“En Méxi­co hay una gue­rra derra­ma­da hacia toda la sociedad”

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La reco­no­ci­da eco­no­mis­ta y ana­lis­ta mexi­ca­na dia­lo­gó con Mira­das al Sur acer­ca de la cre­cien­te cri­sis polí­ti­ca des­ata­da por la des­apa­ri­ción de 43 estu­dian­tes en el muni­ci­pio de Igua­la, del esta­do de Guerrero.

Gue­rre­ros Uni­dos, Los Rojos, La Fami­lia, Los Caba­lle­ros Tem­pla­rios, son sola­men­te algu­nos de los nom­bres de las orga­ni­za­cio­nes cri­mi­na­les del Esta­do de Gue­rre­ro, Méxi­co, que han comen­za­do a apa­re­cer con fuer­za en las pági­nas de la pren­sa inter­na­cio­nal en las últi­mas sema­nas. Todos nom­bres que remi­ten a la fuer­za, la viri­li­dad, la leal­tad, y que han ser­vi­do para fir­mar las peo­res atro­ci­da­des come­ti­das en ese paraí­so turís­ti­co en las últi­mas déca­das. Según datos ofi­cia­les, sola­men­te en 2013 se come­tie­ron allí 2.203 homi­ci­dios. Una tasa de 63 ase­si­na­tos cada 100.000 habi­tan­tes, la más alta del país. Pero aun esos datos tie­nen el defec­to de estar basa­dos sobre lo que las auto­ri­da­des fede­ra­les y dis­tri­ta­les regis­tran, y en los últi­mos tiem­pos que­dó más que cla­ro que esa infor­ma­ción es muy poco con­fia­ble. Por­que si hay algo que carac­te­ri­za a los Gue­rre­ros Uni­dos, Los Rojos, La Fami­lia o Los Caba­lle­ros Tem­pla­rios, es su pro­fun­da pene­tra­ción en la vida polí­ti­ca e ins­ti­tu­cio­nal de Gue­rre­ro. Alcal­des, fis­ca­les, gober­na­do­res y legis­la­do­res han sido acu­sa­dos y has­ta con­de­na­dos como jefes de esos mis­mos grupos.

El últi­mo caso que con­mo­cio­nó a la socie­dad mexi­ca­na, y que puso en evi­den­cia estos víncu­los, fue la des­apa­ri­ción de 43 estu­dian­tes en el muni­ci­pio de Igua­la a manos de la poli­cía local el pasa­do 26 de sep­tiem­bre. Todos eran alum­nos de la Escue­la Nor­mal Rural “Raúl Isi­dro Bur­gos” de Ayotzi­na­pa, esta­do de Gue­rre­ro, ins­ti­tu­ción que ha for­ma­do his­tó­ri­ca­men­te jóve­nes con una fuer­te tra­di­ción de lucha social. Entre sus ex alum­nos se des­ta­can Lucio Caba­ñas Barrien­tos, líder del gru­po gue­rri­lle­ro Par­ti­do de los Pobres; el sin­di­ca­lis­ta Gena­ro Váz­quez Rojas, ase­si­na­do en una embos­ca­da por el ejér­ci­to, o el diri­gen­te comu­nis­ta Othón Sala­zar Ramí­rez. En diciem­bre de 2011 la repre­sión poli­cial con­tra los estu­dian­tes de esa escue­la dejó un sal­do de dos jóve­nes muer­tos duran­te una pro­tes­ta para exi­gir mejo­ras edi­li­cias para la ins­ti­tu­ción. Los nor­ma­lis­tas de Ayotzi­na­pa y sus pro­fe­so­res fue­ron ata­ca­dos el mes pasa­do por efec­ti­vos muni­ci­pa­les mien­tras via­ja­ban a la mani­fes­ta­ción que todos los años se rea­li­za en la Ciu­dad de Méxi­co en con­me­mo­ra­ción de la masa­cre de Tla­te­lol­co, ocu­rri­da el 2 de octu­bre de 1968. Allí pre­ten­dían lle­var sus deman­das por una refor­ma edu­ca­ti­va y cues­tio­na­ban a las auto­ri­da­des loca­les por las con­di­cio­nes en que deben estu­diar. Sin embar­go, el alcal­de de Igua­la, José Luis Abar­ca Veláz­quez, quien actual­men­te está pró­fu­go, orde­nó que se detu­vie­ran los colec­ti­vos en que se tras­la­da­ban los nor­ma­lis­tas. Des­de ese momen­to seis per­so­nas murie­ron, 25 resul­ta­ron heri­das y 43 estu­dian­tes des­apa­re­cie­ron. Por estos hechos, las auto­ri­da­des de Gue­rre­ro, per­te­ne­cien­tes al Par­ti­do de la Revo­lu­ción Demo­crá­ti­ca (PRD), fue­ron sin­di­ca­das como cóm­pli­ces del cri­men orga­ni­za­do que azo­ta el Esta­do, y la socie­dad toda salió a mani­fes­tar­se para pedir la apa­ri­ción con vida de los jóve­nes y la renun­cia de los man­da­ta­rios loca­les. “Estos mucha­chos de Ayotzi­na­pa lo que mar­ca­ron fue real­men­te el tras­pa­so de un umbral”, ana­li­zó en esta entre­vis­ta con Mira­das al Sur Ana Esther Cece­ña, eco­no­mis­ta del Ins­ti­tu­to de Inves­ti­ga­cio­nes Eco­nó­mi­cas de la Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Méxi­co (UNAM) y refe­ren­te del Obser­va­to­rio Lati­no­ame­ri­cano de Geopolítica.

