Hable­mos del Poder Popu­lar- Tubal Páez

Del pró­xi­mo mes de octu­bre a diciem­bre se desa­rro­lla­rá en todo el país el últi­mo pro­ce­so de ren­di­ción de cuen­ta del dele­ga­do a sus elec­to­res corres­pon­dien­te al actual man­da­to. La oca­sión resul­ta pro­pi­cia para refle­xio­nar sobre el Poder Popu­lar, en momen­tos en que se mul­ti­pli­can las ideas, las opi­nio­nes y los cues­tio­na­mien­tos sobre el accio­nar del sis­te­ma polí­ti­co cubano, y cuan­do se aca­ban de cum­plir cua­tro déca­das de la elec­ción de los pri­me­ros repre­sen­tan­tes del pue­blo como par­te de la expe­rien­cia de Matanzas.

Como prin­ci­pio esen­cial de nues­tra demo­cra­cia socia­lis­ta, aque­llos pasos fun­da­cio­na­les de la nue­va ins­ti­tu­cio­na­li­dad, en 1974, con­ver­tían jurí­di­ca­men­te en reali­dad la par­ti­ci­pa­ción de las masas en el ejer­ci­cio del poder esta­tal en todas las instancias.

Eran el resul­ta­do del desa­rro­llo de una cul­tu­ra cívi­ca supe­rior lue­go de 15 años de par­ti­ci­pa­ción popu­lar en la defen­sa de la Patria, la edi­fi­ca­ción de la obra revo­lu­cio­na­ria y una prác­ti­ca demo­crá­ti­ca basa­da en el diá­lo­go per­ma­nen­te del pue­blo con sus prin­ci­pa­les diri­gen­tes. Fue una eta­pa en la que muchas pala­bras recu­pe­ra­ron su sig­ni­fi­ca­do y otras sur­gie­ron para expre­sar nue­vos sentimientos.

Que­da­ban atrás los pre­jui­cios y el recha­zo de las mayo­rías hacia todo lo que podría recor­dar­les el régi­men polí­ti­co que se hun­dió con la tira­nía en 1959, carac­te­ri­za­do por la mar­gi­na­ción y el enga­ño gene­ra­li­za­dos, los pri­vi­le­gios de una éli­te explo­ta­do­ra y la subor­di­na­ción de Cuba a los intere­ses de la poten­cia extran­je­ra que se apo­de­ró de nues­tras rique­zas. Jun­to a una sobe­ra­nía cas­tra­da, los cuba­nos here­da­mos de la ocu­pa­ción mili­tar yan­ki, no sin resis­ten­cia, el accio­nar de maqui­na­rias poli­ti­que­ras pro­fun­da­men­te corrup­tas, que “legi­ti­ma­ban” perió­di­ca­men­te el esque­ma polí­ti­co exis­ten­te en los Esta­dos Uni­dos, que José Mar­tí des­nu­dó en sus Esce­nas Norteamericanas.

Al clau­su­rar el semi­na­rio impar­ti­do a los pri­me­ros dele­ga­dos en Matan­zas, el com­pa­ñe­ro Raúl Cas­tro expresó:

“En la cir­cuns­crip­ción elec­to­ral la máxi­ma auto­ri­dad no la tie­ne el dele­ga­do ele­gi­do, sino el con­jun­to de los elec­to­res: son estos los que le otor­gan el man­da­to para que los repre­sen­te en sus pro­ble­mas, que­jas y opi­nio­nes: son estos los que pue­den revo­car­lo en cual­quier momen­to cuan­do no res­pon­da a sus intere­ses. Por ello, es el dele­ga­do el que rin­de cuen­ta ante los elec­to­res y no a la inver­sa. Son las masas de la cir­cuns­crip­ción las que tie­nen el máxi­mo poder, el poder pri­ma­rio; el poder del dele­ga­do es deri­va­do, otor­ga­do por las masas”.

Minu­tos antes, les había orien­ta­do: “Deben uste­des, como les plan­tea­ra Fidel, crear, en todas las depen­den­cias admi­nis­tra­ti­vas del Poder Popu­lar y en todos los cen­tros de pro­duc­ción y ser­vi­cios del Poder Popu­lar, el hábi­to de tra­tar esme­ra­da­men­te, exqui­si­ta­men­te al públi­co y tomar todas las medi­das que sean nece­sa­rias para lograr este impor­tan­te propósito”.

