Eus­kal Herria no es “algo cul­tu­ral” y Naba­rra “su Esta­do”- Borro­ka Garaia

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Hubo un tiem­po en el que para inten­tar con­tra­rres­tar la ofen­si­va de cons­truc­ción nacio­nal vas­ca, el esta­do espa­ñol lan­zó su pro­pia con­tra-ofen­si­va impe­ria­lis­ta en todos los fren­tes. Uno de ellos con­sis­tía en la nega­ción inte­lec­tual e his­tó­ri­ca de la pro­pia exis­ten­cia de la nación vas­ca (“El pue­blo vas­co nun­ca ha sido inde­pen­dien­te, siem­pre ha sido espa­ñol”, “no exis­te la nación vas­ca”, “Eus­kal Herria solo es algo cul­tu­ral”, etc..). Toda la caver­na mediá­ti­ca, los aca­dé­mi­cos e his­to­ria­do­res a suel­do del esta­do y demás far­san­tes se emplea­ron a fon­do, bien finan­cia­dos como bue­nos mer­ce­na­rios para hacer una labor com­ple­ta­men­te anti-cien­tí­fi­ca y basa­da en puro idea­lis­mo nacio­na­lis­ta espa­ñol que solo pue­de for­jar­se fru­to del mie­do a la dife­ren­cia, el ren­cor y ese orgu­llo mal­sano del pre­po­ten­te con el débil y sumi­so con el poderoso.

En ese con­tex­to abra­si­vo se empe­zó a recu­pe­rar y a pro­fun­di­zar en par­tes de la his­to­ria de Eus­kal Herria como la del Rei­no de Naba­rra. Un ente polí­ti­co inde­pen­dien­te vas­co que median­te las armas de rei­nos extran­je­ros que pos­te­rior­men­te con­for­ma­rían el impe­rio espa­ñol y fran­cés fue tro­cea­da y con­quis­ta­da mili­tar­men­te no sin poca ayu­da inter­na y cola­bo­ra­cio­nis­ta de jauntxos y monar­cas en diver­sas etapas.

Si bien es cier­to que el Rei­no de Naba­rra fue un ente polí­ti­co inde­pen­dien­te pos­te­rior­men­te con­quis­ta­do, y nie­ga por lo tan­to las fal­se­da­des his­tó­ri­cas espa­ño­lis­tas, no es menos cier­to que al igual que en todo Rei­no de la épo­ca no exis­tía con­cien­cia nacio­nal defi­ni­da y con­cre­ta apo­ya­da en una sobe­ra­nía nacio­nal sino vasa­lla­je al Rey. Los Rei­nos eran pre­ci­sa­men­te chi­rin­gui­tos de monar­cas que hacían y des­ha­cían a su anto­jo, man­te­nían total­men­te aplas­ta­da y explo­ta­da a su pobla­ción que no con­ta­ba abso­lu­ta­men­te para nada más que para pro­du­cir para el Rey y noble­za o for­mar par­te mer­ce­na­ria de sus ejér­ci­tos. De hecho, ni siquie­ra exis­tían ban­de­ras nacio­na­les, los estan­dar­tes eran del pro­pio monar­ca, de la casa real, o lina­je. En el siglo XIV, el Rei­no de Naba­rra, fue el rei­no euro­peo que mas eje­cu­ta­dos tuvo, el pro­ce­di­mien­to mas sua­ve era la soga. Y por supues­to las víc­ti­mas, como siem­pre, gen­tes pro­ce­den­tes del pue­blo. El “nava­rro” tam­bién era una deno­mi­na­ción cul­tu­ral al prin­ci­pio, inclu­so den­tro del Rei­no, sig­ni­fi­ca­ba algo así como “vas­co­par­lan­te”, y no era el gru­po “étni­co” más favo­re­ci­do por el “Esta­do nava­rro” precisamente.

