Corrup­ción, polí­ti­ca y 24‑M

Los cin­co artícu­los que aquí se ofre­cen están ver­te­bra­dos por la corrup­ción como nece­si­dad estruc­tu­ral del capi­ta­lis­mo en su con­jun­to y del Esta­do espa­ñol en con­cre­to. Aun así, no siguen un orden lógi­co en su pre­sen­ta­ción, no res­pon­den a un índi­ce temá­ti­co que faci­li­te la expo­si­ción de una teo­ría gene­ral sobre la corrup­ción. En reali­dad, cada artícu­lo que aquí apa­re­ce vie­ne a ser una espe­cie de pre­fa­cio a otro artícu­lo o ponen­cia ante­rior, publi­ca­do y a libre dis­po­si­ción en inter­net, pre­fa­cio en el que se inves­ti­ga muy bre­ve­men­te sus rela­cio­nes con la corrupción. 

Siguien­do el orden cro­no­ló­gi­co: el pri­mer tex­to, que tam­bién hace de pre­sen­ta­ción de la serie, está escri­to el 15 de abril de 2015 para rela­cio­nar siquie­ra rápi­da­men­te la corrup­ción en gene­ral con la cri­sis socio­eco­ló­gi­ca, tema desa­rro­lla­do en la ponen­cia Socia­lis­mo eco­ló­gi­co anti­im­pe­ria­lis­ta (II). El segun­do es del 2 de mayo de 2015 y tra­ta sobre la corrup­ción sin­di­cal, sien­do una exten­sión del artícu­lo 1 de Mayo entre la his­to­ria y el futu­ro. El ter­ce­ro el del 13 de mayo y ana­li­za la corrup­ción en el socia­lis­mo, a raíz del tex­to Ori­gen y pre­sen­te del socia­lis­mo. El cuar­to es del 4 de junio y pre­ten­de hacer una crí­ti­ca radi­cal de la corrup­ción, refi­rién­do­se al artícu­lo Prin­ci­pio de radi­ca­li­dad. Y el quin­to es del 19 de junio y refle­xio­na sobre los efec­tos de la corrup­ción en el 24‑M, según la ponen­cia El 24‑M y la cri­sis inter­na­cio­nal del nacio­na­lis­mo espa­ñol.

  1. La corrup­ción como nece­si­dad estruc­tu­ral (15 de abril de 2015)

    Una de las razo­nes de ser de El Hurón es el hur­gar en esos mun­dos oscu­ros a los que no se atre­ve a lle­gar la indus­tria polí­ti­co-mediá­ti­ca, así que con este pri­mer artícu­lo abri­mos una sec­ción en la que inten­ta­re­mos argu­men­tar lógi­ca e his­tó­ri­ca­men­te qué es la corrup­ción, cuál es su ancla­je y fun­ción en el modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta que no sólo en el Esta­do español. 

    Como hemos dicho, la indus­tria polí­ti­co-mediá­ti­ca no hur­ga con radi­ca­li­dad en la razo­nes mate­ria­les, socia­les y cul­tu­ra­les de la corrup­ción estruc­tu­ral de la socie­dad espa­ño­la, pasi­vi­dad que inten­ta camu­flar al hacer de la lla­ma­da «lucha con­tra la corrup­ción» uno de sus apar­ta­dos más ren­ta­bles en lo eco­nó­mi­co. Es sabi­do que el mor­bo, la envía y el chis­mo­rreo de baja esto­fa, ven­den. Ren­ta­bi­li­dad eco­nó­mi­ca que pue­de tras­lu­cir­se en ren­ta­bi­li­dad polí­ti­ca, aun­que esta resul­te ser menor de la espe­ra­da. Así lo sugie­ren la mayo­ría de aná­li­sis de los resul­ta­dos elec­to­ra­les, al menos en el Esta­do español. 

    ¿Por qué la lucha con­tra la corrup­ción ofre­ce tan limi­ta­do rédi­to polí­ti­co-elec­to­ral a los pocos par­ti­dos, gru­pos y colec­ti­vos que la inves­ti­gan y denun­cian? Por­que el capi­ta­lis­mo espa­ñol se ha for­ma­do his­tó­ri­ca­men­te sin la depu­ra­ción de la podre­dum­bre medie­val rea­li­za­da a san­gre y fue­go por una bur­gue­sía revo­lu­cio­na­ria que, como sus her­ma­na de cla­se, cor­ta­ba cue­llos reales, aris­to­crá­ti­cos y ecle­siás­ti­cos, que expro­pia­ba por la fuer­za las inmen­sas pro­pie­da­des de obis­pos y duques, que liqui­da­ba el ejér­ci­to e ile­ga­li­za­ba la San­ta Inqui­si­ción y la escla­vi­tud, que desa­rro­lla­ba un sis­te­ma judi­cial ade­cua­do a los dere­chos bur­gue­ses, que avan­za­ba por pri­me­ra vez en una polí­ti­ca edu­ca­ti­va y cien­tí­fi­ca nun­ca antes exis­ten­te, que racio­na­li­za­ba el sis­te­ma de pesos, medi­das y mone­das, que regla­men­ta­ba la poca indus­tria y el incohe­ren­te comer­cio, que… 

    Nin­gu­na de estas nece­sa­rias con­quis­tas demo­crá­ti­co-bur­gue­sas se logra­ron de mane­ra revo­lu­cio­na­ria, vibran­te y radi­cal, como debie­ra ser para que arrai­ga­ran de mane­ra irre­ver­si­ble en el sub­sue­lo mate­rial y moral del débil capi­ta­lis­mo espa­ñol. Algu­nas de ellas fue­ron desa­rro­llán­do­se par­cial y len­ta­men­te no por la valen­tía bur­gue­sa sino por la nego­cia­ción aco­bar­da­da con las vie­jas cla­ses domi­nan­tes, o inclu­so por gobier­nos auto­ri­ta­rios y has­ta dic­ta­du­ras mili­ta­res cons­cien­tes de que debían avan­zar algo para no retro­ce­der en todo has­ta ser expul­sa­dos de su poder por los pue­blos que mal­vi­vían en el Estado. 

    Ire­mos ana­li­zan­do la corrup­ción ‑las corrup­cio­nes- en esta nue­va sec­ción, bien median­te artícu­los espe­cí­fi­cos, bien con pre­sen­ta­cio­nes de artícu­los y tex­tos que en apa­rien­cia poco o nada tie­nen que ver con esta carac­te­rís­ti­ca his­tó­ri­ca del capi­ta­lis­mo des­de sus bal­bu­ceos, mos­tran­do en esas pre­sen­ta­cio­nes la pre­sen­cia inter­na de la corrup­ción en tales textos. 

    Por ejem­plo, una de las deci­sio­nes polí­ti­cas que mul­ti­pli­ca­ron expo­nen­cial­men­te la corrup­ción espa­ño­la fue la Ley del Sue­lo de 1997 dic­ta­da por el PP y «mejo­ra­da» en 1998. Libe­ra­li­za­do el sue­lo no urba­ni­za­ble el capi­tal se lan­zó como una hie­na sobre ayun­ta­mien­tos, dipu­tacio­nes, gobier­nos auto­nó­mi­cos y otras estruc­tu­ras admi­nis­tra­ti­vas, esta­ta­les o no, para arram­plar con cuan­ta mayor can­ti­dad de sue­lo posi­ble. La mayo­ría de par­ti­dos polí­ti­cos vie­ron en esas leyes medios de enri­que­ci­mien­to masi­vo e ins­tan­tá­neo. Y como la codi­cia es un valor inhe­ren­te a la éti­ca bur­gue­sa, la corrup­ción se mul­ti­pli­có al ins­tan­te para obte­ner las máxi­mas ganan­cias aun­que fue­ran por méto­dos ile­ga­les. El capi­tal finan­cie­ro-inmo­bi­lia­rio, el famo­so «ladri­lla­zo», se unió a las gran­des cor­po­ra­cio­nes ener­gé­ti­cas y del trans­por­te, y a la indus­tria del turis­mo, para forrar­se en esta nue­va Cali­for­nia del oro, pero aho­ra del bille­te de 500 euros. Casi al ins­tan­te, una masa incon­tro­la­ble de dine­ro cri­mi­nal, del nar­co­ca­pi­ta­lis­mo y de las mafias, se sumó al fes­tín romano de cemen­to y dro­ga: fue el famo­so «mila­gro espa­ñol» de la era Aznar. 

    No hace fal­ta decir que fue la tie­rra, la natu­ra­le­za aún pro­te­gi­da mal que bien has­ta enton­ces al ser públi­ca y no urba­ni­za­ble, la que pagó los cos­tos de la explo­sión inaca­ba­ble de corrup­cio­nes, ban­que­tes y cace­rías orgiás­ti­cas de una mino­ría crá­pu­la que se apro­pió de bie­nes y recur­sos natu­ra­les, privatizándolos. 

    Pues bien, el tex­to que sigue pue­de ser­vir para dos cosas uni­das en la pra­xis: enten­der correc­ta­men­te cómo es la lógi­ca cie­ga e irra­cio­nal de la acu­mu­la­ción amplia­da del capi­ta­lis­mo que actúa en lo sub­te­rrá­neo de la vida eco­nó­mi­ca y social según nos es pre­sen­ta­da por la indus­tria polí­ti­co-mediá­ti­ca; y saber por tan­to cómo pode­mos luchar con­tra su depredación. 

