Las con­tra­dic­cio­nes en el seno del pueblo

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Tenemos una población rural de más de quinientos millones de habitantes, por lo cual, la situación de nuestros campesinos influye considerablemente en el desenvolvimiento de nuestra economía y en la consolidación de nuestro poder estatal. Estimo que la situación es, en lo fundamental, buena. La cooperación agrícola ha sido cumplida, cosa que ha resuelto en nuestro país la gran contradicción entre la industrialización socialista y la economía agrícola individual. La rápida culminación de la cooperación agrícola inquieta a algunas gentes, que se preguntan si habrá defectos. Sí que existen algunos, pero afortunadamente no son grandes, y el movimiento es, en lo fundamental, sano. Los campesinos muestran gran entusiasmo en la producción. A pesar de que las calamidades producidas por las inundaciones, la sequía y los tifones fueron, el año pasado, más grandes que en cualquiera de los años anteriores, la producción de cereales aumentó en todo el país. Aun así, algunos han provocado un tifón en miniatura, pues dicen que la cooperación agrícola no sirva para nada, que no ofrece ventajas. ¿Tiene o no ventajas la cooperación agrícola? Entre los documentos distribuidos hoy en la reunión se encuentra un material sobre una cooperativa del distrito de Tsünjua, en la provincia de Jopei, dirigida por Wang Kuo-fan. Les aconsejo leerlo. Esta cooperativa se halla en una zona montañosa, muy pobre en el pasado y que dependía de la ayuda del Gobierno Popular, quien le enviaba cereales todos los años. Cuando, en 1953, se fundó allí la cooperativa, la llamaban «cooperativa de los descamisados». Pero, tras cuatro años de lucha tenaz, su situación ha ido mejorando sin cesar, y hoy la mayor parte de las familias miembros de la cooperativa poseen reservas de cereal. Lo que puede conseguir esta cooperativa deben también lograrlo, en condiciones normales, las demás en el mismo lapso o en un lapso un poco más largo. Se ve claro, entonces, que no hay fundamento para decir que la cooperación no es buena.
De ahí se desprende también que las cooperativas deben crearse mediante una lucha tenaz. Toda cosa nueva experimenta dificultades y reveses en su crecimiento. Sueña quien crea que la causa del socialismo es como navegar viento en popa, empresa de éxito fácil en la que no se tropieza con dificultades ni se sufren reveses ni se requieren inmensos esfuerzos.
¿Quienes apoyan activamente las cooperativas? La inmensa mayoría de los campesinos pobres y los campesinos medios de la capa inferior, que constituyen más del 70 por ciento de la población rural. La mayoría de los campesinos restantes cifran también sus esperanza en las cooperativas. Los realmente descontentos representan sólo una ínfima minoría. Mucha gente no ha analizado esta situación, no ha estudiado en todos sus aspectos los éxitos y las deficiencias de las cooperativas, ni tampoco las causas que motivaron tales deficiencias, han tomado lo parcial y fragmentario por el todo; de ahí que entre ciertas personas se haya provocado el pequeño tifón de que las cooperativas no ofrecen ventajas.
¿Cuánto tiempo hace falta para consolidar las cooperativas y para terminar con las habladurías de que carecen de superioridad? A juzgar por la experiencia del desarrollo de muchas cooperativas, harán falta unos cinco años o algo más. Hoy, la mayor parte de las cooperativas a través del país existen sólo desde hace más de un año, no es razonable exigir que sean perfectas. En mi opinión, ya sería muy bueno si consiguiéramos crear las cooperativas durante el Primer Plan Quinquenal y consolidarlas durante el Segundo.
Las cooperativas se hallan ahora en un proceso de consolidación paulatina. Quedan por resolver algunas contradicciones, como las existentes entre el Estado y las cooperativas, dentro de cada uno de éstas y entre unas cooperativas y otras.
