajo la pre­si­den­cia de Gui­ller­mo León Valen­cia. Esta es la que se lla­ma pro­pia­men­te “Ope­ra­ción Mar­que­ta­lia” y la rea­li­zan como par­te del Plan Laso.

-Miguel, hoy en día, y lue­go de sus 52 años de gue­rra, lo cual sig­ni­fi­ca su pre­sen­cia en pri­me­ra línea de com­ba­te; a lo lar­go de los 50 años de lucha que cum­plen las FARC en este mes de mayo de 2014, ¿qué sig­ni­fi­ca para usted el nom­bre Marquetalia?

-Mar­que­ta­lia, apar­te de todo lo que he expli­ca­do, tie­ne un sen­ti­do muy espe­cial, que es el sen­ti­do que le dan todos los gue­rri­lle­ros de las FARC, inclu­yen­do a los más nue­vos. Por­que es que a los más nue­vos se les ense­ña la his­to­ria para que ten­gan cla­ro de dón­de es que veni­mos y para dón­de es que vamos. Enton­ces Mar­que­ta­lia es el sím­bo­lo de la resis­ten­cia popu­lar arma­da en nues­tro país. Pero tam­bién es el sím­bo­lo del sur­gi­mien­to de la gue­rri­lla como tal, ya toman­do el rum­bo no de la auto­de­fen­sa cam­pe­si­na, sino el de la gue­rra de gue­rri­llas móvi­les. Ade­más, con un heroís­mo que gene­ra mucho orgu­llo en el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio fariano. De ese sím­bo­lo vie­ne un com­pro­mi­so inque­bran­ta­ble de lle­var la lucha por las trans­for­ma­cio­nes socia­les has­ta don­de nos tra­za­mos, que es hacer una revo­lu­ción socia­lis­ta en Colom­bia. Eso no es para que se nos que­de por ahí enre­da­do. Ese es el com­pro­mi­so que sig­ni­fi­ca Mar­que­ta­lia, por­que ade­más es el com­pro­mi­so que tie­ne otro nom­bre inclau­di­ca­ble, que es el nom­bre de nues­tro eterno coman­dan­te Manuel Maru­lan­da Vélez.

-¿A usted le tocó pelear en Marquetalia?

-Pues ahí empe­cé y toda­vía no he ter­mi­na­do. Lo que no le podría decir es en cuán­tos com­ba­tes par­ti­ci­pé, por­que es como difí­cil poner­se a lle­var cuen­tas de ese tipo. Lo que sí le diría es que noso­tros no nos reple­gá­ba­mos has­ta cuan­do se nos aca­ba­ba la comi­da, y eso impli­ca que hubo muchos com­ba­tes, y muchos sol­da­dos del gobierno muer­tos y heri­dos. Noso­tros recu­pe­ra­mos buen arma­men­to. Tam­bién hubo una com­pa­ñe­ra muer­ta, no recuer­do aho­ra su nom­bre de gue­rra, la ame­tra­lló un avión. Tam­bién hubo un gue­rri­lle­ro muer­to en com­ba­te, él se lla­ma­ba Luis Sal­ga­do y otro gue­rri­lle­ro se des­nu­có cuan­do se cayó con cua­tro arro­bas de maíz enci­ma. Otra gen­te nues­tra se enfer­mó de virue­la negra y otros con un mal en los pies que lla­ma­ban “espue­la de gallo”. No es fácil, en la gue­rra mue­re gen­te de lado y lado, y todos tie­nen sus dolientes.

Des­pués de muchos com­ba­tes, sali­mos hacia el coman­do de Ciro Tru­ji­llo en Río Chi­qui­to. Eso sig­ni­fi­ca­ba ocho días por tro­cha para lle­gar has­ta allá, pasan­do por el Sim­bo­la. Ya asen­ta­dos por esos lados, venía­mos inter­mi­ten­te­men­te a Mar­que­ta­lia a pelear unos días y otra vez regre­sá­ba­mos a Río Chi­qui­to. Ahí gene­ral­men­te, pro­me­dian­do, entre ida y vuel­ta y los ratos de pelea, nos gas­tá­ba­mos 20 días. Pero cuan­do mon­tá­ba­mos embos­ca­das y la tro­pa enemi­ga demo­ra­ba en pasar por el lugar pre­pa­ra­do, el tiem­po de espe­ra se nos alar­ga­ba has­ta por un mes, pero no nos regre­sá­ba­mos sin pelear, había que pelear.

