Desde el comienzo de la crisis económica en 2008 y de la crisis política y estructural en la Unión Europea, rara vez escuchamos hablar de China en otros términos que el de potencia económica: bien como amenaza de un nuevo colonialismo arguyendo el “peligro amarillo” o bien como referente en cuanto a modelo político y social. Es posible que alguna vez tengamos constancia de la explotación laboral que se sigue ejerciendo contra los trabajadores de la República Popular – aunque sean malos tiempos para defender contra los grandes conglomerados empresariales la causa de los derechos laborales‑, pero siempre en términos de victimización, generalmente respondiendo al tópico racista del “asiático” como naturalmente sumisos y tendentes a aceptar un orden autocrático sin ningún tipo de contestación ‑tópico que se hace en referencia a los habitantes de la región Asia-Pacífico olvidando que Irán, la mayor parte de Rusia o India, entre otros países también.
Por ello causa especialmente sorpresa el titular de un suceso ocurrido el pasado 5 de abril:
“Hospitalizan a 30 taxistas tras beber pesticida como protesta en la ciudad de Beijing”. Tras este titular se esconde la historia de 15 trabajadores que desde la provincia de Heilongjiang, en el extremo norte del país, emprenden un viaje hasta la capital de la república durante una jornada festiva a nivel de todo el estado, garantizando un mayor número de personas en la ciudad. Su
objetivo es provocar un revuelo mediático y conseguir que sus demandas sean escuchadas por parte del gobierno central realizando para ello un dramático acto de protesta: la ingestión de un pesticida.
Afortunadamente, no se ha producido ninguna víctima mortal y todos los manifestantes permanecen estables pero aún hospitalizados.
Cuesta mucho entender que emprender un viaje de una distancia de 1061 km (similar a la que separa a Barcelona de Frankfurt) con el fin de realizar una protesta en la vía pública, autolesionarse para conseguir la intervención del estado y evitar un abuso laboral, sea catalogado como “pasividad”. Pese a todo y precisamente por la escasez de noticias, sería posible argumentar
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que esto se trata de una excepción y que cuando existen protestas de envergadura, que vayan más allá de una dramática “anécdota” ‑como #OcuppyCentral y la Umbrella Revolution- los medios de comunicación internacionales no tardan en acudir. Sin embargo, este acto es sólo uno de los
muchos actos de protesta en el ámbito laboral, que han aumentado exponencialmente estos últimos
La República Popular China vive sus momentos de mayor intensidad en la conflictividad laboral probablemente desde la Revolución Cultural. Huelgas sectoriales, masivas manifestaciones, ocupación de edificios gubernamentales, e incluso resistencia activa ante la represión pública y privada, todo esto está ocurriendo hoy en la China continental. Las protestas son mediáticamente parcializadas e individualizadas, localizando sus focos de protesta y realizando un tímido seguimiento, lo que provoca que fijemos nuestro prisma demasiado en el detalle y no prestemos atención a los hechos en su conjunto. Metafóricamente, el árbol no nos deja ver el bosque.
En la pasada década se produjeron en toda China una media de 30.000 huelgas y protestas anualmente. Se trata de la cara oculta del tan conocido crecimiento macro-económico (segundo PIB más alto del mundo, principal país exportador, etc. etc.). Detrás de estos índices existen otros que muestran el porqué de estas protestas, como, por ejemplo, el aumento desbocado del índice de Gini durante los últimos 25 años, el hecho de ser el país 87 en el ranking del Índice de Desarrollo Humano o contar cada vez con un mayor número de millonarios en las listas Forbes. Este número de huelgas ‑de un volumen bastante considerable- que siguió un in crescendo constante durante los últimos años de la década de los 2000, ha aumentado de manera exponencial en los últimos cinco años. De los 3.387 casos examinados por la base de datos del “China Labour Bulletin” destaca notablemente el curso 2014 – 2015 especialmente el pasado mes de Enero en el que se llegó a 272
huelgas registradas en sólo un mes. Esto supone que en lo que llevamos de año se han producido tantas huelgas como en 2011 y 2012.
La mayoría de protestas se dan en las fábricas. El mismo China Labour Bulletin, en su report de Marzo de 2012 nos explica lo que puede resultar una evidencia pero conviene recordar: “Las huelgas y las protestas son relativamente fáciles de organizar en una fábrica donde hay un alto volumen de concentración de trabajadores, todos con los mismos intereses y con los mismos problemas”. El mayor número de protestas tiene lugar en el sector de la industria textil, constituyendo el 70% de las mismas, pero también podemos encontrarlas en el sector de la minería o la construcción. La fábrica, la obra y la mina son, por tanto, los escenarios de lucha.
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“El hecho de la concentración de las disputas en este sector se explica porque el crecimiento económico de China durante este periodo fue conducido por la orientación exportadora de la industria que se basaba en un altísimo volumen a bajo coste. El refuerzo de las regularizaciones laborales fue extremadamente laxo en este sector. La presencia no efectiva de un sindicato que represente a los trabajadores y la falta de canales de comunicación con la gerencia de la empresa no deja otra opción a los trabajadores que realizar protestas cuando sus derechos son violados”
Sin embargo, estas protestas transcienden en numerosas ocasiones estos escenarios y estos sectores sociales. Otro colectivo fuertemente movilizado es el de los maestros, principalmente los maestros rurales en paro que perdieron su trabajo durante las privatizaciones y recortes sociales de
los años 90 en China, pero también los maestros públicos en protesta por la desigualdad de sueldos con respecto a los centros privados. El sector del transporte, principalmente los colectivos de taxistas, también está fuertemente movilizado; un ejemplo es la protesta con la que comenzábamos
este artículo, pero también podemos encontrar huelgas masivas, como la de la ciudad de Chongqing en el año 2008, movilizando alrededor de 9.000 taxistas que reclamaban su derecho a sindicarse ‑en China la legislación no permite oficializar los sindicatos que no estén organizados a niveles de Las regiones donde se produce un mayor número de huelgas son, por lo tanto, aquellas regiones donde se concentra la industria: Guangdong, Jiangsu, Shandong, o las municipalidades de Beijing, Shanghai y Chongqing. Resulta también significativo el comprobar que estas provincias son aquellas de mayor concentración de riqueza, con un PIB más alto, lo que demuestra que en el modelo chino de desarrollo la “generación de riqueza” no genera naturalmente un beneficio colectivo a los habitantes del territorio sin la intervención del estado o sin la presión de los trabajadores, sino que por contra genera mayores desigualdades e insatisfacciones. Por contra,
provincias mucho más pobres donde existen además otra serie de conflictos – la región autónoma de Xinjiang sería un ejemplo pragmático por el conflicto identitario existente en la región- apenas presenta incidencias de este tipo.
1 A decade of change. The workers movement in China 2000 – 2010. China Labor’s Bulletin Research Reports.