Todo parece en calma, pero solo es aparente. Los desenlaces se retrasan, pero las causas y los intereses determinantes están. No desaparecieron. Solo están desactivados, provisoriamente. A la espera, mientras las potencias buscan diferentes «salidas» con negociaciones de paz o acuerdos diplomáticos que eviten una confrontación militar abierta. Medio Oriente, Eurasia, África, Europa del Este, Son teatros de un desenlace encadenado de conflictos intercapitalistas por los mercados y los recursos estratégicos del planeta. Son guerras, o sub-guerras, con dos motivaciones centrales: Los negocios de los bancos y empresas capitalistas (que compiten por los mercados), y la supervivencia de las superpotencias del «nuevo orden» que compiten por el control del planeta. Parece una calma pero solo es un statu quo provisorio. Es la calma que precede a la tormenta.
Por Manuel Freytas (*)
manuefreytas@iarnoticias.com
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E n el escenario mundial que asoma en 2010 hay siete procesos de inevitable desenlace a corto plazo:
A) La resolución social de la crisis económica global (con epicentro en EEUU y Europa),
B) el ataque militar a las usinas iraníes,
C) incremento de la escalada militar en Afganistán,
D) potencial intervención militar de EEUU en Pakistán,
E) escalada de acciones militares de EEUU contra Sudán, Nigeria, Somalía y Yemen,
E) nuevo conflicto armado en el Cáucaso o en Eurasia (como parte del teatro de la guerra fría EEUU-Rusia),
F) agravamiento de la crisis de los misiles EEUU-Rusia-OTAN en Europa del Este, G) Nuevo ataque «terrorista» (o varios) similar al 11‑S en Europa o EEUU.
La madre de todas las guerras
En este escenario del «Gran Juego» geopolítico y militar mundial hay dos conflictos estratégicos que (por razones de sus alineamientos e influencia global) se resumen en «uno solo» y pueden hacer estallar el planeta en un desenlace militar.
A) La guerra fría EEUU-Rusia.
B) La guerra fría EEUU-China.
Los factores detonantes que convierten a estos dos frentes de conflicto en UNO SOLO, son Irán y el conflicto del mundo islámico con Israel (la mecha de encendido hacia cualquier desenlace militar futuro).
En el terreno geoeconómico, la razón central de las disputa son las fuentes y las rutas de la energía y del petróleo, y las alianzas por el control de los mercados.
Rusia y China (en planos separados) disputan con EEUU y la Unión Europea una guerra por áreas de influencia económica y conquista de mercados que se extiende por Asia, Medio Oriente, África y América Latina.
Debajo de este centro gravitante (el ombligo de la tercera guerra mundial) se ubican, a modo de emergente encadenado, todos los conflictos (militares, políticos o económicos) que se suscitan y están activos en Asia, Africa, Europa y América Latina.
Este es el punto central para entender ordenada y lógicamente los últimos movimientos de piezas que está realizando EEUU, tanto en el espacio ruso como en el espacio chino.
Además, en la agenda militar y geopolítica del espacio asiático Pekín, igual que Rusia, se sitúa en las antípodas del proyecto estratégico del eje EEUU-UE que militarizó la región euroasiática para desestabilizar las redes energéticas de Rusia, de las cuales China es la principal beneficiaria.
En ambos espacios (el ruso y el chino) la expansión militar y la guerra psicológica mediática del eje «occidental» USA-UE son ejercidas como medio de presión en la guerra por los mercados y los recursos estratégicos, principalmente energéticos.
En lo geoeconómico, se trata de una guerra por el control de las redes de oleoductos (corredores energéticos) euroasiáticos donde China juega su supervivencia al lado de Rusia.
Los lineamientos del «nuevo orden mundial» construido sobre la base del control de mercados y recursos estratégicos es, fundamentalmente, un orden creado para que las trasnacionales, los bancos, las petroleras y la armamentistas capitalistas, hagan «negocios».
En el Gran Tablero geopolítico militar del «orden mundial» vigente, la generación de una próxima guerra intercapitalista (como emergente de diversos teatros de conflicto armado escalonados) cuenta con tres elementos detonantes interactivos:
A) La necesidad de EEUU y de las potencias aliadas (eje USA-UE) de generar por medio de un conflicto militar un nuevo polo de desarrollo productivo (economía de guerra) con empleo de mano laboral masiva para superar la crisis financiera recesiva que colapsa las economías del sistema a escala global.
B) Asegurar el control militar sobre el petróleo y los recursos estratégicos perecederos del planeta que le asegure su supervivencia como potencia hegemónica.
C) Impedir que los enemigos fundamentalistas de Israel y del sionismo cuenten con un gatillo nuclear capaz de lanzar un Apocalipsis sobre sus metrópolis imperiales.
En las antípodas de esta guerra intercapitalista, el eje Moscú-Pekín (más Irán), desafiando la hegemonía europeo-estadounidense, trazaron acuerdos militares estratégicos y consolidaron un bloque militar y económico común en Asia, en abierto reto a la OTAN.
En ese juego, el «Gran Juego», Moscú y Pekin mueven sus propias piezas en el teatro de operaciones de la guerra intercapitalista por áreas de influencia que se disputa (en distintos niveles operativos) desde Eurasia y los ex espacios soviéticos hasta el Medio Oriente.
Estos dos frentes de conflicto, resumidos en un solo, resumen y vinculan todos los conflictos (latentes o activados) de Asia, África, Medio Oriente y Europa del Este.
Es el conflicto central, el hilo conductor, la madre de todas las guerras.