  2. Corrup­ción sin­di­cal (2 de mayo de 2015)

    Si bien la corrup­ción estruc­tu­ral que carac­te­ri­za al Esta­do espa­ñol y a su eco­no­mía ha vuel­to a que­dar al des­cu­bier­to con la deten­ción de Rodri­go Rato, que ana­li­za­re­mos en otro escri­to, y en varios epi­so­dios recien­tes, aho­ra mis­mo que­re­mos comen­tar algo bási­co sobre la corrup­ción en el sin­di­ca­lis­mo refor­mis­ta. Una de las razo­nes que expli­ca­rán la debi­li­dad de las mani­fes­ta­cio­nes y actos del sin­di­ca­lis­mo refor­mis­ta el pró­xi­mo día 1 de mayo será la indi­fe­ren­cia por la corrup­ción sindical. 

    No hace mucho, hemos sabi­do que un his­tó­ri­co mili­tan­te sin­di­ca­lis­ta astu­riano, con altos car­gos de res­pon­sa­bi­li­dad en UGT, fue des­cu­bier­to cuan­do inten­ta­ba lavar y lega­li­zar más de un millón de euros que había acu­mu­la­do median­te tram­pas, robos y chan­chu­llos. Es difí­cil des­cu­brir casos tan fla­gran­tes de corrup­ción sin­di­cal como el aho­ra ana­li­za­do por­que son esca­sos, o eso deseamos…

    El pro­ble­ma de la podre­dum­bre en el sin­di­ca­lis­mo refor­mis­ta es, sin embar­go, más gra­ve, mucho más gra­ve por­que se desa­rro­lla de mane­ra nor­ma­li­za­da, has­ta lega­li­za­da, e imper­cep­ti­ble a sim­ple vis­ta. Sola­men­te cuan­do se adquie­re expe­rien­cia sin­di­cal prác­ti­ca y cuan­do esta es refor­za­da por estu­dios teó­ri­cos e his­tó­ri­cos sobre el caso, solo enton­ces se adquie­re con­cien­cia de la den­sa y pega­jo­sa red de corrup­te­las, pri­vi­le­gios, ven­ta­jas y bene­fi­cios que carac­te­ri­zan al sin­di­ca­lis­mo refor­mis­ta, el que no es sino un lubri­can­te muy dúc­til y fino de la mecá­ni­ca de com­pra-ven­ta de la fuer­za de tra­ba­jo por la burguesía. 

    El sin­di­ca­lis­mo que bajo la dic­ta­du­ra fue de lucha a la fuer­za por­que ya tenía una ideo­lo­gía inter­cla­sis­ta, pasó a la «nor­ma­li­dad demo­crá­ti­ca» en muy poco tiem­po. Un ejem­plo ful­mi­nan­te lo tene­mos en los demo­le­do­res Pac­tos de la Mon­cloa de octu­bre de 1977 que sig­ni­fi­ca­ron la muer­te del sin­di­ca­lis­mo con­se­cuen­te y del movi­mien­to obre­ro con con­cien­cia de ser­lo. A par­tir de esa fecha, se ace­le­ró el des­plo­me al «rea­lis­mo sin­di­cal», clau­di­can­te, excep­to muy con­ta­das huel­gas gene­ra­les que nun­ca tuvie­ron como obje­ti­vo avan­zar hacia la des­truc­ción del sis­te­ma socio­po­lí­ti­co vigen­te, here­da­do del franquismo.

    Fue­ron pur­ga­dos y expul­sa­dos de las estruc­tu­ras sin­di­ca­les dece­nas de sec­cio­nes sin­di­ca­les crí­ti­cas, ramas ente­ras de afi­lia­dos y dele­ga­dos com­ba­ti­vos que se enfren­ta­ron al tsu­na­mi refor­mis­ta; y su lugar fue ocu­pa­do por nue­vos miem­bros sin ape­nas con­cien­cia, que no se habían arries­ga­do ape­nas en la lucha sin­di­cal bajo el fran­quis­mo y mucho menos en la lucha clan­des­ti­na polí­ti­co-sin­di­cal, caren­tes de la míni­ma for­ma­ción polí­ti­ca e inte­lec­tual, y obe­dien­tes al apa­ra­to, muy obedientes. 

    Habla­mos del sin­di­ca­lis­mo cor­po­ra­ti­vo, ama­ri­llo, refor­mis­ta, exclu­si­va­men­te orien­ta­do a mediar entre los obre­ros y los empre­sa­rios según cri­te­rios de coope­ra­ción y cola­bo­ra­ción de cla­se más que de enfren­ta­mien­to y lucha, y mucho menos de lucha de cla­ses des­ti­na­da a aca­bar con el sis­te­ma de explo­ta­ción sala­rial. Este sin­di­ca­lis­mo asu­me como prin­ci­pio que su fun­ción es la defen­sa de sala­rios y con­di­cio­nes de tra­ba­jo median­te la nego­cia­ción según las leyes exis­ten­tes y sus cau­ces lega­les. Nun­ca for­zán­do­los para ir más allá, a excep­ción de algu­nas huel­gas a las que no tie­nen más reme­dio que sumar­se para no que­dar defi­ni­ti­va­men­te des­col­ga­dos de la diná­mi­ca social. 

    Sus dele­ga­dos, afi­lia­dos y sim­pa­ti­zan­tes son for­ma­dos en estos cri­te­rios, actúan en con­for­mi­dad con ellos. En situa­cio­nes de «nor­ma­li­dad social», cuan­do la lucha de cla­ses no ha entra­do en una fase agu­da y cuan­do la eco­no­mía per­mi­te cier­tas con­ce­sio­nes, el sin­di­ca­lis­mo refor­mis­ta está en su momen­to de glo­ria: pue­de pre­sio­nar y obte­ner algu­nas vic­to­rias. Pero a la vez, los dele­ga­dos van entran­do en la red de ara­ña que envuel­ve la com­ple­ja diná­mi­ca nego­cia­do­ra, el enma­ra­ña­do sis­te­ma legal y el per­ma­nen­te con­tac­to con la admi­nis­tra­ción de la empresa. 

    Va sur­gien­do una cas­ta sin­di­cal en pro­ce­so más o menos rápi­do de buro­cra­ti­za­ción anqui­lo­sa­da y ale­ja­da de la reali­dad labo­ral dia­ria, cada vez más dis­tan­cia­da de las viven­cias de las y los com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo, sobre todo de las muje­res, juven­tud pre­ca­ri­za­da y migran­tes, que son los sec­to­res más explo­ta­dos, por no hablar de la lla­ma­da «eco­no­mía sumer­gi­da» en don­de rei­na sin tapu­jos la dic­ta­du­ra patro­nal. Se for­ma una geron­to­cra­cia buro­cra­ti­za­da mono­po­li­za­do­ra del saber legal, de los con­tac­tos y rela­cio­nes con la abo­ga­cía labo­ral, y entram­pa­da en una for­ma de vida cómo­da y esta­ble, segura.

    La patro­nal no es idio­ta. Sabe que la ideo­lo­gía refor­mis­ta sin­di­cal crea en la men­te de sus dele­ga­dos una per­so­na­li­dad «demo­crá­ti­ca», «dia­lo­gan­te», com­pro­me­ti­da con «los intere­ses colec­ti­vos» de la empre­sa. Sabe que muchos dele­ga­dos no recha­zan comi­das paga­da por la empre­sa en res­tau­ran­tes de medio lujo des­pués de las reunio­nes, no recha­zan cier­tas pre­ben­das y dife­ren­cias de tra­to dia­rio en com­pa­ra­ción con los demás tra­ba­ja­do­res, nimie­da­des coti­dia­nas que mejo­ran su vida y la hacen menos dura. 

    Pau­la­ti­na­men­te van limán­do­se las áspe­ras aris­tas que impi­den el «cli­ma nor­mal» nece­sa­rio para las bue­nas nego­cia­cio­nes. Apa­re­cen los «favo­res» de los que nadie se ente­ra, excep­to el patrón y el dele­ga­do, el que los con­ce­de y el que los acep­ta. Pero todo «favor per­so­nal» es una deu­da sin­di­cal y polí­ti­ca, y sobre todo es una derro­ta en la con­cien­cia del dele­ga­do refor­mis­ta. Jun­to a esto, el sin­di­ca­lis­mo refor­mis­ta ha aban­do­na­do todo pro­gra­ma sis­te­má­ti­co de con­cien­cia­ción socio­po­lí­ti­ca de sus miem­bros, limi­tan­do­se a la estric­ta­men­te nece­sa­ria «for­ma­ción téc­ni­ca» en la acción sin­di­cal de «nego­cia­ción y con­cer­ta­ción». Tras varios años de inser­ción en esta mecá­ni­ca lega­lis­ta y men­tal­men­te sumi­sa, el dele­ga­do ter­mi­na acep­tan­do o al menos no opo­nién­do­se de nin­gún modo a la «nor­ma­li­dad».

    Lo peor vie­ne cuan­do esta­lla la cri­sis eco­nó­mi­ca, cuan­do se esfu­man en la nada las ilu­sio­nes de la «uni­dad de intere­ses», de la «armo­nía social» y el empre­sa­ria­do, la cla­se bur­gue­sa y su Esta­do apa­re­cen al des­nu­do tal cual son en la reali­dad. Enton­ces el sin­di­ca­lis­mo refor­mis­ta mues­tra su podre­dum­bre, esa corrup­ción moral y ras­tre­ra asen­ta­da en infi­ni­dad de corrup­te­las y chan­chu­llos más o menos nimios, coti­dia­nos, dia­rios inclu­so, que sin gran­des «trai­cio­nes a su cla­se» y sin osten­ta­cio­nes de sun­tuo­si­dad con­su­mis­ta, ha ido pudrien­do des­de den­tro cual­quier atis­bo de dignidad. 

