Día cívi­co con­tra la tor­tu­ra- Enri­ke Miranda

En Eus­kal Herria con­cep­tos como «juven­tud», «deten­ción», «inco­mu­ni­ca­ción», «inte­rro­ga­to­rio», «tor­tu­ra» vie­nen de la mano, y la socie­dad los con­si­de­ra fatal­men­te liga­dos al deve­nir his­tó­ri­co de este pueblo.

El pasa­do día 13 de febre­ro, en una mesa redon­da en Iru­ñea, par­ti­ci­pan­tes tan seña­la­dos como Amnis­tía Inter­na­cio­nal, Cen­tro de Docu­men­ta­ción con­tra la tor­tu­ra, abo­ga­dos, foren­ses y tor­tu­ra­dos cer­ti­fi­ca­ban que «aquí se tor­tu­ra tan­to o más que en la Dic­ta­du­ra». Y lle­ga­ban más lejos al cer­ti­fi­car que se tor­tu­ra por­que el poder, los pode­res polí­ti­co y judi­cial, lo con­sien­ten, pues es un deli­to fácil de pre­ve­nir: «Se sabe a quién van a tor­tu­rar: a la per­so­na dete­ni­da. Se sabe dón­de se pro­du­ci­rá el deli­to: en el lugar de deten­ción. Se sabe quién va a come­ter el deli­to, quién va a delin­quir: el o los inte­rro­ga­do­res». Y una vez come­ti­do es fácil de per­se­guir, pues «se ha come­ti­do en un lugar cono­ci­do, por un redu­ci­do núme­ro de sos­pe­cho­sos, sobre una víc­ti­ma que pue­de ser exa­mi­na­da de inme­dia­to, antes de que pue­dan per­der­se prue­bas». Por tan­to, ¿por qué exis­te la tor­tu­ra? pre­gun­ta­ban tan insig­nes ora­do­res. Y ellos mis­mos res­pon­dían: «por­que es ren­ta­ble al sis­te­ma. Por­que la ren­ta­bi­li­dad poli­cial com­pen­sa los cos­tes polí­ti­cos». Y aña­dían más: «el Esta­do da cober­tu­ra a esta prác­ti­ca ile­gal al indul­tar a los pocos tor­tu­ra­do­res que son enjui­cia­dos y con­de­na­dos, ya que man­da a la socie­dad el men­sa­je de que no son unos delin­cuen­tes cual­quie­ra, sino que su deli­to es una fal­ta sin mayor trans­cen­den­cia, que trae resul­ta­dos positivos».

Ade­más la tor­tu­ra es ren­ta­ble por­que las decla­ra­cio­nes auto­in­cul­pa­to­rias en perio­do de inco­mu­ni­ca­ción son con­si­de­ra­das por los jue­ces como prue­ba con­tra la o el acu­sa­do y moti­vo de con­de­na. ¿Quién decla­ra con­tra uno mis­mo sino es presionado?

La con­clu­sión de aque­lla mesa redon­da fue rotun­da: «En tan­to la socie­dad no le haga inso­por­ta­bles los cos­tes de la tor­tu­ra, el sis­te­ma, el Esta­do, la segui­rá con­si­de­ran­do ren­ta­ble y per­sis­ti­rá la prác­ti­ca de uno de los deli­tos más delez­na­bles con­tra los dere­chos huma­nos, ya que se prac­ti­ca con abu­so de poder por fun­cio­na­rios públi­cos, cuya obli­ga­ción es pre­ci­sa­men­te garan­ti­zar la inte­gri­dad de las per­so­nas dete­ni­das». «Sólo la socie­dad con su movi­li­za­ción deten­drá esta prác­ti­ca abominable».

Y aquí sur­gió la idea de rea­li­zar el Día Cívi­co Con­tra la Tor­tu­ra, para dar a la socie­dad la opor­tu­ni­dad de mos­trar su recha­zo a la tor­tu­ra, de levan­tar su voz a favor de los dere­chos huma­nos de las y los dete­ni­dos. La opor­tu­ni­dad y la res­pon­sa­bi­li­dad de no callar­se, de no admi­tir como bueno el embru­te­ci­mien­to delic­ti­vo del sis­te­ma ampa­ra­do en la excu­sa de la seguridad.

Y aquí esta­mos un gru­po jóve­nes ficha­dos, can­di­da­tos a ser tor­tu­ra­dos, padres, madres y fami­lia­res de esos jóve­nes y de otros que sufrie­ron la tor­tu­ra, dete­ni­dos en las últi­mas reda­das: 34 hace nada, 20 en Nafa­rroa hace año y medio, 8 en Ore­re­ta entre medio, y en Her­na­ni y en Lea-Arti­bai. ¿Y don­de no…? Aquí esta­mos, empe­ña­dos en que los agen­tes socia­les, sin­di­ca­les y polí­ti­cos digan a la socie­dad «mué­ve­te, dí que no»; en que escri­to­res, escul­to­res, pin­to­res, gru­pos de tea­tro, dan­tza­ris, gigan­tes, ber­tso­la­ris, zan­pan­tzar… digan a la socie­dad «mué­ve­te, dí que no»; en que la socie­dad, sus gen­tes, digan «no a la tor­tu­ra, no a la inco­mu­ni­ca­ción que la hace posible».

Deci­mos no a la inco­mu­ni­ca­ción por­que es el espa­cio de impu­ni­dad que nece­si­ta el tor­tu­ra­dor o tor­tu­ra­do­ra, el espa­cio que los jue­ces fabri­can para la prác­ti­ca de la tor­tu­ra. Sin inco­mu­ni­ca­ción, sin impu­ni­dad es muy difí­cil prac­ti­car la tor­tu­ra. Según las per­so­nas de la mesa redon­da, es prác­ti­ca­men­te imposible.

La tor­tu­ra no es de hoy. En Eus­kal Herria se prac­ti­ca des­de anti­guo. Cuan­do la jus­ti­cia no era jus­ti­cia, ya exis­tía la tor­tu­ra. Tor­que­ma­da, Inqui­si­ción, «bru­je­ría», «here­jía», «judeo-masó­ni­co», «sepa­ra­tis­ta», «rojo», Con­de de Rodezno, Fran­co, Tri­bu­nal de Orden Públi­co son pala­bras que nos tras­la­dan a tiem­pos ante­rio­res, de repre­sión polí­ti­ca, de tor­tu­ra, de muer­te. Pero no son muy dis­tin­tas de las actua­les Audien­cia Nacio­nal, «orga­ni­za­ción ile­gal», «entorno, terro­ris­ta». Sir­ven para dete­ner e inco­mu­ni­car y, como dice el Rela­tor para la Tor­tu­ra de la ONU, torturar.

«Ama, yo no pen­sa­ba que se podía estar tan­to tiem­po sin res­pi­rar», le dijo mi sobri­na a su madre cuan­do salió de la inco­mu­ni­ca­ción, des­pués de denun­ciar al juez que le habían hecho «la bol­sa». El juez Mar­las­ka no ha hecho nada…

No pode­mos per­ma­ne­cer impa­si­bles, como si estu­vié­ra­mos en tiem­pos de Fran­co o los Reyes Cató­li­cos, sea ante Tor­que­ma­da, Gar­zón o Mar­las­ka. Maña­na tene­mos una cita en Ata­rra­bia. Sal­ga­mos a la calle y diga­mos ¡bas­ta!

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