–¿Cómo se pue­de ana­li­zar lo que suce­de en la polí­ti­ca mexi­ca­na, a la luz de lo ocu­rri­do con los nor­ma­lis­tas de Ayotzinapa?

–Están pasan­do muchas cosas con la polí­ti­ca mexi­ca­na. Es un pro­ce­so que vie­ne avan­zan­do des­de hace unos 12 o 15 años, y se ha rela­cio­na­do tam­bién con esta polí­ti­ca gene­ral de la dro­ga que hizo correr los cen­tros neu­rál­gi­cos des­de Suda­mé­ri­ca hacia Méxi­co. Por­que, como el mer­ca­do más gran­de de con­su­mo es EE.UU., Méxi­co es la loca­ción más ade­cua­da. Eso fue pro­vo­can­do un corri­mien­to de esas acti­vi­da­des ilí­ci­tas rela­cio­na­das con la ven­ta, el trá­fi­co e inclu­so con la pro­duc­ción mis­ma de dro­gas. Cuan­do esto se ins­ta­ló ya de mane­ra con­sis­ten­te en el país, EE.UU. pro­mo­vió una polí­ti­ca que lla­ma­ba de gue­rra con­tra las dro­gas, que fue asu­mi­da cabal­men­te por el enton­ces pre­si­den­te Feli­pe Cal­de­rón a par­tir del año 2006. Esta “gue­rra con­tra el nar­co”, como se la lla­mó, sig­ni­fi­ca­ba por un lado dar ins­ti­tu­cio­na­li­dad al tra­ba­jo del ejér­ci­to en segu­ri­dad inter­na, y eso movió muchas cosas en el terreno de los cuer­pos de segu­ri­dad del país, por­que ya no eran sola­men­te las poli­cías las que esta­ban com­ba­tien­do el cri­men orga­ni­za­do sino que entra­ba el ejér­ci­to de mane­ra muy pro­ta­gó­ni­ca en el com­ba­te supues­ta­men­te al nar­co­trá­fi­co. Des­ató real­men­te una gue­rra en el país esta polí­ti­ca. A pesar de que la socie­dad mexi­ca­na ha esta­do insis­tien­do muchí­si­mo en que no es ni siquie­ra la mane­ra de dete­ner al nar­co, y que está pro­vo­can­do pro­ble­mas terri­bles en el país, no se ha que­ri­do modi­fi­car. No sola­men­te por las auto­ri­da­des mexi­ca­nas. EE.UU. ha dicho reite­ra­da­men­te que esa es la polí­ti­ca ade­cua­da y la que van a sos­te­ner. Y la sos­tie­nen a tra­vés de la Ini­cia­ti­va Méri­da y tam­bién a tra­vés de otro con­jun­to de rela­cio­nes que tie­nen con Méxi­co hace tiem­po atrás y que se han ido refor­zan­do, pero siem­pre con esta mis­ma inten­ción. Eso se com­bi­na, por otro lado, con un país en el que las ins­ti­tu­cio­nes polí­ti­cas son muy frá­gi­les por­que están muy des­le­gi­ti­ma­das y por­que la corrup­ción es algo real­men­te sis­te­má­ti­co y abar­ca todos los nive­les del mane­jo público.