    Las cri­sis des­atan lo más inmo­ral y egoís­ta de la ape­nas invi­si­ble men­ta­li­dad corrup­ta del refor­mis­mo sin­di­cal, por­que es en ellas cuan­do los dele­ga­dos de una empre­sa no dudan en sacri­fi­car a algu­nos o a muchos, inclu­so a todos, de sus anti­guos «com­pa­ñe­ros», aun­que, lógi­ca­men­te y por eso del «qué dirán» pre­sio­na para que se cie­rren otras empre­sas «sal­van­do la suya» a cos­ta de los «sacri­fi­cios sala­ria­les de todos», excep­to de la patronal. 

    ¿Nos sor­pren­de enton­ces que cada vez menos obre­ros acu­dan a las mani­fes­ta­cio­nes y actos orga­ni­za­dos por el sin­di­ca­lis­mo refor­mis­ta, mien­tras que aumen­ta la asis­ten­cia a las jor­na­das de lucha del 1 de Mayo orga­ni­za­das por los sin­di­ca­tos socio­po­lí­ti­cos, en espe­cial lo que lucha por la libe­ra­ción nacio­nal de cla­se y anti­pa­triar­cal de sus pue­blos y que atraen a la mayo­ría de la juven­tud obrera?

  3. Corrup­ción en el socia­lis­mo (13 de mayo de 2015)

    Diji­mos al pre­sen­tar este apar­ta­do de El Hurón dedi­ca­do exclu­si­va­men­te a la denun­cia de las corrup­cio­nes, que comen­za­ría­mos cada artícu­lo con un aná­li­sis espe­cí­fi­co de las dis­tin­tas for­mas de corrup­ción rela­cio­na­das con el con­te­ni­do del artícu­lo ofre­ci­do en ese momen­to. Has­ta aho­ra hemos vis­to la podre­dum­bre gene­ra­li­za­da del Esta­do espa­ñol a raíz, entre otras cosas, de la ley del sue­lo dic­ta­da por el PP y sus reper­cu­sio­nes en la cri­sis medioam­bien­tal y socio­eco­ló­gi­ca; tam­bién hemos habla­do de la corrup­ción en el sin­di­ca­lis­mo refor­mis­ta, ama­ri­llo y cor­po­ra­ti­vo a raíz del 1 de mayo. 

    Aho­ra nos enfren­ta­mos a un pro­ble­ma cua­li­ta­ti­va­men­te dife­ren­te a los dos ante­rio­res: la corrup­ción en el socia­lis­mo. Difie­re en cali­dad por­que mien­tras que la socie­dad bur­gue­sa gira alre­de­dor de la máxi­ma acu­mu­la­ción indi­vi­dual de capi­tal, o de dine­ro para enten­der­nos aho­ra, obte­ni­ble inclu­so vio­lan­do su pro­pia lega­li­dad, la mili­tan­cia socia­lis­ta se carac­te­ri­za por el con­tra­rio por una con­cien­cia revo­lu­cio­na­ria en la que el dine­ro, el capi­tal, es el enemi­go irre­con­ci­lia­ble a batir. Como vere­mos, las corrup­cio­nes que ha habi­do en lo que podría­mos deno­mi­nar sin mayo­res pre­ci­sio­nes como «paí­ses socia­lis­tas» han sido y son infi­ni­ta­men­te meno­res en todos los sen­ti­dos que la estruc­tu­ral, endé­mi­ca y nece­sa­ria corrup­ción capitalista. 

    Para corrom­per­se, el mili­tan­te socia­lis­ta ha de ser­lo solo de boqui­lla, en la for­ma, con una con­cien­cia muy débil en sus con­cep­cio­nes éti­cas que no tan sólo polí­ti­cas y teó­ri­cas. La éti­ca mar­xis­ta es deci­si­va para supe­rar las «ten­ta­cio­nes» de corrup­ción que sur­gen por doquie­ra en la socie­dad capi­ta­lis­ta, pero lo es mucho más toda­vía cuan­do se ha toma­do el poder y sur­gen posi­bi­li­da­des de enri­que­ci­mien­to, nepo­tis­mo, etc., como ha ocurrido. 

    Véa­se que habla­mos de mili­tan­cia socia­lis­ta, es decir, de pra­xis revo­lu­cio­na­ria comu­nis­ta, y no de «afi­lia­ción socia­lis­ta» en el sen­ti­do de estar afi­lia­do a los par­ti­dos social­de­mó­cra­tas, inte­gra­dos en su buro­cra­cia y cobran­do de ella y de las ins­ti­tu­cio­nes bur­gue­sas en las que se «tra­ba­ja» ‑ayun­ta­mien­tos, dipu­tacio­nes, gobier­nos auto­nó­mi­cos, ins­ti­tu­cio­nes varias, ser­vi­cios socia­les y públi­cos, empre­sas públi­cas, minis­te­rios y apa­ra­tos del gobierno, buro­cra­cias del Esta­do, etc.-, de modo que deja­mos fue­ra de la mili­tan­cia revo­lu­cio­na­ria a estos pozos podri­dos de nepo­tis­mo, corrup­te­las y corrup­cio­nes varias. 

    Tam­bién exclui­mos a la par­te de la buro­cra­cia euro­co­mu­nis­ta y de otras exiz­quier­das que se pasa­ron al refor­mis­mo blan­do o duro des­de el famo­so «des­en­can­to» de la segun­da mitad de los años 80, que pau­la­ti­na­men­te fue enquis­tán­do­se en la den­sa y pega­jo­sa red de ara­ña ins­ti­tu­cio­nal, sien­do abdu­ci­da por el agu­je­ro negro de la «demo­crá­ti­ca corrup­ción». Recor­de­mos aque­lla expre­sión peyo­ra­ti­va de «mar­xis­mo-ladri­llis­mo» que había sus­ti­tui­do al mar­xis­mo-leni­nis­mo de los años 60 y 70 de algu­nas orga­ni­za­cio­nes y par­ti­dos polí­ti­cos que se decían comunistas. 

    Y tene­mos que rei­vin­di­car el honor y la éti­ca comu­nis­ta de miles de muje­res y hom­bres que nun­ca clau­di­ca­ron ante los can­tos de sire­na del sis­te­ma domi­nan­te. Como mili­tan­te inde­pen­den­tis­ta y socia­lis­ta vas­co que soy, rei­vin­di­co la rec­ti­tud de la izquier­da aber­tza­le a la que nun­ca se le ha podi­do acu­sar de la míni­ma corrup­ción a pesar de la sofis­ti­ca­da y per­ma­nen­te inves­ti­ga­ción a la que es some­ti­da des­de su ori­gen por todos los apa­ra­tos del Esta­do, así como por los par­ti­dos y medios de pren­sa unio­nis­tas y auto­no­mis­tas. Están ansio­sa­men­te pres­tos a des­pe­da­zar a la izquier­da aber­tza­le solo con el pri­mer rumor de míni­ma corrup­te­la por fal­so e intere­sa­do que resul­te ser. 

    Par­tien­do de aquí, com­pa­re­mos las situa­cio­nes his­tó­ri­cas en las que han cho­ca­do dos pode­res radi­cal­men­te opues­tos: el capi­ta­lis­ta y el pue­blo tra­ba­ja­dor, y vea­mos cuá­les han sido las prác­ti­cas corrup­tas de ambas. Los órga­nos de poder de la revo­lu­ción de 1848 cho­ca­ron con un régi­men podri­do, des­cri­to bri­llan­te­men­te por Marx en su obra El 18 Bru­ma­rio de Luis Bona­par­te. La lec­tu­ra de este sor­pren­den­te libro nos des­cu­bre un mun­do bur­gués infec­to, pes­ti­len­te, repul­si­vo has­ta la náu­sea pero, debi­do a eso mis­mo, fiel espe­jo de la civi­li­za­ción del capi­tal. La Comu­na de París de 1871 se auto­or­ga­ni­zó de mane­ra demo­crá­ti­ca, comu­ne­ra, des­cen­tra­li­za­da en muchas cues­tio­nes y cen­tra­li­za­da en las deci­si­vas, la de defen­sa, por ejem­plo, pero según Marx y Engels come­tió el error de no haber sido sufi­cien­te­men­te radi­cal: debía haber nacio­na­li­za­do la ban­ca para así adqui­rir las armas y la comi­da que nece­si­ta­ba vital­men­te. La lim­pia éti­ca comu­ne­ra, que la mar­xis­ta inte­gra y asu­me, fue una lec­ción al mun­do ente­ro que aún per­du­ra en la memo­ria popu­lar, mien­tras que la cruel­dad ase­si­na de la con­tra­rre­vo­lu­ción solo fue supe­ra­da por la masi­va corrup­ción de un régi­men mili­tar que úni­ca­men­te desea­ba recu­pe­rar sus pro­pie­da­des y pri­vi­le­gios a cos­ta de miles de muer­tos y deportados. 

    Una de las razo­nes que expli­can el arrai­go cre­cien­te del socia­lis­mo en el capi­ta­lis­mo indus­trial de fina­les del siglo XIX, y ante­rior­men­te del anar­quis­mo en el capi­ta­lis­mo comer­cial y cam­pe­sino, fue su cohe­ren­cia moral y hones­ti­dad a toda prue­ba, com­pa­ra­da con la cíni­ca doble mora­li­dad típi­ca de la bur­gue­sía y con la inmo­ra­li­dad de las igle­sias cris­tia­nas. En los Esta­dos Uni­dos a la pes­ti­len­cia de su cla­se domi­nan­te se le sumó la corrup­ción de sus mafias arma­das pri­va­das que, en con­ni­ven­cia con poli­cías y jue­ces, ase­si­na­ban tra­ba­ja­do­res y sin­di­ca­lis­tas. La revo­lu­ción de 1905 en Rusia y la olea­da de luchas en otros paí­ses vol­vie­ron a demos­trar que eman­ci­pa­ción popu­lar y corrup­ción se repe­len como el acei­te y el agua. Otro tan­to suce­dió en la revo­lu­ción mexi­ca­na de 1910 rea­li­za­da por pue­blos explo­ta­dos que, ade­más de otras rei­vin­di­ca­cio­nes, exi­gían aca­bar con los capri­chos y cam­ba­la­ches de los gran­des hacendados. 

