El mar­xis­mo y los movi­mien­tos nacionalistas

El fun­da­men­to eco­nó­mi­co de la nación es el desa­rro­llo del inter­cam­bio sobre la base de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta. La exis­ten­cia de rela­cio­nes eco­nó­mi­cas deter­mi­na­das, la comu­ni­dad de terri­to­rio, de idio­ma y de cul­tu­ra cons­ti­tu­yen los ras­gos carac­te­rís­ti­cos de la nación. Se pue­de afir­mar, por con­si­guien­te, que la nación, en el ver­da­de­ro sen­ti­do de la pala­bra, es un pro­duc­to direc­to de la socie­dad capi­ta­lis­ta. Las uni­da­des polí­ti­cas y terri­to­ria­les de la anti­güe­dad y de la edad media no eran más que nacio­nes en ger­men. Los paí­ses que no han entra­do toda­vía en el perío­do de desa­rro­llo capi­ta­lis­ta no pue­den ser con­si­de­ra­dos, pro­pia­men­te, como naciones.

La bur­gue­sía tien­de a cons­ti­tuir­se en Esta­do nacio­nal por­que es la for­ma que mejor res­pon­de a sus intere­ses y que garan­ti­za un mayor desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo. Los movi­mien­tos de eman­ci­pa­ción nacio­nal expre­san esta ten­den­cia, y en los Esta­dos plu­ri­na­cio­na­les, en que el poder está ejer­ci­do por los gran­des terra­te­nien­tes, adquie­ren una ampli­tud y una viru­len­cia par­ti­cu­la­res. En este sen­ti­do, se pue­de decir que no repre­sen­tan más que un aspec­to de la lucha gene­ral con­tra las super­vi­ven­cias feu­da­les y por la demo­cra­cia. La his­to­ria nos demues­tra, en efec­to, que la lucha nacio­nal ha coin­ci­di­do siem­pre con la lucha con­tra el feudalismo.

Cuan­do la crea­ción de los gran­des Esta­dos ha corres­pon­di­do al desa­rro­llo capi­ta­lis­ta, ha cons­ti­tui­do un hecho pro­gre­si­vo. Ale­ma­nia, para citar sólo uno de los casos más típi­cos, nos ofre­ce un ejem­plo elo­cuen­te de ello. Cuan­do la for­ma­ción de los gran­des Esta­dos pre­ce­de al des­en­vol­vi­mien­to capi­ta­lis­ta, la uni­dad resul­tan­te es una uni­dad regre­si­va, des­pó­ti­ca, de tipo asiá­ti­co, que con­tie­ne, en vez de favo­re­cer, el desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. Los ejem­plos más carac­te­rís­ti­cos de este tipo de uni­dad los halla­mos en los ex-impe­rios ruso y aus­tro­hún­ga­ro y en Espa­ña. Por ello, en estos paí­ses la lucha por la eman­ci­pa­ción nacio­nal ha adqui­ri­do carac­te­res tan agu­dos y una impor­tan­cia tan enor­me como fac­tor revolucionario.

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