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El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En las fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar. Este modo de vida no es muy bueno para la gente, pero es muy bueno para la industria farmacéutica.
Consumo frente al consumismo. La lucha por un consumo alimentario saludable para los pueblos
En los inicios de los años 60 del siglo XX la producción capitalista de los Estados Unidos promovió un fortísimo desarrollo del consumo mediante la generalización de la venta a plazos y otras formas de pago a crédito en un contexto de expansión económica y producción en masa de bienes (activada por el taylorismo y el fordismo1), revelando que era más fácil fabricar los productos que venderlos, por lo que el esfuerzo empresarial se desplazó hacia su comercialización (publicidad, marketing, venta a plazos, etcétera) (Gil de San Vicente, 2011). Todo se transformaba en mercancías que se podían elegir y comprar en los supermercados que comenzaron a proliferar en esa época y en las tiendas o agencias de todo tipo de productos: electrodomésticos, coches, casas y hasta la imagen corporal o las relaciones afectivas, la idea es suscitar el deseo, elección y compra compulsiva. En la actualidad sufrimos de lleno esta sociedad del consumismo que desde entonces alienta un individualismo alienado que ha avanzado imparable en amplias capas de la población produciendo una lucha competitiva entre las personas que intentan, en esta carrera del poseer, valorarse cuanto más y más rápido, mejor. Y las causas de la alienación, que es lo que está antes, durante y después del llamado consumismo, es el paso universal del valor de uso al valor de cambio2, el paso por el que la persona olvida el valor de utilización real y material de las cosas producidas por ella y por la comunidad, deja de ser consciente de sus facultades creativas y se transforma en algo (cosa) que no sólo vive para consumir, sino que a su vez es consumida para que viva el mercado. Y es en ese proceso de compra, alienada y alienante, obsesiva y compulsiva que se realiza inconscientemente cuando se anula trágicamente el valor de la persona emancipada (Gil de San Vicente, 2003).
Ni que decir tiene que esta expansión del consumismo y alienación ante el fetichismo –adoración- de la mercancía, tiene enormes implicaciones para la salud y la felicidad de las personas. Al sistema de producción capitalista le interesa que vivamos continuamente atrapados en este círculo vicioso de querer y no tener lo suficiente, llámese el último modelo de iPod o de teléfono móvil, llámese eterna juventud y delgadez, principalmente en las mujeres, o, poder y seguridad afectiva, sobre todo en los hombres (aunque la igualdad artificiosa de géneros está llegando también a estos clichés de comercialización). No es de extrañar el aumento de enfermedades directamente relacionadas con las adicciones de todo tipo; a la ludopatía y cleptomanía se le ha añadido la adicción a las nuevas tecnologías, o la anorexia nerviosa, que se salda con la muerte de mujeres muy jóvenes y que solo es la punta del iceberg de otros problemas físicos, psicológicos y afectivos de mucha mayor magnitud3. Cuando nos centramos en el consumo alimentario, la importancia para nuestra salud adquiere una dimensión nueva porque se asienta en un elemento básico de nuestra propia supervivencia como seres humanos, la pervivencia de los pueblos y que a su vez tiene graves consecuencias para el medio ambiente y la naturaleza en todo el planeta. En este sentido tiene pleno significado el concepto de soberanía alimentaria que reclama el movimiento campesino a nivel mundial4.
Qué comemos y cómo comemos, cuáles son las causas y consecuencias del comportamiento alimentario, empezando por aquellas más individuales y biológicas hasta llegar a las sociales y políticas que intervienen de forma interrelacionada, intenta ser el motivo de esta reflexión. Desde una visión marxista trataremos de analizar y prestar atención a las propiedades y consecuencias patológicas de un consumo excesivo e inadecuado de alimentos, de sus condicionantes psicológicos y sociales que ejercen una enorme presión mediática y que tiene como base una política de máximo beneficio empresarial. En el otro extremo de la contradicción, y de «nuestro mundo», se encuentran las consecuencias patológicas de la pobreza y desnutrición de una población cada vez mayor y que igualmente tiene como causa básica la misma política de ganancia de las empresas capitalistas anclada en la propiedad privada y la explotación de las clases trabajadoras5. El sinsentido de este sistema que esquilma recursos naturales y alimentos en aras de generar plusvalía para beneficiar a un sector cada vez más reducido de la población, debe ser denunciado con todas sus consecuencias de un radical cambio social. Pero las intervenciones son necesarias en todos los contextos. Los personales: en el día a día de lo que hacemos y comemos; los profesionales: de concienciación en el entorno laboral de cada una de nosotras; y los sociales: con la imprescindible acción organizada consciente que se oponga a este estado de cosas y que llegue a todas las causas y hasta la raíz del problema. Pero vamos a empezar por el principio.
La nutrición en los seres humanos, el valor nutricional de los alimentos
La nutrición estudia los procesos mediante los cuales el organismo recibe y utiliza unos compuestos, denominados nutrientes (hidratos de carbono, lípidos, proteínas, vitaminas y minerales) que se hallan formando parte de los alimentos (Mataix y Carazo, 2005). El proceso de la nutrición tiene como finalidad aportar la energía necesaria para poder llevar a cabo las funciones vitales, la formación y mantenimiento de las estructuras corporales (células, tejidos, órganos) y la regulación de los procesos metabólicos para que todo se desarrolle de manera armónica6. Una adecuada alimentación, en cantidad y calidad, debe evitar el déficit de nutrientes, su exceso e impedir la aparición de enfermedades relacionadas con la nutrición. Por tanto, es necesario llevar a cabo una alimentación equilibrada que implica el aporte energético y de los diferentes nutrientes en la proporción adecuada.
HIDRATOS DE CARBONO. Los hidratos de carbono suelen dividirse en simples y complejos. Los primeros, también llamados azúcares, incluyen en una alta proporción compuestos de una o dos moléculas de sacáridos (glucosa, sacarosa, lactosa o fructosa) y los segundos, se componen de polisacáridos. Tienen una función fundamentalmente energética y por tanto esencial para la composición y funcionamiento del organismo. Debe representar el 50 – 60% del total de la energía de la dieta, siendo recomendable que la mayor parte sean hidratos de carbono complejos. Éstos se encuentran en gran proporción en alimentos como el pan y cereales, legumbres, patatas o pasta; en menor proporción en las frutas, verduras y hortalizas. La fibra alimentaria que se encuentran en los cereales y derivados sobre todo las variedades integrales, pero también en las legumbres, frutas y verduras, tiene efectos beneficiosos por su capacidad de absorción de agua en el tracto intestinal lo que aumenta su tránsito y favorece los procesos fermentativos de la flora bacteriana intestinal, aumenta la sensación de saciedad y equilibra el nivel de glucosa al evitar la secreción exagerada de insulina y, por tanto, de diabetes. También evita los efectos negativos de los agentes cancerígenos en contacto con las paredes intestinales y disminuye la absorción de colesterol y sus niveles sanguíneos (Mataix, 2005).
LÍPIDOS. Las recomendaciones nutricionales para los aceites y grasas no deben superar el 30 – 35% de la energía total, de los cuales al menos un 15 – 20% deben ser ácidos grasos monoinsaturados, un 5% de poliinsaturados y no existen recomendaciones nutricionales para los saturados debido a su adecuada síntesis endógena. Los alimentos ricos en grasas saturadas se encuentran en la leche y derivados (mantequilla), en la grasa de los animales terrestres, vísceras, aceite de palma y coco y los productos de heladería, pastelería y bollería7. Dentro de los ácidos grasos insaturados distinguimos los monoinsaturados (que no solo contienen grasas que previenen la aterogénesis sino que tienen actividad antioxidante), abundante en el aceite de oliva, aguacate y almendras. Los ácidos grasos poliinsaturados por su parte abundan en el pescado8 (más en el pescado azul como la caballa, sardina, atún, bonito y salmón) y en otros alimentos como los aceites de maíz, girasol, soja o nueces (Mataix, 2005).
PROTEÍNAS. Los requerimientos de proteínas en niños, adolescentes, gestantes y lactantes son mayores que en la población general ya que en estas edades hay formación de estructuras corporales, mientras que en la edad adulta solo se requiere la reposición de estructuras ya existentes. Se necesita entre el 10 – 15% de la energía total de la dieta y hay que considerar que tanto en nuestra población como en otros países enriquecidos es realmente difícil conseguir un porcentaje menor del 15 – 20% por los hábitos de consumo adquiridos. Los alimentos de origen animal proporcionan gran cantidad de proteínas y contienen cantidades importantes de los aminoácidos esenciales para el ser humano como las carnes, pescados, huevos, leche y productos lácteos. Los alimentos de origen vegetal son menos ricos en proteínas y no suelen contener todos los aminoácidos esenciales aunque las legumbres son las más parecidas a los productos animales, en cuanto a proteínas se refiere, así como en calidad de la misma, y una combinación de diversos alimentos vegetales puede proporcionar todos los aminoácidos esenciales (Mataix, 2005).
Finalmente, para conseguir una alimentación equilibrada y saludable, además de considerar el consumo energético total y el consumo proporcionado de estos tres macronutrientes, se requiere también una adecuada ingestión de micronutrientes (vitaminas y minerales) y de agua (2,5 litros diarios de líquidos).
Problemas para la salud de un consumo alimentario inadecuado
Déficit o malnutrición energética proteica
Las proteínas de origen animal, como la leche, constituyen una fuente rica en proteínas de alta calidad para el adecuado desarrollo y crecimiento del niño y mantenimiento de las funciones básicas físico-psíquicas del adulto. El déficit o malnutrición energética-proteica comprende un amplio espectro de cuadros clínicos. El marasmo, habitual en niños menores de un año por un déficit de consumo lácteo y, por tanto, un déficit de la imprescindible energía. El Kwashiorkor, afecta a niños de entre 1 y 3 años, el nombre proviene de la tribu Ga de Ghana que significa «enfermedad del niño mayor cuando nace un nuevo hijo». Esta enfermedad se produce por una deficiencia cuantitativa y cualitativa de proteínas (y otros micronutrientes), aunque el aporte energético sea suficiente. Las complicaciones de ambas enfermedades incluyen la disminución de peso y talla, pérdida de reserva grasa y proteicas que afectan a gran número de procesos digestivos y metabólicos; afectación del pelo, piel (despigmentación, ulceraciones) y mucosas; edemas (especialmente en el Kwashiorkor en el abdomen); apatía e irritabilidad; alteración de la capacidad mental; susceptibilidad a las infecciones y aumento de la morbilidad y mortalidad por enfermedades infecciosas, sobre todo por diarreas e infecciones respiratorias. Entre ambas patologías existen cuadros intermedios menos definidos, con deficiencias mayores o menores de energía, proteínas, vitaminas y minerales, que a su vez se presentan asociados a procesos infecciosos y que constituyen la mayor proporción de los cuadros de malnutrición.
