El fis­cal cons­ta­ta las tor­tu­ras a Por­tu y des­mien­te a Rubalcaba

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Las lesio­nes pro­du­ci­das a Igor Por­tu ‑que debió ser hos­pi­ta­li­za­do por ello- y Mat­tin Sara­so­la fue­ron pro­duc­to de tor­tu­ras pro­du­ci­das en el mon­te des­pués de su deten­ción, como afir­ma­ron los jóve­nes y negó el Gobierno espa­ñol. Así lo cree la Fis­ca­lía de Gipuz­koa, que hizo públi­co ayer que acu­sa de tor­tu­ras a cua­tro de los quin­ce guar­dias civi­les pro­ce­sa­dos por este caso.

En su escri­to de acu­sa­ción pro­vi­sio­nal, difun­di­do ayer por Efe, el Minis­te­rio Públi­co, que tam­bién impu­ta una fal­ta de lesio­nes a otros seis agen­tes, ale­ga que los mili­ta­res actua­ron «con­mo­cio­na­dos» por la muer­te de los tam­bién guar­dias civi­les José Fer­nan­do Cen­teno y Fer­nan­do Tra­pe­ro, pro­du­ci­das en Cap­bre­ton a manos de ETA 37 días antes. Este tiro­teo se pro­du­jo el 1 de diciem­bre de 2007 y la cap­tu­ra de Por­tu y Sara­so­la ‑que no tenían rela­ción algu­na con aquel hecho- ocu­rrió el 6 de enero de 2008.

Por ello, el fis­cal pide tres años de cár­cel para dos de los guar­dias (un sar­gen­to y un cabo), dos años para otros dos (un cabo y un guar­dia), y diez días de loca­li­za­ción per­ma­nen­te para los seis res­tan­tes (dos tenien­tes, tres cabos y un guar­dia), ade­más de diver­sas com­pen­sa­cio­nes eco­nó­mi­cas e inha­bi­li­ta­ción en algu­nos de los casos.

No apre­cia indi­cios de deli­to en los otros cin­co pro­ce­sa­dos, por lo que no ha for­mu­la­do acu­sa­ción con­tra ellos.

Por su par­te, la acu­sa­ción par­ti­cu­lar, que repre­sen­ta a los dos veci­nos de Lesa­ka actual­men­te pre­sos, impu­ta a los quin­ce guar­dias un deli­to de tor­tu­ra en su moda­li­dad agra­va­da, por lo que soli­ci­ta penas que van de los seis a los die­ci­sie­te años de reclu­sión, ade­más de otras penas e indemnizaciones.

Ava­la el rela­to de los detenidos

Según el escri­to de la Fis­ca­lía, los hechos por los que se encuen­tran impu­tados los diez guar­dias ocu­rrie­ron sobre las 10.15, cuan­do Por­tu y Sara­so­la fue­ron sor­pren­di­dos en Arra­sa­te en pose­sión de dos revól­ve­res y 50 car­tu­chos, tras lo que fue­ron arres­ta­dos y espo­sa­dos. Sin embar­go, no se les tras­la­dó a depen­den­cias de la Guar­dia Civil, sino a un lugar que se con­si­de­ra no deter­mi­na­do (los dete­ni­dos deta­lla­ron una zona de mon­te jun­to a un río).

La Fis­ca­lía expli­ca que Igor Por­tu fue intro­du­ci­do en un auto­mó­vil ofi­cial y «gol­pea­do» por uno o por los dos agen­tes que le cus­to­dia­ban, quie­nes tam­bién le ame­na­za­ron. El docu­men­to pre­ci­sa que el vehícu­lo poli­cial se detu­vo en el lugar no deter­mi­na­do, don­de Por­tu fue obli­ga­do a des­cen­der a «puñe­ta­zos y pata­das». En este pun­to los guar­dias civi­les, con inten­ción de «cas­ti­gar» a Por­tu, le habrían obli­ga­do a «colo­car­se de rodi­llas y, humi­llán­do­le» le tira­ron del pelo, según la Fiscalía.

Pos­te­rior­men­te, sigue el tex­to, lo vol­vie­ron a intro­du­cir en el coche, «entre pata­das y puñe­ta­zos», le pusie­ron un pasa­mon­ta­ñas y le gol­pea­ron de nue­vo, has­ta lle­gar al cuar­tel de Intxau­rron­do. Aña­de que más tar­de fue con­du­ci­do a su casa de Lesa­ka para el regis­tro, y des­pués lle­va­do, de nue­vo en medio de gol­pes, a la clí­ni­ca foren­se. De ahí ingre­só en la UCI del Hos­pi­tal Donos­tia, don­de per­ma­ne­ció tres días con lesio­nes gra­ve. Entre ellas, des­ta­can un trau­ma­tis­mo torá­ci­co con frac­tu­ras en dos cos­ti­llas, un neu­mo­tó­rax, un «neu­mo­me­dias­tino impor­tan­te», un «enfi­se­ma sub­cu­tá­neo» y una peque­ña con­tu­sión pul­mo­nar que pusie­ron su vida en «una situa­ción de ries­go», seña­la el fiscal.