Pre­mi­sa de esos prin­ci­pios, entre otros, ha sido el per­fec­cio­na­mien­to per­ma­nen­te del sis­te­ma de órga­nos del Poder Popu­lar, como mues­tran las refor­mas a la Cons­ti­tu­ción, la adop­ción de nue­vas divi­sio­nes polí­ti­co-admi­nis­tra­ti­vas, el sur­gi­mien­to de los Con­se­jos Popu­la­res y su ley corres­pon­dien­te, así como otras leyes, acuer­dos, regla­men­tos y nor­ma­ti­vas que pre­ci­san fun­cio­nes y dan res­pues­ta a cam­bios en la reali­dad social.

Más recien­te­men­te, con el expe­ri­men­to de Arte­mi­sa y Maya­be­que, que entre otras cosas sepa­ra las fun­cio­nes de los pre­si­den­tes y vice­pre­si­den­tes de las asam­bleas muni­ci­pa­les y pro­vin­cia­les, de las corres­pon­dien­tes a los jefes de los con­se­jos de la Admi­nis­tra­ción en esas ins­tan­cias, se bus­ca hacer más estre­chas y efec­ti­vas las rela­cio­nes con la pobla­ción y ase­gu­rar el pre­cep­to cons­ti­tu­cio­nal según el cual “las masas popu­la­res con­tro­lan la acti­vi­dad de los órga­nos esta­ta­les, de los dipu­tados, de los dele­ga­dos y de los funcionarios”.

El cum­pli­mien­to de lo apro­ba­do en el VI Con­gre­so del Par­ti­do y que median­te el Acuer­do 60/​VII de la Asam­blea Nacio­nal el pue­blo hizo suyo, impli­ca estu­dio y apli­ca­ción, impen­sa­bles sin la par­ti­ci­pa­ción del pue­blo, que es el pro­ta­go­nis­ta prin­ci­pal de la mate­ria­li­za­ción de los cambios.

Pero es inne­ga­ble que las nue­vas tareas que deben asu­mir los dele­ga­dos como par­te de la res­pon­sa­bi­li­dad inhe­ren­te a su car­go y a la diná­mi­ca de las trans­for­ma­cio­nes en cur­so, les deman­dan un enor­me esfuer­zo y un tiem­po del que a duras penas dis­po­nen, toda vez que por sus ser­vi­cios a la colec­ti­vi­dad no cobran sala­rio y todos —excep­to los jubi­la­dos— cum­plen dia­ria­men­te su jor­na­da laboral.

A ello se suma el des­gas­te por las pre­sio­nes que des­de aba­jo reci­ben por par­te de algu­nos elec­to­res que les recla­man la solu­ción de disí­mi­les asun­tos, mien­tras cier­tas visio­nes admi­nis­tra­ti­vas des­de arri­ba los des­cri­ben y tra­tan como men­sa­je­ros problemáticos.

Los pre­si­den­tes de las asam­bleas muni­ci­pa­les y pro­vin­cia­les, los miem­bros de los con­se­jos de admi­nis­tra­ción y demás cua­dros y fun­cio­na­rios, por su par­te, se ven enfren­ta­dos a un cúmu­lo cre­cien­te de reali­da­des que impac­tan en la vida de las per­so­nas. Ello impli­ca más con­sa­gra­ción, pla­ni­fi­car y orga­ni­zar mejor su labor, tra­zar estra­te­gias de comu­ni­ca­ción hacia lo interno y externo e inno­var y cam­biar esti­los de trabajo.

Esa reali­dad debe estu­diar­se de for­ma mul­ti­fac­to­rial para modi­fi­car lo que sea nece­sa­rio; sin embar­go, la labor actual de los órga­nos loca­les del Poder Popu­lar sería más efec­ti­va si todos: elec­to­res y ele­gi­dos, auto­ri­da­des polí­ti­cas y admi­nis­tra­ti­vas cono­cie­ran en pro­fun­di­dad, y cum­plie­ran e hicie­ran cum­plir lo que está vigen­te para ase­gu­rar el fun­cio­na­mien­to del sis­te­ma en sus dis­tin­tas instancias.

