Con un aurres­ku y una ofren­da flo­ral en la pla­ca que hay en la calle que lle­va su nom­bre, dece­nas de per­so­nas han que­ri­do recor­dar a quien fue­ra ase­si­na­da por su com­pro­mi­so antinuclear.

Una inter­ven­ción recor­dan­do la situa­ción de la lucha eco­lo­gis­ta en el 79 y recor­dan­do la con­di­ción de víc­ti­ma no reco­no­ci­da de Gladys a pues­to el bro­che final al homenaje.

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