En una actitud de desafío e impunidad, la primera potencia militar de Medio Oriente, se niega a asistir a la cumbre nuclear convocada por EEUU en Washington. De esta manera, el Estado sionista elude revelar su poderoso arsenal nuclear no declarado ni sujeto a ningún control internacional.
Informe
IAR Noticias /
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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no asistirá a la cumbre de «seguridad nuclear» convocada para la próxima semana por presidente Barack Obama en Washington.
El estado judío elude el encuentro temiendo que los países musulmanes presionen para que revele y blanquee su arsenal nuclear nunca declarado ni suscripto en ningún régimen internacional de armas atómicas.
Al mantenerse fuera del Tratado de No Proliferación Nuclear de 1970, Israel evitó tener que comprometerse a no fabricar armas nucleares y a permitir que sus inspectores accedan a su reactor de Dimona, del cual se asume que ha producido el único arsenal atómico de la región.
La presencia de Netanyahu en la cumbre del 12 y el 13 de abril no hubiera tenido precedentes, ya que los jerarcas israelíes eludieron siempre este tipo de reuniones, para evitar revelar y poner en descubierto sus políticas nucleares secretas.
«Turquía asegura que Israel debería quedar libre de armas nucleares como todos los países de la región, y este punto de vista será expresado en la cumbre», dijo un portavoz del Ministerio de Exteriores turco.
El arsenal sionista
Actualmente hay ocho países que han detonado satisfactoriamente armas nucleares.
Cinco de ellos están considerados «estados nuclearmente armados», un estatus reconocido internacionalmente otorgado por el Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT por Non-Proliferation Treaty, en inglés). En orden de adquisición de armas nucleares, éstos son: EEUU, la Federación Rusa (antigua URSS), el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, la República Francesa y la República Popular de China.
Desde que se firmó el tratado, otros tres países no firmantes del mismo han realizado pruebas nucleares: India, Pakistán y Corea del Norte.
Además, existen amplios informes oficiales de EEUU y Europa que confirman que Israel posee un arsenal de armas nucleares, nunca declarado ni desmentido por el propio Estado judío.
EEUU y la Unión Europea (con capacidad nuclear para destruir decenas de veces el planeta) continúan exigiendo a Irán que termine con su programa de desarrollo nuclear aduciendo el «peligro» que representa para sus vecinos y el resto del mundo, pero nada dicen del «peligro» que representan las armas nucleares de Israel, principal potencia imperialista del Medio Oriente.
Los secretos nucleares del Estado israelí están muy bien guardados por su complejo militar industrial que juega un papel clave en la mentalidad y en los planes expansivos del Imperio sionista en la región, sobre todo en el territorio usurpado a los palestinos.
La impunidad del ejército de Israel está apuntalada por centenares de ojivas nucleares apuntando día y noche al corazón de sus enemigos estratégicos, no solamente en Medio Oriente sino en el resto del planeta, señalan expertos árabes.
El 12 de septiembre de 2003, la AIEA exigió que Irán pruebe antes del 31 de octubre que no tenía ningún programa secreto de armas nucleares.
Según los 15 estados árabes, Israel también tendría que haber sido mencionado y se le tendría que haber exigido que firme el TNP. Aunque Israel es miembro de la AIEA, nunca firmó el TNP, siendo uno de los pocos países del mundo que no lo hizo.
«¿Por qué tenemos que dar un ejemplo, usar a Irán como un ejemplo, cuando tenemos del otro lado tantos países que tienen programas nucleares y de hecho algunos tienen armas de destrucción masiva?», señaló el presidente de Libia.
Aunque Israel jamás reconoció que posee armas nucleares, no son pocos los expertos y las organizaciones internacionales que sitúan al Estado judío en la lista de las potencias nucleares más importantes del mundo.
La mayoría de los especialistas (incluidos los de la CIA y el M‑16 británico) coinciden en señalar que su arsenal nuclear es el programa de armas de destrucción masiva más secreto del mundo.
A diferencia de Irán y Corea del Norte, cuyos programas nucleares han salido recientemente a la luz, Israel jamás firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear, creado para evitar la diseminación de este tipo de armamento a nivel mundial.