–Qué sig­ni­fi­ca esto para la vida coti­dia­na de la población?

–Hoy en Méxi­co al mis­mo tiem­po que hay recla­mos por la apa­ri­ción de estos mucha­chos tene­mos muchos otros des­apa­re­ci­dos. Estos jóve­nes de Ayotzi­na­pa lo que mar­ca­ron fue real­men­te el tras­pa­so de un umbral, por la mane­ra tan impu­ne, tan sal­va­je como fue­ron tra­ta­dos. Pero de hecho es una tóni­ca que está más o menos ins­ta­la­da en todo el país, y cada día aumen­ta el núme­ro de víc­ti­mas y des­apa­re­ci­dos. Hay muchos recla­mos en ese sen­ti­do pero al mis­mo tiem­po hay recla­mos en todos los otros nive­les. Es decir que hay una situa­ción en la que ha des­apa­re­ci­do, o por lo menos hay vacíos gigan­tes­cos en el esta­do de dere­cho. En par­te por esta mili­ta­ri­za­ción ascen­den­te. Enton­ces no hay esta­do de dere­cho, no hay auto­ri­da­des a las cua­les acu­dir, no hay ins­tan­cias que garan­ti­cen una cier­ta segu­ri­dad ciu­da­da­na, y eso com­bi­na­do con el aumen­to de los nego­cios del cri­men orga­ni­za­do y de varios otros tipos ha dado lugar a un explo­si­vo. Esta­mos preo­cu­pa­dí­si­mos por­que el país pare­ce estar a pun­to de esta­llar en peda­ci­tos. Es decir, a pun­to de ser bal­ca­ni­za­do. Por­que no hay auto­ri­dad del Esta­do. Inclu­so aho­ra con estos acon­te­ci­mien­tos terri­bles, mien­tras la socie­dad está escan­da­li­za­da, el pre­si­den­te tra­ta el tema como si fue­ra un atro­pe­lla­mien­to de una per­so­na en un via­duc­to. El Esta­do cen­tral está muy frá­gil y los pode­res loca­les han cre­ci­do muchí­si­mo. Se han for­ta­le­ci­do en par­te a tra­vés de la repre­sen­ta­ción polí­ti­ca que tie­nen los gober­na­do­res, pero siem­pre muy vin­cu­la­dos con la acti­vi­dad mafio­sa que hay en cada región. Enton­ces usted va a tener en cada lugar elec­cio­nes en las cua­les algu­nos can­di­da­tos son reti­ra­dos por mie­do y otros son pues­tos con recur­sos del cri­men orga­ni­za­do. De mane­ra que se ha ido con­for­man­do una estruc­tu­ra de poder en todo el país de pode­res loca­les muy con­ta­mi­na­dos por el cri­men orga­ni­za­do y un Esta­do muy débil, con sos­pe­cha de estar imbri­ca­do tam­bién con el nar­co. Todo esto en el medio de una total y abso­lu­ta impu­ni­dad. La socie­dad ha sido colo­ca­da en una situa­ción de inde­fen­sión casi total. Se sien­te muy sola, muy agre­di­da y en cier­to sen­ti­do des­con­tro­la­da por­que no se sabe bien por dón­de vie­nen los gol­pes, por­que lle­gan por todos lados. No es una gue­rra muy foca­li­za­da. Es una gue­rra derra­ma­da hacia toda la socie­dad. Y de repen­te pue­de ocu­rrir que es con­tra algu­nos empre­sa­rios, lue­go con­tra un pobla­do, o con­tra estu­dian­tes o cual­quier otro miem­bro. Es una situa­ción de una tre­men­da ines­ta­bi­li­dad, de un tre­men­do vacío del esta­do de dere­cho, de una inde­fen­sión muy gran­de y de una impu­ni­dad total.

–En su momen­to lla­mó la aten­ción que las auto­ri­da­des invo­lu­cra­das fue­ran miem­bros del PRD, que se pre­sen­tó en los últi­mos años como un con­tra­pe­so pro­gre­sis­ta a la corrup­ción generalizada…

–Es el sis­te­ma polí­ti­co en su con­jun­to. Por supues­to hay mati­ces, pero que en estas cir­cuns­tan­cias son meno­res. Ya no hacen dife­ren­cias. El caso de Gue­rre­ro es gra­ví­si­mo en ese sen­ti­do, es muy elo­cuen­te. Por­que el gober­na­dor que ha sido reite­ra­da­men­te seña­la­do por una acti­tud de arro­gan­cia e impu­ni­dad y atro­pe­llo, está sos­te­ni­do por el PRD. La cúpu­la le ha sos­te­ni­do su apo­yo y está enton­ces invo­lu­cra­da en lo que está suce­dien­do ahí. El gober­na­dor dijo que él no inter­vino cuan­do supo lo que esta­ba suce­dien­do con estos mucha­chos por­que lla­mó al alcal­de de Igua­la y no le con­tes­tó el telé­fono, por ejemplo.