Buro­cra­tis­mo, sub­es­ti­ma­ción o des­aten­ción a la auto­ri­dad de los dele­ga­dos y dipu­tados, y sobre todo del pue­blo, pro­vo­can dis­gus­tos en la ciu­da­da­nía, lo cual se suma a la polí­ti­ca de mor­ti­fi­ca­ción per­ma­nen­te del impe­ria­lis­mo y sus fuer­zas monu­men­ta­les lan­za­das de mane­ra minu­cio­sa, per­ma­nen­te y cri­mi­nal con­tra Cuba, en dis­tin­tos formatos.

Las asam­bleas de ren­di­ción de cuen­ta del delegado

En los con­tac­tos sis­te­má­ti­cos en los terri­to­rios con elec­to­res, dele­ga­dos, pre­si­den­tes de Con­se­jos Popu­la­res, de asam­bleas muni­ci­pa­les y pro­vin­cia­les y con direc­ti­vos empre­sa­ria­les de orga­nis­mos y orga­ni­za­cio­nes, el dipu­tado Este­ban Lazo Her­nán­dez, pre­si­den­te de la Asam­blea Nacio­nal del Poder Popu­lar, ha reite­ra­do la impor­tan­cia del víncu­lo con la pobla­ción, cues­tión que se reco­ge en los Obje­ti­vos de la Pri­me­ra Con­fe­ren­cia Nacio­nal del Partido.

Lazo apro­ve­cha cada opor­tu­ni­dad para pre­ci­sar con­cep­tos sobre el papel de los repre­sen­tan­tes del pue­blo y en espe­cial el de la máxi­ma auto­ri­dad de la cir­cuns­crip­ción, que son los elec­to­res, pues si esto no se reco­no­ce, des­vir­túa o igno­ra, enton­ces ellos no se sen­ti­rán en el dis­fru­te pleno de sus dere­chos ni de par­ti­ci­par y tra­ba­jar en la solu­ción de muchos de los pro­ble­mas que les ata­ñen o afectan.

Esos elec­to­res tie­nen la gran res­pon­sa­bi­li­dad, ade­más, de ele­gir o revo­car en su cir­cuns­crip­ción a los inte­gran­tes de las asam­bleas muni­ci­pa­les del Poder Popu­lar —dos de los cua­les ocu­pa­rán los car­gos de pre­si­den­te y vice­pre­si­den­te — , de apro­bar al Con­se­jo de la Admi­nis­tra­ción local, el plan eco­nó­mi­co-social y el pre­su­pues­to, y pro­cla­mar a los can­di­da­tos para las elec­cio­nes de dipu­tados y dele­ga­dos provinciales.

Por eso debe dar­se a las reunio­nes del dele­ga­do con sus elec­to­res, el mis­mo valor que se da a la Asam­blea Muni­ci­pal, a la Asam­blea Pro­vin­cial e, inclu­so, a la Asam­blea Nacio­nal. Si eso no se logra, los cimien­tos sobre los cua­les des­can­sa el edi­fi­cio de nues­tro mode­lo, ero­sio­na­dos por la ruti­na y el for­ma­lis­mo, no ten­drán la soli­dez requerida.

Las cau­sas de un des­cen­so en los repor­tes de asis­ten­cia a las Asam­bleas de Ren­di­ción de Cuen­ta —sin hablar de las sus­pen­sio­nes o pos­po­si­cio­nes de estas— tie­nen varias razo­nes, entre ellas una con­vo­ca­to­ria apre­su­ra­da, pobre divul­ga­ción y accio­nar de los lla­ma­dos fac­to­res de la cir­cuns­crip­ción, un espa­cio no ade­cua­do para el encuen­tro, y sobre todo la ausen­cia de veci­nos de los cua­les la comu­ni­dad espe­ra una acti­tud más consecuente.

Si se tie­ne en cuen­ta que quie­nes inte­gran las fuer­zas más acti­vas de la socie­dad, de cuyo ejem­plo depen­de en gran medi­da la acti­tud de los demás, vemos que todos viven en la comu­ni­dad: los mili­tan­tes del Par­ti­do y la Juven­tud, los cua­dros de las orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas, de masas y socia­les, los jefes y fun­cio­na­rios de los orga­nis­mos de la admi­nis­tra­ción cen­tral del Esta­do, los com­ba­tien­tes y ofi­cia­les de las ins­ti­tu­cio­nes arma­das, los direc­to­res de empre­sas, los pro­fe­sio­na­les, inte­lec­tua­les, perio­dis­tas, pro­fe­so­res, cien­tí­fi­cos y otros veci­nos destacados.