Por su par­te, Mat­tin Sara­so­la pade­ció una situa­ción simi­lar a la de su com­pa­ñe­ro duran­te su tras­la­do al mis­mo lugar inde­ter­mi­na­do, don­de supues­ta­men­te fue arro­ja­do «cues­ta aba­jo por una lade­ra» y otros dos de los acu­sa­dos le habrían colo­ca­do «una pis­to­la en la sien», acla­ra el escri­to de acusación.

El docu­men­to seña­la que estos guar­dias tam­bién habrían ame­na­za­do a Sara­so­la con arro­jar­le al Bida­soa, al tiem­po que le decían que se acor­da­se de lo que le había ocu­rri­do a Mikel Zabal­za, quien apa­re­ció aho­ga­do en este río en 1986. Y se aña­de que fue gol­pea­do tam­bién en el tras­la­do hacia Madrid.

«vida en riesgo»

Tras deta­llar los insis­ten­tes gol­pes reci­bi­dos, el fis­cal apun­ta que las lesio­nes sufri­das por Igor Por­tu pusie­ron su vida «en situa­ción de ries­go». Estu­vo tres días en la UCI en el Hos­pi­tal Donostia.

10

guar­dias civiles

son impu­tados por la Fis­ca­lía, cua­tro de ellos por un deli­to de «tor­tu­ras» y seis por una fal­ta de «lesio­nes».

15

guar­dias civiles

han sido pro­ce­sa­dos en total en este caso. La acu­sa­ción par­ti­cu­lar acu­sa a todos ellos de tor­tu­ras y soli­ci­ta penas que van entre los seis años y los die­ci­sie­te años de cár­cel para cada uno.

8

años

de cár­cel es el total pedi­do por la Fis­ca­lía: dos años para dos de los agen­tes impu­tados y uno para los dos restantes.

15

horas

trans­cu­rrie­ron des­de que Por­tu y Sara­so­la fue­ron dete­ni­dos has­ta que el pri­me­ro fue lle­va­do al foren­se con lesio­nes «de gra­ve­dad», según sub­ra­ya el fiscal.

Rubal­ca­ba atri­bu­yó las lesio­nes a la deten­ción y Zapa­te­ro ava­ló ple­na­men­te a la Guar­dia Civil

Horas des­pués de la hos­pi­ta­li­za­ción de Igor Por­tu, el minis­tro de Inte­rior espa­ñol, Alfre­do Pérez Rubal­ca­ba, se vio obli­ga­do a salir a la pales­tra ante las sos­pe­chas evi­den­cia­das por los medios de difu­sión, y lo hizo para sub­ra­yar que el ins­ti­tu­to arma­do había cum­pli­do «escru­pu­lo­sa­men­te» la ley.

En su decla­ra­ción, atri­bu­yó las lesio­nes al momen­to del arres­to, como sue­le ser nor­ma habi­tual en estos casos, y dijo que aun­que Igor Por­tu y Mat­tin Sara­so­la no mos­tra­ron resis­ten­cia a la hora de iden­ti­fi­car­se, empren­die­ron la hui­da cuan­do los agen­tes inten­ta­ron regis­trar las mochi­las que por­ta­ban. De este modo, el minis­tro apun­tó que fue enton­ces cuan­do cua­tro guar­dias civi­les se aba­lan­za­ron sobre ellos pro­du­cien­do la frac­tu­ra de la cos­ti­lla de Portu.

Esta ver­sión ya cho­có enton­ces con el hecho de que el día del arres­to nin­gu­na fuen­te poli­cial seña­la­ra que se hubie­ra pro­du­ci­do algún tipo de per­se­cu­ción y cap­tu­ra, sino más bien al con­tra­rio. Aho­ra, la ver­sión ofi­cial del Gobierno espa­ñol es con­tra­di­cha total­men­te por la Fis­ca­lía, que apun­ta que Por­tu fue gol­pea­do des­pués de ser intro­du­ci­do en el auto­mó­vil ofi­cial y pre­ci­sa, asi­mis­mo, que el vehícu­lo poli­cial se detu­vo en un sitio apar­ta­do, don­de Por­tu fue obli­ga­do a des­cen­der a «puñe­ta­zos y patadas».

