Arde Euro­lan­dia – Michael R. Krätke

Des­de hace una sema­na, se ha decla­ra­do la situa­ción de urgen­cia: los grie­gos han soli­ci­ta­do ofi­cial­men­te la ayu­da finan­cie­ra que se les había pro­me­ti­do a fines de mar­zo. Caso de extre­ma nece­si­dad. Se pide a la Unión Euro­pea y al FMI que libe­ren lo antes posi­ble los medios pre­ci­sa­dos. No que­da mucho tiem­po: a media­dos de mayo caen los pró­xi­mos ven­ci­mien­tos cre­di­ti­cios mil millo­na­rios: no sub­ve­nir a ellos sig­ni­fi­ca la quie­bra del Esta­do. Los mer­ca­dos finan­cie­ros no suel­tan a la pre­sa: a la cabe­za están los hed­ge funds que espe­cu­lan con­tra el euro. Exi­gien­do intere­ses usu­ra­rios, hacen que las deu­das del Esta­do grie­go no pue­dan refi­nan­ciar­se en medio de la cri­sis económica.

En tal situa­ción, la sobe­ra­nía de los grie­gos ya no vale un higo. Antes de poner por obra la ayu­da pro­me­ti­da, se les exi­gen ulte­rio­res pro­gra­mas de aho­rro dic­ta­dos por el Ban­co Cen­tral Euro­peo (BCE) y el FMI. Llue­ven, ade­más, pres­crip­cio­nes y pro­pues­tas, a cuál más incle­men­te y des­in­for­ma­da. Los man­da­ma­ses de los par­ti­dos en Ber­lín tie­nen sus espe­ran­zas pues­tas en los comi­sa­rios del aho­rro del FMI que, gra­cias a la Can­ci­ller de Hie­rro, se sien­tan ya en la mesa deci­so­ria. Ni que decir tie­ne que a los eco­no­mis­tas del FMI, a dife­ren­cia de los polí­ti­cos de la coa­li­ción nigro­gual­da [el color de la demo­cra­cia cris­tia­na ale­ma­na es el negro; el de los libe­ra­les ale­ma­nes, el ama­ri­llo; T.], hace mucho que caye­ron en la cuen­ta de que un cur­so de extre­ma aus­te­ri­dad exi­gi­do a Gre­cia des­de el exte­rior sólo pue­de ter­mi­nar en una gra­ve depre­sión eco­nó­mi­ca y en un des­ja­rre­ta­mien­to social no menos grave.

La iro­nía de la historia 

En la reu­nión de minis­tros de finan­zas del G20 que tuvo lugar el fin de sema­na pasa­do, la euro­cri­sis vino a ser­vir muy opor­tu­na­men­te de dis­trac­ción. Todo lo demás –los acu­cian­tes pro­ble­mas de la eco­no­mía mun­dial, sumi­da en una rece­sión que, ni por mucho, está en tran­ce de supera­ción— que­dó en vía secun­da­ria muer­ta. Gre­cia como la nue­va figu­ra sim­bó­li­ca del enfer­mo de la eco­no­mía mun­dial: ¡menu­do boca­do para los nor­te­ame­ri­ca­nos! Una cri­sis que trae su ori­gen en Euro­lan­dia y en la que la Unión Euro­pea se ve obli­ga­da a pedir auxi­lio al FMI: ¡menu­do agui­nal­do para los lobis­tas de los mer­ca­dos finan­cie­ros! Los cul­pa­bles no son los ban­cos fre­né­ti­ca­men­te entreg­do­sa la espe­cu­la­ción: ¡son los des­pil­fa­rra­do­res Esta­dos socia­les de cor­te euro­peo! La ima­gen neo­li­be­ral del mun­do vuel­ve a cuadrar.

Los hono­ra­bles que se reúnen en el G8 y en el G20, en el FMI y en el Ban­co Mun­dial, podrían haber­se dedi­ca­do a estu­diar asun­tos de har­to mayor enjun­dia que el de la peque­ña Gre­cia. Nada acor­da­ron. Ni en lo tocan­te a la pla­nea­da fis­ca­li­dad ban­ca­ria, ni en mate­ria impues­tos al mer­ca­do finan­cie­ro, ni en lo ati­nen­te a la regu­la­ción del sec­tor finan­cie­ro: en nada de eso se ha avan­za­do un solo paso. Nada, sino nebu­lo­sas decla­ra­cio­nes. En el fon­do del esce­na­rio, casi sin rui­do, se lavó, como de paso, la cri­sis finan­cie­ra del Ban­co Mun­dial. Se tra­ta­ba aquí de sumas mucho más ele­va­das que en el caso de Gre­cia. La cri­sis de caja de este orga­nis­mo se resol­vió con 300 mil millo­nes de dóla­res. El FMI pudo apla­zar su refor­ma finan­cie­ra pen­dien­te, tras­pa­san­do las urgen­cias al Ban­co Mun­dial: con espe­cia­les agra­de­ci­mien­tos al gobierno fede­ral ale­mán. Cun­dió la auto­sa­tis­fac­ción en Washing­ton: se ha meti­do a los euro­peos en vere­da, encau­zar­los por la bue­na sen­da del aho­rro y el saneamiento.