Es por ello que el pue­blo vas­co fue inde­pen­dien­te téc­ni­ca­men­te duran­te par­tes del Rei­no de Naba­rra pero ante­rior a la for­ma­ción del Rei­no fue mucho más inde­pen­dien­te en tér­mi­nos reales. Las tra­di­cio­nes cir­cu­la­res que aún hoy día se man­tie­nen, son un ejem­plo ances­tral de los idea­les de deci­sión en común y de ayu­da mutua. El auzo­lan evi­den­cia un alto gra­do de soli­da­ri­dad, de apo­yo mutuo, en el que par­ti­ci­pa­rá direc­ta­men­te el pue­blo en pleno cuan­do se requie­re su pre­sen­cia para satis­fa­cer una serie de nece­si­da­des de la comu­ni­dad o de algún miem­bro de la mis­ma. El batza­rre que ejem­pli­fi­ca­rá una for­ma pri­mi­gé­nea de toma de deci­sio­nes direc­tas median­te la asam­blea del pue­blo, ante­pues­ta a cual­quier estruc­tu­ra supra­lo­cal. Has­ta en el aspec­to mili­tar, la úni­ca bata­lla vic­to­rio­sa que se recuer­da (Orrea­ga 778) fue ante­rior al Rei­no. Por lo tan­to el Rei­no de Naba­rra supu­so una pér­di­da de inde­pen­den­cia real del pue­blo vas­co, que posi­ble­men­te ante el mie­do de no poder sub­sis­tir ante un entorno agre­si­vo fue apro­ve­cha­do por éli­tes para con­for­mar el Reino.

Un rei­no mejor o peor no es un Esta­do-Nación, por la sen­ci­lla razón que la sobe­ra­nía polí­ti­ca resi­de en la coro­na, trono, y cetro, en la figu­ra del monar­ca. Un Esta­do-nación bur­gués resi­de en la sobe­ra­nía nacio­nal ‑cla­ro en la Nación burguesa‑, y un Esta­do-Nación demo­crá­ti­co resi­de en la sobe­ra­nía popu­lar. ‑el pueblo-.

Y es que tan­to el nacio­na­lis­mo con­ser­va­dor deci­mo­nó­ni­co de Sabino Ara­na, como el lai­co de EAE-ANV, como el revo­lu­cio­na­rio de ETA se basa­ron en una colec­ti­vi­dad común vas­ca (que según Sabino Ara­na era deter­mi­na­da por la raza, y según ETA por la len­gua pri­me­ro y des­pués tam­bién por la lucha de cla­ses; pero nun­ca en haber per­te­ne­ci­do a un Rei­no medieval).

El “nava­rris­mo polí­ti­co” se basa en gran par­te en un axio­ma: que va a sus­ci­tar más adhe­sio­nes que cual­quier deno­mi­na­ción deri­va­da de la “vas­qui­tud polí­ti­ca” (sea Euz­ka­di, Eus­ka­di o Eus­kal Herria) “ya que en Nava­rra hay gen­te que eso le echa para atrás”. Sin embar­go este axio­ma se basa en dos aspec­tos que en mi opi­nión son inco­rrec­tos: a) Que en Nava­rra vaya a con­se­guir más adep­tos; creo que por renom­brar a la nación vas­ca con el nom­bre de Nava­rra-Naba­rra-Nafa­rroa los espa­ño­lis­tas anti­vas­cos que se alie­nan de dicho pro­yec­to van a tra­gar. Serán fachas pero no ton­tos y b) Que no per­de­rá adhe­sio­nes ya gana­das. En fin, sim­ple­men­te creer que la masa “No-poli­ti­za­da” de la CAV vaya a nava­rri­zar­se de repen­te me pare­ce mucho suponer.

La opción por la “nava­rri­dad iden­ti­ta­rio-polí­ti­ca” me pare­ce una opción idea­lis­ta, el recrear una iden­ti­dad. Me pare­ce que es pro­yec­tar des­de el pasa­do una idea con­ce­bi­da, con la espe­ran­za de que eso vaya a ser un arma más efi­caz en el independentismo.

El ‘nava­rris­mo’ ape­la al pasa­do que fue y que dejó de ser­lo, remar­can­do aque­llo de que un rei­no era el ‘esta­do de los vas­cos’, pues bien ni esto se sos­tie­ne, ni se sos­tu­vo el tal rei­no. Hablar de sobe­ra­nía de un rei­no, tie­ne tela mari­ne­ra, socie­da­des esta­men­ta­rias, fuer­te­men­te some­ti­das, regi­das por orde­nas y fue­ros espe­cí­fi­cos ‑otor­ga­dos en cuan­to pri­vi­le­gio del rei­no o su con­se­jo de oligarcas‑, don­de el 90% de la pobla­ción no tenia dere­cho polí­ti­co alguno, ni podían siquie­ra dis­po­ner de sus vidas.

Si hablo de pue­blo, no me pier­do en la etno­gra­fía, sino entre los plie­gos del sobe­rano pue­blo, es decir, la sobe­ra­nía popu­lar, como úni­ca legí­ti­ma, como úni­ca demo­crá­ti­ca, y úni­ca defen­di­ble. Des­de lue­go que la his­to­ria de los vas­cos no se pue­de enten­der sin la his­to­ria de Naba­rra, pero es que la his­to­ria de los vas­cos es muchí­si­mo más gran­de que un Reino.

¿Por qué pre­va­le­ció polí­ti­ca­men­te tras la caí­da del Rei­no el tér­mino vas­co y no naba­rro? Para decir­lo pron­to, el vas­quis­mo se hizo inde­pen­den­tis­ta, y el nava­rris­mo siguió en el fuerismo.

Esto pue­de ser com­pren­si­ble si se tie­ne en cuen­ta de que el ori­gen espa­cial de uno es Bil­bo, y el otro es Iru­ñea, es decir, en un pun­to es don­de el desa­rro­llo capi­ta­lis­ta adquie­re mayor dina­mis­mo, y la socie­dad comien­za a diver­si­fi­car­se como socie­dad bur­gue­sa (con la apa­ri­ción de todo un con­jun­to de cla­ses socia­les pro­pias, espe­cial­men­te con el sur­gi­mien­to del pro­le­ta­ria­do); fren­te al otro pun­to, que sigue dor­mi­tan­do en las estruc­tu­ras de la socie­dad tra­di­cio­nal. En uno emer­ge una bur­gue­sía (jun­to con sus capas sub-alter­nas bur­gue­sas) en el otro siguen domi­nan­do las capas terra­te­nien­tes; en ambos, las cla­ses domi­nan­tes son ‘espa­ño­las’ su pro­yec­to polí­ti­co frac­cio­nal no dis­cu­te el régi­men de domi­nio, que el Esta­do (espa­ñol) repre­sen­ta, se aco­mo­dan a él.

El nacio­na­lis­mo sabi­niano es sui gene­ris, por­que tran­si­ta­ra entre el ‘fue­ris­mo’ y el nacio­na­lis­mo, sien­do here­de­ro y res­pues­ta a la vez del desas­tre que deja el abra­zo de Ber­ga­ra. Por mucho tiem­po, el obje­ti­vo polí­ti­co del peneu­vis­mo fue la ‘res­ti­tu­ción del esta­tu­to jurí­di­co-polí­ti­co ante­rior a 1839′, es decir una recu­pe­ra­ción de el con­jun­to de pre­rro­ga­ti­vas fora­les com­ple­ta, pero que en nin­gún caso supo­nía alcan­zar la sobe­ra­nía poli­ti­ca (por mucho que des­cu­brie­ra atis­bos sobe­ra­nos en el régi­men foral). Pero al mis­mo tiem­po que podía hablar de ‘dere­chos his­tó­ri­cos’ (y en todo caso rela­cio­na­les con res­pec­to a la coro­na espa­ño­la), des­cu­bre o cate­go­ri­za, un nue­vo ‘suje­to’, que como todo nacio­na­lis­mo cons­tru­ye (o mejor recons­tru­ye con una com­bi­na­ción de ele­men­tos exis­ten­tes), una iden­ti­dad, ‘los vas­cos’, que los defi­ne por lo que todos sabe­mos y de los que se esfor­za­rá por resal­tar su ‘sin­gu­la­ri­dad’, qui­zá con la idea de que a mayor dife­ren­cia era aun mayor el dere­cho a adqui­rir la inde­pe­den­cia polí­ti­ca. En con­se­cuen­cia, des­de sus orí­ge­nes el nacio­na­lis­mo vas­co, jue­ga en ambos cam­pos, a fal­ta de inde­pen­den­cia se recla­man fue­ros (o en su defec­to: el autonomismo).

En todo caso, el nacio­na­lis­mo vas­co rei­vin­di­ca­ba algo por fue­ra de todo orden, lega­li­dad o dere­cho deri­va­do; era legi­ti­ma la aspi­ra­ción a la sobe­ra­nía polí­ti­ca de una comu­ni­dad huma­na, los vas­cos, aun­que no hubie­ra nin­gún papel que así lo esta­ble­cie­ra, más aun si los fue­ros habían deja­do de ser vigen­tes o hubie­ran sido mino­ri­za­dos. Esto de algu­na medi­da era nue­vo, un refle­jo del ‘dere­cho natu­ral’ que recla­ma­ba la ilus­tra­ción en los pro­le­gó­me­nos de la revo­lu­ción fran­ce­sa, a saber, que aun­que las leyes no lo reco­jan, las per­so­nas tie­nen dere­chos pre-exis­ten­tes y supe­rio­res a lo que la ley dis­pon­ga, mas en todo caso sera ésta la que se deba de adap­tar a tales dere­chos y no a la inversa.

Esto es impor­tan­te, por­que si algo hizo la bur­gue­sía en su ascen­so al poder fue sepa­rar ‘dere­cho’ de pri­vi­le­gio. Mien­tras que en las socie­da­des ante­rio­res a la bur­gue­sa, todo dere­cho se redu­cía y con­ce­bía al otor­ga­mien­to reci­bi­do de par­te de un ente supe­rior, y que los recep­to­res eran sabe­do­res de haber sido pri­ma­dos con un pri­vi­le­gio, cual gra­cia reci­bi­da. Ese ente supe­rior que es sobe­rano, que par­te y repar­te, que dic­ta y otor­ga, pero quien a su vez a nadie debe de dar cuen­ta era la fuen­te de los dere­chos. Pues bien, es evi­den­te, que todo poder se guar­da en salud y pro­cu­ra su super­vi­ven­cia, por supues­to ‘ile­ga­li­za’ todo ries­go a su sobe­rano domi­nio y por ley prohi­be a quien lo discuta.

En con­se­cuen­cia, la bur­gue­sía en su dispu­ta con el ‘anti­guo régi­men’ tuvo que cons­truir su legi­ti­mi­dad y su dere­cho por fue­ra de la ley vigen­te, encon­tran­do su filón en el ‘dere­cho natu­ral’. Mas aun, a efec­to prác­ti­co si todo sobe­rano poder era nega­dor o con­tra­rio a ese dere­cho, no solo era legi­ti­mo sino que nece­sa­rio que fue­ra depues­to y sus­ti­tui­do por otro que res­ta­ble­cie­ra el equi­li­brio entre ley y derecho.

El nacio­na­lis­mo (jun­to al libe­ra­lis­mo y al socia­lis­mo) son here­de­ros de la revo­lu­ción fran­ce­sa y de la ilus­tra­ción. A pesar de las pecu­lia­ri­da­des del nacio­na­lis­mo vas­co, se podría deri­var y a cola­ción de todo lo ante­rior, que si ‘los vas­cos’ son por­ta­do­res de ‘dere­chos’, natu­ral­men­te poseí­dos, en cuan­to ‘suje­to polí­ti­co’ esta­rían ple­na­men­te legi­ti­ma­dos a dispu­tar por el poder para cons­ti­tuir­se en una ‘sobe­ra­nía’, en nada deu­do­ra de otras ‑a quie­nes nada se debe- y obli­ga­da­men­te libe­ra­da de toda tute­la aje­na ‑que será con­tra­ria a derecho-.