No sólo Rubal­ca­ba se impli­có en la defen­sa de los guar­dias civi­les aho­ra acu­sa­dos por tor­tu­ras. Mien­tras que el joven lesa­ka­rra con­ti­nua­ba ingre­sa­do en el hos­pi­tal, el pre­si­den­te del Gobierno espa­ñol, José Luis Rodrí­guez Zapa­te­ro, expre­só su «con­fian­za ple­na» en la Guar­dia Civil, cali­fi­can­do ade­más de «seria y creí­ble» la ver­sión difun­di­da por boca de Rubalcaba.

El secre­ta­rio de Orga­ni­za­ción del PSOE, José Blan­co, arro­pó tam­bién a Rubal­ca­ba y acha­có las lesio­nes a «la ava­lan­cha por el inten­to de fuga».

La hos­pi­ta­li­za­ción de Por­tu pro­vo­có un gran revue­lo en el pano­ra­ma polí­ti­co vas­co, de modo que todos los agen­tes se vie­ron obli­ga­dos a valo­rar los hechos. La enton­ces por­ta­voz del Gobierno de Lakua, Miren Azka­ra­te, se limi­tó a exi­gir que se acla­ra­ra lo que había sucedido.

GARA

Muy pocos casos lle­gan a jui­cio y la mayo­ría de los con­de­na­dos han sido lue­go indultados

Que una denun­cia de tor­tu­ras lle­gue a ser debi­da­men­te inves­ti­ga­da y aca­be en con­de­na es una ver­da­de­ra excep­ción en el Esta­do espa­ñol. Y ello no se debe a la inve­ro­si­mi­li­tud de las denun­cias sino a que, como seña­lan orga­nis­mos inter­na­cio­na­les, exis­te una tupi­da red legal y prác­ti­ca que actúa como un escu­do protector.

El perio­do de inco­mu­ni­ca­ción es un tiem­po opa­co que per­mi­te los exce­sos y la amor­ti­gua­ción pos­te­rior de sus evi­den­cias físi­cas, las téc­ni­cas se han depu­ra­do para no dejar mar­cas, el dete­ni­do pocas veces ve a sus inte­rro­ga­do­res y los exper­tos han reve­la­do la debi­li­dad de los infor­mes de los foren­ses de la Audien­cia Nacio­nal. Ade­más, los res­pon­sa­bles polí­ti­cos siem­pre defien­den a las fuer­zas de segu­ri­dad. Y Amnis­tía Inter­na­cio­nal ha cri­ti­ca­do tam­bién el esca­so com­pro­mi­so de los jueces.

Los ejem­plos más cono­ci­dos de cómo actúa el man­to pro­tec­tor de la tor­tu­ra en los últi­mos años son los casos de Unai Romano, cuya cabe­za defor­ma­da cuan­do lle­gó a la cár­cel pro­du­ce páni­co, y que fue atri­bui­da a una auto­le­sión; y el de los direc­ti­vos de «Egun­ka­ria», cuyos rela­tos no sólo no fue­ron aten­di­dos sino que aca­ba­ron sien­do denun­cia­dos ellos.

Los pro­ce­sos se alar­gan años y años. Según AI, la media en casos rela­cio­na­dos con mili­tan­tes vas­cos es de 12 años y 8 meses des­de que se pro­du­cen los hechos has­ta la pri­me­ra sen­ten­cia. Des­de 1980 y des­pués de miles de denun­cias, no lle­ga­rán a 40 los agen­tes con­de­na­dos por tor­tu­ras a inde­pen­den­tis­tas vas­cos. La mayo­ría de ellos en los pri­me­ros años, cuan­do las téc­ni­cas de inte­rro­ga­to­rio no eran tan sofis­ti­ca­das. Pero de esos menos de 40 con­de­na­dos, 27 aca­ba­ron sien­do indul­ta­dos por el Gobierno. Y en otros casos, se ha podi­do com­pro­bar que varios agen­tes que habían sido inha­bi­li­ta­dos nun­ca deja­ron de tra­ba­jar e inclu­so fue­ron ascendidos.

En esta déca­da los jui­cios se cuen­tan con los dedos de la mano… y sobran. En 1999 hubo con­de­na por el «caso Lasa-Zaba­la», pero no por tor­tu­ras, sino por secues­tro y ase­si­na­to. Otro pro­ce­so por la deten­ción de sie­te veci­nos de Zor­notza, juz­ga­do en 2001, depa­ró una con­de­na que revo­có lue­go el Supre­mo. Y en 2002 dos agen­tes fue­ron absuel­tos de tor­tu­ras a Sebas Lasa y Alfon­so Sebas­tián. El fis­cal no acu­sa­ba en aque­lla ocasión.

I. IRIONDO

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