El alcalde popular de Slaviansk, Viacheslav Ponomariev, ha informado de que la industria de la ciudad será nacionalizada. «Para que nadie se haga ilusiones quiero decir que toda la industria de la ciudad será nacionalizada. No queremos dejar el potencial industrial de la ciudad en manos de hombres de negocios con las manos sucias».
Esta orientación anticapitalista en buena parte espontánea de los activistas del AntiMaidán, creadores de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, no sorprende. Los mayores propietarios-oligarcas eran clientes, promotores y principales «beneficiarios» del Euromaidán. Precisamente oligarcas-capitalistas como Igor Kolomoyski, Dmitri Firtash, Sergey Taruta y, en menor grado, Rinat Akhmetov han destacado en la financiación del Euromaidán, desarrollando este movimiento en los medios de comunicación de masas que controlan. Cuando triunfó el Euromaidán ellos, que antes gobernaban indirectamente el país mediante la administración de Yanukovich, recibieron el poder directo incluido el ser gobernadores de regiones clave.
Además, como ha quedado claro, los oligarcas no solo llevaron a la victoria al Euromaidán de los ultraliberales y nacionalistas sino que intentaron que no se desarrollase un movimiento de oposición al nuevo poder, el así llamado AntiMaidán. Como informó recientemente el gobernador popular de la región de Donetsk, Pavel Gubarev, Rinat Akhmetov pagó a una serie de activistas del AntiMaidán para que «tranquilizaran» y «diluyesen» la protesta. «Todas las acciones de los akhmetovistas consistieron en diluir la ira popular, algo que consiguieron en Dnepopetrovsk. El oligarca Kolomoyski lo consiguió porque el sentimiento proucraniano es allí un poco más fuerte que en el Donbass», dijó Gubarev en una entrevista para Rossiyskaia Gazeta. Justamente los oligarcas patrocinaron el crecimiento de varios grupos neonazis y su unión bajo la marca «Sector de derechas».
Indirectamente, en los medios de comunicación se informó sobre la financiación de los oligarcas al lider del Sector de derechas Dmitri Iarosh: «No estamos en contra de que ellos (los oligarcas) financiasen el ejército». Especial empeño en esta tarea demuestra el millonario Igor Kolomoyski, quien se reunió públicamente con Iarosh y anunció «poner precio a las cabezas» de los oponentes del Sur-Este, ofreciendo diez mil dólares por cada «saboteador» cazado.
De esta forma, la lógica misma de la lucha empuja a los activistas del Sur-Este al campo de los contrarios al capitalismo. Participante en el movimiento AntiMaidán en Kharkov y Odessa yo mismo he visto la popularidad que despertaban en las masas los eslóganes antioligárquicos.
Uno de los líderes del AntiMaidán de Kharkov y líder del movimiento socialista «Borotba», Sergey Kirichuk subraya así el orden del día socialista del movimiento en el Sur-Este: «La gente aquí, en el Sur-Este se ha levantado por sus derechos socio-económicos. Hay un muy serio componente antioligárquico, anticapitalista, entre los que protestan», dice Kirichuk, quien actualmente se encuentra en emigración forzosa. Al caracterizar la financiación del AntiMaidán dice Kirichuk: «El movimiento en el Sur-Este por su equipamiento y apoyo técnico y financiero no se puede comparar con Maidán. Victoria Nuland decía que los EEUU se habían gastado cinco mil millones de dólares en el progreso de la democracia en Ucrania. Pero en la Ucrania del Este se ve claramente que el movimiento de protesta no tiene un poderoso soporte financiero. Al menos en aquellas ciudades en las que participamos activamente: en Kharkov y en Odessa yo no vi ninguna financiación por parte de Rusia o del gobierno de Putin. Y en el paisaje político no se ve qué gente podría ayudar y financiar a este movimiento».
No puedo más que confirmar estas palabras de Sergey: en Kharkov nosotros con los compañeros publicamos con nuestro propio dinero folletos con una tirada conjunta de cerca de cien mil ejemplares. Hubo algunas pequeñas suscripciones privadas. Pegamos diez mil carteles con un llamamiento al boicot a las elecciones convocadas por la Junta de Kiev. Junto a la estatua de Lenin pusimos una caja para apoyo de los destacamentos de defensores de Kharkov y para los heridos. Como estado mayor del AntiMaidán se utilizó una oficina en un sótano de Borotba y servía como escenario la vieja «Gazel». Esta es toda la «financiación» del AntiMaidán. No descarto que algún sinvergüenza recogiese para las necesidades del AntiMaidán mayores sumas, pero los activistas no las vimos.