–¿Enton­ces no hay nin­gu­na alternativa?

–La situa­ción es difí­cil por­que real­men­te ha esca­la­do muchí­si­mo. Los nive­les a los que ha lle­ga­do esta imbri­ca­ción entre la polí­ti­ca, las ins­ti­tu­cio­nes y el cri­men orga­ni­za­do son muy altos. Pero la socie­dad está movi­li­za­dí­si­ma inclu­so en estas cir­cuns­tan­cias que son tan difí­ci­les, de tan­to mie­do. Tene­mos jóve­nes en las calles de todas las ciu­da­des impor­tan­tes del país todo el tiem­po recla­man­do. Y eso es algo muy sen­ti­do por los jóve­nes. Por­que la ver­dad que esto es una gue­rra. Una gue­rra social en que la gran par­te de los afec­ta­dos son los jóve­nes. Se mata a los migran­tes jóve­nes, se des­apa­re­cen jóve­nes que son lle­va­dos a fin­cas y se les hace tra­ba­jar como escla­vos. Están ocu­rrien­do cosas gra­ví­si­mas que no salen tan­to a la luz y que invo­lu­cran sobre todo a la pobla­ción joven, que ya están gol­pea­dos por el neo­li­be­ra­lis­mo, por una situa­ción eco­nó­mi­ca difí­cil, que no tie­nen muchas pers­pec­ti­vas de futu­ro y ade­más son las prin­ci­pa­les víc­ti­mas de estos cri­mi­na­les. Creo que ha lle­ga­do el momen­to de que, si de por si van a vivir asus­ta­dos por­que les pue­de pasar de todo, es el momen­to de tomar la rien­da y salir a levan­tar sus voces. Y se están orga­ni­zan­do, se están movi­li­zan­do. Algo muy curio­so es que en este caso tene­mos jóve­nes de uni­ver­si­da­des pri­va­das, de las que for­man los cua­dros de la bur­gue­sía, que se han movi­li­za­do y han hecho actos en apo­yo a los nor­ma­lis­tas de Ayotzi­na­pa. Es decir que hay real­men­te una con­mo­ción social amplia, que abar­ca muchos sec­to­res de la socie­dad. Pero ade­más tene­mos orga­ni­za­cio­nes de dere­chos huma­nos, más tra­di­cio­na­les, inte­lec­tua­les, aca­dé­mi­cos, sin­di­ca­tos o tra­ba­ja­do­res que tam­bién se movi­li­zan. Inclu­so orga­ni­za­cio­nes barria­les. Los cul­pa­bles de este ase­si­na­to son los cul­pa­bles de todo lo que le está ocu­rrien­do a esta socie­dad. Es como un cri­mi­nal amplio, un masa­cra­dor muy amplio que nos está gol­pean­do a todos en todos lados. Que está car­co­mien­do dere­chos, que nos está qui­tan­do las pocas liber­ta­des demo­crá­ti­cas que se habían con­se­gui­do. Y lle­gó el momen­to en que la socie­dad no está más dis­pues­ta a per­mi­tir­lo. No se si esto es sufi­cien­te como para echar atrás una diná­mi­ca que ha ido corro­yen­do, des­com­po­nien­do la socie­dad has­ta tal pun­to, pero creo que más bien ten­dría­mos que pen­sar en qué tan­to se logra recons­truir los valo­res socia­les, los valo­res demo­crá­ti­cos, en un mediano pla­zo, y qué tan­to se logra con­tro­lar a la corrup­ción cuan­do ésta ha lle­ga­do a los nive­les más altos. Esto quie­re decir que las ins­ti­tu­cio­nes que esta­rían abo­ca­das a con­tro­lar y san­cio­nar están com­pro­me­ti­das con la mis­ma corrup­ción. Es una situa­ción que no se resuel­ve de un día para el otro. No bas­ta con cam­biar un pre­si­den­te o pode­res loca­les. Es un tra­ba­jo que va a tomar tiem­po, que nos va a cos­tar para recu­pe­rar la posi­bi­li­dad de vida en este terri­to­rio. Pero mucha gen­te está en eso y esta­mos pelean­do como pode­mos y don­de podemos.