    La revo­lu­ción bol­che­vi­que de 1917 fue tam­bién otro ejem­plo incues­tio­na­ble, y lo ha segui­do sien­do en par­te has­ta fina­les de la déca­da de los años 80. La corrup­ción gene­ra­li­za­da solo se impu­so tras la diso­lu­ción del PCUS, al des­apa­re­cer los con­tro­les que la fre­na­ban. No es que no hubie­ra prác­ti­cas corrup­tas, las había y cada vez más des­de que el gru­po de Brézh­nev ter­mi­na­ra de con­tro­lar los resor­tes del poder en la segun­da déca­da de los años 60, aumen­tan­do pro­gre­si­va­men­te a cos­ta del desa­rro­llo glo­bal de la URSS. La famo­sa «peres­troi­ka» ini­cia­da en 1985 tenía tam­bién como obje­ti­vo aca­bar con tales prác­ti­cas que gan­gre­na­ban aún más una situa­ción que hacía aguas. Sin embar­go, la dife­ren­cia cua­li­ta­ti­va y obje­ti­va entre las corrup­cio­nes de aquel sis­te­ma y las capi­ta­lis­tas es que aque­llas se rea­li­za­ban en su sis­te­ma en el que no exis­tía pro­pie­dad pri­va­da de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, como en el capi­ta­lis­mo, régi­men en el que per­te­ne­cen a la bur­gue­sía. No había dere­cho de heren­cia de gran­des pro­pie­da­des, es decir, el enri­que­ci­mien­to por corrup­ción, cri­men, ile­ga­li­da­des, etc., inhe­ren­te a la civi­li­za­ción del capi­tal, no podía pri­va­ti­zar­se ni acu­mu­lar­se en una úni­ca fami­lia, ni menos aún cla­se social en el sen­ti­do mar­xis­ta del concepto. 

    Se fue for­man­do una cas­ta –nomen­kla­tu­ra- que sí deten­ta­ba poder esta­tal y que sí obte­nía bene­fi­cios socio­eco­nó­mi­cos por su posi­ción: mejo­res casas, coches ofi­cia­les, mejo­res y más bie­nes de con­su­mo, posi­bi­li­da­des de via­jar al extran­je­ro, muy peque­ñas acu­mu­la­cio­nes de pro­pie­dad bási­ca indi­vi­dual, etc., pero ape­nas más. Para que esta cas­ta die­ra el sal­to a cla­se social pro­pie­ta­ria pri­va­da de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, tuvo que ven­cer la con­tra­rre­vo­lu­ción que (re)instaló un capi­ta­lis­mo tan podri­do como los demás, pero con la dife­ren­cia de que en el ruso esa podre­dum­bre era públi­ca por­que no tenía tiem­po para ocul­tar­la lega­li­zán­do­la. Hay una demos­tra­ción con­tun­den­te que con­fir­ma lo exiguo de la acu­mu­la­ción de pro­pie­dad indi­vi­dual en las cas­tas de aquel sis­te­ma: con­for­me se hun­dían los lla­ma­dos «regí­me­nes del Este» la pren­sa capi­ta­lis­ta se deses­pe­ra­ba por­que no encon­tra­ba gran­des for­tu­nas pri­va­das en los diri­gen­tes y por tan­to no podía mani­pu­lar­las como ejem­plos para demos­trar la supe­rio­ri­dad del capi­ta­lis­mo. No exis­te pun­to de com­pa­ra­ción entre las pobres for­tu­nas per­so­na­les y no here­da­bles de la nomen­kla­tu­ra y las gigan­tes­cas pro­pie­da­des bur­gue­sas del impe­ria­lis­mo. Tam­po­co lo exis­te si que­re­mos com­pa­rar­las con las for­tu­nas pri­va­das acu­mu­la­das por los reye­zue­los, mili­ta­ro­tes y tira­nos de toda laya que el impe­ria­lis­mo ha pues­to y depues­to en el mun­do ente­ro para defen­der sus intereses. 

    La ten­den­cia al aumen­to de la corrup­ción en los «paí­ses socia­lis­tas» se ace­le­ra en la medi­da en que se desa­rro­lla el lla­ma­do «socia­lis­mo de mer­ca­do», que como tal es impo­si­ble en sí mis­mo: o exis­te el pri­me­ro o exis­te el segun­do. Esto ya se demos­tró al poco tiem­po de exis­ten­cia de la NEP en la URSS des­de comien­zos de 1921, que inten­ta­ba reac­ti­var la des­tro­za­da eco­no­mía median­te la con­ce­sión de algu­nos dere­chos de «eco­no­mía pri­va­da», o «segun­da eco­no­mía», es decir, de capi­ta­lis­mo inci­pien­te supe­di­ta­do al con­trol del Esta­do y de la demo­cra­cia socia­lis­ta. Fue el atra­so zaris­ta, la gue­rra de 1914, la con­tra­rre­vo­lu­ción inter­na­cio­nal des­de ini­cios de 1918 y el sabo­ta­je masi­vo de la bur­gue­sía y la cla­se terra­te­nien­te rusa la que arrui­nó el país obli­gan­do a la ins­tau­ra­ción de la NEP como medi­da deses­pe­ra­da de super­vi­ven­cia. Sin poder desa­rro­llar aho­ra esta deci­si­va cues­tión, hay que decir que des­de enton­ces, con alti­ba­jos, la pug­na entre mer­ca­do y pla­ni­fi­ca­ción esta­tal ha reco­rri­do la his­to­ria prác­ti­ca y teó­ri­ca del socia­lis­mo has­ta hoy mis­mo, y la reco­rre­rá siem­pre que siga cre­yén­do­se que el socia­lis­mo es com­pa­ti­ble con el mer­ca­do que es el foco de las corrup­cio­nes y del capi­ta­lis­mo den­tro del socialismo. 

    Nada de esta pug­na a muer­te pue­de enten­der­se sin otros cua­tro con­cep­tos impres­cin­di­bles: demo­cra­cia socia­lis­ta y Esta­do obre­ro; comu­ni­dad inter­na­cio­na­lis­ta de Esta­dos obre­ros; cas­ta buro­crá­ti­ca y Esta­do corrup­to; y agre­sión impe­ria­lis­ta. Según con­tex­tos y coyun­tu­ras la inter­re­la­ción de estos cua­tro vec­to­res bási­cos pue­de expli­car la evo­lu­ción de las corrup­cio­nes den­tro del «sis­te­ma socia­lis­ta». El caso de Chi­na Popu­lar es para­dig­má­ti­co: la opción ofi­cial por el «socia­lis­mo de mer­ca­do» de los años 90 y comien­zos del siglo XXI se ha vuel­to en opción por una espe­cie de «capi­ta­lis­mo socia­lis­ta» en el que el pri­mer com­po­nen­te va devo­ran­do al segun­do mien­tras que aumen­tan las resis­ten­cias popu­la­res y la corrup­ción espe­cí­fi­ca­men­te bur­gue­sa ‑se per­mi­te la afi­lia­ción al PCCH de gran­des capi­ta­lis­tas, por ejem­plo- ha pene­tra­do en el inte­rior del par­ti­do, a pesar de las perió­di­cas pur­gas extre­mas que lle­gan a ser eje­cu­cio­nes de altos buró­cra­tas. Múl­ti­ples for­mas de corrup­ción se man­ten­drán y aumen­ta­rán con­for­me decrez­ca la pro­pie­dad esta­tal y aumen­te la pro­pie­dad mix­ta y sobre todo pri­va­da, en espe­cial la de las gran­des cor­po­ra­cio­nes chi­nas que ya explo­tan no sólo al pue­blo tra­ba­ja­dor chino y a las etnias inter­nas, sino tam­bién a otros pue­blos y nacio­nes en el mer­ca­do mun­dial con su expan­sión subimperialista. 

    Con­clu­yen­do, un reto deci­si­vo para el socia­lis­mo pre­sen­te y futu­ro es el de luchar con­tra la corrup­ción en sí mis­ma, sea en el inte­rior de los «paí­ses socia­lis­tas» como en el capi­ta­lis­mo. Para ello es impres­cin­di­ble recu­pe­rar la éti­ca mar­xis­ta, la teo­ría de la tran­si­ción revo­lu­cio­na­ria al comu­nis­mo y a la vez, la impla­ca­ble lucha con­tra la buro­cra­ti­za­ción de las orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas, sin­di­ca­les, socia­les, cul­tu­ra­les, etc., que se dicen socia­lis­tas, por­que uno de los pri­me­ros focos de corrup­ción es la buro­cra­cia interna.

  4. Cri­ti­ca radi­cal de la corrup­ción (4 de mayo de 2015)

    Como se dice al ini­cio del artícu­lo que sigue, ser radi­cal es ir a la raíz de las cosas. Siguien­do con nues­tro obje­ti­vo en El Hurón de rela­cio­nar la temá­ti­ca del artícu­lo que se ofre­ce con la corrup­ción como nece­si­dad estruc­tu­ral del capi­ta­lis­mo, hoy vamos a ser radi­ca­les en una de las fun­da­men­ta­les face­tas de la corrupción.

