Traducido de inglés para Rebelión por Germán Leyens
La semana pasada, el departamento de Estado de EE.UU. citó a un importante miembro de la embajada siria para expresar su preocupación y declaró que: “EE.UU. condena en los términos más enérgicos la transferencia de cualesquiera armas, y especialmente sistemas de misiles balísticos como el Scud de Siria a Hizbulá.”
Esto se relaciona con una declaración del 13 de abril del presidente israelí Shimon Peres que acusó a Siria de suministrar misiles Scud a Hizbulá –una afirmación que amenaza con afectar los recientes esfuerzos del gobierno de Barack Obama de revertir un aislamiento estadounidense de Siria implementado durante el gobierno de George W. Bush.
Todavía hay fuertes voces en Washington que piden más diálogo con Siria, a pesar del alboroto. Citan la carencia de pruebas que respalden las afirmaciones de Israel, y otorgan poco peso al “affaire Scud”.
Sin embargo Jeffrey Feltman, el secretario adjunto de Estado para asuntos de Oriente Próximo, fue interrogado en un panel de la Cámara hace dos días respecto a la decisión del gobierno de Obama en febrero de enviar un embajador a Damasco, un puesto que ha estado vacante desde 2005. El representante Dana Rohrabacher, republicano de California, dijo a Feltman, quien ha visitado Damasco varias veces desde 2009, que no piensa que ese proceder tenga “mérito alguno.”
El embajador designado, Robert Ford, todavía espera su confirmación por el Senado y Feltman dijo que algunos senadores podrían ser renuentes a seguir adelante con el nombramiento en vista de las dudas provocadas por el affaire Scud respecto a las intenciones de Siria.
“Es como si simplemente nos escupieran en la cara,” dijo el representante republicano Dan Burton después de la reunión, llamando la atención a una serie de acciones de Siria que a su juicio van contra los intereses de EE.UU. y sus aliados, incluido Israel, según informaciones del Washington Post.
El representante Eliot Engel (demócrata de Nueva York) y el representante Mark Kirk (republicano de Illinois) también presentaron una resolución en el Congreso pidiendo restricciones más estrictas contra Siria y una imposición estricta de sanciones contra Hizbulá.
Siria, mientras tanto, anunció durante el fin de semana que reabrirá la Escuela Americana en Damasco, que fue cerrada en 2008 después de que fuerzas de operaciones especiales de EE.UU. penetraron en Siria, matando a civiles sirios cerca de la frontera con Iraq. La apertura se ve como un símbolo de que Siria aprecia que Obama no carga ningún lastre político de sus predecesores. Por su parte, el presidente no ha dicho nada hasta la fecha sobre la creciente crisis de los “Scud” en Oriente Próximo.
Los sirios dicen que es una injusticia, afirman que no hubo ninguna transferencia de armas a Hizbulá y acusan a Israel de fabricar la historia para justificar otra guerra en Oriente Próximo. Una declaración de la embajada siria en EE.UU. dijo que Israel pregona el affaire Scud para distraer la atención del mundo de los 1.600 asentamientos cuya construcción planifica en Jerusalén, y de la deportación masiva de residentes palestinos en Cisjordania.
El primer ministro libanés Saad Hariri, antiguo oponente pero ahora firme aliado de Hizbulá, se pronunció en apoyo de las afirmaciones de Siria e Hizbulá durante una visita de Estado a Italia durante esta semana. Israel utiliza la historia de los Scud, señaló, de una manera similar a como EE.UU. usó el caso de las armas de destrucción masiva contra Sadam Hussein como preludio de la invasión de Iraq en 2003.
Una nueva guerra entre Hizbulá e Israel, considera Hariri, significaría la destrucción del Líbano y la condena de la inversión extranjera y de la estabilidad política y económica que ha prometido. Los sirios ciertamente no quieren una guerra y tampoco Arabia Saudí.
Los saudíes se habían mostrado esperanzados de que después de muchos años de turbulencia el Líbano finalmente se estabilizaría, con su aliado Hariri establecido firmemente en el poder –particularmente ahora que trabaja en plena armonía con el líder de Hizbulá Hassan Nasralá. Por su parte, Hariri ya ha pedido a diplomáticos de Turquía, que comparte un sitio no permanente con el Líbano en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que proteja a Hizbulá contra una nueva guerra con Israel.
Mucha gente en el Líbano teme que éste sea exactamente el tipo de pretexto que Israel podría crear para justificar una nueva guerra contra Hizbulá. En noviembre de 2009, el ejército israelí afirmó que había interceptado el barco alemán Francop con 36 contenedores con 500 toneladas de cohetes Katyusha y granadas destinadas a Hizbulá.