Ofi­cial­men­te, la ayu­da a Gre­cia tie­ne que ver con el man­te­ni­mien­to de un euro esta­ble. Lo que sólo pue­de lograr­se, si se blo­quea la espe­cu­la­ción inter­na­cio­nal con­tra los dis­tin­tos paí­ses de la euro­zo­na. Una quie­bra del Esta­do grie­go, una expul­sión de los grie­gos de Euro­lan­dia, darían pre­ci­sa­men­te la señal equi­vo­ca­da. Enton­ces, inexo­ra­ble­men­te, Por­tu­gal, Espa­ña e Irlan­da serían los siguien­tes. Si los euro­paí­ses se com­pro­me­tie­ran a un prés­ta­mo común, podrían des­de lue­go plan­tar cara a los mercados.

¿A quién bene­fi­cia una quie­bra públi­ca grie­ga? Si los títu­los de deu­da grie­gos se depre­cian pasi­va­men­te, los afec­ta­dos serán prin­ci­pal­men­te los ban­cos ale­ma­nes y fran­ce­ses. Sólo el ban­co ale­mán Hypo Real Esta­te (HRE), entre­tan­to esta­ta­li­za­do, es tene­dor por valor de diez mil millo­nes de euros. Si ese dine­ro se eva­po­ra, Ale­ma­nia se enfren­ta­rá a la siguien­te cri­sis ban­ca­ria. El gobierno de Sar­kozy están toda­vía más empan­ta­na­do, pues los ban­cos fran­ce­ses son tene­do­res de títu­los grie­gos por valor de más de 77 mil millo­nes de euros. La alter­na­ti­va a la sus­pen­sión de pagos del esta­do grie­go sería una acción con­jun­ta de refi­nan­cia­ción por par­te de los euro­paí­ses, es decir, una renun­cia par­cial de los ban­cos euro­peos a sus exi­gen­cias como acree­do­res de Gre­cia. Ofi­cial­men­te, eso está des­car­ta­do para la Can­ci­ller Mer­kel, aun­que sólo sea por­que es lo que exi­gen con los par­ti­dos de la oposición.

Eso sig­ni­fi­ca­ría deri­var par­te de los cos­tes de la cri­sis de deu­da a quie­nes se han bene­fi­cia­do de ella, y no a los grie­gos o a la pro­pia población.

Y aho­ra vie­ne la iro­nía de la his­to­ria: el gobierno fede­ral ale­mán ha otor­ga­do al FMI un papel cla­ve en un jue­go maligno. Las auto­ri­da­des del FMI debe­rían resis­tir­se, aun cuan­do los grie­gos lle­ga­ran a poner por obra los más som­bríos pla­nes de aho­rro. Pues, con las vigen­tes reglas de jue­go, el FMI no pue­de dar cré­di­tos a nin­gún soli­ci­tan­te que no pue­da ya seguir devol­vien­do y sir­vien­do los intere­ses de sus deu­das a lar­go pla­zo, es decir, a nin­gún soli­ci­tan­te que, de hecho, esté ya en quie­bra. Con los 15 mil millo­nes de euros aho­ra pro­me­ti­dos Gre­cia habría ya ago­ta­do su cuo­ta de cré­di­to con el FMI. Una últi­ma gota ver­ti­da sobre pie­dra incandescente.

Raro, pero pro­ba­ble: la par­ti­ci­pa­ción del FMI en la ayu­da de emer­gen­cia a Gre­cia mejo­ra visi­ble­men­te las pers­pec­ti­vas de refi­nan­cia­ción. Y ten­dría la gran ven­ta­ja de que serían los ban­cos y otros acree­do­res del esta­do los que corre­rían con la san­gría, y no el sufri­do y habi­tual con­tri­bu­yen­te. Como muy tar­de el 19 de mayo pró­xi­mo, la acción de res­ca­te para Gre­cia debe estar lis­ta. En esa fecha ven­ce un prés­ta­mo por 8,5 mil millo­nes de euros. De no hon­rar­lo, se entra en quie­bra. Ya no ser­vi­rían de nada enton­ces los cré­di­tos del FMI, y los ban­cos euro­peos debe­rían tra­gar­se una refinanciación.

Eso no sería nin­gún dra­ma para los mer­ca­dos finan­cie­ros; para ellos, la tra­ge­dia grie­ga no es más que un inter­me­dio. Japón, por ejem­plo, está en una situa­ción mucho peor que Euro­lan­dia. Cuan­do en Euro­pa no haya nada que pes­car, los hed­ge funds se lan­za­rán tar­de o tem­prano sobre el río revuel­to del yen. Y lue­go vie­nen el dólar y la libra ester­li­na, por­que nor­te­ame­ri­ca­nos y bri­tá­ni­cos están aún más gra­ve­men­te endeu­da­dos que Gre­cia: allí hay más que pes­car. No son los grie­gos quie­nes tie­nen que apre­su­rar­se a poner orden en sus casas y a hacer pla­nes de sanea­mien­to, sino el G20, el FMI, el Ban­co Mun­dial y los gobier­nos pre­sen­tes en esas ins­ti­tu­cio­nes, inclui­da la maes­tra cirue­la que es Ale­ma­nia. La dis­yun­ti­va no ofre­ce duda: o impo­ner una regu­la­ción de los mer­ca­dos finan­cie­ros, a la que éstos y sus lobis­tas ofre­ce­rán una resis­ten­cia encar­ni­za­da, o abdicar.

Tra­duc­ción de Ama­ran­ta Süss

Sin Per­mi­so

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