Hay gente que opina que el estado español es un estado a la deriva, inmerso no solo ya en la crisis sistémica global sino también en una crisis de régimen, de aquel que se forjó con los materiales del franquismo.
De entre los materiales del franquismo destaca la figura del jefe de estado, papel cumplido hasta ahora por Juan Carlos I y que tras su abdicación pretenden que su hijo ocupe su lugar por haber nacido varón y ser consecuencia de su relación con Sofía Margarita Victoria Federica. Algo muy medieval que puede valer para algún capitulo de juego de tronos pero no para una sociedad que tenga dos dedos de frente.
Si ya es de traca que un elemento de la dictadura franquista elegido por el mismo Franco, en vez de ser juzgado por un tribunal haya sido el rey de una supuesta democracia, de doble traca es que encima los vascos y vascas hayamos tenido que ser “súbditos” de un rey extranjero. Con la de reaccionarios preparados y dispuestos que tenemos aquí como el Rey Urkullu o la Reina Barcina. Sin embargo nuestros reaccionarios se conforman con ser bufones de la corte. Porque desde luego hay que ser bufón como Urkullu que tras mostrar su total disposición a colaborar con este nuevo tiempo monárquico, ha afirmado que la abdicación “Es una oportunidad para la actualización de los derechos históricos vascos a través de la vía abierta desde el binomio reconocimiento de los derechos históricos y pacto con la Corona”.
Decía al principio que mucha gente opina que el estado está en crisis y a la deriva. En lo primero tienen razón , en lo segundo no. Que el estado esté en crisis no significa que los poderosos lo estén pasando mal, se vean indefensos o el régimen esté a punto de cascarla.
Precisamente la abdicación de marras ( que dan ganas de hacerse monárquico simplemente para no soportar la turrada que están dando con el asunto ), junto a un hecho que han querido que coincida en el tiempo no de manera casual, refleja símbólicamente hacia donde se dirige el estado.
Y la estrategia no va a ser muy diferente a la ya empleada en la “transición”. Ante el empuje anti-monárquico, cambio de cara monárquico. Ante el hastío social, vehiculizar la protesta hacia cauces controlables o meramente institucionales, ante el empuje del soberanismo, nuevos pactos normalizadores. En un tiempo de erosión de la legitimidad estatal, evitar una posible ruptura democrática sin que nada varíe.
Y la otra cara de esa estrategia:
Decía también que ha habido un hecho que han querido que coincida con esta nueva campaña pro-sistema. En los manuales contra-insurgentes yankees ya viene bien especificado. Cuando se matan insurgentes es bueno esconderlos o intentar evitar incluso lugares donde reposen sus restos o se guarde su memoria. Este actuar es uno de los peldaños más bajos de cualquier conflicto por muy doloroso que esté sea, siendo el último peldaño de la miseria humana la tortura.
Detenciones, asalto y destrucción del bosque de los gudaris en Aritxulegi a manos de la guardia civil.
Fuerza bruta y represión a la ruptura y arreglo y normalización con la colaboración. Nada de a la deriva.
A la deriva estará el pueblo vasco de no conseguir una república independiente y socialista.