Desde la perspectiva feminista-ilustrada hemos visto (y vemos) el despliegue del feminismo fuertemente vinculado a los procesos de racionalización ilustrada y a la conexa privatización de la religión, es decir, concebimos el feminismo indisolublemente ligado al proceso de laicización.
Seguramente no necesitamos modificar substancialmente dicha consideración, pero tal vez sí convenga matizarla, vistas las controversias en que está enredado el propio concepto de secularización y su relación con la Modernidad, por un lado, y vista también la falta de unanimidad feminista respecto al tratamiento teórico y político que merece el hecho de la multiculturalidad en nuestras sociedades.