La lucha contra la reforma de la ley del aborto como impulso de los movimientos feministas.
Al escribir el titular he tenido dudas ciertas en cuanto a los signos ortográficos. ¿Pongo la frase entre interrogantes, no vaya a ser que en una de éstas de no-sé-qué-hacer desde el Gobierno activen el anteproyecto de ley? ¿Mejor entre exclamaciones, porque ya hemos ganado, la “oxtia”, y esto está muy bien? ¿O simplemente es una afirmación, sin más? Hay una opción que me interesa mucho, que es la que conjuga el verbo ganar en continuo: estamos ganando.
Ahora la pregunta siguiente es saber qué hemos ganado y a quién estamos ganando. Qué hacer con lo que se gana es también importante, gestionar las victorias para seguir dando pasos por nuestros derechos.
Si se plantea que ganar es que el PP no presente su anteproyecto y seguir como estamos, entonces el tema es más bien de política aritmética. Lo sabremos con el paso del tiempo. Yo lo planteo de otra forma. De momento, ya hemos ganado en muchas, muchísimas cosas. Hemos ganado en la movilización de la calle. Millones de mujeres y hombres han manifestado su oposición al anteproyecto, que ha concitado, como nunca antes, oposiciones y rechazos. El propio movimiento feminista –o movimientos– ha engordado, ha mostrado músculo, para decir ‘no’. Y esto tiene unas connotaciones nuevas, importantes, masivas, radicales, autoafirmativas… La incorporación de nuevas ‘jóvenas’ y la reincorporación de viejas luchadoras ha resultado en una feliz confluencia.
El movimiento ha sabido y podido sumar sectores importantes. El siempre protagonista actor sanitario, en sus versiones más reivindicativas de salud pública para todas, está jugando un papel importante. Ellas y ellos serían los protagonistas –y seguramente lo están siendo– de una red de desobediencia y de solidaridad.
Los sectores más oficialistas y liberales del feminismo han sabido moverse en defensa de la vigente ley con una capacidad de enganche interesante con otros sectores de la sociedad. Han conseguido aglutinar a una franja de la sociedad que, sin ser radical, ha mostrado su disposición a movilizarse en la calle. Interesante dato de reivindicación.
Hemos ganado en las líneas gruesas del debate y de confrontación con la ultraderecha y los conservadores. En esta campaña, el movimiento feminista ha sido capaz de marcar los extremos de lo debatible. Por primera vez se han dejado de lado debates relativamente estúpidos sobre los derechos de “Ferminico” –nasciturus navarro de pro, a punto de correr en el encierro– y se ha centrado en la mujer y sus derechos, en la soberanía sobre su cuerpo.
Hemos ganado al poner en el centro de la discusión, le pese a quien le pese, la libertad y el derecho a decidir: ser madre o no, en las condiciones en las que libremente decidan las mujeres, con quien quieran serlo, cuando quieran, en el número que decidan… Esto ha permitido enlazar con los derechos de todas la mujeres: las lesbianas que deciden acudir a la reproducción asistida, en solitario o en pareja; las mujeres emparejadas que deciden tener criaturas y las que deciden que no; las no emparejadas que deciden ser madres en solitario; las mujeres inmigrantes que deciden tener criaturas por encima de la media de esta sociedad, aunque a muchos les parezca que no está de moda.
Este reto no es una apuesta inmediatista sobre una ley determinada que pretende imponer el Gobierno del PP. Que también. Ésta es una pelea de largo calado y contenido, a distancia, donde las feministas seguimos planteando los elementos importantes de la soberanía de nuestros cuerpos. Por eso yo mantengo que en esta lucha estamos ganando.