La malnutrición energético-proteica es el problema más grave de salud pública en el mundo y la causa directa de la mayor tasa de morbilidad y mortalidad infantil, de la mortalidad general y de la menor esperanza de vida en amplias zonas de África, Asia y América. Y es que basándonos en informes de diferentes organismos internacionales se reconoce que, en el mejor de los casos, en la actualidad más de mil millones de personas en el mundo pasan hambre y están desnutridas9.
Exceso del consumo de energía y proteínas animales
El exceso de ingesta de alimentos proteicos, especialmente del grupo de las carnes y la leche y derivados, pero también de los aceites de coco y palma (habitual en productos de bollería y helados), conllevan un aporte excesivo de grasas saturadas que afectan a los vasos sanguíneos y aumenta las lipoproteínas de baja densidad que transportan el colesterol más aterogénico (LDL‑c). La ateroesclerosis de las arterias coronarias y cerebrales produce la mayoría de las enfermedades cardiovasculares en los países enriquecidos, siendo una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en amplios sectores de la población de Europa, Australia, Japón y norte de América.
Pero independientemente del tipo de grasa que se consuma, el exceso de energía que se ingiere tanto en los países enriquecidos como de economías en transición e, incluso, en áreas urbanas de países empobrecidos y que puede venir acompañado de alimentos de mayor o menor calidad, está provocando un exceso de sobrepeso y obesidad en muchos países. Se estima que un tercio de la población adulta del mundo es obesa o tiene sobrepeso10 y éstos también son factores de riesgo para muchas enfermedades, cardiovasculares, diabetes, enfermedades osteomusculares y algunos tipos de cánceres, como el cáncer de colón, mama o endometrio (Aranceta y Serra, 2006).
Frutas y verduras
En su conjunto son alimentos ricos en fibra y determinadas vitaminas (A, E y C), pero pobres en los tres macronutrientes: carbohidratos, grasas y proteínas, lo que les hacen tener poco valor energético. En los países empobrecidos deben complementarse con el consumo de proteínas de alta calidad, grasas y carbohidratos para ingerir un adecuado aporte energético y de dichos macronutrientes. En nuestro medio suele consumirse en menor proporción de la recomendada. Es conveniente consumir 2 o 3 raciones de fruta al día, entre las que se debe incluir, al menos, un cítrico. Verduras y hortalizas serían necesarias 1 o 2 raciones al día procurando diversificar los distintos tipos y que, al menos una vez al día, se consuman crudas (evitando así las pérdidas de vitaminas por la desnaturalización que produce el cocinado).
La importancia del consumo de este tipo de alimentos proviene de su acción antioxidante. Los procesos de oxidación (endógena) de nuestro organismo y otras agresiones externas como el tabaco, la contaminación atmosférica, el uso de pesticidas y herbicidas11, radiaciones ionizantes, etcétera, producen un exceso de radicales libres que dañan nuestras células y predisponen a enfermedades neurodegenerativas y al proceso de envejecimiento general: Alzheimer, Parkinson, envejecimiento prematuro, cáncer, arritmias, infarto de miocardio, cataratas, entre otras.
Algunos condicionantes sociales y económicos de nuestra alimentación
En los países enriquecidos se dispone de una gran oferta y accesibilidad de alimentos de todo tipo, incluidos los de alto contenido proteico, de origen animal y, por tanto, de alto contenido calórico y/o de grasas saturadas. Esto es así porque, como ya hemos comentado, durante décadas este sistema político, social y económico promueve el consumo desaforado en general y el consumo de estos alimentos en particular. Las grandes industrias y empresas del sector agropecuario necesitan (en su búsqueda de mayores tasas de beneficios) por un lado abaratar los costes de producción de las mercancías que irán a parar a las estanterías de los grandes supermercados y, por el otro, una población cada vez mayor que las consuman. A esta situación se une los cambios sociales que se han originado en el mercado laboral y la acelerada urbanización con largas jornadas de trabajo y grandes distancias de éste a los hogares, y a la creciente incorporación de la mujer a la vida laboral que han transformado profundamente la vida familiar predisponiendo, entre otras, al consumo de comidas precocinadas, poco elaboradas o fuera de casa.
Esta mayor disponibilidad de alimentos de origen animal y otros de fabricación industrial es producto de un desarrollo de la industria alimentaría intensiva que abarata costes a costa de una mayor productividad de máquinas y obreros. Las grandes explotaciones pecuarias son una muestra de la producción intensiva de alimentos como los huevos, la leche y derivados lácteos, y la cría de carnes de cerdo, vaca y aves. El beneficio de estas empresas proviene de su alta productividad a expensas de una mayor explotación de sus trabajadores y de un hacinamiento de los animales. Además de las implicaciones que estas grandes explotaciones tiene para el medio ambiente, siendo una de las principales fuentes de contaminación de suelos y aguas subterráneas, la alta concentración o hacinamiento de animales requiere ser alimentada también de forma intensiva y barata, unas veces a través de los monocultivos de cereales en países empobrecidos12, otras veces mediante la producción de abonos y piensos industriales compuestos de concentrados proteicos de restos y desechos de otros animales o de grasas de baja calidad13. Y no solo hablamos de granjas terrestres también podemos suscribir todo lo dicho en lo que está pasando con los sistemas de pesca de arrastre, la acuicultura intensiva o las «granjas pesqueras» en medio del mar (Barruti, 2001)14.
Además de las variadas implicaciones éticas para las personas y para los animales de estos tipos de industrias, nos encontramos con la aberrante situación actual en donde existe una creciente concentración de la riqueza en un pequeño porcentaje de la población frente a una amplia mayoría de la población empobrecida, lo que se traduce en unas crecientes desigualdades sociales y económicas y una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres (los cuales tienen a veces barreras insalvables para conseguir alimentación y agua)15. Nos encontramos con una población hambrienta y mal nutrida que presenta una alta morbilidad y mortalidad en amplios territorios del mundo, frente a una población sobrealimentada que, paradójicamente, origina otros problemas de salud como las enfermedades cardiovasculares o el cáncer (Cruz, 2012). Pero estas desigualdades no solo se producen entre unos países y otros sino que dentro de un mismo país encontramos bolsas de pobreza y subdesarrollo como está ocurriendo en muchos países enriquecidos, especialmente en los Estados Unidos de América16.
Este sistema alimentario basado en el crecimiento irresponsable y con el objetivo único del máximo beneficio está, también, provocando problemas de salud globales que afecta a toda la población del planeta. Además de las consecuencias sociales, económicas y para la salud de la contaminación ambiental, ya comentadas, el hacinamiento de los animales y su alimentación de baja calidad provoca estrés e infecciones que se propagan rápidamente. Tenemos reciente la nueva epidemia de gripe A que se originó por una epizootia de gripe porcina que pasó a los humanos y provocó una nueva variante de la enfermedad. Sin entrar en el criticable (por interesado) exceso de alarma que generó, en los cambios de criterios que se produjeron para considerarla «pandemia» y en los ingentes ingresos que han supuesto para las multinacionales farmacéuticas, sí tenemos que recordar sus verdaderas causas17. Esta mayor propagación de infecciones de los animales en las explotaciones masificadas de animales, obliga a la administración de antibióticos (además de otros medicamentos para combatir el estrés) que promueven resistencias a dichos antibióticos en los propios animales y en lo humanos que ingieren sus carnes18.
Tampoco podemos olvidar las empresas de producción intensiva de frutas y verduras, como las ubicadas en Andalucía que, a costa de una sobreexplotación de manos de obra barata, especialmente de trabajadores inmigrantes, abaratan los costes de sus productos para poderlos exportar a precios competitivos a la rica Europa (especialmente Alemania) o distribuirlo en las grandes cadenas de supermercados del Estado español. Por no hablar de los problemas de toxicidad y efectos cancerígenos que produce la utilización de numerosos pesticidas y herbicidas que se encuentran ya formando parte de la cadena alimentaria a nivel mundial o de los alimentos modificados genéticamente. La irracionalidad del sistema capitalista en su búsqueda rápida de ganancias monetarias sin considerar los múltiples «efectos colaterales» que se producen se muestra en toda su crudeza cuando conocemos los datos de un reciente informe encargado por la FAO: Unos 1.300 millones de toneladas de alimentos se tiran a la basura lo que supone alrededor de un tercio de la producción mundial de alimentos de los cuales una altísima proporción ocurren en los países «democráticos» de Europa y los Estados Unidos19.
Origen y actualidad (genético-estructural) de la situación de desigualdad económica, social y alimentaria
No es nuestra intención entrar a valorar en profundidad los muchos factores involucrados en esta dramática situación de desigualdad alimentaria que, como seguimos recalcando, es política, social y económica. Sin embargo, sí nos gustaría señalar algunos apuntes de este proceso que se está acelerando en la actualidad y que tiene orígenes antiguos. Por poco que leamos la prensa diaria de todo tipo, no solo la alternativa y de orientación transformadora, las noticias sobre la compra de tierra y expulsiones de campesinos y otros aspectos relacionados con la alimentación de los pueblos, y por tanto de sus tierras, ríos y mares, son abundantes. En Paraguay, 90 mil campesinos y campesinas son expulsados de sus tierras al año, de los cuales, solo por el monocultivo de soja, se alcanza la cifra de nueve mil familias por año (Palau et al., 2008). Pero mucho más cerca, en Cantabria, tres de cada cuatro pequeños productores de leche han tenido que abandonar su actividad en los últimos doce años, debido a que las empresas del sector están concentrando la producción y el mercado, para abaratar los costes (Stronzane, 2011). Después de veinte años de Política Agraria Comunitaria (PAC) se ha arrasado con casi todos lo pequeños y medianos productores que alimentaba a las vacas en los prados y se ha potenciado las grandes empresas ganaderas con ayudas directamente proporcional a la producción y a los bajos precios20. Frente a esta situación siguen creciendo por todas partes las organizaciones campesinas que reclaman una verdadera soberanía alimentaria de los productores locales (Vivas, 2009).