    En el capi­ta­lis­mo la lucha con­tra la corrup­ción no con­clui­rá nun­ca has­ta que no se lle­gue a su raíz, es decir, a la pro­duc­ción de plus­va­lor que ha de trans­for­mar­se en plus­va­lía y en ganan­cia. Muchos son los fre­nos, obs­tácu­los y muros que difi­cul­tan y has­ta para­li­zan el cir­cui­to ente­ro que se ini­cia en la pro­duc­ción, pasa por la cir­cu­la­ción, se mate­ria­li­za en el bene­fi­cio y, tras nece­sa­rias ope­ra­cio­nes, vuel­ve a empe­zar a una esca­la supe­rior de pro­duc­ción ampliada. 

    Las cri­sis par­cia­les, sec­to­ria­les, de ciclo cor­to que esta­llan en el capi­ta­lis­mo con más fre­cuen­cia de lo que cree­mos, son en reali­dad resul­ta­do de la inter­ac­ción con­flu­yen­te de todas las con­tra­dic­cio­nes par­ti­cu­la­res inser­tas en el inte­rior de esas for­mas espe­cí­fi­cas del pro­ce­so de valo­ra­ción del capi­tal: cri­sis indus­tria­les, de ser­vi­cios, finan­cie­ras, etc. Pues bien, una de las for­mas más comu­nes de las empre­sas para ade­lan­tar­se a esas cri­sis es la corrup­ción que sir­ve de acei­te que lubri­ca el fun­cio­na­mien­to inte­gra­do de las diver­sas ins­tan­cias que for­man la esfe­ra indus­trial, mer­can­til y comer­cial, de ser­vi­cios… de los capi­ta­lis­mos concretos. 

    Estu­dios recien­tes mues­tran que en el capi­ta­lis­mo espa­ñol nada menos que el 69% de los direc­ti­vos reco­no­cen que acep­tan sobor­nos y corrup­cio­nes, habien­do aumen­ta­do cua­tro pun­tos des­de 2013. El capi­ta­lis­mo más corrup­to es el por­tu­gués, con un 82% de empre­sa­rios que reco­no­cen acep­tar sobor­nos y corrup­cio­nes, siguién­do­les a la par los de Gre­cia y el Esta­do espa­ñol, estan­do la media euro­pea en un 35% y sien­do el últi­mo Dina­mar­ca con el 4%. La media de sobor­nos y corrup­ción en los BRICS es del 61%. El siba­ri­tis­mo de la corrup­ción empre­sa­rial se apre­cia sabien­do que el 34% de los sobor­nos son rega­los per­so­na­les, el 31% rega­los para el ocio, y el 16% dine­ro en metálico. 

    De cual­quier modo, hay que saber que los por­cen­ta­jes son mayo­res en la reali­dad por­que la gen­te, y más los bur­gue­ses por su cíni­ca doble moral, tien­de a men­tir en las encues­tas que estu­dian su com­por­ta­mien­to éti­co pre­sen­tán­do­se como mejo­res de lo que son, más demó­cra­tas y tole­ran­tes, y menos reac­cio­na­rios e into­le­ran­tes. Tam­bién exa­ge­ran en las encues­tas sobre sus prác­ti­cas sexua­les, dis­mi­nu­yen­do su mise­ria sexual, como tam­bién ocul­tan su pobre­za económica. 

    Los sobor­nos, la mor­di­da, los sobres, los rega­los, los por­cen­ta­jes, for­man par­te de la «cul­tu­ra eco­nó­mi­ca» espa­ño­la ‑y tam­bién polí­ti­ca – , como se afir­ma­ba en un espe­cia­li­za­do blog eco­nó­mi­co el pasa­do 15 de mayo, de mane­ra que «la corrup­ción es el modus ope­ran­di de los nego­cios en Espa­ña», una «cul­tu­ra» que se ejer­ce con tal des­ver­güen­za y des­ca­ro que la per­cep­ción social de las corrup­cio­nes que se tie­ne en el Esta­do espa­ñol es supe­rior a la que exis­te en Ita­lia, Egip­to, Tur­quía o Rusia, que deben ser decha­dos de vir­tu­des cal­vi­nis­tas en los negocios. 

    Pero la corrup­ción en el Esta­do espa­ñol está garan­ti­za­da y refor­za­da por la altí­si­ma tasa de «eco­no­mía sumer­gi­da» que si en 2008 repre­sen­ta­ba el 16,8% del PIB esta­tal ha subi­do al 24,6% en 2014 como res­pues­ta a la cri­sis. Otras esta­dís­ti­cas sugie­ren que con la acti­va­ción esti­val de la indus­tria turís­ti­ca, ese por­cen­ta­je pue­de lle­gar al 30% en los meses vera­nie­gos. Pero las gran­des empre­sas no pue­den dar lec­cio­nes de mora­li­dad a la «eco­no­mía sumer­gi­da» por­que al ampa­ro de la cri­sis las empre­sas del Ibex 35 han aumen­ta­do en un 44% su pre­sen­cia en los paraí­sos fiscales.

    La corrup­ción es con­sus­tan­cial a la «eco­no­mía sumer­gi­da» como las mafias son inhe­ren­tes a la «eco­no­mía cri­mi­nal» que mue­ve miles de millo­nes de euros. Solo en La Línea de Cádiz, don­de la tasa de des­em­pleo lle­ga al 40%, 30 mafias con­tro­lan el masi­vo tra­sie­go de con­tra­ban­do dan­do «empleo» a miles de fami­lias que mue­ven un «nego­cio» valo­ra­do en cen­te­na­res de millo­nes de eruos, lo que supo­ne un frau­de de 325 millo­nes de euros a la Hacien­da espa­ño­la. Pero estas cifras son muy peque­ñas si tene­mos en cuen­ta la tota­li­dad de la lla­ma­da «eco­no­mía cri­mi­nal» en el Esta­do español. 

    Aho­ra bien, solo esta­mos tocan­do la super­fi­cie del pro­ble­ma, las ramas del árbol. Si que­re­mos ata­car radi­cal­men­te la corrup­ción tene­mos que saber los lími­tes de las pro­pias leyes bur­gue­sas anti­co­rrup­ción para no caer en el pozo refor­mis­ta que cree que el lla­ma­do «sis­te­ma demo­crá­ti­co», ade­más de «neu­tral e impar­cial» tie­ne ins­tru­men­tos lega­les que aca­ban con la corrup­ción o la debi­li­tan al máxi­mo. Por ejem­plo, la pren­sa ha aplau­di­do con las ore­jas al infor­mar que la Reser­va fede­ral y el Depar­ta­men­to de Jus­ti­cia de Esta­dos Uni­dos han mul­ta­do con ¡nada menos! que 5.200 millo­nes de euros a cin­co gran­dí­si­mos empo­rios finan­cie­ros por sus tram­pas tri­le­ras: J.P. Mor­gan, Citi­group, Bar­clays, RBS y UBS; han mani­pu­la­do duran­te cin­co años los tipos de cam­bio de divisas.

    Sin embar­go esa mul­ta es irri­so­ria por dos moti­vos: por­que jus­to toca a algo más de 1000 millo­nes de euros por ban­co, algo ape­nas ridícu­lo para estas gigan­tes­cas cor­po­ra­cio­nes; y por­que a buen segu­ro que los abo­ga­dos y con­se­je­ros de estos y otros ban­cos habrán cal­cu­la­do con ante­la­ción qué ganan­cia neta obtie­nen con sus nego­cios ile­ga­les una vez paga­das las mul­tas reci­bi­das. En efec­to, se cal­cu­la que las ganan­cias ile­ga­les obte­ni­das duran­te estos cin­co años supe­ran los 9.000 millo­nes de euros, o sea más de 4.000 millo­nes de euros de ganan­cia neta des­pués de haber «cum­pli­do con la justicia».

    No es nada nue­vo en la his­to­ria del capi­ta­lis­mo: se tra­ta de la «con­ta­bi­li­dad en B» que es tan vie­ja como los pri­me­ros tra­ta­dos de con­ta­bi­li­dad en el nor­te de la Ita­lia rena­cen­tis­ta. Lo cier­to es que estas mul­tas se han impues­to varios años des­pués de que la alo­ca­da e incon­tro­la­ble inge­nie­ría finan­cie­ra rom­pie­ra las débi­les barre­ras de con­ten­ción hacien­do esta­llar la cri­sis actual que va gene­ran­do otra vez bur­bu­jas espe­cu­la­ti­vas muy pare­ci­das a las de enton­ces. La dife­ren­cia es que aho­ra son deter­mi­na­dos Esta­dos los que pro­te­gen las cuen­tas reales de las gran­des empre­sas: a fina­les de 2014 se supo que Luxem­bur­go daba un tra­to de favor a más de 300 gran­des trans­na­cio­na­les para que paga­sen menos impuestos. 

    A fina­les del siglo XIX se fun­dó el ban­co HSBC cuya prin­ci­pal fun­ción con­sis­tía en admi­nis­trar y hacer ren­ta­bles los ingen­tes bene­fi­cios que el colo­nia­lis­mo euro­peo extraía de las plan­tas de opio en Asia y sobre todo de la ven­ci­da Chi­na. HSBC fue expan­dién­do­se por el mun­do espe­cial­men­te a par­tir de 1920, siem­pre rela­cio­na­do con los «nego­cios oscu­ros», de modo que en 2007 sus bene­fi­cios ascen­die­ron a 24.000 millo­nes de dóla­res esta­dou­ni­den­ses, sien­do el 60% de ellos pro­ce­den­tes de las eco­no­mías emergentes. 

