Las con­tra­dic­cio­nes en el seno del pueblo

[wpdm_​package id=“115799” template=“5c51ba687615d”]

Las contradicciones existentes en el seno del pueblo de nuestro país se manifiestan también entre los intelectuales. Varios millones de intelectuales que antes servían a la vieja sociedad han pasado a prestar sus servicios a la nueva sociedad. Y aquí surge el problema de cómo pueden adaptarse a las demandas de la sociedad nueva y cómo les ayudamos a conseguir este fin. Esta es también una contracción existentes en el seno del pueblo.
La mayoría de nuestros intelectuales han realizado ya progresos evidentes durante los siete últimos años. Se pronuncian por el sistema socialista. Muchos estudian el marxismo con ahínco, y algunos se han hecho ya comunistas. Su número, aún pequeño en la actualidad, va creciendo paulatinamente. Claro que aún existen algunos intelectuales que todavía siguen dudando del socialismo o no lo aprueban, pero no son más que una minoría.
China necesita la mayor cantidad posible de intelectuales para que sirvan a la ardua causa de la construcción socialista. Debemos confiar en todos los intelectuales que de verdad están dispuestos a servir a la causa del socialismo, mejorar de manera radical nuestras relaciones con ellos y ayudarles a resolver todos los problemas cuya solución es necesaria, para que puedan poner en pleno juego sus facultades. Muchos de nuestros camaradas no saben unirse a los intelectuales, los tratan de un modo rígido, no respetan su labor y, en el trabajo científico y cultural, se inmiscuyen inadecuadamente en asuntos en los cuales no deberían intervenir. Debemos terminar con todas estas deficiencias.
Aunque las amplias masas de intelectuales han hecho progresos, no deben por ello sentirse satisfechos de sí mismos. Deben seguir transformándose, desprendiéndose poco a poco de su concepción burguesa del mundo y adquiriendo la concepción del mundo proletario, comunista, con el fin de poder adaptarse plenamente a las necesidades de la nueva sociedad y unirse con los obreros y campesinos. Este cambio en la concepción del mundo es un cambio fundamental, y hasta la fecha no se puede decir que la mayoría de los intelectuales lo hayan realizado. Esperamos que éstos sigan avanzando y que, en el curso de su trabajo y estudio, vayan adquiriendo gradualmente una concepción comunista del mundo, adquiriendo paso a paso una compresión mayor del marxismo-leninismo, e identificándose poco a poco con los obreros y campesinos. Esperamos que no se detengan a medio camino, y menos aún que retrocedan, pues el retroceso no les ofrece futuro alguno. Como el sistema social de nuestro país ha cambiado y la base económica de la ideología burguesa ha sido liquidada en lo fundamental, no sólo es necesario, sino también posible, que muchos de nuestros intelectuales cambien su concepción del mundo. Pero el cambio total de la concepción del mundo exige un lapso muy dilatado y debemos actuar con paciencia, sin apresuramiento. Existen, efectivamente, gentes que se niegan siempre a aceptar ideológicamente el marxismo-leninismo, el comunismo. No debemos ser muy exigentes con ellos. Si obedecen a los requerimientos del Estado y sus actividades son lícitas, debemos darles la posibilidad de dedicarse a un trabajo adecuado.
En los últimos tiempos el trabajo ideológico y político entre los intelectuales y jóvenes estudiantes se ha debilitado y han surgido algunas tendencias malsanas. A los ojos de algunos, ya es innecesario preocuparse de la política, el futuro de la patria o los ideales de la humanidad. Les parece que el marxismo que estaba antes tan de moda ya no lo está tanto. Para contrarrestar estas tendencias, debemos ahora intensificar nuestro trabajo ideológico y político. Tanto los intelectuales como los jóvenes estudiantes deben estudiar con ahínco. A la par que estudian sus especialidades, tienen que progresar ideológica y políticamente, y para eso deben estudiar el marxismo, los asuntos de actualidad y la política. No tener un correcto punto de vista político equivale a no tener alma. La transformación ideológica realizada en el pasado fue necesaria y reportó resultados positivos. Pero los métodos empleados fueron un tanto bruscos y los sentimientos de algunos fueron heridos, lo cual no está bien. En adelante hay que evitar este defecto. Todos los departamentos y organizaciones deben responsabilizarse de la labor ideológica y política. Esto se aplica al Partido Comunista, a la Liga de la Juventud, a los departamentos gubernamentales encargados de eta labor y, con mayor motivo, a los directores y profesores de los centros docentes. Nuestra política educacional debe permitir a todos aquellos que reciben educación desarrollarse moral, intelectual y físicamente y convertirse en trabajadores cultos y con conciencia socialista. Debemos propagar la idea de construir el país con laboriosidad y economía. Debemos hacer comprender a toda la juventud que nuestro país es todavía muy pobre, que no podemos cambiar esta situación de manera radical en un plazo breve, y que sólo por los esfuerzos mancomunados que despliegan la joven generación y todo el pueblo trabajando con ahínco con sus propias manos, China podrá hacerse rica y poderosa en el curso de varios decenios. La instauración del sistema socialista nos ha abierto el camino que conduce a la sociedad ideal, pero para que ésta se haga realidad tenemos que trabajar duramente. Algunos jóvenes consideran que, una vez establecida la sociedad socialista, todo debe ser perfecto y pueden gozar de una vida feliz que ya está dada, sin necesidad de trabajar por ella. Este criterio no corresponde a la realidad.

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *