Históricamente en nuestro pueblo ha habido una receta bastante consensuada en relación a cuál es el punto de partida de cara a un proceso de independencia; La realización de un referéndum de autodeterminación. Así mismo, este hecho democrático ha sido tratado como el condimento principal para solucionar el conflicto político que nos enfrenta al estado español y al francés.
A la hora de realizar este proceso se requieren dos cosas bastante obvias. Realizar el propio referéndum e impedir que toda fuerza que impide que se pueda llevar a cabo y que se ejecute su resultado se salga con la suya.
En la Euskal Herria del 2014 hay que decir que no existe absolutamente ningún planteamiento para ninguna de las dos cosas a día de hoy. Las razones pueden ser muchas pero destacaría de entre ellas la fiebre institucionalista generalizada, la dependencia dañina hacia el PNV, la regresión ideológica de partes de la pequeña burguesía, el desconcierto en la clase trabajadora totalmente impotente ante todos los ataques sufridos junto a su papel subsidiario en casi todo y un supuesto proceso de paz y solución fracasado posiblemente antes de supuestamente nacer. Esta conjunción de factores ha destensionado y normalizado políticamente, ha mandado a la reserva política en un grado no despreciable a los sectores muy vivos de la sociedad, ha restado energía popular y combatividad que ha sido sustituida por modas ideológicas de profesionales liberales, funcionarios y corporativos que concuerdan en diferentes puntos con los intereses de la burguesía vasca entaponando todo avance y resolutividad.
Y es que una de las condiciones previas en el contexto vasco para poder llevar a cabo ese proceso de soberanía es la filosofía del tensionamiento y la confrontación. Confrontación ideológica real y en otros campos, no meramente partidista, delimitación de clases sociales e intereses objetivos, desprecio a la legalidad y la rebeldía. Cuando la “ciudadanía”, “la paz social”, “la normalización política”, “la legalidad”, “la búsqueda de consenso institucional por encima de todo” se abren paso, no se abre paso nada sino que se asienta lo que hay. El vuelco necesario para cambiarlo necesita ejes muy diferentes de partida. Dicho sintéticamente, la estrategia del “voto y mani nacional”, por muy grandiosas que puedan llegar a ser, está totalmente obsoleta y es un callejón sin salida que se puede tardar más o menos en ver el muro, pero está ahí.
Cómo romper este bucle va a ser fundamental de cara a los próximos tiempos si verdaderamente queremos iniciar un proceso donde en primera instancia se lleve a cabo el ejercicio de la autodeterminación, y en segunda instancia se proclame la independencia y que ademá los intereses de la clase trabajadora salgan reforzados de cara al socialismo.
¿Cuáles son por tanto algunos de los requisitos que pueden ayudar en esta tarea?
- Abandono total y radical del partidismo y las instituciones extranjeras como eje central del proceso soberanista.
- Activación social debe suponer que los sujetos activados sean protagonistas y ejecutores de su propio destino. O sea, romper las cadenas del delegacionismo. O como dicen los modernos, ejercer la empoderación popular. Sin miedo a perder “controles”.
- Hoja de ruta hasta la celebración del referéndum o referéndums.
- Una asamblea nacional abierta a todas las sensibilidades que compartan la autodeterminación y que tenga como objetivo irrenunciable la convocatoria del referéndum por encima de cualquier cosa.
-El proceso soberanista tendrá éxito y culminará si la clase trabajadora se pone al frente, y se quiebra la división fusionando definitivamente a las capas obreras vascas que hasta ahora han estado bajo la manipulación españolista o regionalista de la burguesía en un proyecto atractivo y palpable de liberación nacional con alternativas más que claras y contundentes en lo social. Única forma de acabar con esta división de la clase trabajadora. Si eso ocurre Euskal Herria estará muy cerca de la ruptura. Esta batalla no partidista se va a decidir principalmente en las márgenes del Nerbion y Bilbo (precisamente donde surgió el nacionalismo vasco y el nacionalismo revolucionario) así como en Nafarroa y en las macrozonas industriales y de mayor densidad obrera de Euskal Herria. La transición de movimiento abertzale a movimiento nacional constituyente y el surgimiento de la clase nacional constituyente van de la mano. Y esa es la tarea del nacionalismo vasco en el siglo XXI. Un proyecto de estado independiente que objetivamente es beneficioso para la clase trabajadora. Esta fuerza increíble que podría coger el pueblo trabajador vasco es la única opción de hacer tracción sobre la pequeña burguesía y colocarla en clave rupturista además de bloquear a la clase dominante. Esto puede ser la gasolina del motor soberanista. Actualmente es la burguesía la que hace tracción parando los motores.
-Incompatibilidad de la estrategia de la izquierda abertzale con un proceso soberanista
En el documento zutik Euskal Herria zehazten se afirma lo siguiente:
La suma de fuerzas nos ayudará a conseguir el Acuerdo Democrático con el Estado, y fortalecerá cada vez más nuestra posición en la mesa de negociación. Si el Estado sigue empeñándose en su estrategia de bloqueo, nosotros, como País, seguiremos dando pasos unilaterales, tendiendo continuamente la mano al Estado para pactar el Acuerdo Democrático y, al mismo tiempo, creando una mayoría cada vez más amplia en Euskal Herria. Viendo la completa cerrazón del Estado, y formando una amplia mayoría en Euskal Herria, seguiremos dando pasos unilaterales, llegando a hacer una declaración de independencia unilateral, si algún día fuera necesario. Por supuesto, para dar un paso así la relación de fuerzas en toda Euskal Herria debería cambiar absolutamente y deberíamos conseguir un acuerdo básico entre todas las culturas políticas del País.”
Este planteamiento ha sido en líneas generales el llevado a cabo estos años, lo cual entre otras cosas es incompatible con un proceso soberanista en nuestro contexto y si había dudas se han ido despejando ya. No existe ninguna capacidad de lograr un acuerdo con el estado con la estrategia actual, y es que además un proceso soberanista en clave unilateral no lo necesita. Todo esto ha creado acomodamiento, un bucle de difícil salida y perspectivas de futuro que añadido al totalmente innecesario e imposible acuerdo básico entre todas las culturas del país de cara a la autodeterminación coloca obsoleto este planteamiento independientemente de que hubiera sido válido o no en un principio. Que todo apunta a que no.
De ahí entre muchos otros motivos escribí el post titulado la revolución de la izquierda abertzale y enlazado a ello otro post titulado Mirando al futuro: Estructurar la izquierda abertzale pasos necesarios en mi opinión para reconfigurar al MLNV entre otras cosas precisamente para un proceso de acumulación de fuerzas populares no para desinflar su fuerza sino empoderadas y que usen su fuerza en el contexto de un proceso soberanista unilateral poniendo las bases para una izquierda abertzale eficaz y rebelde de cara a ello