François Houtart pone el dedo en la llaga de lo que está pasando en la actualidad cuando explica los aspectos estructurales de la crisis alimentaria:
Se trata de la expansión, durante los últimos años, del monocultivo, resultando en la concentración de las tierras, es decir en una verdadera contra-reforma agraria. La agricultura campesina o familiar se destruye en el mundo entero bajo el pretexto de su baja productividad. De hecho los monocultivos tienen una producción que puede ir desde 500 y a veces hasta 1.000% más elevada que la agricultura campesina en su estado actual. […] Se eliminan bosques, se contaminan los suelos y las aguas, hasta los ríos y el mar, por el uso masivo de productos químicos. […] se preparan los desiertos del futuro. Por otra parte, los campesinos son expulsados de sus tierras y son millones los que tienen que migrar hacia las ciudades, en los barrios marginales, provocando las crisis urbanas y aumentando la presión migratoria interna, como en el Brasil, o externa, como en muchos otros países del mundo (Houtart, 2011).
Pero no solo la imposición de monocultivos está ocasionando la dependencia alimentaria en numerosos países. También ha jugado un importante papel la bajada especulativa de precios de alimentos en los mercados internacionales ocasionando el abandono de cultivos de alimentos básicos e incrementando la deuda por el aumento desorbitado de las importaciones a los países capitalistas enriquecidos. Hasta la llegada al poder del gobierno demócrata de Correa en 2007, la situación alimentaria en Ecuador ha sido de un empobrecimiento continuo de su población rural, agravada con las políticas de agroindustrialización de inicios de los noventa. De nada había servido la denuncia de Eduardo Galeano sobre el saqueo de alimentos en los países empobrecidos de América Latina:
La economía ecuatoriana depende de las ventas de plátanos, café y cacao, tres alimentos duramente sometidos al naufragio de los precios. Según datos oficiales, de cada diez ecuatorianos, siete padecen de malnutrición básica, y el país sufre uno de los índices de mortalidad más altos del mundo (Galeano, 2003).
Pero esta situación no se puede entender si no hacemos, al menos, un poco de historia, y, por no retrotraernos demasiado en el tiempo, quizás el hito más importante de la concentración urbana desordenada y caótica con la pérdida de la población rural y el campesinado ocurrió en Inglaterra durante la revolución industrial. A finales del siglo XVIII, se van introduciendo leyes de libre mercado en alimentos básicos de subsistencia como el cereal. Que, de ser considerado un derecho, pasa a considerarse una mercancía, y de ser considerado un valor de uso pasa a considerarse un valor de cambio. El acaparamiento de grano y la fluctuación de los precios no producen una regulación para el bien común del campesinado y la población de la Inglaterra de entonces, sino todo lo contrario, produce un aumento de los cercamientos de tierra, expulsando a las comunidades rurales hacia las ciudades. Durante el siglo XVIII se van cambiando, por tanto, las prácticas que priorizaban el cereal como alimento, y pasa a existir, cada vez más, el acaparamiento del grano (Thompson, 1995). Esas prácticas que eran en un comienzo ilegales nos recuerdan mucho a las que se han producido a finales del siglo XX, en Brasil con la introducción ilegal de la soja transgénica. Y de la misma forma, lo que primero se introduce ilegalmente termina siendo legal tanto ahora como entonces, la ley contra el acaparamiento será anulada, el nuevo mercado debe operar de manera «natural» siguiendo leyes «naturales» de oferta y demanda. Porque, como decían entonces, y dicen ahora, sus defensores: «la autorregulación es la mejor regulación de los mercados». Tras la Revolución Industrial, Inglaterra pide el fin de los aranceles para los productos industrializados, mientras que internamente, se profundiza y continúa la expulsión de campesinas y campesinos, la concentración de la tierra, el empobrecimiento, el trabajo infantil y la criminalización de las protestas y resistencias (Engels, 1978). La Ley Negra, aprobada por el parlamento inglés en la primera mitad del siglo XVIII, preveía la pena capital para «crímenes», que incluía desde el secuestro de nobles, hasta la caza y pesca en las forestas comunales (reales) (Thompson, 1990). En síntesis, lo que se produjo y que se acentuó hasta nuestros días es que el valor de cambio se sobrepuso, se sobrepone, al valor de uso, y esa lógica justifica el aumento de los cultivos para exportación, aunque haya escasez de alimentos en un determinado territorio. El alimento, de un derecho, pasa a ser una mercancía de las más generadoras de beneficios para los empresarios.
Posteriormente, tras la segunda guerra mundial, la
La implantación de los cultivos transgénicos es una continuación más reciente de este proceso de aceleración y agudización de la mercantilización alimentaria que estamos sufriendo (Brac de la Perrière y Seuret, 2009). Las consecuencias de la utilización y difusión mundial de semillas transgénicas, que se inició en las décadas de los 80 y 90 han sido similares: concentración de los cultivos más lucrativos como los grandes monocultivos de soja, maíz, algodón y caña de azúcar, mayor consumo de agrotóxicos, mayor mecanización y un menor uso del trabajo humano en la agricultura por la mayor mecanización y por el uso de los herbicidas que reemplazan la limpieza manual de las malas hierbas. Los pesticidas intoxican y matan a las personas, penetrando en los ecosistemas, eliminando la vida y ocasionando nuevos problemas de plagas y vectores de enfermedades debido a la destrucción de sus depredadores (Acedo, 2011). Así ocurre, por ejemplo, con el algodón, que es muy dependiente de los pesticidas, viéndose que cuando se introduce en nuevas regiones, con frecuencia aumenta la incidencia de la malaria (Lewontin y Levins, 1985).
Con la comercialización de los cultivos transgénicos los problemas se acentúan. La tecnología de semillas conocida como «Terminator» (Ribeiro, 2011) es el «producto estrella» de corporaciones como Monsanto o Syngenta (que tiene el mayor número de estas patentes), con el que, en el colmo de su cinismo, además de presionar e introducir por medios de «ayudas» sus semillas en diferentes países del mundo, provocan que las plantas obtenidas con esta semilla transgénica sea estéril y no pueda volver a utilizarse para sucesivos cultivos obligando a los agricultores locales a volver a comprarla en los siguientes años. Una gran proporción de semillas genéticamente modificadas contienen un gen de resistencia a un herbicida particular, lo que obliga al agricultor a comprar dicho herbicida. En el caso de la colza transgénica resistente al herbicida glifosato, se han producido cruces simples y dobles con las plantas a las que pretende atacar, las malas hierbas, y estos híbridos se han vuelto resistentes al herbicida.
También se han desarrollado semillas transgénicas para que resistan a las enfermedades y a los insectos, a través de bacterias como el bacillus thuringiensis (Bt) que produce varias toxinas que atacan el sistema digestivo de los insectos. Sus genes se incorporan a la semilla, por lo que está presente en todas las partes de la planta y la toxina se encuentra en todos sus órganos (raíces, tallos, hojas y frutos). Los insectos (pero también mariposas y aves) expuestos a estos biopesticidas terminarán creando resistencias además de promover plagas al disminuir la esperanza de vida de otros insectos predadores (Brac de la Perrière y Seuret, 2009). Las noticias sobre nuevas resistencias son continuas a pesar del secretismo que existe en la investigación de estos productos23.
A todos estos peligros económicos, sociales y ecológicos se añaden los sanitarios, que aunque no estén científicamente comprobados deben ser muy tenidos en cuenta. Los cambios inesperados en el metabolismo de organismos genéticamente manipulados puede provocar la síntesis de nuevas proteínas o nuevos compuestos eventualmente tóxicos. Otro riesgo para la salud es el agravamiento de las alergias a través de las nuevas proteínas de origen viral, bacteriano, vegetal y animal que, incluidas en los alimentos por primera vez, resultan un potencial alergénico desconocido. Además, muchas plantas genéticamente modificadas contienen genes de resistencia a antibióticos (los llamados genes marcadores), esto generaría cepas de microorganismos resistentes a esos antibióticos, lo que podría dar lugar a problemas sanitarios (Rincón, 2012). Más preocupante aún son las plantas transgénicas resistentes a virus que abre la puerta a la posibilidad de aparición de nuevos virus totalmente desconocidos (y por ello totalmente vulnerables los seres humanos a ellos) (Brac de la Perrière y Seuret, 2009).
Tanto la Revolución Verde como la implantación de los cultivos transgénicos se ha acompañado de una concentración industrial que va acaparando el mercado del sector de la alimentación: semillas, fertilizantes, agrotóxicos, medicamentos, procesamiento de comida, embalaje, etcétera. Esta generación de monopolios y concentración del capital hace que de las principales grandes corporaciones transnacionales24 del sector: Monsanto, Dupont, Syngenta, Bayer, Basf, Cargill, Bunge ADM, las tres primeras detentan los tres primeros lugares (el 47% del total) en el negocio de las semillas patentadas y que, ni que decir tiene, incluyen las semillas transgénicas25. En menos de tres décadas, un puñado de estas empresas ha creado un rápido y brutal cerco corporativo en torno al primer eslabón de la cadena alimentaria, las semillas. Y las cuatro primeras (Monsanto, Dupont, Syngenta y Bayer26) se encuentran en los primeros lugares de ventas de agroquímicos a nivel mundial (Grupo ETC, 2008). Las empresas líderes en ganancias económicas de las semillas son también líderes en ganancias por las ventas de plaguicidas y biotecnología.
Sin poder extendernos más en estas y otras técnicas de manipulación genética y sus consecuencias inciertas y azarosas, lo que sí es bien conocido en el ámbito científico es el poco control que este tipo de investigación biológica tiene sobre el mundo de los seres vivos, y que dada la rapidez entre investigación y aplicación práctica que se produce para su comercialización, no es nada sorprendente que se sepa mucho del control químico y tan poco sobre el control biológico. Precisamente es alarmante el uso de terrenos, y el secretismo, con el que en Andalucía y en otras áreas del Estado español27 está teniendo lugar la extensión de la experimentación de este tipo de cultivos, que suponen el 42% de los ensayos experimentales al aire libre de cultivos transgénicos que se han realizado en la Unión Europea durante los últimos años.