-¿Cree usted que aún se siguen man­te­nien­do las mis­mas moti­va­cio­nes de antes para la lucha en las FARC?

-Por supues­to, las cir­cuns­tan­cias que moti­van la lucha arma­da siguen sien­do las mis­mas, solo que en un con­tex­to con­tem­po­rá­neo y con los pro­ble­mas agra­va­dos. Sigue el mis­mo inter­ven­cio­nis­mo esta­dou­ni­den­se por el domi­nio de nues­tras tie­rras que se las quie­ren dis­tri­buir a peda­zos; eso en comu­nión con el gobierno que cada día se des­le­gi­ti­ma. Este gobierno no pone freno a la extran­je­ri­za­ción de la tie­rra y de nues­tros recur­sos. En el plano de la demo­cra­cia lo que hay cada día son nue­vas res­tric­cio­nes, nue­vas nor­mas “liber­ti­ci­das” de “segu­ri­dad ciu­da­da­na”. Los diver­sos gobier­nos de dere­cha siem­pre le han dado la espal­da al genuino sobe­rano, y sin impor­tar­le la suer­te de los nacio­na­les arre­me­te con­tra los bos­ques y reser­vas natu­ra­les, que no solo deben ser pre­ser­va­das por con­di­cio­nes obvias de cui­da­do ambien­tal, tam­bién por­que son par­te inalie­na­ble y sagra­da de nues­tros pue­blos abo­rí­ge­nes, cuya cos­mo­vi­sión le da un valor pre­cia­do y entra­ña­ble a la tie­rra. Y esto no es tra­di­ción sola­men­te de ellos sino de todos los colom­bia­nos, sobre todo de los cam­pe­si­nos y comu­ni­da­des rura­les en gene­ral, que en vir­tud del mes­ti­za­je tie­nen una gran influen­cia indí­ge­na en su idiosincrasia.

Aho­ra nos que­dan miles de muer­tos, tan­to sol­da­dos como gue­rri­lle­ros, cam­pe­si­nos, y pue­blo que sigue sufrien­do la vio­len­cia des­ata­da por estos gobier­nos, que cada día entre­gan nues­tra rique­za colom­bia­na a unas mul­ti­na­cio­na­les. Uti­li­zan las mis­mas arti­ma­ñas para lograr el exter­mi­nio, aun­que aho­ra empeo­ra­ron, por­que no les bas­ta con que­rer aca­bar con su encar­ni­za­do plan gue­rre­ris­ta a la gue­rri­lla sino que, ade­más, se valen de la mani­pu­la­ción de los medios de infor­ma­ción para lle­nar con ilu­sio­nes y fala­cias las expec­ta­ti­vas de paz de la nación.

A mí, mucho de lo que hoy se dice des­de la pro­pa­gan­da ofi­cial me recuer­da a lo que el gobierno tam­bién decía antes; pare­cie­ra que eso el gobierno no cam­bia. Recuer­do, por ejem­plo, que estan­do en Río Chi­qui­to, en el coman­do de Ciro Tru­ji­llo, el gobierno hacía la pro­pa­gan­da sobre que ya había aca­ba­do con los mar­que­ta­lia­nos. Igual que aho­ra, cuan­do el gobierno ven­de la ima­gen, con base en men­ti­ras, de una gue­rri­lla doble­ga­da cuya úni­ca opción es entre­gar las armas sin dere­cho a exi­gir nada, y pare­cie­ra que un diá­lo­go para el enten­di­mien­to lo qui­sie­ran con­ver­tir en un pro­ce­so de some­ti­mien­to lleno de mez­quin­da­des, de tal for­ma que a estas altu­ras de la vida toda­vía el gobierno no se deci­de a aca­bar con el latifundio.

De todas mane­ras y fren­te a la pro­pa­gan­da enemi­ga que sugie­re nues­tro decli­ve, des­pués de acor­dar­me de tan­ta odi­sea en esta lucha, me da risa ver al enemi­go tra­tan­do de pre­sio­nar­nos como si nos fué­ra­mos a asus­tar. No, eso no va con noso­tros. Por lo menos yo estoy aquí toda­vía lidian­do y con ganas de seguir lue­go de medio siglo de estar bata­llan­do. Le apues­to a la paz, la desea­mos, pero resol­vien­do los pro­ble­mas que gene­ra­ron el alza­mien­to. En eso, las ganas para seguir luchan­do nos sobran.