Es lógi­co que esa pre­sen­cia en esos encuen­tros en los barrios —que ocu­rren dos veces en el año— enri­que­ce el deba­te, refuer­za el papel del dele­ga­do, de las pro­pias asam­bleas, de los con­se­jos popu­la­res y el accio­nar de las masas en el barrio para enfren­tar impor­tan­tes desa­fíos como las mani­fes­ta­cio­nes de indis­ci­pli­na social e ile­ga­li­da­des, sin des­de­ñar el valor de lo que son capa­ces las masas que siem­pre tie­nen pre­sen­te aque­llo que Cer­van­tes puso en boca del Qui­jo­te, hace 400 años: “no es un hom­bre más que otro si no hace más que otro”.

No es jus­to gene­ra­li­zar las reunio­nes de ren­di­ción de cuen­ta como tedio­sas e insus­tan­cia­les, o los repor­tes inacep­ta­bles de asis­ten­cia “infla­dos”, en el con­ven­ci­mien­to de que una con­cu­rren­cia alta es sinó­ni­mo de cali­dad, pues abun­dan ejem­plos de serie­dad e ini­cia­ti­va, don­de esos encuen­tros son una fies­ta de civis­mo, que se apro­ve­cha para reco­no­cer a niños, jóve­nes y ciu­da­da­nos más des­ta­ca­dos de la comu­ni­dad, pro­mo­ver el diá­lo­go sobre los pro­ble­mas colec­ti­vos y con­cre­tar la bús­que­da de la uni­dad, el con­sen­so, la iden­ti­dad y el sen­ti­do de per­te­nen­cia de los ciu­da­da­nos por la comu­ni­dad, el terri­to­rio y el país.

“Cons­truir ese con­sen­so —en opi­nión de la dipu­tada Ana María Mari Macha­do, vice­pre­si­den­ta de la Asam­blea Nacio­nal — , sig­ni­fi­ca lle­gar, median­te la expre­sión cla­ra de las ideas, des­pués de escu­char diver­sas opi­nio­nes, a una deci­sión para la solu­ción o iden­ti­fi­ca­ción de un pro­ble­ma, sub­ra­yan­do que apo­yar esa deci­sión es lograr la dis­po­si­ción de todos, sin que de ini­cio haya sido lo exac­ta­men­te pen­sa­do por algu­nos. En otras pala­bras, es la posi­bi­li­dad de escu­char e inter­cam­biar diver­sos argu­men­tos expre­sa­dos de modo trans­pa­ren­te y rea­li­zar aná­li­sis colec­ti­vos de aque­llos para lle­gar a con­sen­sos que bene­fi­cien a todos, que como se sabe no sig­ni­fi­can unanimidad”.

Los plan­tea­mien­tos de la población

El dele­ga­do tie­ne la res­pon­sa­bi­li­dad de escu­char, recep­cio­nar y via­bi­li­zar las opi­nio­nes y pro­pues­tas de las per­so­nas, pero no es un admi­nis­tra­ti­vo y por lo tan­to no es quien tie­ne que tapar los hue­cos, ni hacer el pan u otra tarea; pero lo que sí le corres­pon­de es exi­gir que todo se haga bien, como gobierno que es en su área, jun­to con los elec­to­res, ha reite­ra­do Lazo.

Una de las insa­tis­fac­cio­nes de la ciu­da­da­nía está rela­cio­na­da con las res­pues­tas a muchos de sus plan­tea­mien­tos, por­que no se le dan, no resul­tan con­vin­cen­tes, quie­nes las dan no las expli­can bien, no domi­nan la mate­ria o sen­ci­lla­men­te no se ape­gan a la verdad.