En relación con la biotecnología, la nanotecnología28 y la biología sintética29 que afecta tanto a los recursos, de los cuales los alimentos forman una parte esencial, volvemos a encontrar que la historia se repite, ya que seguimos asistiendo a una justificación del desarrollo de la biotecnología que insiste machaconamente en intentar demostrarnos que nos salvará al mundo del hambre y la pobreza cuando, en la práctica, produce todo lo contrario, más hambre, pobreza y degradación ambiental. Y es que la biología sintética supone un nuevo asalto a la biodiversidad y a los recursos naturales y a un «más de lo mismo» del sistema capitalista: monocultivos, éxodo rural, trabajo esclavo y dependencia de los países empobrecidos. Es fácil imaginar los posibles riesgos que para los humanos y otros muchos seres vivos tiene el desarrollo de nuevas especies de microbios y plantas, que hace que algunos autores rechacen el que sean consideradas «tecnologías», ya que por definición esta palabra lleva implícito una acepción de control y previsión de todos los posibles resultados adversos, cosa que no ocurre con la biología sintética que manipula artificialmente microorganismos, algunos de ellos patógenos para los humanos, con consecuencias claramente incontrolables e impredecibles para la salud de los seres vivos en general.
La biología sintética a través de la utilización masiva de la biomasa30 impactará profundamente en los usos del suelo, la biodiversidad, el ambiente y el bienestar humano. Se basa en el uso de microorganismos manipulados para diseñar nuevas rutas metabólicas y que puedan actuar sobre los azúcares de alimentos y otras materias primas y producir biocombustibles, bioelectricidad y bioplásticos. Por tanto, la biología sintética depende de la biomasa disponible en amplias zonas del mundo, tanto de tipo alimentario (cultivos de maíz o de caña de azúcar), como no alimentario (la celulosa de residuos agrícolas, pastos, árboles, bosques, algas…) para producir: biocombustibles líquidos, como el etanol y el biodiesel, y otros como los hidrocarburos de nueva generación que poseen las mismas propiedades químicas que la gasolina y el combustible para aviones; bioelectricidad (ya se investiga en nanocelulosa y bacterias sintéticas que producen corriente eléctrica a partir de células vivas31) y bioplásticos, productos textiles y sustancias químicas (Grupo ETC, 2009). Por todo lo dicho es fácil de entender que las empresas transnacionales de todos los sectores implicados tengan puestas las miras, y los capitales, en esta nuevas ‑y mal llamadas- tecnologías, así como en la compra de superficies terrestres y marítimos del Sur global32.
En realidad podríamos decir que la biología sintética representa el nudo gordiano o punto de interrelación de las empresas más potentes del mundo como son las petroquímicas, las papeleras, las farmacéuticas y, por supuesto las ya comentadas empresas del sector alimentario. Las alianzas se siguen produciendo entre ellas, por ejemplo Dupont y la petroquímica BP, y éstas a su vez con las empresas de la biología sintética (Monsanto, Syngenta, Amyris Biotechnology, Synthetic Genomics o Novozymes) (Grupo ETC, 2008). Y como protagonistas necesarios y esenciales de este proceso de concentración y alianzas tenemos las universidades, los capitales de riesgo y los gobiernos que respaldan este tipo de investigaciones e inversiones millonarias. Las consecuencias son palmarias, un puñado de estas compañías aliadas (en lo que se viene en llamar agrofarmaindustria33) controla cada vez más una parte de la biomasa del planeta (cultivos, ganado, pesca, etcétera) y, en definitiva, sus beneficios los obtienen a costa de acaparar más tierra y, por tanto, más agua y más aire34.
Las consecuencias y realidad de la agrofarmaindustria es que desaloja a millones de personas de sus tierras, directamente de las tierras donde han vivido, y trabajado, durante generaciones o se les impide el acceso a la tierra, al agua o a otros recursos naturales imprescindibles para su subsistencia. África está siendo el punto de mira de las transnacionales, o gobiernos35, que aprueban acuerdos con los gobiernos de esos países para el uso de millones de hectáreas en Etiopía, Ghana, Kenia, Madagascar, Mozambique, Sudán, Tanzania y Zambia (Castillo, 2011), o el arrendamiento de las tierras de estos y otros países de África para producción agrícola o de biocarburantes36. Desde el año 2008 se viene observando que este acaparamiento de tierras agrarias fértiles con acceso al agua, no solo en África, sino también en Asia y América Latina, son controlados por bancos inversores, gestoras de fondos privados de capital y fondos de pensiones (Martínez y Duch, 2011). La especulación de los fondos de inversión y el consumo de granos para agrocombustibles produce el alza de los precios de los alimentos37, suponiendo una jugosa inversión en una época de baja rentabilidad monetaria en otros sectores (deuda pública, sector inmobiliario, etcétera)38. Las consecuencias son dramáticas para los pueblos y comunidades de estos países, siendo recientes las imágenes que nos llegan de Colombia informándonos del desplazamiento masivo de familias campesinas, indígenas y afrocolombianos por tropas paramilitares en muchos casos ligado a intereses comerciales de las empresas agrofarmaindustriales (SIPAE, 2011). Esta realidad, que vuelve a provocar más pobreza, hambre y muerte en estas amplias zonas del mundo39, la encontramos también bien documentada en el caso de los recursos marinos.
La esquilmación de los recursos alimentarios por parte del Norte político sobre el Sur también se muestra en toda su crudeza en el mar. Los países de África occidental tienen algunas de las zonas de pesca más ricas del mundo y, sin embargo, su seguridad alimentaria está amenazada. En el África subsahariana el consumo de pescado está descendiendo y en la actualidad el consumo de pescado de su población representa menos de la mitad de la media mundial. La pesca artesanal que practican las comunidades locales no puede competir con la flota industrial altamente tecnificada que opera en sus aguas (González y Chaparro, 2010). Buena parte de estos barcos provienen de la Unión Europea, cuya flota, después de esquilmar la pesca en las aguas comunitarias, ha ido ampliando su presencia en aguas internacionales y de otros países. La Unión Europea, en el marco de la Política Pesquera Comunitaria (PPC), paga 158 millones de euros a terceros países (principalmente países africanos empobrecidos) para garantizar el acceso a sus aguas territoriales y a sus recursos pesqueros (Cullberg, 2009). Durante años, arrastreros de todo el mundo (la forma de pesca más destructiva por arrasar los fondos marinos y por el «descarte» de numerosas especies «sin interés»), y en particular de Europa y de España, han pescado en las costas del atlántico y del pacífico del continente africano, como Senegal, Mauritania o Somalia, algunos legalmente y otros no (Biney, 2009). El caso de Somalia es el más conocido por la repercusión mediática que ha tenido los ataques de barcos «piratas» somalíes a grandes embarcaciones industriales que navegan por sus aguas40. Más de 800 barcos pesqueros extranjeros operan al mismo tiempo en aguas de Somalia aprovechándose de la incapacidad de ese país de vigilar y controlar sus propias aguas y zonas de pesca. Los 800 barcos arrasan anualmente con peces y mariscos, obteniendo unos beneficios estimados en 450 millones de dólares41. Así, roban una fuente inestimable de proteína a una de las naciones más pobres del mundo y arruinan a los pescadores que acaban secuestrando a quienes les roban. No de otra forma puede explicarse la aparición de los «piratas» somalíes ante el expolio que ha sufrido sus costas42 y las repercusiones que están teniendo sus «capturas»43.
Aspectos de derecho y ética de la alimentación de los pueblos
Por todo lo dicho, desde un punto de vista ético, debemos exigir que prevalezcan las necesidades básicas y los derechos de las comunidades frente al derecho de las empresas, de la propiedad privada en general. Y reflexionar sobre quién debe decidir sobre lo que es justo o injusto, lo que es seguro o inseguro, ¿un poder establecido en la propiedad privada para el beneficio de unos pocos o un poder comunal basado en las necesidades e intereses de los pueblos? Planteada así la cuestión, nadie podría tener duda de posicionarse del lado de quien defiende el derecho a la vida, el bienestar y la salud colectiva. Si la evidencia científica hace ya mucho tiempo que ha mostrado los daños para la salud que produce el consumo del tabaco y el exceso de grasas saturadas en los alimentos procesados, por poner solo dos ejemplos bien conocidos, el derecho de la salud de la población debe prevalecer sobre el derecho a la propiedad privada y legislar para que no se cultiven, en el primer caso, o fabriquen estos tipos de alimentos, en el segundo, como única forma de garantizar su eliminación en los circuitos de distribución y comercialización. Con más motivo debemos reivindicar que el alimento, la comida que necesitamos los seres humanos para vivir y convivir, sea considerado como un derecho –de uso- y un deber en su cuidado por las diferentes comunidades o naciones. Y, además, un buen uso y cuidado de todos los elementos que lo sustentan: la tierra, los mares, la cultura biológica y social, el aire, la Naturaleza toda, en suma. Esta es la ética que debe prevalecer para la propia supervivencia de los seres humanos en el planeta, un planeta lleno de vida pero cuya población se muere de hambre de forma provocada.
Incluso dentro de las Naciones Unidas surgen voces que reclaman inscribir en sus principios el derecho a la alimentación, en un mundo donde coexiste un pequeño porcentaje de la población con grandes fortunas multimillonarias y un porcentaje muy superior, más del 14%, que no tienen que comer (Ramos, 2008). Si bien la alimentación es un derecho humano básico recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en otros instrumentos de derecho internacional, Emmanuel Gómez nos recuerda que es uno de los derechos sistemáticamente violados (Gómez, 2010). La demostración más palmaria de la ausencia real de este elemental derecho es que, como reconoce la FAO, las personas que más inseguridad alimentaria y más hambre sufren en el mundo son las que más participan en la producción de alimentos. La mayoría de las plantas cultivadas son originarias del Sur, donde los campesinos seleccionan, mantienen y conservan la diversidad agrícola desde hace miles de años. Son los pueblos, muchos de ellos indígenas, con mayor riqueza biológica, los que alimentan a un tercio de la población mundial, campesinos que logran mantener una autonomía sobre su producción (Intermon Oxfam, 2011).