Para tratar estas contradicciones, debemos prestar constante atención a los problemas de la producción y la distribución. Veamos el problema de la producción. Por un lado, la economía de la cooperativa debe subordinarse a la dirección del plan económico estatal unificado; al mismo tiempo, debe conservar cierta flexibilidad e independencia con tal de que no vulnere los planes unificados, la política, las leyes y las disposiciones del Estado. Por otro lado, cada familia miembro de una cooperativa, con la excepción de que puede confeccionar sus propios planes adecuados para la parcela reservada al uso individual y otras actividades económicas de administración privada, debe subordinarse al plan general de la cooperativa o del equipo de producción a que pertenece. En lo tocante a la distribución, debemos tener en cuenta los intereses estatales, colectivos e individuales. Es preciso tratar en forma apropiada la relación entre los impuestos agrícolas estatales, los fondos de acumulación de las cooperativas y los ingresos personales de los campesinos, y prestar atención constante a hacer reajustes para resolver las contradicciones entre ellos. Tanto el Estado como las cooperativas deben acumular, pero estas acumulaciones no deben ser excesivas. Debemos hacer todo lo posible para que, en los años de cosecha normal, los campesinos vayan aumentando año tras año sus ingresos personales a medida que se incrementa la producción.
Muchos dicen que los campesinos tienen una dura vida. ¿Es acertada esa opinión? Por un lado, sí. Es decir, como China estuvo sometida durante más de cien años a la opresión y la explotación de los imperialistas y sus agentes, se convirtió en un país muy pobre, en el cual no sólo es bajo el nivel de vida de los campesinos, sino también el de los obreros e intelectuales. Necesitaremos varias décadas de intensivos esfuerzos para poder elevar paulatinamente el nivel de vida de todo el pueblo. En este sentido es correcto decir «dura». Más, por otro lado, no lo es. Me refiero a la afirmación de que, durante los siete años transcurridos desde la Liberación, la vida de los campesinos no ha mejorado y sólo ha mejorado la vida de los obreros. En realidad, salvo ínfimas excepciones, ha mejorado ya en cierto grado tanto la vida de los obreros como la de los campesinos. Después de la Liberación, los campesinos se han desembarazado de la explotación de los terratenientes, y su producción aumenta de año en año. Tomemos por ejemplo los cereales. En 1949, la producción de cereales sólo llegó en todo el país a algo más de 210.000 millones de jin1. En 1956 sobrepasó los 360.000 millones de jin, con un incremento de casi 150.000 millones. El impuesto agrícola estatal no es gravoso, alcanzando sólo un poco más de 30.000 millones de jin anuales. La cantidad de cereales que compra el Estado anualmente a los campesinos a precio normal no pasa de algo más de 50.000 millones de jin. Totalizadas estas dos sumas, resultan más de 80.000 millones de jin. Más de la mitad de esta cantidad se vende en las aldeas y en las poblaciones de sus alrededores. Así se ve que no puede decirse que no haya mejorado la vida de los campesinos. Nos proponemos estabilizar, en los próximos años, el total de cereales que el Estado recibe de los campesinos a título de impuesto y mediante compra aproximadamente en la cifra de más de 80.000 millones de jin anuales, a fin de que se desarrolle la agricultura y se consoliden las cooperativas. De este modo, el reducido número de familias campesinas que no tienen suficientes cereales dejarán de carecer de éstos, todas las familias campesinas —excepto algunas especializadas en los cultivos industriales— tendrán excedente de cereales o dispondrán de grano en bastante cantidad para satisfacer su propio consumo, no habrá campesinos pobres en las zonas rurales y todo el campesinado alcanzará o sobrepasará el nivel de vida de los campesinos medios. No es adecuado comparar simplemente los ingresos medios anuales de un campesino con los del obrero y deducir de ello que unos son demasiado bajos y los otros demasiado altos. La productividad del trabajo de los obreros es mucho mayor que la de los campesinos, mientras que el costo de vida de éstos es muy inferior al de los obreros urbanos. Por eso, no puede afirmarse que los obreros reciben un trato preferencial del Estado. Una pequeña parte de obreros y algunos trabajadores estatales sí perciben salarios algo elevados. Los campesinos tienen razón de estar descontentos de ello. De ahí que sea necesario efectuar cierto reajuste adecuado conforme a las circunstancias concretas.

  1. 1 jin es igual a 500 gramos.

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