Entonces, como en abril, tanto Siria como el Líbano rechazaron enérgicamente las acusaciones, y afirmaron que Israel estaba utilizando el caso Francop para encubrir la severa crítica recibida por el Informe Goldstone encargado por la ONU respecto a la guerra de 2008 – 2009 contra Gaza. La repetida frecuencia de las acusaciones, sin embargo, indica que significan más que simples encubrimientos de fechorías israelíes.
Ahora parece que las acusaciones son un temprana advertencia de que, contrariamente a lo que muchos creen, vuelven a correr vientos de guerra en la frontera israelí-siria-libanesa. El legado del ex secretario de Estado de EE.UU. Alexander Haig –quien falleció el mes pasado– está presente en la mente de los habitantes de Oriente Próximo. En 1982 advirtió a Israel de que “sólo una [provocación] internacionalmente reconocida” podría justificar una “represalia conmensurable” contra los palestinos en el Líbano.
Ese pretexto apareció cuando comandos palestinos –de ninguna manera afiliados al líder de la Organización por la Liberación de Palestina Yasir Arafat– trataron infructuosamente de matar al embajador israelí en Londres, Shlomo Argov.
Dicho simplemente, Hizbulá no necesita Scuds. Esos misiles son, según analistas militares, menos sofisticados que los actuales misiles del grupo, y aunque son poderosos desde el punto de vista explosivo, no son muy exactos. Además, los Scuds que supuestamente fueron transferidos a Hizbulá tienen un alcance de 500 kilómetros y más. Ese alcance es inútil para Hizbulá, que ya tiene a todas las ciudades y pueblos israelíes dentro del alcance de sus misiles, que llegan todos a un arco de 15 a 200 km.
El analista británico de la defensa Charles Hezman señaló: “Hizbulá tiene que volar como mariposas, picar como abejas. No necesita algo que se mueve con la torpeza de un buey.” Esto se refería a la naturaleza voluminosa de los misiles Scud, que es un obstáculo en la guerra de guerrillas. Incluso destacados israelíes desafiaron las afirmaciones sobre los Scuds. Uzi Rubin, asesor del ministro de defensa israelí dijo: “¿Para qué necesitan Scuds? Ya tienen el Fateh-110, que tiene un alcance similar, y al ser un cohete con combustible sólido, es mucho menos engorroso. Bueno, los Scud pesan una tonelada mientras que el Fateh-110 es de media tonelada. Nada impide que disparen dos Fateh-110.”
Hay que recordar que durante la guerra de 2006, Hizbulá disparó un misil al-Nour (de más de 6 metros de largo con un alcance de 200 km) contra un buque de guerra israelí, matando a varios de sus tripulantes y hundiendo la nave. El al-Nour es un misil sofisticado desarrollado por los iraníes sobre la base de un modelo chino.
Los israelíes probablemente tomarán la historia de los Scud y la guardarán hasta que se sientan suficientemente seguros para lanzar una nueva guerra contra el Líbano, y la utilizarán, junto a la historia del Francop –y otras– como pretexto para volver a atacar a Hizbulá. No importa realmente si esas historias son verídicas o no desde una perspectiva israelí; lo que importa es que sirvan el objetivo final de permitir que Israel ataque a un enemigo tradicional.
Una guerra inmediata parece ser cada vez menos probable –considerando que no hay garantías de que los resultados de 2006, que para decir lo menos no satisfacieron a Israel, no se repitan en 2010. Según los propios israelíes, Hizbulá emergió de 2006 con más fuerza y mejor equipado que nunca antes –sin que importara si había obtenido Scuds o no. Nasralá causó que las probabilidades de guerra fueran tanto más improbables al aumentar la tensión a nuevos niveles hace algunas semanas, cuando dijo: “Si atacáis el aeropuerto Rafik al-Hariri, nosotros atacaremos el aeropuerto Ben Gurion. Si atacáis nuestras refinerías de petróleo, nosotros atacaremos las refinerías de petróleo de Israel. Si atacáis nuestras fábricas, nosotros atacaremos las vuestras y si atacáis nuestras centrales eléctricas, nosotros atacaremos las centrales eléctricas en Israel.”
Por estos motivos la guerra es poco probable por el momento –pero la historia de los misiles Scud, con sus numerosos aspectos, es muy preocupante para todos los protagonistas en Oriente Próximo, y primordialmente para Siria y el Líbano.
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Sami Moubayed es editor jefe de Forward Magazine.
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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/LD24Ak01.html