En relación con el derecho y la utilización ética de la tecnociencia en el ámbito de la alimentación, llámese biotecnología, biología sintética o nanotecnología, debe ser radicalmente rechazada mientras esté en manos y favorezca la convergencia de las corporaciones privadas y, además, entren en la maquinaria financiera (bolsa) afectando a los precios de los alimentos y productos de primera necesidad. Porque provoca hambre y miseria a nivel mundial por la competencia desleal a pequeños campesinos y productores alimentarios sometidos a las leyes comerciales internacionales. Solamente una ciencia al servicio e insertada en los pueblos y comunidades y respetuosa con la naturaleza deben conformar el ordenamiento jurídico nacional e internacional.
Ya hemos comentado como en los inicios del capitalismo industrial el alimento dejó de ser un derecho para representar un importante valor de cambio en los mercados (mercancía). A mediados del siglo XIX, Karl Marx analiza la extrema polarización que se producía en su época entre una riqueza que no conoce límites, en uno de los polos, y una existencia alienada, explotada y empobrecida en el otro polo, creando una contradicción que recorre todo el sistema capitalista44. Sistema capitalista que en la actualidad alcanza unas cotas nunca vistas de mercantilización y especulación de los alimentos y de la naturaleza que le rodea (tras su cotización en bolsa) (Bayo, 2011), pero también enfrentado a unas contradicciones irresolubles y nuevas como la crisis ecológica, el agotamiento de los recursos energéticos, la crisis alimentaria y sanitaria y la crisis de exterminio por guerra termonuclear, química y biológica.
Si analizamos la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y la conciencia o ética actualmente imperante en la cultura occidental, se sigue observando la esencia individualista del ideal de justicia que exalta al individuo y lo protege de las posibles amenazas de otros seres individuales (López-Sánchez, 2011). Fue en la base a este derecho individual e individualista que se constituyeron los estados modernos burgueses siendo la esencia de su existencia, su razón de ser, la propiedad privada y la explotación de los trabajadores. O mejor dicho, los derechos individuales fueron la excusa y justificación de la burguesía para defender la existencia de la propiedad privada y su perpetuación como clase en el poder. Conforme la industria y la agricultura se fueron desarrollando a gran escala, ambas se combinaron para empobrecer el suelo y al trabajador. Al principio se distinguen porque la primera arruina la fuerza de trabajo del hombre, y lo agota, y la segunda agota la fuerza natural del suelo, como lo resume Marx en un impresionante pasaje final del tomo III de El Capital:
….El latifundio reduce la población agraria a un mínimo siempre decreciente…la industria a gran escala y la agricultura a gran escala explotada industrialmente tienen el mismo efecto…..se combinan, porque el sistema industrial aplicado a la agricultura también debilita a los trabajadores del campo, mientras que la industria y el comercio, por su parte, proporcionan a la agricultura los medios para agotar el suelo45.
Por tanto, la práctica de este derecho, y ética burgueses, es, no solo la explotación laboral y la producción de plusvalía sino también el derecho individual de explotar los recursos naturales que son de «mi» propiedad o están en «mi» propiedad frente al derecho colectivo de acceso, por ejemplo, al agua46. En el mundo occidental esta visión del ser individual ha borrado de nuestras conciencias al ser social. Por ello, no solo debemos combatir la propiedad privada sino también nuestra conciencia individualista y egoísta que ha impregnado las sociedades enriquecidas de los estados europeos. Frente al derecho, y ética, burgueses impuestos durante décadas, debemos potenciar y construir los derechos colectivos y sociales, participativos y democráticos a través de una ética de lo comunal y de la resistencia y lucha de los pueblos (Mendoza, 2010). Solo este derecho puede preservar los bienes comunes como patrimonio de la humanidad, las semillas, los alimentos, el agua, el aire y otros que no pueden ser apropiados de ninguna de las formas como Marx ya nos adelantaba en otra de sus brillantes citas:
… la propiedad privada de la tierra en manos de determinados individuos parecerá tan absurda como la propiedad privada que un hombre posea de otros hombres. Ni siquiera una sociedad o nación entera, ni el conjunto de todas las sociedades que existen simultáneamente son propietarios de la tierra. Son simplemente sus posesores, sus beneficiarios, y tienen que legarla en un estado mejorado a las generaciones que les suceden, como boni patris familias [buenos padres de familia]»47.
La internacionalización de las relaciones de producción en la estructura económica a nivel mundial ha provocado una superestructura jurídica internacional al servicio del imperialismo capitalista recolonizador. Esta recolonización provoca profundos cambios en los ordenamientos jurídicos nacionales e internacionales como las nuevas leyes de patentes, bolsas de valores y mercados financieros, cuyos antecedentes lo tenemos en las ayudas al desarrollo de las Naciones Unidas, y están íntimamente ligados con los rescates del FMI (Bussinger, Gomes y Pinto, 2001). A nivel nacional podemos señalar las leyes que permitieron las privatizaciones y alteraron las leyes laborales en Argentina o la escandalosa Ley de Extradición votada por el Congreso colombiano48. El rechazado Tratado de ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas) fue un intento de reglamentación jurídica para la sobreexplotación de América Latina que contemplaba la reducción gradual de barreras arancelarias coincidiendo con la edición del Banco Mundial de un documento sobre alteración del poder judicial en los países latinoamericanos. La resistencia de los pueblos y de algunos gobiernos de la zona (destacando Venezuela) impidieron su materialización. Estas y otras normas jurídicas que se implantan (o se intentan implantar) a nivel nacional o internacional son instrumentos necesarios al servicio de la clase dominante, y que por lo mismo se incorporan a su aparato organizado, el Estado.
Como nos señala Iñaki Gil de San Vicente, cuando el sistema capitalista, e imperialista, quiere privatizar el agua, patentar semillas, medicamentos y agrotóxicos, comprar o alquilar las gigantescas reservas de la biomasa para su explotación industrial, estas exigencias no tienen únicamente un contenido económico y político, sino también una innegable carga ética, normativa y cultural. Frente a esta ética burguesa y del capital, la de la propiedad privada y la de la esclavitud más terrible de la Naturaleza por parte de un «hombre económico» que solo busca el beneficio, solo podremos oponer la ética humana, la de la propiedad colectiva y comunalista: la ética comunista (Gil de San Vicente, 2010).
¿Qué podemos hacer?
Ante esta situación de injusticia y desigualdad que se genera en el tema alimentario, pero con conexiones cada vez más visibles con otras ramas de la producción a nivel mundial, ¿qué podemos hacer? Son muchos y variados los frentes en los que se podría actuar modificando actitudes y organizando las acciones desde lo más personal y profesional hasta lo social y político, y desde lo local a lo global, que se configura como una unidad de acción dialéctica, de transformación. Transformarnos individualmente, luchando contra el individualismo y el subjetivismo que anida en nosotros y participar de esta transformación en las acciones colectivas. Es esa interacción personal-subjetiva con la social-objetiva lo que debe guiar todas las posibles líneas de acción.
Creemos, por tanto, que es necesario conocer todos los contextos locales, pero también internacionales, de fortalezas y debilidades para plantearnos el qué y cómo hacer. Empezamos por el conocimiento que es una premisa básica para la acción, ya que todos los aspectos son necesarios e imprescindibles, mostrando nuestra coherencia ética con lo que pensamos y hacemos en los diferentes ámbitos. Si queremos una alimentación y consumo alimentario saludables para nosotros, nuestros familiares y para toda la sociedad debemos actuar y cambiar en esa dirección empezando por nosotras mismas. Evitar el consumo excesivo e irresponsable de alimentos producidos con un alto coste económico, social y ecológico. Las encuestas nutricionales muestran que nuestra dieta es cada vez más cárnica y con un porcentaje muy alto de proteínas de origen animal en detrimento de legumbres, cereales, frutas y verduras. En el Estado español, el gasto en carne, pescado, huevos, leche y derivados lácteos suponen el 50,3% del gasto per cápita en alimentación, a lo que hay que añadir el consumo de los alimentos transformados como bollería, platos preparados, gaseosas y refrescos que supondría un 12,2% más (Herrero y Hurtado, 2009). Lo alimentos insanos, bien por su producción como por su composición, abundan en nuestro medio por lo que es realmente difícil y complicado evitar y, ni siquiera conocer, los alimentos contaminados de productos químicos, transgénicos o producidos bajo condiciones inadmisibles de explotación laboral y saqueo de los pueblos. Pese a todo, siempre se pueden tomar medidas individuales, empezando por transformar nuestro consumismo alimentario mediante un consumo responsable. Solamente el acto de comer una menor cantidad, absoluta y relativa, de los alimentos de origen animal arriba nombrados y alimentos de fabricación industrial estamos mostrando nuestro rechazo a la producción intensiva de las explotaciones agropecuarias y aviarias o a la esquilmación de los caladeros pesqueros. Además, debemos indagar el origen de los alimentos intentando consumir aquellos producidos en lugares cercanos a donde vivimos y de forma respetuosa con la clase trabajadora y la naturaleza. Si vivimos en Andalucía, por ejemplo, procuraremos que el pescado que consumimos sea de los pescadores andaluces que operan con métodos tradicionales no intensivos y destructivos49 o tomaremos las frutas, verduras y hortalizas de los campesinos y pequeñas explotaciones próximas a nuestra localidad y rechazaremos los productos de los grandes invernaderos, de latifundios o de cultivos transgénicos.
En los grandes supermercados, por regla general, es más difícil encontrar productos locales, cultivados y fabricados de forma natural y equilibrada en pequeñas granjas y empresas alimentarias. En las tiendas pequeñas, en las fruterías, pescaderías y carnicerías del barrio puede ser más fácil encontrar productos donde conozcamos su procedencia y forma de elaboración, más frecuentemente en zonas cercanas al lugar o ciudad donde vivimos. Y, sobre todo, podemos informarnos e informar mejor en ese tipo de establecimientos de lo que queremos y porqué lo queremos50. Ya no solo como consumidora, sino también como persona consciente, debemos difundir y potenciar los establecimientos que vendan productos locales y ecológicos, y especialmente cooperativas de productores y consumidores, redes de semillas de variedades locales, etcétera. Además de apoyar experiencias agroecológicas como la distribución de ecocestas, los huertos urbanos51, y los grupos de consumo ecológicos y otros grupos de autogestión del consumo o de autoconsumo52.
