Quisiera ahora detenerme en la cuestión de hacer economías. Nos disponemos a realizar una construcción a gran escala; pero nuestro país es muy pobre todavía: he aquí un contradicción. Uno de los métodos para resolverla es el sostenido esfuerzo para practicar rigurosamente economías en todos los terrenos.
Durante el movimiento «contra los tres males», efectuado en 1952, combatimos la corrupción, el despilfarro y el burocratismo, con énfasis en la lucha contra la corrupción. En 1955 abogamos por la práctica de economías, con la atención principal en combatir las normas excesivamente altas en las construcciones básicas de carácter improductivo, y en economizar materias primas en la producción industrial; obtuvimos grandes éxitos en este terreno. Pero por aquel entonces la política de practicar economías no se aplicaba seriamente en todas las ramas de la economía nacional, ni en los organismos, unidades militares, centros docentes y organizaciones populares en general. Este año hay que estimular la práctica de economías y luchar contra el derroche en todos los aspectos a través del país. Nos falta aún experiencia en el trabajo de construcción. Durante los últimos años hemos conseguido grandes éxitos, pero también ha habido derroche. Tenemos que ir construyendo gradualmente una serie de grandes empresas modernas, como armazón de nuestra industria; sin ellas es imposible transformar nuestro país, en unos decenios, en una potencia industrial moderna. Pero la mayoría de nuestras empresas no deben ser construidas de esta manera; debemos construir más empresas medianas y pequeñas, aprovechar al máximo la base industrial heredada de la vieja sociedad, y tratar, por todos los medios, de realizar economías, a fin de hacer más con la menor cantidad de dinero. En los últimos meses, después de que el II Pleno del Comité Central del Partido Comunista de China, celebrado en noviembre pasado, planteara con mayor énfasis la orientación de practicar estrictamente el ahorro y luchar contra el despilfarro, empezaron a notarse los beneficiosos efectos. El movimiento por la práctica del ahorro debe ser esta vez consecuente y prolongado. La lucha contra el derroche, igual que la crítica de otros defectos y errores, puede compararse con el acto de lavarse la cara. ¿Acaso no hay que lavarse la cara todos los días? El Partido Comunista de China, los partidos democráticos, los demócratas sin partido, intelectuales, industriales y comerciantes, obreros, campesinos y artesanos, en una palabra, todos nosotros —los 600 millones de habitantes— debemos aumentar la producción, practicar economías y luchar contra el gasto excesivo y el despilfarro. Esto tiene grandísima importancia, no sólo económica, sino también política. Entre muchos de nuestros cuadros crece ahora una tendencia peligrosa: negativa a compartir alegrías y penas con las masas y preocupación por la fama y el provecho personales. Esto es muy malo. En el curso de la campaña por aumentar la producción y practicar economías, debemos simplificar nuestras organizaciones y transferir cuadros a los niveles inferiores a fin de que un número considerable de los cuadros se reincorpore a la producción. Esta es una manera de vencer esa tendencia peligrosa. Debemos velar porque todos nuestros cuadros y todo nuestro pueblo tengan siempre presente que China es un gran país socialista, pero al mismo tiempo un país económicamente atrasado y pobre, y que esto es una contradicción muy grande. Para convertir nuestro país en país rico y poderoso, se requieren varios decenios de intensos esfuerzos, que suponen, entre otras cosas, la aplicación de la política de construir nuestro país con laboriosidad y economía, que consiste en la práctica del ahorro y la lucha contra el despilfarro.