Las cosas se están poniendo feas de un tiempo a esta parte, no sólo por la locura represiva del Imperialismo y de nuestros enemigos de clase en Euskal Herria, sino incluso por la falta de iniciativa política y de argumentos de algunos grupos sectareos de nuestro pequeño País, sean antiguos comparseros de Txomin Barullo, sean Aralares o sean otros que se autodenominan “comunistas” y que les lleva por lo general a moverse en un círculo vicioso de mentiras del que luego no pueden salir.
Aznar en un primer momento, con lo dicho durante el 11 de Marzo como apoteosis de sus mentiras, y posteriormente Rubalcaba (actual Ministro de interior) son las estrellas del espectáculo mediático, los mentirosos más conocidos del Imperialismo español. A una mayor distancia les sigue el Señor Zapatero y la Ministra portavoz del Gobierno españolista, autores intelectuales del mayor robo, en la historia de la reforma y el reformismo español, realizado contra la clase trabajadora y mintiendo acerca de la necesidad de una reforma laboral. Podemos mencionar también lo que ha sucedido con el Estatuto catalán para cerciorarnos de qué tipo de democracia burguesa es la que defienden algunos partidos de izquierda estatalista, regionalistas que se autodenominan nacionalistas e incluso independentistas.
No podemos negar que aquí, en Euskal Herria, nos enfrentamos también a mentirosos tanto poderosos como insignificantes. De entre los poderosos el primer premio es para el unionista Ares, consejero de interior compulsivo y prepotente, aunque también puede compartir premio con otros fríos y calculadores como un jelkide apellidado Urkullu. Un tipo gris que no para de mentir al Pueblo vasco, jugando con una baraja doble y marcada mostrándose e intentando dejarse querer tanto por socialistas como por populares y que es capaz de aprobar junto con el PSOE una legislación laboral más opresora contra la clase obrera como de proponer a la reacción más españolista pactos y ofrecimientos que le coloquen al PNV en la senda de la gestión de las tres provincias rebeldes y sin una Izquierda abertzale que le pueda molestar.
Los insignificantes tienen menos espacio para mentir, aunque son ayudados por medios de comunicación y actuaciones policiales en la medida de sus posibilidades, siempre por supuesto, contra la Izquierda abertzale. Y eso que se encuentra ilegalizada.
Llamaba poderosamente la atención la doble actitud de Aralar que tras los contactos con la Izquierda abertzale aparece, por un lado mostrándose satisfecha e incluso sorprendida en sus encuentros con los representantes abertzales para posteriormente desdecirse por medio de Patxi Zabaleta y sobretodo por la ínclita Ezenarro, siempre dispuesta a ir más allá y que ante la falta de argumentación de corte político contra la Izquierda abertzale echa mano del manido victimismo exigiendo a los cuatro vientos, para que se la oiga bien no vaya a ser que los confundan, a la izquierda abertzale que pida perdón por años de lucha armada contra la opresión imperial española. Que golpes más bajos.
Y en este circo nos tenían que crecer los enanos. Ahora de la mano del diario El correo, nos aparecen comparseros, antaño revolucionarios ahora reaccionarios, de Txomin Barullo para aleccionarnos en las lides democráticas y apoyando a un alcalde, en este caso el de Bilbao, que muestra su cara más totalitaria. Los de Txomin Barullo haciendo equilibrios malabares, mintiendo conscientemente, defendiendo el orden establecido por un lado y hablando por otro de que las fiestas han sido espacios de transgresión de lo cotidiano. Inconcebilble excepto para mentes muy obtusas o adolecedoras de recursos políticos y sociales. Ante la falta de presencia social y proyección política eliminamos al competidor por medio de la legalidad vigente capitalista. Eso es lo que está haciendo Zutik.
Para acabar estas líneas hemos de decir que EHK no va a caer en ninguna provocación de otros grupos autodenominados “comunistas vascos”. Ellos saben que mienten.
Los comunistas abertzales de EHK seguimos en lo nuestro, trabajando desde la independencia para la construcción de una organización comunista revolucionaria vasca que sea capaz de incidir en la realidad económico-social y política de este País, que defienda los intereses de la clase obrera vasca y que esa organización de paso al Partido Comunista de Euskal Herria para alcanzar el socialismo.