Pero el consumo responsable y el apoyo activo a cooperativas y agricultores locales no son suficientes si no se acompaña de una labor educativa y de concienciación dentro del entorno laboral y social en el que nos movemos. Seamos profesores, jardineros o sanitarios, cualquier profesión en mayor o menor medida puede intervenir y alentar una forma de vida y de producir saludables para nuestro pueblo a la vez que transformamos nuestra forma de consumir y de quien nos rodea. Un ejemplo de lo que decimos lo constituye la iniciativa «comedores universitarios ecológicos» que, para este curso académico, el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) de la Universidad de Sevilla ha impulsado y puesto en marcha para que en los comedores universitarios de los cinco campus se puedan disfrutar de tres productos ecológicos (arroz, legumbres y pastas) en sus menús diarios y sin aumento de precio53. Además, los diferentes colectivos sociales que se forman en torno a todos estos aspectos de la alimentación, y otros relacionados con la salud colectiva, deben tener libertad y capacidad para exigir que se cumplan las leyes que protejan la Salud Pública.
Las formas de lucha pueden ser muchas y muy variadas. Por ejemplo, los actos de sabotajes como el realizado en julio de 2010 en Girona por «Liberación Total»54, o el que reivindicaron hace pocos meses las «Campesinas Extremeñas en Lucha» contra un campo experimental a cielo abierto de maíz transgénico en la provincia de Badajoz, este último considerado por Ecologistas en Acción como un acto de legítima defensa de la salud pública, el medio ambiente, la vida rural y los derechos básicos de las personas55. Destacamos también, la lucha de las llamadas «madres de Ituzaingó» en Argentina, donde con su «Campaña Paren de fumigar» han logrado frenar, y llevar el caso ante los tribunales en Marzo de 2011, a las multinacionales que habían implantado inmensos campos de soja transgénico cerca de zonas habitadas, y provocado, con la fumigación de agrotóxicos (endosulfan y glifosato), leucemias, enfermedades respiratorios y dermatológicos, malformaciones congénitas y otros problemas de salud (Cuneo y Gascó, 2011). Y es que la lucha contra los cultivos transgénicos, pese a su rechazo en diferentes estados y naciones56, debe continuar con más fuerza que nunca dado los graves problemas económicos, sociales y ecológicos que plantean57. Debemos avanzar en declarar nuestros campos libres de transgénicos, no solo las decenas de municipios de Andalucía como Marinaleda, El Arahal o La Algaba, sino llegar a comarcas mucho más amplias y a todo el territorio andaluz a través de iniciativas populares que prohíban en nuestra tierra estos cultivos por sus posibles efectos negativos sobre la salud humana y de todo tipo.
Esta lucha por la seguridad alimentaria y, más aún, por la soberanía alimentaria de los pueblos que trabajan en el campo se expande y continua resistiendo y frenando los intentos de las transnacionales y los gobiernos por imponer el modelo agroalimentario del sistema capitalista en esta fase del imperialismo que llaman globalización58. Esta expansión de las luchas por la seguridad y la soberanía alimentaría es debido a la toma de conciencia social y política de las campesinas, indígenas y gente del mundo rural que se organizan en movimientos nacionales e internacionales de campesinos y trabajadores del campo, destacando la organización Vía Campesina59.
Todo este amplio movimiento de lucha y rebeldía termina traspasando esa línea imperceptible que separa la lucha economicista, ecologista o medioambiental de la lucha política al verse enfrentados, y atacados, ante el muro de un sistema económico y político que nunca dejará fácilmente su poder económico, financiero, jurídico y militar. La lucha organizada, social, sindical y política, es básica para impedir que se vulneren derechos ya reconocidos y, por tanto, hacer cumplir la implantación de una verdadera soberanía alimentaria. Ya hemos visto que el bien común, el derecho comunal debe prevalecer frente al derecho de la propiedad privada que en el estado actual de internacionalización del poder de las empresas y las legislaciones que las amparan está afectando a la salud global de la población. Los alimentos, comenzando por los cereales, el agua o el aire deben ser bienes comunales, de todos y deberían ser protegidos por las leyes nacionales e internacionales. Un frente de lucha será exigir que se cumplan las leyes de nuestro país o, en su defecto, que se promulguen las leyes necesarias que defiendan este derecho comunal, que verdaderamente responda a las necesidades de salud y seguridad de nuestro pueblo. Más allá de la reivindicación jurídica debemos luchar por la defensa de la soberanía alimentaria de los pueblos, y del nuestro, el de Andalucía, donde tenemos mucho que luchar y cambiar. En este sentido subscribimos la alternativa que plantea la ponencia «Soberanía Alimentaria» del Primer Congreso Nacional del SAT celebrado los días 17 y 18 de diciembre de 201160. Tanto por el sentido práctico que le da a la soberanía alimentaria61 como por el concepto nuevo de la agricultura, la ganadería, la pesca y el entramado agroalimentario, reivindicando la devolución a los pueblos y a las naciones su capacidad de decidir, según sus propios intereses, la política agroalimentaria en cada momento. Pero para alcanzar esta soberanía hay que romper con las directrices que ha impuesto e impone la OMC (Organización Mundial del Comercio) desde donde operan las transnacionales. Tampoco cabe Soberanía Alimentaria desde la opresión que impone el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el Banco Mundial e igualmente se necesita, al menos, un cambio radical de la PAC (Política Agraria Comunitaria) actualmente al servicio de los terratenientes del campo y de las multinacionales agroindustriales.
Por tanto, la lucha política y organizada es esencial en la mayoría de los países del mundo para reivindicar cambios políticos y sociales profundos que transformen esta estructura económica capitalista basada en el beneficio a través de la explotación –y producción de plusvalía- de los trabajadores y del expolio y destrucción de la naturaleza. La esquilmación y saqueo en diferentes zonas del mundo no es algo consentido o consensuado por las comunidades autóctonas, sino que se lleva a cabo por la fuerza de gobiernos locales e internacionales, por medio de mercenarios o paramilitares que protegen a las excavadoras y aserradoras que asolan las grandes selvas del planeta, mediante invasiones militares cubiertas o encubiertas o de golpes militares más o menos solapados62. En algunas ocasiones la lucha contra el gobierno por pactar con otros gobiernos y sus transnacionales a costa de su pueblo tiene resultados positivos como su derrocamiento y la llegada de un nuevo gobierno que defiende el acceso real de la tierra a sus agricultores locales63. En otros casos las organizaciones campesinas de diferentes países, pero con problemas muy parecidos, se asocian en coaliciones y ligas como la Coalición de Campesinos Asiáticos y la Liga Internacional Panasiática que unen sus fuerzas contra el acaparamiento de tierras y luchan por una verdadera reforma agraria en diez países del continente asiático64.
Proponer un nuevo modelo agroalimentario ético, sostenible, solidario y comunal en donde los alimentos sean un derecho para todas la personas y pueblos del mundo salta los límites de las estructuras capitalistas ya que es incompatible con la propiedad privada sobre los recursos naturales, las patentes privadas de semillas o la conversión en negocio de una necesidad básica de los pueblos a la alimentación sana y segura. En Andalucía, como en otros muchos lugares del mundo, y pese a sus idiosincrasias particulares, es más necesario que nunca una auténtica revolución agraria, un cambio profundo y de raíz para conseguir este nuevo modelo agroalimentario tal y como plantea la ponencia presentada en el recientemente celebrado Congreso del SAT en Sevilla y que resumimos en tres puntos fundamentales65:
- Considerar el alimento como un derecho inalienable de los pueblos que los estados deben garantizar.
- Expropiar a los expropiadores los bienes comunales, la tierra, el agua, las semillas y los recursos naturales arrebatados a los pueblos.
- Relaciones horizontales de comercio sin monopolios ni oligopolios agroalimentarios y producir alimentos saludables a través de su trazabilidad comprobada66.
En definitiva, luchar por la salud y bienestar de los pueblos, por el consumo alimentario saludable es sacar los alimentos de los mercados capitalistas y convertirlos en patrimonio de las personas, los pueblos y la Humanidad.
Concepción Cruz Rojo
Enero de 2012
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- El valor de cambio es el precio por el cual se vende o se compra una mercancía, mientras que el valor de uso es la utilidad que tiene esa mercancía comprada para satisfacer una necesidad. Pero mientras que el valor lo fija la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario para producir esa mercancía, el precio es la plasmación monetaria de ese valor según los vaivenes de la oferta y de la demanda.
- Alrededor del 4,5% de la población femenina de 12 a 25 años de edad precisa asistencia especializada por trastornos del comportamiento alimentario: Anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, y cuadros afines.
- La soberanía alimentaria es el derecho de cada pueblo a definir sus propias políticas agropecuarias y en materia de alimentación, a proteger y reglamentar la producción agropecuaria nacional y el mercado doméstico a fin de alcanzar metas de desarrollo sustentable, …defiende la opción de formular aquellas políticas y prácticas comerciales que mejor sirvan a los derechos de la población a disponer de métodos y productos alimentarios inocuos, nutritivos y ecológicamente sustentables. Declaración Final del Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria, Habana, Cuba, 7 de septiembre de 2001.
- Somos 854 millones de hambrientos, 1.600 millones de gordos y 400 millones de obesos, 4 de junio de 2008. Disponible en Taringa!
- El metabolismo comprende el conjunto de reacciones químicas de síntesis y degradación que tienen lugar en las células corporales. Estas reacciones están catalizadas por enzimas que a su vez se regulan por hormonas que se forman en las diferentes glándulas del sistema endocrino.
- Las margarinas se fabrican habitualmente a partir de ácidos grasos insaturados que se hace menos insaturada a través de un proceso industrial: la hidrogenación. En función de la grasa de partida y del grado de hidrogenación a que se le somete, las margarinas tendrán una riqueza mayor o menor de ácidos grasos saturados. Por ello el término comercialmente utilizado de margarina totalmente vegetal es incorrecto. Además en el proceso de hidrogenación y modificación química de los ácidos grasos aparecen unos compuestos no naturales y nocivos para el organismo, los ácidos grasos «trans».
- La grasa del pescado (en mayor proporción en el pescado azul) es rica en ácidos grasos insaturados perteneciente a la familia omega‑3 que destacan por su acción vasodilatadora y antiagregante plaquetaria (ambas acciones protectoras de la formación del trombo vascular).