    Una inves­ti­ga­ción demos­tró que en entre 2007 y 2008 el HSBC había «lava­do» alre­de­dor de 9.000 millo­nes de dóla­res esta­dou­ni­den­ses pro­ce­den­tes del nar­co­trá­fi­co y otros «nego­cios» sola­men­te en Méxi­co y en las Islas Cai­ma­nes. Otras cifras sobre actua­cio­nes simi­la­res del ban­co entre 2006 y 2008 hablan de 15.000 movi­dos entre Méxi­co y Rusia, por citar sólo algu­nos datos. A fina­les de 2012 pagó una mul­ti­ta de 1.900 millo­nes dóla­res esta­dou­ni­den­ses por sus actua­cio­nes ilegales. 

    Pero si de las ile­ga­li­da­des de las gran­des cor­po­ra­cio­nes finan­cie­ras pasa­mos a las for­mas de «hacer nego­cio» que se mue­ven jus­to en los bor­des de lo per­mi­ti­do, es decir, a los lla­ma­dos lobbys vemos que Micro­soft está a la cabe­za de los 7.500 lobbys que fun­cio­nan en Bru­se­las y que Goo­gle es la fir­ma que más dine­ro invier­te en sus «con­se­jos comer­cia­les» en Washing­ton. Se cal­cu­la que en la Unión Euro­pea, y sobre todo en Bru­se­las, actúan unos 30.000 lobbys­tas, mien­tras que el núme­ro de fun­cio­na­rios es de 60.000, que en la Euro­cá­ma­ra acon­se­jan a los polí­ti­cos de turno: un lobbys­ta para «acon­se­jar» a dos fun­cio­na­rios, tarea fácil.

    Por tan­to, en el capi­ta­lis­mo ‑recuér­de­se lo que ante­rior­men­te escri­bi­mos sobre la corrup­ción en el socia­lis­mo- la corrup­ción solo irá des­apa­re­cien­do en la medi­da en que lo hagan el capi­tal finan­cie­ro-indus­trial y la pro­duc­ción de mer­can­cías. Vol­ve­re­mos sobre esta deci­si­va cuestión.

  5. Corrup­ción y 24‑M (19 de mayo de 2015)

    En esta intro­duc­ción para El Hurón del artícu­lo sobre las elec­cio­nes muni­ci­pa­les y auto­nó­mi­cas del pasa­do 24‑M, nos enfren­ta­mos a uno de los aná­li­sis más com­ple­jos y difí­ci­les de rea­li­zar sobre los resul­ta­dos glo­ba­les, y sobre los par­ti­cu­la­res de las nego­cia­cio­nes, pac­tos y repar­tos pos­te­rio­res, que es, sin duda, el de la influen­cia polí­ti­ca de la corrup­ción, el de cali­brar con algu­na apro­xi­ma­ción cuán­to voto han podi­do per­der la dos gran­des fuer­zas polí­ti­cas en el Esta­do espa­ñol debi­do a la corrup­ción. Inten­ta­re­mos ana­li­zar muy bre­ve­men­te qué posi­bles influen­cias ha podi­do tener en dichos resul­ta­dos la corrup­ción estruc­tu­ral que carac­te­ri­za al capi­ta­lis­mo espa­ñol y a su Estado. 

    Una de las razo­nes que expli­can esa difi­cul­tad, pro­ba­ble­men­te la fun­da­men­tal, estri­ba en que la corrup­ción nor­ma­li­za­da no es mal vis­ta en el Esta­do, y menos en lo que se deno­mi­na «mun­do empre­sa­rial», tal como hemos expues­to en artícu­los ante­rio­res. Esto hace que solo sea cuan­ti­fi­ca­ble y cali­fi­ca­ble en sus expre­sio­nes mani­fies­tas, pero ape­nas en la ano­di­na vida cotidiana. 

    Otra de las razo­nes es que la lla­ma­da «cien­cia social», la socio­lo­gía, para enten­der­nos, no está capa­ci­ta­da para estu­diar las corrup­cio­nes por dos obs­tácu­los cua­li­ta­ti­vos insu­pe­ra­bles para esta lla­ma­da «cien­cia social»: uno, que la raíz de la corrup­ción es la mis­ma que la raíz de la eco­no­mía mer­can­til des­de sus orí­ge­nes his­tó­ri­cos; y, otra, que esta raíz se entre­la­za rápi­da­men­te con otras moti­va­cio­nes socio­po­lí­ti­cas for­man­do una tota­li­dad, cuyo estu­dio exi­ge recu­rrir al méto­do dia­léc­ti­co, algo tam­bién impo­si­ble para el meca­ni­cis­mo posi­ti­vis­ta y neo­kan­tiano de la socio­lo­gía que, con su céle­bre «cuan­to­fre­nia» denun­cia­da por Soro­kin, abso­lu­ti­za el indi­vi­dua­lis­mo meto­do­ló­gi­co burgués. 

    Resul­ta­do de ello es que la socio­lo­gía ni quie­re ni pue­de pres­tar aten­ción a la uni­dad entre eco­no­mía y polí­ti­ca, uni­dad que tie­ne en las corrup­cio­nes uno de los engra­na­jes de influen­cia recí­pro­ca más efec­ti­vos. Si la socio­lo­gía inten­ta­se pro­fun­di­zar en las rela­cio­nes polí­ti­co-eco­nó­mi­cas ten­dría que hacer un doble esfuer­zo: supe­rar sus pro­pias limi­ta­cio­nes pero tam­bién las de la con­ta­bi­li­dad de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta. La ente­ra estruc­tu­ra con­cep­tual de la eco­no­mía polí­ti­ca está dise­ña­da para negar u ocul­tar lo más posi­ble la explo­ta­ción asa­la­ria­da, el pro­ce­so de extrac­ción de plus­va­lía median­te la explo­ta­ción bur­gue­sa de la fuer­za de tra­ba­jo. La igno­ran­cia socio­ló­gi­ca al res­pec­to es invo­lun­ta­ria solo en par­te, fre­cuen­te­men­te es cons­cien­te: estric­ta volun­tad de no saber qué es y cómo fun­cio­na el modo de pro­duc­ción capitalista. 

    Aho­ra bien, la cuan­ti­fi­ca­ción sí sir­ve para des­cu­brir algu­nos efec­tos exter­nos que nacen de las inter­nas con­tra­dic­cio­nes del capi­ta­lis­mo. Per­mi­te saber, por ejem­plo, que la corrup­ción supo­ne apro­xi­ma­da­men­te el 1% del PIB de la Unión Euro­pea; que las mafias ganan alre­de­dor de 5.500 millo­nes de euros anua­les con trá­fi­co de per­so­nas de Áfri­ca a Euro­pa y de Nues­tra Amé­ri­ca a Esta­dos Uni­dos, y que han obte­ni­do no menos de 15.700 millo­nes de euros en los últi­mos quin­ce años con el trá­fi­co humano entre Áfri­ca y la Unión Euro­pea; que el nar­co­trá­fi­co y la pros­ti­tu­ción supo­nen el 0,85% del PIB del Esta­do espa­ñol; que en 2014 apro­xi­ma­da­men­te el 33% de la cla­se obre­ra del Esta­do tra­ba­ja­se en «negro», con el demo­le­dor impac­to que ello supo­ne para la recau­da­ción fis­cal, ya de por sí muy debi­li­ta­da por las «amnis­tías» fis­ca­les, pre­ben­das, ven­ta­jas y des­cuen­tos lega­les que el Esta­do bur­gués con­ce­de a las gran­des for­tu­nas, mien­tras que casi 1.300.000 peque­ños aho­rra­do­res han sido esta­fa­dos en menos de diez años median­te las «ofer­tas pre­fe­ren­tes» de la banca. 

    Todo esto y más pue­de des­cu­brir la con­ta­bi­li­dad eco­nó­mi­ca siem­pre que ten­ga medios ade­cua­dos y sobre todo volun­tad polí­ti­ca, lo que depen­de de las dispu­tas entre las frac­cio­nes de la bur­gue­sía, las pre­sio­nes del refor­mis­mo y la fuer­za de masas de la izquier­da, cues­tión sobre la que nos exten­de­re­mos en otros escri­tos. A peque­ña esca­la tam­bién es difí­cil luchar con­tra la corrup­ción en talle­res, bares, res­tau­ran­tes y comer­cios, aun­que se incoen expe­dien­tes a algo más de un cen­te­nar de talle­res de coches en la Comu­ni­dad de Madrid; o como en el caso de la Comu­ni­dad Autó­no­ma Vas­ca se «des­cu­bra» que el 90% de los bares y res­tau­ran­tes tie­nen con­ta­bi­li­dad B: casi al ins­tan­te han res­pon­di­do aso­cia­cio­nes de peque­ños empre­sa­rios ponien­do en sol­fa o mini­mi­zan­do el asun­to inclu­so con argu­men­tos lega­les basa­dos en las ambi­guas lagu­nas de la juris­pru­den­cia al res­pec­to. De cual­quier modo, una doble con­ta­bi­li­dad bien mani­pu­la­da deja un bene­fi­cio extra aún des­pués de haber paga­do la mul­ta siem­pre que la ley vaya por detrás de la trampa

    La corrup­ción estruc­tu­ral en lo eco­nó­mi­co se mate­ria­li­za en lo socio­po­lí­ti­co median­te com­ple­jos y múl­ti­ples cana­les a tra­vés de los que se redis­tri­bu­yen par­te de los bene­fi­cios lega­les e ile­ga­les, tam­bién «gri­ses», que siem­pre nos remi­ten a algu­na for­ma de ganan­cia direc­ta y/​o indi­rec­ta­men­te mate­rial: dine­ro, rega­los, sexo, poder, influen­cias, etc. Más aun, en las intrin­ca­das redes rela­cio­na­les coti­dia­nas, siem­pre depen­dien­tes del repar­to de estos y otros bene­fi­cios y lubri­ca­das por este mis­mo repar­to, laten los embrio­nes de for­mas micro mafio­sas de acción eco­nó­mi­ca y socio­po­lí­ti­ca: que no lle­guen a dar el sal­to a peque­ñas orga­ni­za­cio­nes que bor­dean la ile­ga­li­dad pue­de ser debi­do a muchas razones. 