-Bien coman­dan­te Miguel, le agra­dez­co mucho su aten­ción y su dis­po­si­ción para res­pon­der a esta entre­vis­ta. Algún men­sa­je final.

-Pues sí, yo me había com­pro­me­ti­do a narrar algu­nas anéc­do­tas sobre aque­llos días de Río Chi­qui­to, mis expe­rien­cias con Lís­ter, con el cama­ra­da Jai­me Gua­ra­cas, con el cama­ra­da Manuel, con el cama­ra­da Jaco­bo. Y la ver­dad es que que­do debien­do esa par­te, pero no me bajo del com­pro­mi­so. Aho­ra pen­sé que era mejor hablar del sen­ti­do gene­ral que tie­ne ese sím­bo­lo que es Mar­que­ta­lia, sobre todo en este mes en que cum­pli­mos 50 años de resis­ten­cia como FARC-EP. Pen­sé así por­que Colom­bia debe tener bien cla­ro que esta lucha tie­ne un ori­gen, unas razo­nes lle­nas de jus­te­za, que no es un capri­cho o el pro­duc­to de la insen­sa­tez. Diga­mos que dejo dos men­sa­jes. Uno, muy sen­ci­llo, y es el de la reite­ra­ción de mi com­pro­mi­so de narrar algu­nas anéc­do­tas de esta his­to­ria hecha por gen­te humil­de que quie­re la paz con jus­ti­cia social para el país y que está dis­pues­ta a entre­gar la vida por ello. Un segun­do men­sa­je tie­ne que ver con la paz, y es que esta­mos en La Haba­na por­que tene­mos con­ven­ci­mien­to de lograr ese pro­pó­si­to. Hay una nece­si­dad nacio­nal de paz y las FARC quie­ren ayu­dar a for­jar los esce­na­rios que la per­mi­tan. Pero eso no depen­de sola­men­te de noso­tros. En este momen­to ya cum­pli­mos el año y medio de diá­lo­gos y hemos con­cre­ta­do dos acuer­dos par­cia­les. Uno sobre Refor­ma Rural Inte­gral y otro sobre Par­ti­ción Polí­ti­ca. En el pri­me­ro, se con­sig­nan logros y de eso ya hablé en algún momen­to, resal­tan­do que la pro­me­sa de for­ma­li­zar­le la tie­rra a todos los cam­pe­si­nos es muy impor­tan­te, como lo es la pro­me­sa de lle­var salud, vivien­da, educación,etc. Pero eso ape­nas está en pro­me­sas y con el incon­ve­nien­te de que toda­vía el gobierno no se com­pro­me­te con la deli­mi­ta­ción del lati­fun­dio, con una redis­tri­bu­ción en serio de la tie­rra y con fre­nar su extran­je­ri­za­ción. Estos son ele­men­tos fun­da­men­ta­les de una refor­ma agra­ria, lo que quie­re decir que lo fun­da­men­tal no está resuelto.

Y en el plano de la par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca, que es el asun­to de la demo­cra­cia, tam­bién todo está como un paque­te de pro­me­sas en el que lo más resal­tan­te podría ser la crea­ción de cir­cuns­crip­cio­nes lec­to­ra­les espe­cia­les para la gen­te que vive en las zonas más apar­ta­das. Estas per­so­nas podrían ele­gir en las elec­cio­nes nor­ma­les y lue­go hacer­lo nue­va­men­te para una repre­sen­ta­ción espe­cial de sus zonas. Pero asun­tos como el de la refor­ma elec­to­ral y polí­ti­ca que recom­pon­ga este corrom­pi­do sis­te­ma elec­to­ral, no están resuel­tos ni siquie­ra como pro­me­sa. Como tam­po­co están resuel­tos temas cru­cia­les como el de la exis­ten­cia del para­mi­li­ta­ris­mo o de la exis­ten­cia de la cri­mi­nal Doc­tri­na de la Segu­ri­dad Nacio­nal, la mis­ma del enemi­go interno que es la que ha des­ata­do la gue­rra sucia y el terror ofi­cial en Colombia.