- Informes del Banco Mundial y de la FAO reconocen que en los últimos años, 2007 a 2011 el precio de los alimentos ha aumentado más de un 80% y el número de personas con hambre también ha aumentado superando los mil millones de personas.
- Somos 854 millones de hambrientos, 1.600 millones de gordos y 400 millones de obesos, 4 de junio de 2008.
- Un estudio reciente muestra que la exposición a sustancias tóxicas cuyo efecto es de larga duración, como las dioxinas, los bifenilos policlorados (PCB) y los pesticidas, se acumulan en el tejido graso del cuerpo y en el interior de las paredes de los vasos sanguíneos y promueven la arterioesclerosis.
- La importación de grandes cantidades de cereales a muy bajo coste para la alimentación del ganado suponen en la actualidad más de un tercio de la producción mundial de cereales.
- Todavía se recuerda el problema de salud que ocasionó la epidemia de «vacas locas» en Inglaterra por el consumo de despojos de ovejas enfermas de «scrapie» o la intoxicación por dioxinas (que se encontraron en los piensos que alimentaban al ganado vacuno) en Alemania.
- Un ejemplo de la cría intensiva y esquilmación de las especies acuáticas la encontramos en el documental, La pesadilla de Darwin, que muestra la miseria que rodea a la extracción pesquera de la perca, especie invasora que se introdujo en el lago Victoria de África, para su producción y venta masiva en los mercados europeos.
- El abaratamiento del maíz para producir agrocombustibles y su alto consumo de agua, y los grandes requerimientos de agua que necesitan los productos alimentarios más elaborados está provocando también la llamada «guerra del agua».
- Una encuesta da a conocer que la pobreza sigue en aumento en Estados Unidos y que sigue siendo el país más desigual en la distribución del ingreso. Gernao Lozano, La pobreza y la desigualdad, los males económicos de EU, opinión, TV: CNN México, 20 de septiembre de 2011.
- La epidemia de la nueva gripe A se inició en Perote, una pequeña localidad mexicana que sufre la implantación de una de las explotaciones porcinas más grandes del mundo (Granjas Carroll, perteneciente a la multinacional estadounidense Smithfield). A las condiciones de hacinamiento de los animales, contaminación y olores de la zona se unió la epidemia de gripe en cerdos y el contagio a los trabajadores y habitantes del poblado, expandiéndose la cepa a todo el mundo. En Cruz, Concepción, Dos pandemias de gripe, dos nombres (o cuando el nombre dice más de lo que pretende decir), Rebelión, 2009.
- En un estudio reciente se ha encontrado que en diez de veinte pruebas de carne de pollo, realizadas al azar en supermercados y tiendas de descuento de varias ciudades alemanas (entre ellas la conocida «Lidl»), bacterias resistentes a antibióticos (Beta-Lactamasa y Meticilina). Dicha resistencia es consecuencia del abuso de antibióticos en la cría masiva e industrial de animales para evitar el contagio y las epizootias en su estado de hacinamiento. En DW-World.DE Deutsche Welle, Alemania, 9 de enero de 2012, Bombas bacteriológicas de supermercados.
- Agronoticias. La FAO advierte de que 1.300 millones de toneladas anuales de comida van a parar a la basura, 6 de enero de 2012.
- Alejandro Mazorra, secretario general de la UMAG-COAG, denuncia la PAC en esta región, que ha transformado el modelo de producción de grandes explotaciones ganaderas que basa la alimentación de las vacas lecheras fundamentalmente de piensos y subproductos importados de otras zonas y recibe ayudas millonarias en relación directa con la producción y los menores precios al mercado. Entrevista.
- La llamada revolución verde fue un proceso del avance del capitalismo en el campo, a través del cual se masificó el uso del paquete tecnológico que incluye todo tipo de agrotóxicos (plaguicidas, pesticidas, herbicidas, etcétera), fertilizantes químicos, crédito bancario, semillas híbridas y maquinaria. Además, supuso aprovechar el uso de «basura de guerra» y la apertura de nuevos mercados de consumidores. Comenzó con la participación de ONG como la asociación de la Fundación Rockfeller y el Ministerio de Agricultura de México. En los años 60 las fundaciones Ford y Rockfeller, junto a la FAO, con el objetivo de aumentar la producción de alimentos introducen el referido paquete tecnológico en los campos de Latinoamérica donde ya estaban decididas las empresas que participarían.
- En el contexto de la guerra fría, la revolución cubana y los movimientos de liberación nacional en Latinoamérica, y teniendo como precedente el Plan Marshall en los países europeos tras la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos impulsan en los años 60 una serie de propuestas, como la Alianza para el Progreso que impulsó ayudas alimentarias junto con ONG como Cáritas y la iglesia católica. Así se destina a América Latina toneladas de leche en polvo, harina de maíz, harina blanca de trigo, aceite, y otros productos. Una parte de estos productos se donan, otra se vende a través de créditos y luego se abre un mercado para su exportación masiva. La Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional reconoce en uno de sus informes elaborado en 1996 que «nueve de cada diez países importadores de productos agrarios de Estados Unidos son antiguos receptores de ayuda alimentaria».
- Detectadas plagas resistentes al insecticida de un maíz transgénico, un informe en Estados Unidos sugiere que el producto de Monsanto ha favorecido inmunidad en gusanos, 8 de diciembre de 2011, Público.
- La empresa transnacional actúan en distintos Estados y organismos internacionales, como la Organización Mundial del Comercio, logrando dominar en partes, o casi todo el mundo, las tierras, bienes comunes (incluido el agua), mercados y redes de distribución del consumo.
- El grupo ETC estima que las semillas y rasgos biotecnológicos de Monsanto representan el 87% del área total mundial dedicada a semillas manipuladas genéticamente en 2007.
- Informes recientes nos avisan de la intención de Bayer de introducir algodón transgénico en la Unión Europea. Disponible en Rebelión
- Amigos de la Tierra ha publicado en Campos experimentales al aire libre con cultivos transgénicos los campos experimentales de transgénicos que hay en el Estado español en 2011 y que se extienden por las dos Castillas (León, Valladolid, Zamora, Albacete, Palencia, Ciudad Real, Toledo, Salamanca, Burgos), Andalucía (Sevilla, Córdoba, Málaga), Aragón (Zaragoza, Huesca) Extremadura (Badajoz), Cataluña (Lleida), Levante (Castellón) y Navarra. Sobresale la incidencia de estos campos en Sevilla, León, Zaragoza, Valladolid, Zamora, Lleida y Navarra. Destaca positivamente toda la Cornisa Cantábrica en donde no hay ningún solo campo de experimentación.
- La nanotecnología es una rama de la ciencia que tiene como finalidad el control y manipulación de materiales a una escala de átomos y moléculas.
- La biología sintética se ocupa de diseñar organismos a partir de ADN sintético o de rediseñar microbios preexistentes a través de los conocimientos adquiridos por la biología molecular, la informática y la ingeniería. A través de estos microbios sintéticos, por ejemplo, se descompone la celulosa de la biomasa.
- La biomasa es la materia viva (o que estuvo viva) que la Tierra produce como los árboles, arbustos, pastos, algas, cultivos, microbios, etcétera, así como sus residuos. Es más abundante en el Sur global, en los océanos tropicales y en los bosques y pastizales de rápido crecimiento. La industria del sector utiliza el término para referirse a la materia que puede utilizar como insumo en su producción.
- Los nanotubos de carbono se recubren de una capa de un combustible (capaz de producir calor por descomposición) y se enciende por un extremo utilizando un rayo láser o una chispa de alto voltaje, el calor del combustible ingresa en el nanotubo, donde se transporta miles de veces más rápido que en el propio combustible. Este calor también empuja a los electrones a lo largo de los nanotubos de carbono, creando una corriente eléctrica considerable.
- Los biocarburantes han sido una causa no declarada del aumento de los precios de los productos alimentarios en 2007 – 2008 y ha obligado a numerosos campesinos a cambiar su producción en tierras. En el centro de India, los campesinos han arrancado campos enteros de jatrofa (un arbusto que sirve para producir biocarburantes). Una mujer que fue encarcelada por haber arrancado jatrofa lo dijo claramente: «El problema que tenemos con la jatrofa es que no nos la podemos comer. No podemos quemarla. No nos sirve para nada. Los pobres deben vivir de su tierra. La jatrofa sólo sirve para hacer carburante, pero como nosotros no tenemos vehículos, carece de valor. Otro gran problema es que si nuestros animales se lo comen, se mueren». Future of Food, British Broadcasting Corporation, documental del canal BBC2 presentado por George Alagiah, 24 de agosto de 2009. En Biney A.: Acaparamiento de tierras, un nuevo expolio africano, Pambazuka News, 2009.
- Importantes multinacionales farmacéuticas como Novartis o Bayer forman parte de este complejo industrial, y por lo que también se le llama agrofarmaindustria, al producir productos químicos o fitosanitarios así como medicamentos. Son habituales los escándalos de estas multinacionales farmacéuticas en su lucha contra la fabricación de medicamentos genéricos por parte de países empobrecidos impidiendo el acceso de medicamentos esenciales para sus pueblos. Claro que no es de extrañar estos hechos cuando se conoce que estas multinacionales se centran en la investigación de medicamentos para las enfermedades del 10% de la población que goza del más elevado nivel socioeconómico. En Benach J, Muntaner C., Aprender a mirar la Salud. Como la desigualdad social daña nuestra Salud, Barcelona, El Viejo Topo, 2005.
- «El mayor volumen monetario de los mercados de carbono es la especulación secundaria, es decir, la venta y reventa de, literalmente, puro aire», nos explica Silvia Ribeiro en su artículo publicado en la revista mejicana La Jornada y en Rebelión: Avanza uno de los más increíbles ataques a los bienes comunes del planeta y la humanidad: la privatización del aire. Vendiendo aire, 2010.
- La tendencia a la compra de tierra foránea se produce bien como inversión de las grandes empresas transnacionales o bien por el miedo de no disponer de suficiente comida por parte de países que no son productores porque no disponen de tierras suficientes arables para su población como China, Corea del Sur, Arabia Saudí y Kuwait.