El mismo cuadro dibuja Gubarev en relación al AntiMaidán de Donetsk: «En la milicia popular hay gente muy diversa. Hay mineros, funcionarios públicos, desclasados, publicistas, mis compañeros… Pero les une que sirven a la causa con honestidad. Vendieron sus propiedades, cogieron su dinero y lo pusieron en el momento en el que tuvimos dificultades monetarias. Gastaron su propio dinero. En mi «representación de diez días» yo también saqué dinero de circulación» [Nota del tr. Gubarev se refiere a los diez días de actividad pública antes de que lo detuviesen las autoridades ucranianas]. Aquí también hay un contraste. Militantes de ultraderecha con una excelente financiación y equipamiento y activistas populares obreros, estudiantes parados. Cuando nuestros camaradas de Borotba requisaron documentos a los militantes del Sector de derechas instalados en la administración regional de Kharkov, entre ellos se encontraron tarjetas bancarias y cheques. Estos confirmaban que un chico de aldea, estudiante en el instituto de educación física, disponía de sumas de decenas de miles de dólares.
Subrayo una vez más que en el Euromaidán no hubo ningún eslógan no ya antioligárquico sino ni siquiera social. Algunos activistas de izquierda, que querían «estar con el pueblo» y tontamente fueron al Euromaidán fueron golpeados y expulsados con oprobio por los ultraderechistas que allí dominaban. Esos mismos neonazis, tan pronto consiguieron la financiación de los oligarcas se olvidaron de su «anticapitalismo» demagógico. Esta unión de oligarcas y nazis como surgida de los libros de historia es como si coincidiera sin necesidad de decirlo con los eslóganes antifascistas y anticapitalistas de los opositores a la Junta de Kiev. «El fascismo es una dictadura terrorista abierta de una mayoria de elementos reaccionarios, chovinistas, imperialistas de capital financiero… El fascismo no es un poder por encima de las clases ni un poder de la pequeña burguesía o del lumpenproletariado bajo el capital financiero. El fascismo es el poder mismo del capital financiero. Es una organización para la represión terrorista sobre la clase obrera y la parte revolucionaria del campesinado y los intelectuales. El fascismo en política exterior es el chovinismo en su forma más grosera, cultivador del odio brutal contra otros pueblos», según la definición clásica sobre el fascismo formulada por Georgy Dimitrov. Y lo que sucede hoy en Ucrania se corresponde exactamente a esta definición. Kolomoyski, el dueño de PrivatBank es un símbolo vivo precisamente de este capital financiero. Y sobre la violencia terrorista del ejército privado de Kolomoyski, formado deprisa y corriendo con militantes ultraderechistas, todos la hemos visto en los medios de comunicación.
Por eso no es casualidad que los partidarios del Maidán derriben las estatuas de V.I. Lenin y los opositores las defiendan. Hay en ello un profundo sentido de clase. Y si hay algún sitio en el que en Ucrania pueda germinar el socialismo, ese es en el movimiento del Sur-Este.
Naturalmente, ni la república popular de Donetsk ni la de Lugansk serán socialistas. Muy probablemente, parte de las empresas pequeñas y medianas conservarán su posición. Intentarán tomar «lo que está distraido sin dueño» y las corporaciones rusas. Pero el contenido de la republica popular «desde abajo», la experiencia antifascista la lucha de masas antimperialista y antioligárquica sin duda empujarán «hacia la izquierda» no solo en la Ucrania del Sur-Este sino en todo el territorio postsoviético.
A aquellos que no vean en los acontecimientos en el Sur-Este un contenido progresista e incluso revolucionario les dirigía Lenin estas palabras:
«Porque pensar que la revolución social es concebible sin insurrecciones de las naciones pequeñas en las colonias y en Europa, sin explosiones revolucionarias de una parte de la pequeña burguesía, con todos sus prejuicios, sin el movimiento de las masas proletarias y semiproletarias inconscientes (…) pensar así, significa abjurar de la revolución social. En un sitio, se piensa, por lo visto, forma un ejército y dice: “Estamos por el socialismo”; en otro sitio forma otro ejército y proclama:
“Estamos por el imperialismo”, ¡y eso será la revolución social! (…) Quien espere la revolución social “pura”, no la verá jamás. Será un revolucionario de palabra, que no comprende la verdadera revolución. La revolución rusa de 1905 fue democrática burguesa. Constó de una serie de batallas de todas las clases, grupos y elementos descontentos de la población. Entre ellos había masas con los prejuicios más salvajes, con los objetivos de lucha más confusos y fantásticos; había grupitos que tomaron dinero japonés, había especuladores y aventureros, etc. (…) La revolución socialista en Europa no puede ser otra cosa que una explosión de la lucha de masas de todos y cada uno de los oprimidos y descontentos. En ella participarán inevitablemente partes de la pequeña burguesía y de los obreros atrasados ‑sin esa participación no es posible una lucha de masas, no es posible ninguna revolución‑, que aportarán al movimiento, también de modo inevitable, sus prejuicios, sus fantasías reaccionarias, sus debilidades y sus errores.»
Borotba