–Es lla­ma­ti­vo cómo en los paí­ses con mayor pre­sen­cia mili­tar y eco­nó­mi­ca de EE.UU., como Méxi­co, Colom­bia o inclu­si­ve Para­guay, se note mayor­men­te esta des­com­po­si­ción y la actua­ción del cri­men orga­ni­za­do. ¿Hay ahí algu­na relación?

–Lo que está ocu­rrien­do en Méxi­co tie­ne que ver con este reaco­mo­do terri­to­rial y dis­ci­pli­na­rio que corres­pon­de al siglo XXI. Noso­tros habla­mos aquí de que estas gue­rras como la que está ocu­rrien­do en Méxi­co son las gue­rras del siglo XXI. Que no son pro­pia­men­te una gue­rra. No es una dic­ta­du­ra. Eso tie­ne prin­ci­pio y fin. En el caso de lo que nos está ocu­rrien­do a noso­tros es el cre­ci­mien­to ram­pan­te de una situa­ción de gue­rra. Una situa­ción de gue­rra que se ins­ta­la y que como no tie­ne un prin­ci­pio cla­ro tam­po­co tie­ne un fin cla­ro. Va poco a poco trans­for­man­do las for­mas de vida. Por un lado con ese dis­ci­pli­na­mien­to que requie­re el capi­ta­lis­mo a nivel inter­na­cio­nal. Para no­sotros EE.UU. es el hege­món prin­ci­pal de este sis­te­ma capi­ta­lis­ta por más que haya dispu­tas hege­mó­ni­cas. Y para noso­tros, que vivi­mos al lado, que tene­mos una fron­te­ra enor­me con ellos, que tene­mos 17 millo­nes de mexi­ca­nos vivien­do allá, que tene­mos víncu­los muy fuer­tes con ellos, la polí­ti­ca de EE.UU. es la que se asu­me como repre­sen­ta­ción del capi­ta­lis­mo mun­dial. Para ellos el siglo XXI ha sido un siglo de muchos desa­fíos por­que el capi­ta­lis­mo como tal está sien­do fuer­te­men­te cues­tio­na­do en todos los luga­res del pla­ne­ta. Y pobla­cio­nes inclu­so chi­qui­tas se levan­tan con­tra las polí­ti­cas capi­ta­lis­tas. Y eso está ocu­rrien­do en tan­tos luga­res que se ha vuel­to un ele­men­to de desa­fío a los pla­nes de impul­so de la acu­mu­la­ción capi­ta­lis­ta. Las empre­sas son fuer­te­men­te con­tes­ta­das, se bus­can recur­sos lega­les o de movi­li­za­ción para evi­tar que las mine­ras des­tro­cen terri­to­rios. Enton­ces el desa­fío ha impli­ca­do que en este siglo XXI se ha esta­do pen­san­do estra­té­gi­ca­men­te un reor­de­na­mien­to de las dis­ci­pli­nas en el terri­to­rio. Por dis­ci­pli­nas entien­do la acep­ta­ción de un modo o de otro de la diná­mi­ca del sis­te­ma capi­ta­lis­ta y su modo de acu­mu­la­ción. Para hacer este reor­de­na­mien­to evi­den­te­men­te uno de los bra­zos fuer­tes ha sido el mili­tar. La mili­ta­ri­za­ción en Amé­ri­ca lati­na sola­men­te en el siglo XXI ha hecho pasar el núme­ro de bases en un con­ti­nen­te don­de hay una situa­ción rela­ti­va de paz, don­de EE.UU. tie­ne muchos recur­sos diplo­má­ti­cos y eco­nó­mi­cos para tener el con­trol de la situa­ción. Que se ha dado a tra­vés de las bases mili­ta­res pero tam­bién en las modi­fi­ca­cio­nes en el com­por­ta­mien­to mili­tar. En las reglas de con­trol de las socie­da­des. Por ejem­plo, los cam­bios en los códi­gos pena­les y las leyes rela­cio­na­das con la segu­ri­dad. La intro­duc­ción por ejem­plo de esta idea del enemi­go terro­ris­ta en todos nues­tros paí­ses. Y lo que hace eso es colo­car a la pobla­ción como sos­pe­cho­sa. El terro­ris­ta es un enemi­go difu­so, que no se sabe dón­de está y por dón­de va a salir. Que gene­ral­men­te se