- El Instituto internacional de investigación sobre políticas alimentarias, con sede en Washington DC, estima que las transacciones se elevan a entre 20 y 30 mil millones de dólares e implican entre 15 y 20 millones de hectáreas de tierras arables en los países pobres de África, Camboya, Pakistán y Filipinas.
- Marx nos explica en el tomo I de El Capital «…el espíritu de la producción capitalista, que se orienta hacia los beneficios monetarios más inmediatos- está en contradicción con la agricultura, que debe preocuparse de toda la gama de condiciones permanentes de la vida que requiere la cadena de las generaciones humanas».
- Como reconoce el Banco Mundial entre 2007 y 2011, el precio de los alimentos ha aumentado un 83%; simultáneamente, el número de personas con hambre también ha aumentado.
- La presión sobre los agricultores locales de la India, primero de la «Revolución Verde» y posteriormente de introducción de los cultivos transgénicos, ha provocado un incremento de los suicidios entre dichos agricultores endeudados. Con el acaparamiento de tierras se han disparado las tasas de suicidio de los agricultores en todo el mundo y aunque se desconocen las cifras de suicidios entre los agricultores africanos, según P. Sainath, el número oficial de agricultores que se suicidaron en India fue de 182.936 entre 1997 y 2007. P. Sainath: «The Largest Wave of Suicides in History», en CounterPunch, 12 de febrero de 2009. En Biney A.: Acaparamiento de tierras, un nuevo expolio africano, Pambazuka News, 2009.
- En el siguiente enlace se muestra las consecuencias de los ataques somalíes a los grandes barcos pesqueros que ha recuperado la pesca no solo en Somalia sino es otros países cercanos como Kenia.
- El Universo, 25 de septiembre de 2007, Greenpeace, «Barcos de pesca europeos saquean el Pacifico».
- En el documental Una visión distinta de los «piratas» somalíes se muestra la alegría de los pescadores de países vecinos a Somalia, como Kenia, que tras la aparición de los «piratas» y el descenso de la esquilmación pesquera por parte de grandes buques europeos, comprueban como pueden volver a pescar con sus métodos tradicionales.
- La voz de Rusia, La economía de Somalia ha crecido con la piratería, 16 de enero de 2012.
- Marx K.: tomo I de El Capital citado en Bellamy Foster J.: La ecología de Marx. Materialismo y naturaleza, Ediciones de Intervención Cultura/El Viejo Topo, 2004.
- Marx K.: tomo III de El Capital (pp. 949, 950) citado en Bellamy Foster J.: La ecología de Marx. Materialismo y naturaleza, Ediciones de Intervención Cultura/El Viejo Topo, 2004.
- En la Constitución de Montecristi de Ecuador de 2008 se reconocen derechos de la naturaleza desde una perspectiva colectiva. Así el agua fue declarada como un derecho humano fundamental o la prohibición de la comercialización de los servicios ambientales. En Acosta A.: Hacia la Declaración Universal de los Derechos de la Naturaleza. Reflexiones para la acción, 24 de agosto de 2010.
- Marx K.: tomo I de El Capital (p. 911) citado en Foster JB.: La ecología de Marx. Materialismo y naturaleza, Ediciones de Intervención Cultura/El Viejo Topo, 2004.
- Esta ley posibilita al Poder Judicial de los Estados Unidos juzgar cualquier traficante de aquel país acabando con su autonomía y soberanía jurisdiccional, abriendo precedentes peligrosos en un país donde a los guerrilleros se les llama narco-guerrilleros por los burgueses norteamericanos.
- En Barbate (Cádiz) la principal actividad pesquera, por su importancia histórica, el volumen de actividad económica y trabajo que genera, proviene de las pesquerías ligadas a la sardina y posteriormente al boquerón, basada en el desarrollo de la flota de cerco de jareta o traíñas, de origen gallego. Esta forma de pesca, que ha logrado convertirse en el símbolo de identificación de toda la sociedad local, es considerada absolutamente respetuosa con el medio y la diversidad marina.
- Por ejemplo, en el mercado de abastos de la ciudad Sevilla, el origen de sus productos son mayoritariamente andaluces y de la provincia de Sevilla pero tienen el problema de la gran cantidad de intermediarios que influye en el precio final del producto que perjudica a productores y consumidores.
- San Jerónimo, Huerta del Rey Moro o Miraflores son ejemplos de huertos urbanos en la ciudad de Sevilla.
- En la ciudad de Sevilla existen diferentes experiencias como la cooperativa de productores y consumidores «La Ortiga», asociaciones de consumidores, comercialización por pedidos y otros grupos de autoconsumo como «Crestas y Lechugas», colectivo cooperativo de producción y consumo agroecológico que cultivan en un huerto cedido en el municipio sevillano de Valdezorras.
- Sindicato Andaluz de Trabajadores, sección de la Universidad de Sevilla, Seguimiento de nuestro programa de trabajo un año después de las elecciones sindicales. Alimentos ecológicos en los comedores universitarios.
- «Hoy, 12 de julio de 2010, decenas de personas hemos saboteado dos campos experimentales de maíz transgénico propiedad de Syngenta situados en el término municipal de Torroella de Montgrí (Baix Empordà, Girona, Catalunya).» Así empieza su comunicado.
- Ecologistas en Acción. Sabotaje contra un campo experimental de maíz transgénico, Badajoz, 24 de septiembre de 2011.
- Nos referimos a las iniciativas de diferentes Estados europeos (como Irlanda, Grecia, Alemania o Francia), naciones y comunidades autónomas del Estado español, como Euskal Herria, Baleares, Canarias y Asturias, de declarar sus territorios libres de transgénicos.
- El Movimiento Campesino Papay (Mouvman Peyizan Papay – MPP) y de la Vía Campesina haitiana, evitaron la introducción del paquete de donación que contenía semillas transgénicas (con el gen terminator) y los fertilizantes y pesticidas imprescindibles para la siembra. Esta ayuda se quiso realizar aprovechando el estado de desolación tras el terremoto que sufrió el país. El campesinado rechazó el «regalo», quemando en la plaza pública las semillas.
- Las luchas del Movimiento Sin Tierra (MST) en Brasil, de los campesinos en Indonesia, las experiencias de ocupación de tierras por el Sindicato de los Obreros del Campo (SOC), de Andalucía o la lucha por la reforma agraria del Sindicato Labriego Galego; las luchas de los indígenas en México, Guatemala, Ecuador, Mozambique o Malí y otros muchos movimientos que luchan por su soberanía alimentaria.
- Vía Campesina se crea a principios de los años 90 y en la actualidad reúne a 148 organizaciones en 69 países de los cinco continentes. Son movimientos de campesinos y campesinas, pequeños y medianos productores, mujeres rurales, indígenas, sin tierras, jóvenes rurales y trabajadores agrícolas asalariados. Promueve entre sus miembros relaciones económicas de igualdad, paridad de género, justicia social y la preservación y conquista de la tierra, del agua, de las semillas y otros recursos naturales; la soberanía alimentaria; la producción agrícola sostenible y una igualdad basada en la producción a pequeña y mediana escala. Ha intervenido en las actuales luchas populares internacionales contra el neoliberalismo, se enfrentan y se oponen al control corporativo sobre los recursos naturales y la tecnología y ha contado con un papel destacado en campañas de gran polémica política como las dirigidas contra la OMC, los gigantes corporativos mundiales y los organismos modificados genéticamente (OMG) y las multinacionales que los fomentan, como Monsanto.
- Boletín de discusión congresual, nº 3, ponencia de soberanía alimentaria, Sevilla, 17, 18 de diciembre de 2011.
- La soberanía alimentaria es un concepto que va más allá de la seguridad alimentaria y desarrollo sostenible ya que implica, también, proteger los productos excedentes de la bajada de los precios y contra el abaratamiento artificial de los precios (dumping) rompiendo así con la organización actual de los mercados agrícolas puesta en práctica por la OMC.
- Tenemos reciente el golpe militar apoyado por los Estados Unidos en Honduras o las guerras en el Próximo Oriente (Irak, Afganistán, Libia.) en donde intervienen militar e impunemente los gobiernos de la Unión Europea.
- La resistencia y las victorias obtenidas por La Confederación de Agricultores Malgaches han mostrado a los del resto del mundo lo que hay que hacer. Los agricultores de Madagascar se resistieron al acuerdo neocolonialista entre la compañía surcoreana Daewoo Logistics y el gobierno de Marc Ravalomana. El anuncio del acuerdo dio lugar a la caída del gobierno de Ravalomana cuando se comunicó al pueblo que el Estado había llegado a un acuerdo para arrendar 1,3 millones de hectáreas a Daewoo Logistics durante un periodo de 99 años en el este y en el oeste de Madagascar. Este contrato permitía a la empresa cultivar y exportar maíz y aceite de palma a Corea del Sur por la friolera de 6.000 millones de dólares. El nuevo presidente malgache declaró que en su país la tierra no estaba en venta. «Lo que queremos es que, en primer lugar, el gobierno facilite a los agricultores locales el acceso a las tierras antes de negociar con extranjeros. Uno de los principales problemas de los agricultores malgaches está en la propiedad de la tierra, por lo que creemos que es injusto que el gobierno venda o arriende tierras a extranjeros cuando los campesinos locales no disponen de tierra suficiente.» En Biney A.: Acaparamiento de tierras, un nuevo expolio africano, Pambazuka News, 2009.
- La Coalición de Campesinos Asiáticos y la Liga Internacional Panasiática de Campesinos tiene como lema: ¡Paremos el acaparamiento de la tierra! Luchemos por una verdadera reforma agraria y por la soberanía alimentaria de los pueblos.» Su objetivo consiste en «popularizar las victorias y los triunfos de los campesinos en la lucha por una verdadera reforma agraria que inspire y dé paso a un cambio favorable a los agricultores asiáticos. En Biney A.: Acaparamiento de tierras, un nuevo expolio africano, Pambazuka News, 2009.
- Boletín de discusión congresual, nº 3, ponencia de soberanía alimentaria, Sevilla, 17, 18 de diciembre de 2011.
- La trazabilidad es el seguimiento histórico de un producto a lo largo de la cadena de suministros, desde su origen hasta su estado final como artículo de consumo.
Un comentario
La economía regida bajo la planificación de la oferta por debajo de valor, la competitividad alimenticia en forma de promoción.