Según datos de la Asam­blea Nacio­nal, más del 40 % de los plan­tea­mien­tos de los elec­to­res tie­ne solu­ción, y muchos los pue­de resol­ver el direc­tor de una empre­sa, de una uni­dad pre­su­pues­ta­da o el jefe de cual­quier ins­ti­tu­ción, pues­to que detrás de un plan­tea­mien­to sue­le haber una defi­cien­cia admi­nis­tra­ti­va. Si se garan­ti­za­ra la cali­dad de los ser­vi­cios y pro­duc­tos, si se redu­je­ra el exce­so y len­ti­tud de los trá­mi­tes, y las admi­nis­tra­cio­nes tra­ba­ja­ran bien, des­apa­re­ce­rían muchas que­jas irritantes.

Con fre­cuen­cia, cier­tos deba­tes sue­len enre­dar­se en la dis­cu­sión de algo que para mate­ria­li­zar­se deman­da millo­nes de dóla­res o pesos, que con­lle­van inver­sio­nes o recur­sos. Una par­te sus­tan­cial de los recla­mos de la ciu­da­da­nía —que son nece­si­da­des reales de las per­so­nas o las comu­ni­da­des, solo pue­den rea­li­zar­se con aumen­tos impor­tan­tes y sos­te­ni­dos de la pro­duc­ción, de la efi­cien­cia eco­nó­mi­ca o de aho­rros sustanciales.

Pero no es lo mis­mo una nue­va red para exten­der el ser­vi­cio eléc­tri­co que cam­biar una bom­bi­lla del alum­bra­do públi­co, como tam­po­co es igual cons­truir un acue­duc­to que repa­rar un equi­po de bom­beo o eli­mi­nar un sali­de­ro. Enton­ces, si per­sis­te un con­jun­to de pro­ble­mas sen­ci­llos de la gen­te, y lejos de ser ama­bles con ella y dar­le res­pues­tas cla­ras, se le mal­tra­ta o se le hacen pro­me­sas impo­si­bles de cum­plir, se le abre cau­ce al des­cré­di­to y se dete­rio­ra el esta­do de áni­mo de la población.

“Si esta Revo­lu­ción es del pue­blo, por el pue­blo y para el pue­blo —ha dicho el Pre­si­den­te de nues­tro Par­la­men­to — , cuál otro debe ser el sen­ti­do de la exis­ten­cia de una enti­dad o de un diri­gen­te revo­lu­cio­na­rio sino el pro­pi­ciar la mayor ale­gría y tran­qui­li­dad a ese pueblo”.

Rober­to Armas, quien se ocu­pa del aná­li­sis de los plan­tea­mien­tos en las Ofi­ci­nas Auxi­lia­res de la Asam­blea Nacio­nal, con­si­de­ra que en esto se evi­den­cia, con mucha fre­cuen­cia, fal­ta de aco­me­ti­vi­dad, orga­ni­za­ción y con­trol en las direc­cio­nes administrativas.

“Por ejem­plo, cuan­do lee­mos las actas de con­se­jos de direc­ción, expli­ca, a veces des­cu­bri­mos que seña­la­mien­tos que les ata­ñen se exa­mi­nan super­fi­cial­men­te, o no se pre­ci­sa cuán­do o quién se encar­ga­rá de la solu­ción o de dar una opor­tu­na y razo­na­da res­pues­ta, eso sin con­tar que no hay que espe­rar a que se reúnan los direc­ti­vos para actuar sobre un pro­ble­ma, ni espe­rar al perio­do de ren­di­ción de cuen­ta para empren­der un mara­tón de solu­cio­nes, ni olvi­dar­se de que algo resuel­to pue­de de nue­vo con­ver­tir­se en que­ja si per­sis­ten las cau­sas que la motivaron”.

Para qué voy a plan­tear algo si no lo van a resol­ver es un pen­sa­mien­to pre­do­mi­nan­te en muchas per­so­nas; pero es útil que sepan y pue­dan exi­gir en con­se­cuen­cia que el pro­ce­so de aten­ción a lo que expre­sa la ciu­da­da­nía —tan­to en las reunio­nes de veci­nos, como en los des­pa­chos del dele­ga­do, en otros encuen­tros o en car­tas — , está deta­lla­do en el Acuer­do 6560 del Comi­té Eje­cu­ti­vo del Con­se­jo de Ministros.