    Lo fun­da­men­tal es que estas corrup­te­las de baja inten­si­dad de la que ya hemos habla­do en algu­na oca­sión y a las que ten­dre­mos que vol­ver en otros comen­ta­rios por su enor­me impor­tan­cia, son extre­ma­da­men­te difí­ci­les de cuan­ti­fi­car y menos en los resul­ta­dos elec­to­ra­les por­que su masi­va pene­tra­ción coti­dia­na está asen­ta­da y ase­gu­ra­da por la quín­tu­ple fun­ción del dine­ro como medi­da del valor; medio de cir­cu­la­ción; medio de acu­mu­la­ción; medio de pago y como dine­ro mun­dial. La tota­li­dad de la vida social está deter­mi­na­da por esta quín­tu­ple fun­ción del dine­ro, deter­mi­na­ción tan­to más omni­po­ten­te cuan­to que ade­más está des­ma­te­ria­li­za­da por el per­ver­so y reac­cio­na­rio efec­to del feti­chis­mo de la mercancía. 

    La nor­ma­li­dad coti­dia­na con la que se acep­ta y prac­ti­ca esta «peque­ña» corrup­ción sur­ge de la imbri­ca­ción de los fac­to­res expues­tos den­tro de la vida más o menos pre­ca­ria, pero siem­pre pre­ca­ria, que sufre la pobla­ción explo­ta­da que vive de sala­rio direc­to, social, públi­co, dife­ri­do, indi­rec­to. La bur­gue­sía tie­ne otra for­ma de ver y prac­ti­car la corrup­ción. Sola­men­te cuan­do la amar­ga expe­rien­cia acu­mu­la­da duran­te varios años en los que, jun­to a los efec­tos empo­bre­ce­do­res de la cri­sis, las masas van vien­do que la corrup­ción y la podre­dum­bre gene­ra­li­za­das mul­ti­pli­can su males­tar a la vez que enri­que­cen a la mino­ría en el poder, solo enton­ces empie­zan a notar­se los direc­tos efec­tos polí­ti­cos que cau­sa la podri­da reali­dad corrup­ta, pero no siem­pre suce­de así. 

    La socio­lo­gía no está pre­pa­ra­da para inves­ti­gar ‑ni tam­po­co quie­re hacer­lo- las con­ca­te­na­cio­nes entre los pro­ce­sos socio­eco­nó­mi­cos y psi­co­po­lí­ti­cos que, bajo la pre­sión de las corrup­cio­nes múl­ti­ples, ter­mi­nan influ­yen­do en los resul­ta­dos elec­to­ra­les. En los últi­mos años han emer­gi­do a la pren­sa tan­tas corrup­cio­nes sote­rra­das duran­te tiem­po que han sido uno de los deto­nan­tes del drás­ti­co agra­va­mien­to de la cri­sis inter­na­cio­nal del nacio­na­lis­mo espa­ñol. Nos encon­tra­mos ante la clá­si­ca siner­gia de con­tra­dic­cio­nes par­cia­les que gene­ran una com­ple­ja con­tra­dic­ción cua­li­ta­ti­va­men­te supe­rior cuyo estu­dio exi­ge el empleo del méto­do dia­léc­ti­co, ver­da­de­ro «satán bol­che­vi­que» para el aca­de­mi­cis­mo neo­kan­tiano de la socio­lo­gía «neu­tral», sub­ven­cio­na­da por empre­sas pri­va­das y buro­cra­cias esta­ta­les. A pesar de la inne­ga­ble actua­li­dad e influen­cia socio­po­lí­ti­ca y eco­nó­mi­ca de la corrup­ción estruc­tu­ral, mul­ti­pli­ca­da en los últi­mos años, es extre­ma­da­men­te difí­cil encon­trar inves­ti­ga­cio­nes serias rea­li­za­das des­de la sociología. 

    Nues­tra bús­que­da ha dado muy pocos resul­ta­dos, excep­tuan­do los cua­tro tex­tos que cita­mos, y el cur­si­llo de verano sobre la corrup­ción polí­ti­ca orga­ni­za­do en Donos­tia por la fiel UPV, uti­li­za­do por el PNV, en repre­sen­ta­ción y defen­sa de la bur­gue­sía vas­ca, para embo­rro­nar el pro­ble­ma. Los cua­tro tex­tos son: F. Gor­di­llo, J.M. Ara­na, L. Mes­tas y J. Sal­va­dor: «Com­pa­ti­bi­li­dad y con­fian­za entre votan­te y can­di­da­to ¿Es posi­ble un sis­te­ma de vota­ción más jus­to?», Psi­co­lo­gía Polí­ti­ca, Valen­cia, nº 45, 2012, pp. 27 – 41. R.F. Gon­zá­lez; L.F. Gar­cía y Barra­gán y F. Laca Aro­ce­na: «Vali­da­ción de una bate­ría para iden­ti­fi­car el papel de la ideo­lo­gía en las deci­sio­nes elec­to­ra­les», Psi­co­lo­gía Polí­ti­ca, Valen­cia, nº 49, 2014, pp. 59 – 82. San­dro Gia­chi: «Dimen­sio­nes socia­les del frau­de fis­cal: con­fian­za y moral fis­cal en la Espa­ña con­tem­po­rá­nea», Revis­ta Espa­ño­la de Inves­ti­ga­cio­nes Socio­ló­gi­cas, Madrid, nº 145, 2014, pp. 73 – 98. J. Mª Gar­cía Blan­co: «Bur­bu­jas espe­cu­la­ti­vas y cri­sis finan­cie­ras. Una apro­xi­ma­ción neo­fun­cio­na­lis­ta», Revis­ta Espa­ño­la de Inves­ti­ga­cio­nes Socio­ló­gi­cas, Madrid, nº 150, 2015, pp. 71 – 88. 

    Dejan­do de lado otras crí­ti­cas comu­nes a los cua­tro artícu­los que nos remi­ten a lo arri­ba expues­to sobre las limi­ta­cio­nes de la «cien­cia social», sí hay que decir que aun­que sus temá­ti­cas tie­nen rela­cio­nes estre­chas y has­ta muy estre­chas con la corrup­ción, y a pesar de que han sido escri­tos en unos años en los que la corrup­ción y las elec­cio­nes están en pri­me­ra pla­na mediá­ti­ca por razo­nes obvias, pese a ello las corrup­cio­nes no están pre­sen­tes. Como si no exis­tie­ran. Seme­jan­te vacío impi­de cono­cer una de las moti­va­cio­nes ideo­ló­gi­cas y psi­co­po­lí­ti­cas que están deter­mi­nan­do el ciclo elec­to­ral en el que esta­mos inmersos. 

    Antes de seguir debe­mos adver­tir que una cues­tión muy impor­tan­te a tener siem­pre en cuen­ta es el tipo de elec­cio­nes que ana­li­ce­mos –muni­ci­pa­les, fora­les y auto­nó­mi­cas, esta­ta­les y/​o europeas‑, dife­ren­cia que en deter­mi­na­dos con­tex­tos y coyun­tu­ras, y sobre todo reali­da­des de nacio­nes opri­mi­das, pue­den lle­gar a ser deter­mi­nan­tes. Pero aho­ra, en este tex­to y por exi­gen­cias de espa­cio y tiem­po ya que solo pode­mos ana­li­zar ten­den­cias muy gene­ra­les, nos vemos en la nece­si­dad de sos­la­yar tales dife­ren­cias recor­dán­do­las cuan­do sea imprescindible. 

    Con­vie­ne recor­dar que duran­te los años de bur­bu­ja finan­cie­ro-inmo­bi­lia­ria y de apa­ren­te «pro­gre­so eco­nó­mi­co», aumen­tó el endeu­da­mien­to de las cla­ses tra­ba­ja­do­ras debi­do a las polí­ti­cas de los gobier­nos del PP des­de 1996 poten­cian­do un irra­cio­nal y sui­ci­da con­su­mis­mo que refor­za­ba la sen­sa­ción de «liber­tad». En esta coyun­tu­ra, las noti­cias sobre la corrup­ción ape­nas gene­ra­ban efec­tos polí­ti­co-elec­to­ra­les si los com­pa­ra­mos con los actua­les: en 2000 el PP obtu­vo el 44,5% del cen­so, casi seis pun­tos más que en 1996. Con seme­jan­te apo­yo masi­vo la bur­gue­sía des­ple­gó triun­fan­te su cíni­ca doble moral: rezar y corrom­per. Pero un rosa­rio de escán­da­los, mani­pu­la­cio­nes y des­pre­cios ‑Pres­ti­ge, Foto de las Azo­res, mani­pu­la­ción de los aten­ta­dos isla­mis­tas en Madrid, etc.- die­ron la vic­to­ria en 2004 al PSOE con el 42,64%, mien­tras que el PP se des­plo­ma­ba al 37,33%.