pare­ce mucho a la gen­te sen­ci­lla, que actúa des­de su casa hacien­do por ejem­plo un arma bio­ló­gi­ca. Enton­ces todo pobla­dor de estos paí­ses es un sos­pe­cho­so. Cam­bió el esta­tus. Noso­tros antes era­mos siem­pre ino­cen­tes has­ta que se prue­be que somos cul­pa­bles. Hoy es al revés. Hoy somos cul­pa­bles has­ta que se demues­tre que somos ino­cen­tes. Y esto hace que las polí­ti­cas de segu­ri­dad se hayan modi­fi­ca­do muchí­si­mo. Hoy en todos nues­tros paí­ses, inclui­do EE.UU., nos pue­den dete­ner sin orden de apren­sión, pue­den catear nues­tros domi­ci­lios sin orden. Sim­ple­men­te con la jus­ti­fi­ca­ción de que podría­mos ser terro­ris­tas. Esto ha pro­vo­ca­do situa­cio­nes que lle­va­das al extre­mo son la que tene­mos en Méxi­co. Aquí tene­mos sí un enemi­go cla­ro que se mar­có cuan­do ini­ció la gue­rra con­tra en nar­co que eran los cár­te­les de la dro­ga. Pero has­ta don­de noso­tros sabe­mos han sido toca­dos muy leve­men­te. El nego­cio de la dro­ga sigue sien­do un nego­cio boyan­te en el país. Los cár­te­les con­tro­lan terri­to­rios, vías de comu­ni­ca­ción, siguen tenien­do altí­si­mas ganan­cias y la socie­dad es la que está sien­do afec­ta­da. Es decir, aque­llos que de algún modo eran afec­ta­dos por estas acti­vi­da­des ile­ga­les tam­bién están sien­do afec­ta­dos por aque­llos que supues­ta­men­te las están com­ba­tien­do. Pero esto no es pro­pia­men­te una gue­rra. No hay una decla­ra­ción de gue­rra ni una dic­ta­du­ra. Es un país supues­ta­men­te demo­crá­ti­co. Pero todo el sis­te­ma polí­ti­co vali­da estas cosas, y pare­ce como que esto es una ano­ma­lía. Cuan­do cre­ce la cri­mi­na­li­dad nos debe­mos pre­gun­tar cómo todas las ins­ti­tu­cio­nes la han esta­do aus­pi­cian­do. Hay cosas que hacen que son terri­bles. Han crea­do una can­ti­dad de cuer­pos de segu­ri­dad en estos años que real­men­te da risa. Por­que cuan­do crean uno, capa­ci­ta­do, de alto nivel, que se ocu­pe de com­ba­tir al cri­men orga­ni­za­do, al cabo de un año lo sacan por­que todos se corrom­pie­ron y crean otro. Empie­za a ocu­rrir que el pro­pio ejér­ci­to y la poli­cía están capa­ci­tan­do gen­te que en reali­dad está tra­ba­jan­do para el cri­men organizado.

–¿Cómo reac­cio­nan las socie­da­des ante este proceso?

–Yo creo que hay como dos socie­da­des para­le­las acá. Esta socie­dad sór­di­da del cri­men, don­de matar ya no es un pro­ble­ma, don­de lo que está en cues­tión no es si uno mata, sino cómo mata. Y otra socie­dad que ya no sabe muy bien dón­de está para­da. Que es la que se que­dó con la idea de que está­ba­mos en un país con cier­tas reglas demo­crá­ti­cas, con cier­ta posi­bi­li­dad de acu­dir a cier­tas ins­tan­cias de regu­la­ción jurí­di­ca, que tenía cier­to tipo de valo­res para la cual matar sigue sien­do inad­mi­si­ble. Pero esa par­te va que­dan­do un poco col­ga­da del aire. La des­com­po­si­ción social en Méxi­co está sien­do muy pro­fun­da. Por­que lo que ocu­rre en la socie­dad real­men­te exis­ten­te es que lo que se está ins­ta­lan­do es una situa­ción de gue­rra que no es una gue­rra. Es un cam­bio de moda­li­da­des de vida. Tal vez a moda­li­da­des de muerte.

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