Ese docu­men­to nor­ma los pasos a seguir por las admi­nis­tra­cio­nes a todos los nive­les de direc­ción y del papel de cada cual en la tra­mi­ta­ción y solu­ción de los plan­tea­mien­tos de los elec­to­res, y los cla­si­fi­ca en que­jas, suge­ren­cias, soli­ci­tu­des y denun­cias. Es por eso que con­du­cir ade­cua­da­men­te ese pro­ce­so requie­re pre­pa­ra­ción y dominio.

Para ase­gu­rar la solu­ción de muchos pro­ble­mas se ha deci­di­do irlos incor­po­ran­do al Plan de la Eco­no­mía, mas cuan­do este se incum­ple sue­len dar­se diver­sas excu­sas, como que fal­tó o no alcan­zó el finan­cia­mien­to, que no se reci­bió todo lo nece­sa­rio, que no lle­gó a tiem­po, que no había con quién eje­cu­tar­lo, etc. Lo real es que si cier­ta­men­te la inver­sión esta­ba inclui­da en el Plan es por­que tenía apro­ba­do ya el pre­su­pues­to y fir­ma­dos los con­tra­tos para los recur­sos mate­ria­les y humanos.

No pocos plan­tea­mien­tos tie­nen raíz en indis­ci­pli­nas de los pro­pios ciu­da­da­nos, en la tole­ran­cia de auto­ri­da­des admi­nis­tra­ti­vas y de repre­sen­tan­tes del pue­blo, que han pro­pi­cia­do la apa­ri­ción de micro­ver­te­de­ros o el sur­gi­mien­to des­or­de­na­do de barrios don­de no se podía, y es allí cuan­do los mora­do­res des­pués empie­zan a pedir agua, calles o carre­te­ra, ómni­bus y telé­fo­nos, sin las infra­es­truc­tu­ras indis­pen­sa­bles, pero cos­to­sas, para lle­var esos ser­vi­cios que nece­si­tan pri­me­ro la escue­la, el con­sul­to­rio, el comer­cio, etc.

La dipu­tada Ana María Mari adi­cio­na un fac­tor deci­si­vo y es la impor­tan­cia de que quien asu­ma algu­na res­pon­sa­bi­li­dad social “debe poner empe­ño en su capa­ci­dad de comu­ni­car, pues entre otras habi­li­da­des y com­pe­ten­cias nece­si­ta cum­plir las reglas para una bue­na comu­ni­ca­ción: saber escu­char a los demás, saber expre­sar ade­cua­da­men­te sus argu­men­tos con flui­dez, con un len­gua­je apro­pia­do y con pala­bras com­pren­si­bles a quie­nes lo escu­chan, y de garan­ti­zar que los otros pue­dan expre­sar­se y tam­bién sepan escu­char, pues es nece­sa­rio com­pren­der lo que cada par­te, en lo indi­vi­dual o colec­ti­vo, desea expre­sar y argumentar”.

“La Revo­lu­ción Cuba­na pro­pi­cia espa­cios de infi­ni­tas posi­bi­li­da­des para eso, como son los meca­nis­mos del sis­te­ma de órga­nos loca­les del Poder Popu­lar en la comu­ni­dad, la cir­cuns­crip­ción, el Con­se­jo Popu­lar, las asam­bleas y sus comi­sio­nes de tra­ba­jo, así como de nues­tras orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas y de masas, en los cen­tros de tra­ba­jo, de edu­ca­ción, de inves­ti­ga­cio­nes socia­les y en las sec­cio­nes de opi­nión en la pren­sa, entre otros”, expli­ca la vice­pre­si­den­ta de la Asam­blea Nacional.

Si a ello uni­mos el genio colec­ti­vo, la expe­rien­cia acu­mu­la­da por las masas en la épi­ca de nues­tro deve­nir his­tó­ri­co, y sobre todo la sabi­du­ría de Fidel, quien siem­pre insis­tió en el hábi­to de no dejar de pen­sar y pen­sar has­ta encon­trar la solu­ción de un pro­ble­ma, no habrá empe­ño que no pue­da lograr­se. En ese cli­ma debe­mos jun­tar­nos todos para lograr los obje­ti­vos de la pró­xi­ma ren­di­ción de cuen­ta de los dele­ga­dos a sus electores.

Tubal Páez, Perio­dis­ta cubano. Pre­si­den­te de Honor de la Unión de Perio­dis­tas de Cuba (UPEC).

19 de sep­tiem­bre de 2014

(Toma­do de Gran­ma)

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