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En primer lugar, zorionak. Zorionak, faltaría más, a Walter, Dabid, Gabi, Unai, Haritz y a Askapena por la sentencia conocida ayer. Pero también a todas las personas que durante los últimos meses hemos trabajado en Herriak Libre y de otras mil maneras en defensa del internacionalismo y de nuestros derechos civiles y políticos. Las luchas y movilizaciones anteriores a la sentencia, hacen que ésta nos resulte aún más gratificante.
La de ayer fue una jornada muy significativa para quienes desde la dinámica Eleak/Libre trabajamos a favor del derecho a la disidencia y de nuestros derechos civiles y políticos. Por una parte, conocimos la sentencia que pone fin a años de injusticias. Por otra, en cambio, pudimos ver como a escasos cien kilómetros de este Babesgunea eran encarcelados los iruindarras Txanpi y Emilio. Transcurridos 10 años desde su detención, encarcelados para cumplir 11 y 13 meses de prisión. Emilio tiene 75 años y está aquejado de una grave enfermedad.
Conclusión: En ocasiones nos serán aplicadas menos violentamente, en ocasiones con más crueldad, pero la cuestión es que la vida política y social de este pueblo continúa sometida a las políticas de excepción. Amenazadas nuestras militancias y nuestros sueños. La feliz sentencia de ayer no debe hacernos perder de vista o endulzar esta realidad
Por desgracia, no hablamos únicamente de injusticias y conculcaciones de derechos con epicentro en Madrid o París. Los juzgados que solicitan años de cárcel para quienes participan de huelgas estudiantiles o de protestas contra la Troika; las policías que deshacen a golpes muros populares, practican la caza al inmigrante o hacen lo posible porque no se aclare el asesinato de Iñigo Cabacas; los políticos que nos imponen ordenanzas cívicas; todos ellos viven mucho más cerca.
Debemos desactivar tanto las medidas de excepción desarrolladas durante el contexto de conflicto armado como las implementadas estos últimos años. La legislación antiterrorista, la Ley Mordaza o las ordenanzas cívicas, todas. En caso contrario, seguiremos atadas de pies y manos a la hora de intentar cualquier transformación social.
La única garantía para ello es un pueblo auto-organizado y activo. Practiquemos nuestro derecho a la disidencia, cada cual en contra de lo que considere negativo y en favor de sus utopías. Y, en cada ocasión en que alguien sea atacado por esas prácticas, juntémonos para defender a las personas agredidas, a nuestros derechos y a nuestra dignidad.
Desde la dinámica Eleak/Libre, seguiremos impulsando esos espacios conjuntos. Organizando la ternura y la rabia en auzolan, con imaginación y humor, desobedeciendo, aunando compromisos, visibilizando apoyo social.
Por lo tanto, zorionak, y a currar.
Dinámica Eleak/Libre
4 – 2‑2016