Enton­ces, asun­tos esen­cia­les de la demo­cra­cia toda­vía están en vere­mos. Y sobre el ter­cer pun­to refe­ri­do al tema del nar­co­trá­fi­co, hay avan­ces pero debe haber una defi­ni­ción más cla­ra del Esta­do en cuan­to a su com­pro­mi­so de cam­biar la polí­ti­ca de gue­rra con­tra las dro­gas, que ha fra­ca­sa­do mun­dial­men­te y en Colom­bia ha lle­na­do el país de san­gre, con­ta­mi­na­ción ambien­tal y muer­te. El gobierno ni siquie­ra se ha com­pro­me­ti­do aún con aca­bar con las desas­tro­sas fumi­ga­cio­nes que le lle­nan el bol­si­llo a Mon­san­to mien­tras des­tru­ye nues­tro medio ambien­te. Y por otro lado, mien­tras gol­pea con todo a los esla­bo­nes más débi­les de la cade­na, que son los cul­ti­va­do­res y los con­su­mi­do­res, no des­plie­ga accio­nes visi­bles con­tra los duros del nar­co­trá­fi­co que están incrus­ta­dos en el sec­tor finan­cie­ro. De todas mane­ras hay avan­ces, pero aún hay mucha cosa meti­da en el con­ge­la­dor y se tra­ta de asun­tos fun­da­men­ta­les que hay que comen­zar a abor­dar sin más demoras.

En todo caso, como se tra­ta de asun­tos deli­ca­dos, de inte­rés nacio­nal, segu­ra­men­te lo más con­ve­nien­te será que se con­vo­que la Asam­blea Nacio­nal Cons­ti­tu­yen­te que le per­mi­ta al sobe­rano actuar con sabi­du­ría en la defi­ni­ción de estas difi­cul­ta­des y en la con­cre­ción de la refren­da­ción. Esa Asam­blea es una nece­si­dad, como lo es tam­bién la crea­ción de una Comi­sión que escla­rez­ca la ver­dad sobre la his­to­ria del con­flic­to, esta­ble­cien­do las res­pon­sa­bi­li­da­des polí­ti­cas del caso. Sin esa Comi­sión es impo­si­ble abor­dar el impor­tan­te tema de las víc­ti­mas del con­flic­to. Ya sabe­mos que si se requie­re jus­ti­cia, obli­ga­da­men­te se debe esta­ble­cer la ver­dad, por eso la urgen­cia de la Comisión.

Bueno, no me extien­do más. Tam­bién agra­dez­co la pacien­cia suya para reci­bir mis res­pues­tas y dejo mi deseo por­que el pue­blo colom­biano se empe­ñe con su vigor y su crea­ti­vi­dad en esta loa­ble tarea que es la de alcan­zar la paz con jus­ti­cia social para todos.

-Gra­cias a usted coman­dan­te Pas­cua, ha sido impor­tan­te su rela­to, que se cono­ce poco en nues­tra Amé­ri­ca lati­na y cari­be­ña. Espe­re­mos que este nue­vo inten­to de solu­ción al con­flic­to social y arma­do ter­mi­ne con un acuer­do de paz jus­to y dura­de­ro, lo cual sería un gran triun­fo para su pue­blo y para nues­tros pue­blos lati­no­ame­ri­ca­nos y cari­be­ños. Pero antes, díga­me cómo le ha pare­ci­do nues­tro país.

-Cuba es real­men­te un país muy her­mo­so, de per­so­nas muy ins­trui­das y cul­tas, con una extra­or­di­na­ria voca­ción soli­da­ria, gen­tes muy espon­tá­neas. Siem­pre he admi­ra­do la lucha del pue­blo cubano, que fue un ejem­plo para noso­tros. El cama­ra­da Fidel Cas­tro, el Che Gue­va­ra, son sím­bo­los muy gran­des para todos los revo­lu­cio­na­rios. La obra de la revo­lu­ción cuba­na reper­cu­te en toda nues­tra región, sobre todo lle­van­do salud y edu­ca­ción a muchos pue­blos her­ma­nos. Real­men­te Cuba y su Revo­lu­ción son un para­dig­ma de resis­ten­cia y lo demues­tran en su lucha con­tra ese bru­tal blo­queo de Esta­dos Uni­dos, cad

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