    A fina­les de 2004 el lla­ma­do «mila­gro espa­ñol» pare­cía tener visos de eter­na reali­dad y el sis­te­ma polí­ti­co no pres­tó aten­ción nin­gu­na a las cri­sis inter­na­cio­na­les que des­de la mitad de los años 90, si no antes, anun­cia­ban la pro­xi­mi­dad de una deba­cle que ya para 2006 apa­re­cía como inmi­nen­te. Al calor de la fic­ción, el PSOE vol­vió a ganar en 2008 subien­do inclu­so al 43,87% que­dán­do­se el PP en el 39,94%. Los pri­me­ros datos de la gran cri­sis apa­re­cie­ron en Esta­dos Uni­dos a fina­les de 2006 y esta­llan­do en 2008, momen­to en el que las ya endeu­da­das cla­se tra­ba­ja­do­ra, «cla­se media» y peque­ña bur­gue­sía de los pue­blos opri­mi­dos por el Esta­do empe­za­ron a cer­cio­rar­se de que sus deu­das eran cada vez más pesa­das, que se hun­día la capa­ci­dad de com­pra, que ascen­día el paro, que el gobierno no sabía qué hacer, y que la corrup­ción ade­más de gene­ra­li­za­da arrui­na­ba a muchos y enri­que­cía a pocos. 

    Se había ges­ta­do la «tor­men­ta per­fec­ta»: duran­te 2010 se agu­di­za­ron estas y otras cer­ti­dum­bres agra­va­das por los pri­me­ros recor­tes socia­les apli­ca­dos por el PSOE y sobre todo por el PP de Madrid con sus sal­va­jes ata­ques a ser­vi­cios públi­cos bási­cos como sani­dad, edu­ca­ción, trans­por­te…, pre­ci­sa­men­te en la ciu­dad más endeu­da­da del Esta­do debi­do a la mez­cla explo­si­va de corrup­ción, neo­li­be­ra­lis­mo e inefi­ca­cia del PP. En la pri­ma­ve­ra de 2011 sur­ge la indig­na­ción y las mareas socia­les como sín­te­sis de una inter­ac­ción entre espon­ta­nei­dad y gru­pos, colec­ti­vos y aso­cia­cio­nes de base orga­ni­za­das acti­vas muchas de ellas des­de las pro­tes­tas con­tra la inva­sión de Irak en 2003; en ese verano se refor­ma el artícu­lo 135 de la Cons­ti­tu­ción por pre­sio­nes exte­rio­res, y en noviem­bre el PSOE pier­de el gobierno al hun­dir­se en el infierno del 28,73% y el PP toca el cie­lo con el 44,62%. En la Comu­ni­tat Valen­cia­na, empo­rio de podre­dum­bre, el PP obtu­vo la frio­le­ra del 48,61%. En el Prin­ci­pat cata­lá las tole­ra­das corrup­te­las de CiU no impi­die­ron que gana­se en 2010 con el 38,43%, varios pun­tos más que en 2006.

    La aplas­tan­te vic­to­ria del PP en 2011 y en ascen­so de CiU en 2010 sig­ni­fi­ca­ba que la corrup­ción toda­vía no era un pro­ble­ma gra­ve para una amplia masa de votan­tes. Den­tro de las mareas socia­les, de los indig­na­dos, del 15M, de otras luchas obre­ras y popu­la­res aumen­ta­ba rápi­da­men­te la con­cien­cia crí­ti­ca sobre el terri­ble efec­to de las corrup­cio­nes y su cone­xión inter­na con la deba­cle socio­eco­nó­mi­ca y la inca­pa­ci­dad polí­ti­ca, pero aún era una con­cien­cia res­trin­gi­da a sec­to­res inte­lec­tual­men­te for­ma­dos y com­ba­ti­vos. Iba a hacer fal­ta la fusión en la mal­vi­ven­cia coti­dia­na de empo­bre­ci­mien­to masi­vo, repre­sión cre­cien­te, rei­vin­di­ca­cio­nes nacio­na­les, corrup­ción osten­to­sa, cri­sis galo­pan­te y avan­ce orga­ni­za­ti­vo de las luchas popu­la­res, entre otras con­di­cio­nes, para que la «tor­men­ta per­fec­ta» se trans­for­ma­se en «cri­sis per­fec­ta» del bipartidismo. 

    Que algo sí empe­za­ba a cam­biar se pudo intuir en el retro­ce­so de CiU del 38,43% de 2010 al 30,68% en diciem­bre de 2012: un retro­ce­so incom­pren­si­ble si no tene­mos en cuen­ta la dife­ren­cia cua­li­ta­ti­va que impo­ne la opre­sión nacio­nal espa­ño­la que agu­di­za­ba el ascen­so sobe­ra­nis­ta e inde­pen­den­tis­ta, pero que, en cuan­to socie­dad con uno de los mayo­res nive­les de corrup­ción del Esta­lo, sí podía expre­sar el cre­cien­te recha­zo social de esas prác­ti­cas, como se com­prue­ba con el retro­ce­so de CiU al 21,49% en 2015, aun admi­tien­do que la dere­cha cata­la­nis­ta tien­de a bajar en las muni­ci­pa­les para recu­pe­rar­se en las auto­nó­mi­cas y estatales. 

    Otros indi­cios sobre movi­mien­tos de fon­do los encon­tra­mos en las elec­cio­nes euro­peas de 2014 y en las auto­nó­mi­cas anda­lu­zas de comien­zos de 2015. Com­pa­ran­do las euro­peas de 2009 con las de 2014, sal­van­do tam­bién todas las dis­tan­cias, vemos las espec­ta­cu­la­res caí­das del PP del 42,12% en 2009 al 26,06% y del PSOE del 38,78% al 23%, y la irrup­ción de Pode­mos con el 7,97%. En cuan­to a las anda­lu­zas se repi­te el des­in­fle del PP que en 2012 tuvo el 40,66% bajan­do al 26,72% en las ade­lan­ta­das de 2015, mien­tras que el PSOE retro­ce­dió del 39,52% al 35,43%, apa­re­cien­do pode­mos con 14,84%. Pen­se­mos una cosa: si al 9,28% de C’s le suma­mos el por­cen­ta­je del PP tene­mos que la dere­cha más espa­ño­lis­ta obtu­vo el 36% en Anda­lu­cía. Resul­ta sig­ni­fi­ca­ti­vo que en su con­jun­to el bipar­ti­dis­mo en Anda­lu­cía ‑PSOE y PP/­C’s- baje por igual, poco más de cua­tro pun­tos, tenien­do en cuen­ta la enor­me corrup­ción político-sindical. 

    En las muni­ci­pa­les esta­ta­les de 2007 el PP tuvo el 36,1%, en 2011 el 37,53% y en 2015 el 27,05%. Por su par­te la evo­lu­ción del PSOE ha sido el 35,31%, 27,79% y 25,02%, res­pec­ti­va­men­te. Suman­do los resul­ta­dos entre los dos gran­des par­ti­dos, vemos que en las muni­ci­pa­les del 2007 lle­ga­ron al 71,41% del cen­so, bajan­do al 65,32% en 2011 y cayen­do al 52,07% en 2015; es decir, el bipar­ti­to ha per­di­do el 19,34%. Como veni­mos dicien­do, es muy difí­cil cuan­ti­fi­car con algu­na exac­ti­tud la influen­cia de la corrup­ción en este retro­ce­so. Sabe­mos que C’s, con su dema­gó­gi­ca cam­pa­ña de «lim­pie­za», ha obte­ni­do un muy magro 6,55% a pesar de los alti­ba­jos del apo­yo mediá­ti­co. Si suma­mos PP y C’s vemos que el nacio­na­lis­mo espa­ñol más reac­cio­na­rio ha obte­ni­do el 33,60% com­pa­ra­do con el 37,53% de las muni­ci­pa­les de 2011, solo un 3,93% menos: poco cas­ti­go «lim­pia­dor» para tan­ta corrupción. 

    Es más arries­ga­do hacer estas mis­mas cuen­tas entre el PSOE y Pode­mos e IU y otras can­di­da­tu­ras sur­gi­das recien­te­men­te, por­que la mayo­ría no exis­tían en las muni­ci­pa­les de 2011. A todo esto hay que aña­dir un dato muy sig­ni­fi­ca­ti­vo: la par­ti­ci­pa­ción ha sido del 63,27% en 2007, el 66,23% en 2011, y el 64,93% en 2015, o sea, que la abs­ten­ción ha aumen­ta­do un 1,30% en medio de la «cri­sis per­fec­ta», lo que ha ido sobre todo en detri­men­to de la dere­cha, pero no en for­ma de opo­si­ción fron­tal a su polí­ti­ca y a su corrup­cio­nes, sino como lla­ma­da de aten­ción den­tro del mis­mo blo­que reaccionario. 

    Resu­mien­do, todo indi­ca que los efec­tos de la corrup­ción han hecho más daño al cen­tris­mo refor­mis­ta de PSOE-Pode­mos, y a las fuer­zas de izquier­da que le han apo­ya­do o se han pre­sen­ta­do por su cuen­ta, que al blo­que de cen­tro dere­cha hege­mo­ni­za­do por el PP. Las encues­tas de inten­ción de voto para las pró­xi­mas elec­cio­nes gene­ra­les de noviem­bre de 2015 rea­li­za­das tras el 24‑M sugie­ren, has­ta aho­ra, una rela­ti­va ten­den­cia a la recu­pe­ra­ción del PP y del PSOE a cos­ta de un estan­ca­mien­to de C’s y Pode­mos, res­pec­ti­va­men­te. De con­fir­mar­se esta diná­mi­ca de recu­pe­ra­ción se vali­da­ría la tesis de que no debe­mos sobre­va­lo­rar el efec­to con­cien­cia­dor de las corrup­cio­nes en la lucha por demo­cra­ti­zar la polí­ti­ca esta­tal ya que, en reali­dad, está arrai­ga­do en lo más hon­do del nacio­na­lis­mo espa­ñol, lo que resul­ta muy preo­cu­pan­te, muy preo­cu­pan­te, como ire­mos viendo. 

  6. Iña­ki Gil de San Vicente 

    Eus­kal Herria 

    23 de junio de 2015

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