El ‘nava­rris­mo polí­ti­co’ supon­dría un retro­ce­so en la medi­da que, aun en su varian­te inde­pen­den­tis­ta ‑muy recien­te y novedosa‑, no rom­pe con ‘la tra­di­ción’ legi­ti­mis­ta, no cons­tru­ye el suje­to polí­ti­co por fue­ra del ‘lega­do his­tó­ri­co’, nece­si­ta un orden pre­té­ri­to para sos­te­ner su dis­cur­so. La ape­la­ción a un Esta­do exis­ten­te en el pasa­do. Bien, se afir­ma que no se tra­ta de res­ti­tuir aquel orden, sino res­ti­tuir ‘la sobe­ra­nía’ que poseía aquel orden. A lo que se le pue­de res­pon­der, que la sobe­ra­nía nun­ca se otor­ga y reci­be, sino que ya dis­po­ne­mos de su dere­cho, haya o no haya exis­ti­do Esta­do. El cam­bio de para­dig­ma es regre­sar ‑por muchas vuel­tas que se le de- a una fuen­te de dere­chos aje­na a la deri­va­da de los natu­ral­men­te poseí­dos. Es una con­tra­dic­ción in ter­mi­nis, con­si­de­rar ‘la sobe­ra­nía’ como la recep­ción de un dere­cho, pues si tene­mos que reci­bir­la de otro ente, en este caso here­dar­la de un via­je en el tiem­po, deja­ría­mos sen­ci­lla­men­te de ser sobe­ra­nos. Es el inter­cla­sis­mo de siem­pre, el nacio­na­lis­mo con­ser­va­dor del idea­lis­mo y no de la lucha de cla­ses que abre camino a la libe­ra­ción nacio­nal y social.

Con­si­de­rar el ‘nava­rris­mo polí­ti­co’ bajo la pers­pec­ti­va de su opor­tu­ni­dad polí­ti­ca, con­vo­can­do a una sus­ti­tu­ción del ‘vincu­lo nacio­nal’, es decir, con­si­de­rar­nos como nava­rros, bajo el supues­to de que podría tener­se una pro­yec­ción expan­si­va y al mis­mo tiem­po, polí­ti­ca­men­te inclu­yen­te. Es, en mi opi­nion, ope­rar con un calcu­lo polí­ti­co dema­sia­do cor­to y estre­cho, qui­zás para obte­ner unos votos de más, bajo un orden que es nega­dor de toda posi­bi­li­dad sobe­ra­na y que no es pues­to en riesgo.

La úni­ca lógi­ca sobe­ra­nis­ta real (que no monár­qui­ca) es la que está liga­da a la volun­tad del pue­blo y de la nación. En caso de recu­pe­rar algo que eso sea la batza­rra y el auzo­lan, ver­da­de­ras estruc­tu­ras popu­la­res y pri­mi­ge­nias de la orga­ni­za­ción vasca.

El pue­blo vas­co exis­tió antes de la pri­me­ra dinas­tía monár­qui­ca de Eneko Aritza y sigue exis­tien­do siglos des­pués de la caí­da del Rei­no. Ya que nin­gún rei­no ni Esta­do hace ser a una nación

Eus­ka­di, Eus­kal Herria o Naba­rra en tér­mi­nos moder­nos y actua­les son lo mis­mo. Una nación. Inten­tar variar pro­ce­sos de adhe­sión como hace cier­to “nava­rris­mo polí­ti­co” en torno a la his­to­ria, colo­res y pala­bras o lo que es peor, inten­tar enfren­tar volun­ta­des por las mis­mas razo­nes en vez de ir a la cla­ve fun­da­men­tal que no es otra que la capa­ci­dad de deci­sión de un pue­blo es una de las acti­vi­da­des más erró­neas que se pue­dan hacer en el difí­cil pro­ce­so de eman­ci­pa­ción nacio­nal y social en el que esta­mos embar­ca­dos. Son com­ple­men­ta­rias muchas pers­pec­ti­vas, adhe­sio­nes y simbolismos.

Eus­kal Herria se man­tie­ne opri­mi­da nacio­nal y social­men­te por dos esta­dos y la bur­gue­sía cola­bo­ra­cio­nis­ta, un pro­ce­so de usur­pa­ción impe­ria­lis­ta y del capi­tal. Y si el Rei­no de Naba­rra no lle­ga a ser con­quis­ta­do, los vas­cos o naba­rros ten­dría­mos que haber cor­ta­do las cabe­zas de “nues­tros” reyes y abrir cami­nos hacia la sobe­ra­nía de la nación.

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