Por este motivo el Estado de Israel no ha recibido inspecciones ni amenazas de sanciones por parte del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), dependiente de la Organización de las Naciones Unidas.
Las armas secretas
La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) señaló en un informe elaborado en 1968 que Israel se encontraba produciendo armas nucleares.
En un informe elaborado en noviembre de 1976 la CIA afirmaba que el desarrollo del arsenal nuclear de Israel fue preparado para su posible uso al comienzo de la guerra de 1973.
El entonces ministro de Defensa, Moshe Dayan, fue citado en el documento avalando y justificando la opción nuclear de Israel: «Israel no tiene elección, con nuestros recursos humanos no podemos físicamente seguir adquiriendo ni más tanques ni más aviones».
Desde 1967 hasta los años ochenta Israel ha podido contar con la ayuda de Sudáfrica del apartheid para el suministro de cerca de 550 toneladas de uranio para la instalación de Dimona.
En septiembre de 1979 los dos países han realizado una prueba conjunta de armas nucleares en el océano Indico. Un artículo aparecido en el Ha’aretz el 20 de abril de 1997 señalaba que al principio de los años ochenta Israel habría ayudado al gobierno de Sudáfrica a desarrollar armas nucleares.
Constand Viljoen, ex jefe del Estado Mayor del ejército sudafricano, le dijo por entonces a Ha’aretz:«Quisimos adquirir conocimientos sobre lo nuclear de quien pudiéramos, también de Israel.»
EEUU, su principal fuente de ayuda militar, fue informado oportunamente del programa nuclear de Israel. Según Sir Timothy Garden, docente de la Universidad de Indiana, en 1954 Israel firmó un acuerdo de cooperación nuclear con Estados Unidos. En 1958 aviones espía de Estados Unidos fotografiaron el complejo de Dimona.
Según las revelaciones de Mordechai Vanunu, en 1986 Israel ya poseía 200 armas nucleares.
La actual estrategia de Kadafi y del resto de los países árabes y musulmanes busca presionar a Washington para que lo obligue a cumplir con las mismas reglas que les exige a otras naciones del Medio Oriente como Irak, Irán y Siria.
El jefe del OIEA, el egipcio Mohamed El Baradei, exhortó en varias oportunidades a Israel a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear y a declarar sus armas nucleares para contribuir a la pacificación de la región.
Los árabes y los países incursos en el «eje del mal» quieren reabrir las discusiones sobre el «poder terrorista» del arsenal israelí que permanece oculto y protegido por Estados Unidos.
El «espía nuclear»
Un ex empleado de la planta nuclear, Mordechai Vanunu, brindó detalles y fotografías del reactor nuclear de Dimona a un periódico británico en los años 80.
La información brindada por el empleado llevó a varios expertos a calcular que Israel tenía al menos unas 100 ojivas nucleares, y posiblemente hasta más de 2000.
Vanunu fue sacado de Londres por los oficios de una agente de inteligencia israelí que lo condujo a Roma, donde fue secuestrado por el Mossad, la policía secreta israelí, y llevado a Israel.
Acusado y condenado por traición, Vanunu, secuestrado por el Mossad (servicio secreto israelí) fue conducido a algún lugar secreto de Israel donde permaneció confinado hasta abril del año 2004.
Vanunu fue condenado en 1986 a puerta cerrada bajo el cargo de traición por haber transmitido informaciones sobre la central nuclear de Dimona (sur de Israel) que fueron publicadas por el dominical británico The Sunday Times.
Las revelaciones de Vanunu fueron publicadas hace 20 años por el periodista británico, Peter Hounam, quien en mayo del 2004 fue secuestrado y luego liberado en Jerusalén por agentes del Mossad (servicio secreto israelí), cuando iba hacia Tel Aviv a encontrarse con el ex espía para editar un segundo libro.
A su salida de la cárcel, en abril de 2004, le impusieron restricciones severas y tenía prohibido verse con extranjeros sin previa autorización y hablar de su trabajo en la central.